LADRAN, LUEGO TEMEN

Diario, La voz libre

TRAS LAS DECLARACIONES DEL PRESIDENTE LLAMÁNDOLES 'KALE BORROCA'

Los indignados responden: 'Queréis desviar la atención'

En rueda de prensa, los acampados de Barcelona recuerdan que el movimiento es pacífico. Además, añaden que el Gobierno catalán tan sólo pretende 'tapar' los recortes por los que protestaron en el Parlamento.

Acerca del Movimiento Democracia Real Ya, dicen los viejos zorros y sabios del Parlamento que están locos, desquiciados, que no saben lo que piden, que no saben concretizar y encauzar sus demandas. Incluso utilizan al viejo camaleón del franquismo Sánchez Dragó, disfrazado de demócrata, para difamarlos y y compararlos con Hitler y Franco en el derechista diario El Mundo

(http://www.lavozlibre.com/noticias/ampliar/278712/fernando-sanchez-drago-compara-a-los-indignados-con-hitler-o-franco) y darnos lecciones de moral, aunque él haya publicado sus experiencias sexuales con niñas menores de 13 años y sienta inclinación por la pederastia. Dios los cría y ellos se juntan

Los cuerdos, los inteligentes, no han aprendido nada.

Estos intelectuales son los pilares del sistema, y lo defienden cuando alguien les critica, porque éste les paga y les da fama, los reconoce y los ensalza. Debido a su fama su mensaje partidista llega a más gente, es más creíble, más eficaz su proclama. No es lo mismo que yo anuncie las bondades del aceite de oliva que lo diga la Duquesa de Alba, y tampoco es lo mismo que la propietaria de una tienda de la Puerta del Sol critique al Movimiento 15 M que si lo hacen desde las ondas los sempiternos tertulianos que acuden a las emisoras de radio y televisión presumiendo de saberlo todo, y los periodistas que llenan las páginas de Opinión de los periódicos que forman el MCE( Medios de Comunicación del Estado). Y a todos esos, los acampados del 15 M les da risa.

Ellos están seguros en su pedestal: no sufren las crisis ni los desahucios, cobran sus nóminas puntualmente y, los mejores, los que más destacan en la defensa de los intereses de sus mecenas, escalan puestos y pasan a dirigir programas dedicados a encauzar sutilmente la opinión ciudadana hacia los senderos diseñados por los que les mandan.

Ladran, luego temen. Temen de perder sus privilegios.

No aprenden, no han entendido nada.

Los políticos siguen enzarzados en estúpidas campañas electorales a un año de las próximas elecciones; el Parlamento debate si el apellido materno debe ir por delante del paterno, de si hay que desahuciar de su tumba a Franco tras ocuparla durante 36 años sin pagar la renta, y el porqué de que sean amarillos los plátanos de Canarias y no azules o rojos, y el cálculo del número de huevos que puede depositar a lo largo de su vida la mosca común que invade en el verano nuestras cocinas. Mientras tanto los desahucios continúan (250 mil familias se quedarán sin hogar en breve) y los 5 millones de desempleados siguen sin trabajo. Ya no buscan; no hay dónde buscar, y lo único que atisban tras los cristales tintados de las oficinas en los altos rascacielos de las ciudades es la presencia de una legión de banqueros, eclesiásticos y empresarios eufóricos por el triunfo electoral de la derecha, que han incluido a expresidentes del Gobierno en sus nóminas como Consejeros para hacerles ganar más dinero, aprovechando sus influencias y contactos en los estados que nos rodean. Muestran en las televisiones a exministros fracasados en España y asilados en la residencia de la UE tras dejar al país en bancarrota con más de cuatro millones de parados, dando lecciones de eficacia y exigiendo más recortes a las clases trabajadoras, incluso eliminando las escasas ayudas que aún perciben del Estado para evitar que la desesperación los lleve al límite y los empuje a delinquir.

No han entendido nada.

Por eso es necesario llamarles la atención una vez más. Por eso hay que salir a la calle el próximo domingo, día 19, y demostrarles que los descontentos, los indignados, los engañados por las promesas electorales incumplidas estamos ahí, que no confiamos en ellos ni hemos renunciado a exigir pacíficamente nuestros derechos. Y si no nos escuchan, si nos ignoran y continúan riendo, acabaremos echándoles de sus privilegiados puestos. Tiempo al tiempo.