Buenos días, amig@s!
De nuevo en mi casa. Menos mal,
porque si tardo un día más tiene que interceder por mi Carmen y por mí el
Cristo de la Vega.
Nos hemos levantado con agujetas
en los muslos y pantorrillas, de tantas subidas y bajadas, que no es Toledo
ciudad sencilla para personas de edad avanzada.
No es Toledo la más bonita ni la más
fea de las ciudades que he visto; es
diferente: calles estrechas y empedradas donde no caben a la vez un coche y una
persona y es ésta la que tiene que buscar refugio en un portal si no quiere
acabar en el hospital. Aún así te rozan los espejos retrovisores en el vientre
si el portal está cerrado y te pegas a la puerta como una lapa.
Toledo ofrece al visitante
museos, iglesias, conventos, mezquitas, sinagogas y edificios públicos con
historia para enriquecerle culturalmente. Todos cierran pronto: entre las 17´45
y las 18 horas, así que hay que darse prisa si se desea ver algo. De todas
formas haría falta al menos una semana para verlo todo, y yo sólo he estado en
la ciudad dos días y medio.
Fui con la intención primera de entrar en el Alcázar
y rememorar la historia que me enseñaron en el Instituto malagueño los
profesores franquistas. Pero el ala del Museo del Ejército, que era donde
contenía las pruebas de la historia, estaba cerrado el miércoles por descanso del
personal. El día anterior tampoco pude entrar
porque como era festivo cerró a medio día.
Creo que es una falta de
consideración hacia las personas que se desplazan desde lugares lejanos a visitarlo.
En casi toda España son los lunes cuando cierran los museos, habida cuenta de
que los fines de semana la gente acude en masa para visitarlos. Pero éste
pertenece al Ejército, y uno debe aguantarse y no abrir la boca no sea que
saquen los tanques a la calle.
De momento ya no me creo la famosa historia
del general patriota que prefiere que
maten a su hijo prisionero del enemigo antes que entregar el Alcázar. De
patriotismo nada. Los patriotas se llevan el dinero a Suiza y a las Bahamas, y
de este señor general no consta que así lo hiciera.
Intuyo que el general Moscardó
tenía miedo: sabía que si se entregaba
acabaría fusilado, y confiaba en que llegaran refuerzos y lo salvaran. A su
hijo que le den, ya sabía a lo que se
arriesgaba al ser militar.
En fin...
De Toledo me traigo buenos recuerdos y no tan
buenos:
Del hotel Hacienda del Cardenal
tengo que decir que es precioso: es un
edificio medieval de dos plantas, ubicado en la muralla que rodea a la ciudad.
Se ha procurado mantener su mobiliario y la fachada como en la época. La puerta
de entrada da acceso a un jardín-merendero precioso y acogedor. El personal
muy atento y amable, pero hace falta un ascensor como el aire para respirar.
No es de recibo obligar al
cliente a subir cargado con una o dos maletas veinte o treinta escalones hasta
el primer piso, donde está la recepción, y luego a las habitaciones de la
segunda planta. El corazón se me salió por la boca subiendo la maleta. Menos
mal que mi esposa iba conmigo y lo recogió en el aire antes de que cayera al
suelo y se rompiera como el vidrio. Me lo introdujo rápidamente en la boca y
pude continuar.
Aparte de eso todo bien. Es un
bonito lugar para descansar lejos del bullicio de la vida. Silencioso, no se
escucha ningún ruido en las habitaciones. Tiene de todo: piscina, jardines,
restaurante y cafetería. Pero nosotros solo fuimos a dormir, para comer
preferimos hacerlo en la ciudad viendo cosas. Porque para relajarme tengo aquí
el mar inmenso.
El hotel Hacienda del Cardenal está ubicado en la parte baja de
la ciudad, pero justo al lado hay una escalera mecánica de varios tramos que te
sube hasta las cercanías del centro histórico. Te ahorras subir a pie unos cien
metros de altura. Una vez arriba, ya comienzas a ver cosas bonitas.
Elegí este hotel porque en el
interior de las murallas es casi imposible aparcar, y menos aún usar el coche
por sus estrechas calles. Se han dado casos según he visto en Internet en que un coche se ha quedado empotrado entre los dos muros y ha necesitado de la ayuda de los bomberos para salir. Para los que van en tren no tienen ese problema y
pueden encontrar ofertas de alojamientos más económicos y mejor situados en el
mismo centro urbano.
Mi esposa y yo compramos un bono turístico por 18 euros, gracias al cual pudimos visitar ocho edificios, entre ellos la capilla donde se
guarda el famoso cuadro de El Greco "El entierro del Conde de Orgaz",
el único del que no permiten hacer fotos. Intenté hacer algunas pero no me dieron
tiempo ni a sacar el móvil: ¡Fotos no, por favor!, me dijeron tres guardas a la
vez.
Lo que más me ha gustado es visitar la Casa de
El Greco y su Museo. También me gustó
mucho visitar una sinagoga que había muy cerca. Porque las iglesias y sus retablos
son parecidas a las que vemos en todas partes. La Catedral no llegamos a verla
por dentro porque llegamos a las cinco y media
y ya no nos dada tiempo porque cierran a las seis. Además, no entraba en
el bono y debía comprar la entrada aparte: 8 euros cada uno. Preferimos
gastarlos sentados en una cafetería cercana.
Toledo es caro, muy caro. Al menos en
comparación con mi Cádiz del alma. En ninguna terraza callejera me cobrarían aquí 5 euros por dos copas de
cerveza ni por dos cafés. Café con leche y media tostada para mi mujer y para
mí= 9 euros. El casco histórico de El Puerto está lleno de cafeterías y terrazas
de bares que ofrecen el desayuno compuesto de café, tostada con aceite o
manteca y loncha de jamón por 2´30 euros. ¡Y es El Puerto de Santa María nada
menos! Donde Cristóbal Colón realizó el Mapa-Mundi.
Los menús del día oscilaban entre 11 y 20 euros. Comer a la carta, como en todas partes = entre 8 y 15 euros cada plato. Pero la famosa Gastronomía Castellana de la que
tanto alardean me ha decepcionado. Originales de Castilla sólo tienen las migas y la sopa
castellana, el resto, los productos ibéricos y los cocidos y carnes a la brasa los
encontramos también en Andalucía.
Llama la atención la cantidad de tiendas de
todas clases en las calles del centro: dulces, espadas y navajas, ropa, joyerías,
souvenirs, bares y restaurantes.
No vi ningún gimnasio, no hace
falta. Porque amig@s, eso de estar todo el día subiendo y bajando calles mantiene la línea pero destroza a
cualquiera. Nostros hubimos de comprar Termagil para el dolor de piernas. El tercer
día al levantarnos no podíamos dar ni un paso, y decidimos regresar a casa.
También influyó el enterarnos de que el Tomy estaba deprimido y no comía, y que
el dinero que habíamos llevado para el viaje se había agotado y ya estaba tirando de tarjeta.
La mejor comida que hemos hecho
mi esposa y yo en estos tres días ha sido en el Restaurante Casa Eloy, de La
Luisiana ( Sevilla), donde nos solemos detener para comer al regreso de
nuestros viajes: un plato de puchero buenísimo, como nunca lo habíamos comido,
calamares fritos con ensalada, tarta casera y café.
De bebida, tres cervezas, y el
pan hecho a mano y cocido al horno con leña
Además de estar buenísimo ha costado 10 euros por persona.
¿Comprenden ustedes ahora el por qué
decimos " Como Andalucía no hay ná?
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