Y hoy por fin la he conocido
después de tanto tiempo…
He admirado su belleza:
Es alta, joven y hermosa;
sus piernas, muy largas.
sostenían un cuerpo esbelto,
muy bien diseñado:
armoniosas curvas,
y sensuales movimientos;
senos redondos, firmes y erguidos…
¿Y qué decir de sus ojos,
de su misteriosa mirada?
Sentía que me hipnotizaba.
Sus dientes, espejos de nácar,
resplandecían en cada sonrisa,
dejando escapar palabras aladas,
que revoloteaban, cual mariposas,
en cada rincón de la sala,
penetrando como navajas
hasta el fondo de las almas.
Durante el encuentro no dejé de observarla,
de oír sus risas y su voz cantarina y fresca,
como la brisa de las montañas.
¡Dios, que estaba guapa!
Sus ojos negros,
sus pestañas largas,
y sus hoyuelos en la cara…
Va vestida de poesía,
sus palabras son lienzos coloridos,
que, saliendo de ella,
cubrirán pueblos y ciudades,
montes y llanuras,
jarales, olivos y alcornocales …
Le pregunté su nombre:
Oye, hermosa, ¿cómo te llamas?
Y con deslumbrante sonrisa
ella me respondió:
“ Me conocerás por
Hola Juan, como te prometí te dejo mi comentario. Te veo muy ilusionado, y eso es bueno. No sé si la Aldaba será tan hermosa pero desde luego amantes ya tiene. Je,je. Bueno te dejo y peinate.
ResponderEliminarHola, Manuel. Es cierto, estamos todos muy ilusionados, esperemos que no sea todo un espejismo. ¿Peinarme?
ResponderEliminar¡Jo, cómo eres! Ya me explicarás.
Saludos.