Dicen que a la vejez la persona regresa a la infancia: pierde el cabello, camina torpemente, balbucea en vez de hablar y... se hace sus necesidades encima.
Bueno, yo todavía no soy tan viejo: sé lo que hago, controlo mis esfínteres y, aunque escasea mi cabello, aún no estoy calvo.
Pero sí les puedo decir hoy que el próximo sábado, día 6 de mayo voy a regresar a una ciudad entrañable de la que guardo buenos recuerdos de mi adolescencia y de los últimos años de mi vida laboral: ALGECIRAS
Cuando yo estudiaba en Málaga, al finalizar el curso pasábamos un mes en un campamento situado en la sierra de Cortes de la Frontera. Y una de las actividades del campamento era las "marchas volantes", lo que ahora se llama senderismo, que consistía en dirigirse en fila a algún lugar digno de ver caminando campo a través cargado de mochilas.
Desde el campamento veíamos el mar y el Estrecho.
Una de estas marchas fue a la playa de Algeciras llamada "El Rinconcillo", donde por cierto me picaron la medusas, llamadas aquí "Aguas vivas", y el médico del campamento hubo de pedir ayuda a la Cruz Roja.
Tardamos tres días en hacer los de 80 kilómetros que separaban el campamento de la playa siguiendo el río Guadiaro. El viaje de vuelta lo hicimos en tren.
También recuerdo que cerca de la Estación de Renfe, íbamos en grupo andando por la calle y alguna mujer se acercaba a nosotros, abría el escote y nos enseñaba un manojo de cadenas de oro alemán con medallas o crucifijos. Las vendía a 25 pesetas, el salario de un día de mi padre . Yo compré una y la tuve durante casi veinte años.
Luego, a principios de los 80 he trabajado en Palmones en la construcción de la central térmica, y venía a veces con compañeros de trabajo a cenar a Algeciras.
Pero desde que construyeron la autovía de Jerez — Los Barrios, cada vez que he viajado a la Costa del Sol, Algeciras se quedaba a un lado y no he pasado por ella.
Los conocimientos geográficos adquiridos en esas largas caminatas por la sierra los usé al escribir mi relato Castillo Viejo y un par de capítulos de "La pista del lobo".
Y es por razones literarias que vuelvo a la capital del Campo de Gibraltar.
El sábado día 6, a las 19,30, Dios mediante, presentaré mi novela "El amargo sabor de la miel" en el Casino de Algeciras.
Estáis tod@s invitad@s.
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