Acabo de leer el libro "Se
hace camino al escribir –2", que es la segunda entrega que publica un
grupo de soñador@s de El Puerto de Santa María, alumn@s del CEPER "La
arboleda Perdida".
Como se suele decir, cada persona
es un mundo y existe un mundo dentro de cada persona. Algunas llegan a sacarlo
a la luz; otras se lo llevan con ellas, privándonos de disfrutarlo.
Afortunadamente en este caso l@s
autor@s del libro han podido compartir
experiencias vividas por ellas mismas o personas conocidas en épocas
pasadas, que gracias a ellas formarán parte de la Historia.
Pienso que la historia debe
conservarse, ella nos retrata y nos enseña. Porque los historiadores
cuentan las cosas importantes de una nación, de los pueblos que la componen y sus
personajes ilustres. Es la Historia que se estudiará en las escuelas y
universidades, pero no hablarán del día a día de las personas comunes, de sus
proezas y dificultades, de los sentimientos, de la camaradería, de la
solidaridad de los vecinos en una época dura abundante en dificultades y
carente de oportunidades.
Una época desconocida para las nuevas
generaciones, aquélla donde el respeto a las personas se ejercía por defecto en todas
partes, aquélla en que la familia se ocupaba de sus ancianos hasta el fin de
sus días sin llevarlos a residencias, aquélla en que los vecinos compartían
alimentos en los momentos difíciles.
Historias que se perderían para siempre,
como se han perdido oficios y costumbres. Historias que los jóvenes no conocerían si no fuera porque hoy las que las
conocieron o protagonizaron la cuentan en este libro.
El
libro contiene treinta y un capítulos (veinte de Narrativa y once de Poesía),
donde cada autor@ expresa las experiencias e inquietudes que han dejado huella
en ellos.
A destacar el relato del amor
imposible entre los retratos del Marqués de la Vega del Guadalete y el de la
Condesa de San Cristóbal, quienes se miran
y se enamoran y acaban exiliándose de España como tantos otros españoles. Una fantástica
historia maravillosamente contada.
Así mismo me ha encantado conocer
las andanzas de una niña alegre y traviesa que formaba parte de una banda de
chicos, hasta que se dio cuenta de que aquél no era su sitio.
Enternecedora la Navidad que
viven en un patio de vecinos los abuelos de una niña y los pollitos que le
habían regalado.
La nostalgia de una nonagenaria al recordar su
infancia viviendo en una choza en plena
naturaleza, lejos del bullicio y la frialdad de la ciudad; la siembra y la recolección del cereal, la era
y sus paseos en el trillo al lado de su padre, cantándole a la mula.
El enternecedor poema que dedica una madre a su hijo ausente, un
adolescente que no tuvo tiempo de disfrutar de la vida.
Y otras historias más, que sólo comprando el libro podréis disfrutarlas como yo las he disfrutado.
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