Foto de mi amigo Manuel Tellez
Hacía poco que
trabajaba en la empresa Talleres Vento, sita en la avenida del Puerto, en
Valencia, y un día me entero de que van a enviar a un par de montadores a Arcos
de la Frontera para instalar una caldera en una empresa vitivinicultora.
Me apresuré a hablar con el director. Le dije que mi esposa
era de Jerez y yo tenía familia en ese lugar, por lo que solicitaba me enviase
a mí a realizar ese trabajo ya que hacía dos años que no veíamos a mis suegros.
El jefe fue
comprensivo y me cambió por uno de los empleados que tenían ya asignado el
trabajo. Eso me causó enemistad con
ellos, pues ambos eran veteranos en la empresa y estaban acostumbrados a ir juntos
a todos los montajes. Mi intervención les rompía todos los planes.
Faltaban dos
semanas para Navidad y se calculaba que para esa fecha estaríamos de regreso en
Valencia.
La empresa
pagaba el viaje en avión hasta Sevilla, pero yo le dije que me llevaba conmigo
a mi mujer y a mi hijo, que me pagase el kilometraje de mi SEAT 600 D en vez
del billete de avión. Y así se hizo.
Llegado el día,
nos levantamos muy temprano y salimos
hacia Cádiz.
Entonces no
había autovías ni autopistas, hasta llegar a la de Sevilla _ Cádiz y el viaje
se nos hacía largo y pesado, llegando a casa de mis suegros ya de noche.
Decidimos que mi mujer y mi hijo se quedarían con sus padres mientras yo iba y venía cada día a Arcos a realizar mi trabajo. Al día siguiente fui al aeropuerto de Sevilla a recoger a mi compañero, tal como habíamos acordado mi jefe y yo.
Decidimos que mi mujer y mi hijo se quedarían con sus padres mientras yo iba y venía cada día a Arcos a realizar mi trabajo. Al día siguiente fui al aeropuerto de Sevilla a recoger a mi compañero, tal como habíamos acordado mi jefe y yo.
El primer chasco
nos lo llevamos al llegar a la fábrica y comprobar que los cimientos que debían
soportar la caldera estaban mal hechos y no garantizaban la seguridad de la
instalación.
A pesar de las
protestas del dueño de la factoría, mi compañero dijo que no montaba la caldera
en esas condiciones. Llamó al jefe y le explicó la situación. Seguidamente le
pasó el teléfono al dueño de la fábrica y éste habló con nuestro jefe.
Al parecer los
cimientos no se habían hecho siguiendo el plano que mi empresa le había entregado y ahora no coincidían los
puntos de anclaje ni el hueco para el vaciado de las cenizas. Tardarían una
semana o diez días en solucionar el problema.
Entonces mi jefe
nos ordenó regresar a Valencia y volver a Arcos después de la navidades. Eso me contrarió y me enfadé. Me negué a
regresar tan pronto después de haber realizado un viaje tan pesado con mi mujer y mi hijo. Le propuse a mi jefe que me
descontara todos esos días de mis vacaciones, y él aceptó. Llevé a mi compañero
al aeropuerto de Sevilla y yo regresé a Jerez.
Una tarde nos encontramos
con Rosario, una amiga de Carmen que se
había convertido en Precursora de los Testigos de Jehová y había alquilado con
otra compañera un piso en Arcos, donde desarrollaban su apostolado. Rosario era
pelirroja, bajita y de buen ver, además de simpática y amable. Tenía novio y pensaban
casarse pronto. Al enterarse de que yo
iba a trabajar en esa ciudad nos invitó
a compartir la vivienda y así ahorrarme los setenta kilómetros del viaje diario de ida y vuelta a Jerez. Aceptamos.
La casa era
amplia, tenía tres dormitorios, sala de estar, cocina y cuarto de baño.
Nuestras amigas nos asignaron una habitación y nos instalamos.
Los siguientes
días nos dedicamos a hacer turismo, visitando el pueblo y su entorno. Declarado
Monumento Histórico Artístico Nacional el 15 de marzo de 1962, Arcos es uno de
los pueblos más bonitos de Andalucía, En sus calles se ha rodado la película "La pícara Molinera", con
Carmen Sevilla y Francisco Rabal.
Las dos chicas debían comenzar su
evangelización de casa en casa a las diez de la mañana, pero a veces, la mayoría de los días, les
daban las doce en la cama. Cuando se
levantaban, mi esposa ya había limpiado
la vivienda.
Dos veces por
semana venía un joven americano, un misionero de los Testigos de Jehová, a
recabar datos y asesorar a las dos amigas en cómo abordar y entablar
conversación con las personas. El chico
era rubio, alto y bien parecido. Rosario se quedaba prendada mirándole y
notamos cierta complicidad entre ellos. Merche, su compañera, era catalana,
pequeña y jorobada. Al contrario que Rosario, era muy seria y desagradable,
parecía amargada.
Dormían juntas, pues la habitación de Merche la ocupábamos nosotros. La tercera habitación la dedicaban al estudio y a las reuniones con las personas que convencían de las bondades de la Biblia.
Dormían juntas, pues la habitación de Merche la ocupábamos nosotros. La tercera habitación la dedicaban al estudio y a las reuniones con las personas que convencían de las bondades de la Biblia.
Mi mujer me
comentaba extrañada de que al arreglar
la habitación de ellas se
encontraba las bragas de ambas debajo de la cama. Eso nos hacía pensar
morbosamente. ¿Eran lesbianas? ¿ En tal caso, qué había entre Rosario y el
joven y apuesto americano? ¿ Y qué posición ocupaba
su novio? ¿ Le gustaban ambos sexos?
Comenzamos a
mirarlas de otro modo, y a detalles sin
importancia que antes pasaban inadvertidos, le encontrábamos significado.
El día antes de
la Nochebuena, ETA asesinó a Carrero Blanco y España se conmocionó temiendo lo
peor. Nosotros nos despedimos de nuestras amigas y nos fuimos a pasar las
navidades con la familia en Jerez, y al finalizar éstas, regresamos a Valencia.
El día diez de enero la empresa envió a dos operarios a Arcos a montar la
caldera. Yo me quedé en el taller. La vida continuaba.
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