

El sábado fui con mi esposa al cine. Dudábamos entre tres películas: la una, Malditos bastardos, la había visto mi hijo y no le gustó; la segunda, El secreto de tus ojos, también la había visto y dijo que al comienzo le aburría, pero que luego le interesó. La que le había gustado mucho era Up, una de dibujos animados, y yo, la verdad, estoy saturado de ellos.
Al final pensé que los gustos de mi hijo no tenían porqué coincidir con los míos, y entramos a ver AGORA, que a él tampoco le había gustado.
AGORA es una historia real, ocurrida en el siglo IV de nuestra era. Hypatia, una mujer de la nobleza alejandrina, dedicada al estudio y enseñanza de la Astronomía, intenta descubrir el movimiento de los planetas. Debate con sus alumnos las enseñanzas de Aristarco y Tolomeo, y pasa la vida haciendo experimentos para conocer la verdad.
Mientras tanto, en el exterior de
AGORA es una película que contiene más de lo mismo: luchas intestinas en las mismas organizaciones, ambición de poder, destrucción de edificios, traiciones y sangre; una obra muy violenta, con imágenes impactantes.
La protagonista desprecia el futuro que se le ofrece como esposa de un noble, que posteriormente llegará a ser el representante de Roma, y prefiere dedicarse al estudio de
La acompaña un joven esclavo, secretamente enamorado de ella, que no puede entender que jamás sea suya. Un amor diferente, casi platónico, el del representante del Emperador romano, antiguo alumno suyo que sigue amándola, respetando su decisión después de haber sido públicamente rechazado por ella.
Maravillosa la escena de ella saliendo de la bañera ante la mirada turbada de su joven esclavo.
Magníficos los atuendos de la época, los decorados, los efectos especiales, la calidad del sonido y la imagen.
Rachel Weisz interpreta un papel en la recredada ciudad de la antigua Alejandría que parece ser idóneo para nuestra época: la de la mujer libre, calculadora, independiente, que no deja que los sentimientos entorpezcan el camino hacia su meta.
Por momentos se echa en falta un poco de apasionamiento, es una mujer demasiado fría.
Salímos del cine un poco confusos: mi esposa decía que se esperaba otra cosa, que le habían dado demasiado bombo, creando expectativas que no se cumplieron. A mí, la película me había gustado, es verdad, era la historia de Hypatia, una mujer de la que no tenía ni remota idea de su existencia, muy bien interpretada por todos los actores, unas imágenes maravillosas; pero más bien parecía un documental con una pequeña guarnición de amor, con poca sal, y regado con el excelente caldo de las nuevas tecnologías..