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Hoy he visto en la plaza a un niño corriendo tras una paloma, y a su madre fumando sentada en un banco y hablando por el móvil; unos chicos caminaban moviendo compulsivamente los dedos sobre las teclas de sus smartphones, ajenos al mundo que les rodeaba, y una pareja de ancianos miraba en el escaparate de una tienda los juguetes, calculando si su exigua pensión les permitirá comprarles a sus nietos los reyes que estos quieren.
Nadie parece pensar en un mañana sin amanecer que ya está marcado en nuestros calendarios. Porque la vida es bella y todos queremos vivirla, a pesar de que hay quienes hacen lo posible por amargárnosla.
Al final todos seremos calvos, y no necesitaremos de peluquerías, ni de agua para calmar la sed, ni la humedad molestará más a nuestros huesos; nuestras cuentas bancarias morirán con nosotros, sus saldos se repartirán entre hombres-lobos, y nuestras moradas serán habitadas por otros.
¿Por qué entonces somos tan engreídos y egoístas?
Son tan nítidas las imàgenes que describes que me siento alli tambièn viendo pasar la vida...
ResponderEliminarUn excelente flash.
Abrazos querido Juan.
Pues supongo, Juan, que con esto ocurre como con la salud. Cuando tú o alguien de la familia se lleva un susto, te haces mil y una promesas de que hay cosas que van a cambiar en tu vida. Luego, el cerebro retorna a la monotonía y el corazón se recupera del sobresalto. Entonces volvemos al móvil, al escaparate y a las palomas...
ResponderEliminarBesos.
Pues si te sientas llámame, genessis, y te invito a un expresso, y luego... al menos te doy dos besos. Gracias por estar siempre y animar tan dulcemente.
ResponderEliminarSerá eso,Mamen.pero hay gente que se come el mundo creyéndose superiores a los demás, y no saben, u olvidan, que en tan solo un segundo todo puede cambiar. Un beso, guapa, me alegro de que retomes tu blog
ResponderEliminarHace ya mucho tiempo que Sócrates enseñaba cómo la maldad humana es debida al desconocimiento de la verdad, que identificaba a su vez con la belleza y con la bondad. Este sabio afirmaba: "Solo sé que no sé nada". Pero yo pienso que llegó a conocer lo que todos los malvados no conocerán nunca: la sencillez que tú, querido amigo, poesees como si fuese un don natural pero que es el fruto de la auténtica sabiduría, la que Sócrates proclamaba con su palabra y con su ejemplo de vida. Un abrazo, Juan.
ResponderEliminarMe abrumas, querido amigo Antonio. Te agradezco el cariño y la amistad que me has demostrado siempre, y tus ánimos para seguir escribiendo. Abrazos para ustedes dos de vuestros amigos de El Puerto, Juan y Carmen.
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