Los tiempos han cambiado, antes la vida no era así; era peor pero había más confianza entre los vecinos y más solidaridad. Más miedo y hambre también.
Recuerdo que en los años 50, cuando yo estudiaba el bachillerato y FP en Málaga, los domingos salía de paseo o al cine Cervantes, de donde salía de noche. De regreso al internado pasaba por las calles y veía los portales abiertos y la gente tumbada en colchones en el suelo, durmiendo tranquilamente. Había mucha gente mendigando también.
Un hombre, conocido por “El Cojo de Málaga”, expresó muy bien la situación en la emisora EJj23 Radio Juventud:
“Va un hombre por la calle y ve a unas mujeres que habían sacado sillas a la acera y pasaban la tarde sentadas, cosiendo. El hombre, que hacía tres días que no había comido, se acerca y les pregunta, enseñando un botón de la camisa:
—Buenos días, señoras. ¿no podrían prestarme ustedes una aguja para coserme este botón?
Las mujeres se miran entres sí y una de ellas, que habitaba en el bajo, le dice:
—Claro que sí, voy a buscarla.
Y cuando ella entra en la casa, el hombre le grita:
—¡Pínchela usted en un bocadillo para que no se me pierda, por favor!
No, antes no era igual; todo el mundo no comía todos los días.
Cuando iba uno al médico, con el cuerpo escuálidos y arrastrando los pies por carecer de fuerzas hasta para masticar, el doctor, nada más verle, le recetaba lo que no podía comprar:
—Tiene usted que comer mucha carne, mucho pescado azul, jamón, marisco, leñazo, filetes de ternera, etc.. Vuelva dentro de dos meses y verá como ya está mejor.
Obviamente, ningún trabajador podía permitirse comer esas cosas, y su salud no mejoraba. Al tener que volver a la consulta para no palmarla, el médico preguntaba:
— Le veo peor que antes. ¿Ha seguido usted el tratamiento?
—No he podido...
—¿Entonces para qué viene aquí si no va a hacer lo que le digo? ¡Anda, váyase y vuelva cuando haya seguido mis instrucciones!
A veces el enfermo moría joven todavía y en la puerta del Cielo le preguntaban :
—¿Cómo es que has venido tan pronto? Te quedaban cuarenta años más de vida...
— ¿Y qué culpa tengo yo si el médico del seguro me ha enviado antes?
Afortunadamente, con la llegada de la Democracia, las normas cambiaron: los médicos debían ser amables y respetuosos, no podían tratar a los pacientes con tanto descaro.
Además, uno podía comer de todo, coger el coche e irse con la familia a comer al campo, cargado de sillas, nevera y tortillas de papas para pinchar algo mientras se hacía la paella. Incluso ir con la familia al restaurante y pedir gambas, jamón, cochinillo, corderitos...
Actualmente, aún se puede hacer todo eso, excepto en los supuestos siguientes:
Que cobres entre 1,300 y 1500 euros y tengas que dedicar el 90 % de tu salario a pagar una hipoteca o alquiler.
Que tengas un trabajo remunerado con el sueldo mínimo.
Que siendo un empleado bien pagado tengas que mantener a dos familias, la tuya y la de tu ex.
Que seas diabético.
Si no trabajas, podrás comer de todo, incluso permitirte ir de vacaciones en los siguientes casos:
Eres político en activo o jubilado, o ex presidente del Gobierno
Perteneces a la nobleza y pasas la vida asistiendo a fiestas y te mantienen por la cara.
Eres rico.
También puedes permitirte toda clase de lujos si:
Eres deportista, modelo o artista famoso
Perteneces a la clase media y disfrutas de un trabajo bien remunerado con más de 3000 euros mensuales.
Eres un profesional autónomo ( dentista, abogado o médico etc.) que cobras caro y desgravas todos los gastos.
Estás en el paro sin haber cotizado nunca: Te clasifican como persona vulnerable y te beneficias de una paguita, de 200 euros para el cubata de los chicos, una vivienda social con luz, agua y la basura gratis.
Sí, las cosas han cambiado, y seguirán cambiando en breve en todo el planeta.
© Juan Pan García 5 /12/ 2025

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