Las amistades son como las olas del mar:
Unas llegan suavemente y llenan la playa acariciando la arena y dejando sus esencias. Y hay otras que parecen tranquilas, sólo muestran un pequeño encrespamiento y llegan a la playa sin dañar nada. Son traicioneras. Es el mar de fondo, que te abraza y te lleva consigo sin darte cuenta cuando nadas.
Unas llegan suavemente y llenan la playa acariciando la arena y dejando sus esencias. Y hay otras que parecen tranquilas, sólo muestran un pequeño encrespamiento y llegan a la playa sin dañar nada. Son traicioneras. Es el mar de fondo, que te abraza y te lleva consigo sin darte cuenta cuando nadas.
Otras son impetuosas, llegan arrasando y golpeando rocas y acantilados, balanceando peligrosamente las barquillas amarradas, y descargan su fuerza en la arena, arrastrándola. Éstas dejan sus huellas destruyendo y modificando la estructura de la playa.
Las primeras olas citadas representan para mí la amistad de aquellas personas que viven en la distancia y aún después de varios años sin conocernos en persona no dejan escribirme o saludarme casi a diario con un buenos días, buenas noches, ¿cómo estás de tus huesos?, y te cuentan cosas de sus lugares, de sus familias y proyectos. Es el caso de mis amig@s de ultramar: May, Mario Garza, M.Susana del Ochio, Mirta Miguel, Claudia Isabel Lonfar, con quienes me comunico casi a diario desde 2006.
También es verdadera amistad la que quienes además de comunicarnos en foros y grupos literarios desde antes de que existieran las redes sociales, llegamos a quedar en una ciudad para conocernos en persona. Son mis amig@s Darilea, Manuel Recio, " La Conchi"..., a quienes sigo, escribo y consulto con toda confianza cuando les necesito.
Luego están los otros, los del mar de fondo, de quienes uno duda si procede exponerse al efecto de sus olas. Se acercan, se muestran receptivos y cariñosos pero notas cierto interés egoísta. Un día son muy amigos, pero si no les compras el disco o el libro que te ofrecen, se alejan y te olvidan, incluso te borran de su lista de amigos.
Y por último están los que llegan con ímpetu y en dos días te tratan como si los conocieras de toda la vida, te buscan en los eventos literarios para estar juntos, te abrazan, comemos juntos... Pero a medida en que nos vamos conociendo y ven que no estás a su mismo nivel económico ni cultural, ni puedes ofrecerles una casa donde venir a pasar unos días, se limitan a saludarte y te dejan a un lado. Esas amistades suelen durar poco. A ésos soy yo quien los borra.
Entre éstos no están quienes me demostraron todo su afecto y me han dejado por culpa mía. Por volver atrás daría yo media vida.
En el mundo de la Poesía he conocido en los cinco últimos años a muchas personas. Cada año me reúno con ellas en distintas ciudades, y algunas se han convertido en verdaderos amigos; otras, la mayoría, son sólo conocidos. Aquí también procede aplicar la metáfora de las olas.
Yo he asumido una máxima de un autor, para mí desconocido, que dice:
El verdadero amigo es el que se queda cuando los demás se han ido.
El que te acepta tal como eres sin intentar cambiarte y convertirte en un apéndice de sí mismo.
El que está cuando se le necesita.
Los demás, aunque los veas a diario y tomes café con ellos, sólo son conocidos
gracias Juan por tan bella reflexión y por incluirte en la lista de tus AMIGOS
ResponderEliminarMario
Gracias a ti por estar siempre desde que inicié este blog hace 11 años. Un abrazo, Mario
EliminarJuan es un placer pasar por su blog buen fin de semana Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias, José Ramón.Te deseo felices fiestas. Saludos
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