Anoche, mi esposa y yo fuimos al cine. Le tocaba elegir a ella y, animada por la excelente crítica y por las recomendaciones de amigos, me llevó a ver “La invención de Hugo”, de Martín Scorsese.
Sinopsis: Hugo es un niño huérfano y relojero que vive entre los muros de una ajetreada estación de trenes parisina. Sobrevive robando frutas y golosinas en los puestos instalados en la estación. Nadie sabe de su existencia hasta que le descubre una excéntrica niña junto a la que vivirá una increíble aventura.
¡Obtuvo nada menos que 11 nominaciones a los Oscars! Me habían dicho que no dejara de verla, que en algún momento se me saltarían las lágrimas, en otros reiría, y en otros tendría el corazón en un puño. La prensa y la crítica especializada la colocan entre las mejores películas clásicas. Me parecen que exageran. Y mucho.
De las campañas publicitarias no me fío nunca: están bien pagadas para convencer a los consumidores. Me fío más del boca a boca y de las recomendaciones de familiares y amigos. Antes de ver una película suelo leer los comentarios de los espectadores que ya la han visto. Y sobre todo valoro mis preferencias y hago caso a mi intuición. En este caso, he entrado porque a mi esposa le tocaba elegir; yo hubiera preferido entrar a ver “Contrabando”, una cinta de aventuras de las que a mí me gustan. Será la próxima que vea.
La invención de Hugo falla hasta en el título: no inventa nada, lo que hace es reparar un invento de otra persona que estaba averiado. Quizás lo que me ha pasado es que esperaba demasiado de ella y me ha decepcionado
La fotografía es espectacular, así como los decorados y la ambientación de la época de los años 30. La interpretación de los personajes deja mucho que desear. Hugo sabe demasiado para ser un niño que no va a la escuela, y mantiene un semblante expectante, algo artificial. Se le nota que está recibiendo órdenes de hacia dónde debe mirar y cuando debe hablar o sonreír. La chica actúa con mucha más naturalidad. Es un poco mayor para él, forman una pareja desigual. Será una gran actriz cuando sea mayor, sin duda alguna. Me han cansado las repetidas escenas de relleno, exageradamente artificiales, sosas y sin venir a cuento, como son las relaciones entre el inspector y la florista, y la del anciano con una dama sentada en un banco de la estación con un perro en brazos.
No he sentido ninguna congoja ni ganas de reír. Solamente he tenido el corazón en un puño en la escena del tren irrumpiendo en la estación. Una escena magnífica, inesperada, magistralmente filmada con efectos que deslumbran. Pero con un gran fallo que hasta mi indulgente esposa criticó: El niño pasea por el andén de la estación y descubre un objeto tirado en la vía y salta a recogerlo. A lo lejos se ve llegar al tren y los maquinistas ven al chico en la vía y comienzan a agitarse y a dar voces. La máquina continúa a gran velocidad, los maquinistas intentan frenar el tren y las ruedas echan chispas. Todo el mundo sabe que un tren no entra a gran velocidad en una estación central: sería catastrófico.
La película no es un drama ni se puede catalogar como cine de aventuras; más bien es una obra didáctica sobre el cine, ese Arte que aglutina a tantos seguidores y está considerado como la industria de ocio que más adictos ha tenido desde sus inicios en todo el mundo. Es curioso: este año han premiado a Artistic, película muda de los inicios del Cine, y también nominan a ésta, que versa sobre el mismo tema. No es de extrañar que los que viven del Cine ensalcen tanto una película que da a conocer los entresijos de los estudios y los avances de la técnica en este tema. Pero para el espectador independiente que no tiene necesidad de hacerle la pelota a nadie para conseguir un papel en el rodaje o en los estudios cinematográficos, es una película buena sin más.
Dicen que es una película para niños y adultos para ver en familia; pero creo que hay momentos en que un niño de 12 años llegaría a aburrirse como yo me he aburrido.
Ver la fantástica vista de París a vuelo de pájaro en los primeros diez minutos del inicio para acabar descendiendo y entrando en la estación de trenes; admirar la maquinaria de los enormes relojes de la estación funcionando. Eso, y el sueño de Hugo viendo llegar el tren a toda velocidad cuando él está en la vía y no puede escapar, es lo único que me ha impresionado.
Resumiendo: la película es buena, pero creo que está sobrevalorada. La propaganda y las diez nominaciones son engañosas. Uno se espera algo más. Nada comparado a las que he visto anteriormente: Caballos de guerra, Los descendientes, El Invitado, Intocable…
Si me obligasen a puntuarla del uno a diez, yo le pondría un 7