jueves, septiembre 29, 2011

¿QUÉ LIBRO ESTÁ LEYENDO EL DONCEL DE SIGÜENZA?

¿Por qué lleva el Doncel un libro? ¿Qué está leyendo el Doncel?

He aquí las preguntas que durante siglos se han hecho todos los que se han detenido ante su tumba. Y para mí ha sido suficiente pasar tres días en Sigüenza para hallar la respuesta. ¡Ay, Dios, qué sería el mundo sin mí!

Entiendo vuestra frustración al no poseer una mente privilegiada como la mía; consuélense sabiendo que tampoco comparten mi delicada situación económica.

Para llegar a conocer la verdad hube de descartar opciones, tal como hace mi médico de cabecera. Precisamente, unos días antes del viaje, fui a la consulta y le dije: Doctor, me duele la garganta y estoy afónico. Y tengo que ir a un recital de poesía este fin de semana... ¡cúreme usted, por favor!

Y el galeno me mira muy serio por encima de sus gafas y pregunta:

—¿Está usted estreñido? ¿Hace usted regularmente sus necesidades?

—¡Pero doctor...! Qué tiene que ver...

—Hombre, no es lo mismo coger el Diario ABC o el semanario Hola y sentarse a leer tranquilamente en la taza del vater mientras su organismo trabaja de oficio, que pasar un rato con la boca cerrada y apretando... Eso hace que se le inflame la garganta...

— Pues no, doctor, yo voy bien.

Descartado pues.

¿Fuma?

—No.

—Descartado. ¿Vive con su suegra?

— No.

Descartado. ¿Está en el paro?

— ¡NOOOOO!

Y sigue descartando opciones hasta que da con la buena:

—¿Sale usted de noche?

—Sí, a veces.

—¿Suele beber cubatas?

— Sí, doctor. Me suelo tomar tres o cuatro al día con los amiguetes.

— ¡Pues quítele el hielo, coño!

Pues ése es el método que he seguido para esclarecer el enigma del Doncel. Vayamos por partes:

En aquella época, la costumbre de los escultores y pintores era mostrar a los reyes y personajes importantes de la Historia tal como habían muerto: A Jesucristo, crucificado y con el cuerpo y la cabeza cubierto de heridas; a San Sebastián, atado a un poste con su cuerpo adornado de flechitas; Juana de Arco, ardiendo en la barbacoa; a los Amantes de Teruel, ambos acostados y cogiditos de la mano; a los Reyes Católicos, en camas separadas, vestidos y bien arropados porque la reina se lavaba el tete cada seis meses y aquello olía que....

Siguiendo esa costumbre, lo lógico sería que el Doncel apareciera tumbado en la piedra con la espada en una mano y la cabeza bajo el brazo. Como San Dionisio. Porque el Doncel fue decapitado.

Y sin embargo lo vemos recostado y relajado, leyendo un libro.

Y yo, en la soledad de la noche seguntina, mientras escuchaba el cri cri de los grillos y los ronquidos de mi mujer, me preguntaba: ¿por qué, por qué, por qué...?

Vamos a ir descartando opciones:

¿Estaba estudiando?

El Doncel no fue enviado a Granada a estudiar en la Universidad, sino a luchar por el Rey y hacer méritos para recibir en premio algún castillo, señorío o marquesado. Y eso sólo se conseguía estando de guardia las 24 horas del día matando moros, no buscando una sombra para tumbarse y estudiar. Descartado.

¿Está posando para un anuncio de ropa interior, como el Beckan o C. Ronaldo?

¡Obviamente no: no se le ven las tabletas de chocolate! Descartado.

¿Estaba posando para un anuncio pagado por las editoriales? ¿Promocionando algún libro quizás?

La imprenta hacía poco que se había inventado y las editoriales estaban desbordadas de trabajo editando biblias y recopilando cientos de miles de códices antiguos traducidos por los monjes cristianos, judíos y árabes. Sólo imprimían por encargo y había listas de espera más largas que en la Seguridad Social. No; no necesitaban de ninguna promoción. Descartado pues.

¿Estaba, pues, leyendo su ejemplar de la Biblia?

No; no era conveniente que un guerrero llevase una Biblia en su mochila: ello podía confundirlo a la hora de tomar una decisión: En algunas páginas de la Biblia, Dios ordena apropiarse de la Tierra Prometida matando no sólo al enemigo sino a sus mujeres ancianos y niños, para borrar la mala semilla de la faz de la Tierra. Hasta ahí not problem, era para hacer eso precisamente que había ido el Doncel; pero de pronto aparece Moisés paseándose por el desierto con las tablas de los diez mandamientos a cuestas que dicen: No matarás, no robarás, no desearás la mujer de tu prójimo. Ama al prójimo como a ti mismo... ¡Joder! ¿Entonces, qué hacemos?

Me imagino lo que pasó en la colina en la que luchaba el Doncel: estaba el moro derrotado en el suelo esperando que el Doncel lo matara, y éste de pronto recuerda lo que ha leído la noche antes en la Biblia y duda sobre lo que debe hacer, y duda, y duda, y duda... En esto que el moro levanta la pierna y le da una patada en el sonajero y el Doncel que cae al suelo y el otro le quita la espada y...¡zasssss!: Cabeza rodando cuesta abajo. ¡Y menos mal que llevaba el casco puesto, que si no... le ponen encima una multa!

No, no podía ser. Descartada la Biblia.

¿Entonces qué clase de libro era? ¿Una novela? En aquel tiempo no existía el Corte Inglés, ni el Carrefur, ni la Casa del Libro, ni Amazon ni librería donde comprarse un libro de bolsillo para leer en el campo o en la playa. No existían libros de caballería, ni del Quijote, ni Cuéntame lo que pasó ni nada de eso... Descartados.

¿Entonces...?

Fue leyendo el libro que compré en el anterior encuentro de poetas en Granada, “Crónicas moriscas”, de Irving, que una antorcha como la de la estatua de la Libertad se encendió en mi mente. En efecto, Irving afirma que en la Edad Media la Virgen y los ángeles solían aparecerse de improviso a los reyes y a los nobles cristianos para aconsejarles en las batallas contra los moros y anunciarles el futuro. Se han dado casos en que ángeles montados a caballo han ganado batallas en beneficio del Rey Sancho.

¡Es lógico!: en el Cielo entonces no tenían Canal Plus, ni el programa del Sálvame, ni a la Belén Esteban, ni al Arguiñano, ni la Play Steison..., y la gente se aburría como ostras mirando a Dios y cantando todo el tiempo “Aleluya, aleluya”, pues no tenían otra cosa que hacer ni podían practicar sexo para entretenerse. Por eso, los que podían escaquearse, bajaban a curiosear a la Tierra y le sugerían ideas a los cristianos para tocarle los huevos a los moros.

Y un día se hallaba el escultor dándole vueltas al bloque de granito con el cincel y el martillo en la mano, y se presenta el ángel y le dice:

— ¿Qué haces?

— Pues ya ves, aquí. No sé si ponerle al Doncel la cabeza en su sitio pegada con loctite o esparadrapo, por si acaso no gusta, o colocarla al lado bajo el brazo.

—¡Pero hombre...! Olvídate del arte obsoleto y macabro que practican los escultores vulgares! ¡Crea algo distinto, hombre, algo original! Hazme caso: piensa en futuro, no en pasado. Dentro de unos años no habrá guerras en España y la gente sólo admirará las esculturas que transmitan alegría y paz. ¿Tú crees que los turistas que visiten la catedral se detendrán a ver tanta barbarie? ¡Venga ya! Presenta a tu Doncel recostado y sonriendo apaciblemente.

Y el escultor le agradeció el consejo con una sonrisa de oreja a oreja y comenzó febrilmente a picar la piedra con una mirada de loco, disfrutando desde ese momento el éxito de su trabajo.

Y el ángel, viendo que el artista estaba absorto en su trabajo y ya no le hacía ni puto caso, le dijo:

—Y ten en cuenta que el día 24 de septiembre de 2011 se celebrará, aquí en Sigüenza, el V Encuentro de Poetas en la Red. ¡No olvides ponerle en la mano un poemario!

¡Et voilá la reponse: ¡EL DONCEL ESTÁ LEYENDO UN POEMARIO!Safe Creative #1109160074537

24 comentarios:

  1. Qué bueno Juan, así si.
    Si ya lo he dicho yo siempre, la Historia es amena si te la saben contar, jajaja.
    Un beso

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  2. Veo Juan que, por pudor, no has mencionado que el Doncel sostiene el libro abierto por la página en la que figura un magnífico poema de "Juan Pan" algo que también le había aconsejado el Ángel.
    Me has sacado una sonrisa de oreja a oreja.
    Abrazos.

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  3. Jaja, bueno, pues misterio desentrañado, ahora a por el del eslabón perdido :-)

    Me he reído. Besos, Juan.

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  4. Muy bueno, Juan. Ya sabía yo que nos sacarías del estupor producido por tal sin par actitud medieval.

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  5. Hola, soy nuevo en este espacio; me ha gustado muchísimo lo que haces Juan. El cuento está recorrido por un humor tan sabio como lucido...
    La parte donde hablas de la biblia es maravillosa,

    Un gran abrazo, me quedo por aquí.

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  6. ¡Ahhhh!: ¿ves?, así ya se entiende todo.

    Si es que cuando te explican bien las cosas es un placer.

    Gracias. Un abrazo.

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  7. Hola, Arantxa, un placer verte por mi casa.Me alegra mucho compartir contigo mi descubrimiento histórico. Un beso

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  8. Hola, Jorge, poeta. Un placer, amigo.Un abrazo.

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  9. Terly, amigo, no sabes cuanto lamento tu ausencia en el Encuentro.Esperaba escuchar tus poemas y, además, tu armónica o la guitarra en la sobremesa de la cena. Me había aprendido este escrito de memoria por si animabais la fiesta contando chistes, cantando o tocando instrumentos musicales participar con este monólogo. Sí, ya te habrán dicho que me puse muy nervioso y me entraron los tembliques, pero después de cenar y con el puntito que deja el vino me hubiera atrevido. Espero te recuperes pronto, amigo. Un abrazo

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  10. Ana, ¿pero has perdido un eslabón? Veré qué puedo hacer. Un beso, guapa.

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  11. Hola, Antonio Capilla,gran poeta y amigo, un placer haberme encontrado contigo.
    Pues sí, otro enigma resuelto. El escultor ese fue un adelantado a su tiempo y no dudó en arriesgarse a construir algo nuevo que bien pudo molestar a la Inquisición.
    Un abrazo, Antonio.

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  12. Juan Ojeda, un placer leerte. Binvenido a este lugar al que espero vuelvas a menudo. Me alegro de que te haya gustado el artículo. Un abrazo.

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  13. Pue sí, Manuel, cuando las cosas se explican sin necesidad de voluminosos manuales de usuario nos quedamos satisfechos y retenemos mejor lo aprendido. Un abrazo, amigo.

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  14. Hola Juan.
    El pobre doncel hace como que lo lee pero yo te aseguro que ya no está leyendo nada.

    Un abrazo hoy viernes

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  15. Hola Juan interesante entrada
    Gracias por sus visitas y comentarios buen fin semana Saludos

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  16. Que imaginación tienes. Lo que me he reído. Que pena que no hayas sido profesor de Historia porque estoy segura que todos tus alumnos sacarían todos el 20 en esa matéria. Y además se partían de la risa.

    Buen fin de semana!

    Besos.

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  17. Juan Risueño,¿quieres decir que el libro e un tostón y se ha quedado dormido? A lo mejor está leyendo la biografía de MarioConde.
    Un abrazo

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  18. Igualmente, José ramon. Feliz semana. Saludos

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  19. Gracias Florecilla, tú siempre tan amable. Un beso y feliz semana

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  20. Juan, no había leído esta graciosa entrada. Muy divertida. Un abrazo.

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  21. Me alegro que te guste, amigo Juanjo. Hay que divertirse un poco, no todo va a ser escribir dramas. Un abrazo

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  22. Es imperdonable Juan, más de 6 meses y aun no había leído tu divertida entrada del Doncel, felicidades, asi es como debería contarse la historia...bueno, más o menos.
    Vamos a seguirnos los blogues esos con más dedicación, en los tiempos que corren es uno de los pocos vicios solitarios que nos van quedando... y gratis total.

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  23. Mi abuelo y sus hermanos se consideraban descendientes del Doncel (el que haya sido cierto, o no, es lo de menos) y aseguraban que la lectura le acarreó la muerte y que había sido un libro de Platón. He aquí la historia:

    http://navegaciones.blogspot.mx/2009/03/versos-para-el-doncel.html




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