
El pasado fin de semana comencé a leer esta novela en mi ordenador. Me gusta más el libro de papel: es más íntimo, más cálido, se siente el olor y la huella que han dejado en él todos los que han contribuido a su publicación. El libro electrónico es más frío, no huele, no se toca ni te puede hacer pasar unos buenos momentos en el sofá o en la cama.
Mi hijo David dice que no es cierto, que él se lleva sus libros al trabajo, al campo a la playa y a todas parte en su IPAD. Yo ese aparato aún no lo tengo, pero creo que acabaré comprándome uno. De momento, leo en el ordenador.
Y como les dije en una entrada anterior, en el portal www.24symbols.com se pueden leer gratis. Entré, pues, en dicha página y vi una lista muy atractiva de novelas. Entre ellas estaba la mía, ”La pista del lobo”, que obviamente no iba a volver a leer porque la tengo más vista ya que al cartero de mi barrio; pero os la recomiendo: os va a encantar
De entre todas novelas que presentan me llamó la atención esta portada porque muestra una vista nocturna del Coliseo Romano, un lugar que he visitado un par de veces y cuyas fotos publiqué en este blog en el archivo de noviembre de 2006.
Por eso más que nada la elegí. Me interesaba saber qué decía el autor sobre este famoso lugar de ocio, pues yo sólo conocía lo que había visto en las películas y en los libros: un siniestro lugar en el que se echaban los cristianos a los leones, donde los gladiadores luchaban entre ellos y donde se ajusticiaba a los criminales.
Con la novela de Francisco Gijón me he llevado una grata sorpresa: no me esperaba una obra tan instructiva y a la vez tan amena en la que, además de aprender todo sobre la estructura del edificio y las costumbres de una clase dominante y degenerada, he asistido a una trama maquiavélica para derrocar al Emperador.
Lo primero que he sentido a medida que me adentraba en las páginas del libro es admiración por el enorme trabajo de investigación que ha debido realizar el autor para reunir tanta información.
Al contemplar las ruinas del Coliseo durante mi visita a Roma nunca imaginé que la arena del colosal teatro se pudiera convertir en pocas horas en un lago con barcos cargados de ninfas y remeros que bogaban hacia una pequeña isla artificial poblada de árboles que habían montado en medio. Todo ello solo para interpretar una obra lírica. Un lago cuyas aguas ocultaban en el fondo a cocodrilos. Una vez terminado el espectáculo, el lago se vaciaba en pocos minutos a través de las compuertas y alcantarillado subterráneo.
Cientos de esclavos trabajaban en el coso limpiando la sangre, acarreando arena limpia, sacando cadáveres y sirviendo en algunos casos como diana para las flechas del emperador.
La gente vivía para ver correr la sangre y hacer apuestas sobre quién sería el vencedor en cada combate, y el emperador, deseoso de complacer a las masas y de ocupar una página de la Historia por la originalidad, grandeza y calidad y de los juegos, se esmeraba en que cada día el espectáculo se superase: orgías sexuales, sexo con animales, obras de teatro, niñas violadas y entregadas a las fieras... Los escenarios se suceden con detalles escabrosos, tan cruel y diabólicamente imaginados y llevados a la práctica que el lector, sobrecogido de espanto, se pregunta cómo pudo incurrir un imperio tan culto y poderoso en tamaño salvajismo.
Corridas de toros y charlotadas también tuvieron su espacio en el gran teatro, lo que me demuestra que el divertirse a costa del sufrimiento de los animales viene de antiguo.
Después de unos primeros capítulos de introducción, llevándonos a conocer las calles de Roma, sus habitantes y sus costumbres en la época en que se desarrollan los hechos, el autor introduce la trama de unos cuantos senadores para eliminar al Emperador. Siguiendo los pasos de los conspiradores, el lector se encuentra enganchado y no puede dejar de leer hasta el final.
El desenlace lo encuentro un poco precipitado, me he quedado con la sensación de que faltaba algo más.
Me ha gustado mucho, y he aprendido mucho. Ahora, cuando vuelva a visitar el Coliseo con mi cuñado Benedetto y mi sobrina Patricia, tendré muchas cosa que contarles que creo ellos ignoran aun siendo ambos romanos.
En el anexo final, el autor Francisco Gijón menciona las fuentes especializadas que ha investigado para crear tan laboriosa obra, éstas dan fe de la veracidad de los hechos narrados.
Un libro que todo amante de las intrigas, vicios y virtudes de los personajes que escribieron la Historia con sus inapelables decisiones no puede dejar de leer.