NO ESTAMOS PARA BROMAS

Foto sacada de google images

La situación en España es tan mala que la gente anda muy  cabreada y con pocas ganas de broma. Sí, de acuerdo mucha gente sigue escribiendo poemas amorosos en facebok para olvidar o recordar sus experiencias fallidas, pero cuando cierran el ordenador se enfrentan a la cruel realidad: no valemos una mierda, nadie nos presta dinero ni al 7 ni al 8 %, La presidenta madrileña amaga con el “corralito” y la gente se desmelena. Yo he sacado del banco mis ahorros esta mañana, por si las moscas.
 (Aviso para ladrones: todos mis ahorros cabían en una mano)

La gente sigue con sus tradiciones y fiestas lo mismo que antes. Ocupa las mesas de las terrazas y beben y comen tapas;  pero la diferencia está en la expresión de sus rostros: parece que se les haya cagado el perro encima.

No, la gente no está para cachondeo por mucho que la alcaldesa de Cádiz organice actuaciones de chirigotas carnavalescas en la Avenida y en la plaza del Ayuntamiento, la gente está mosqueada, ¡muuuuuuuuuy mosqueada!

Sirva de ejemplo lo acaecido  en mi pueblo durante la fiesta de la patrona: Habíanse montado en la entrada del pueblo unas atracciones de ferias;  la gente paseaba de un lugar a otro bien maqueada pero sin un euro y sonreían al cruzarse con sus vecinos, que tampoco disponían de dinero, y todos miraban con deseo las mujeres de  los otros mientras ellas hacían lo mismo con los otros maridos; pero con  más recato, hay que reconocerlo. De pronto se oye una fuerte explosión, cuya onda expansiva rompe todos los cristales de las ventanas de las casas cercanas y en medio de la gente cae del cielo,  silbando como un obús, una  cabeza de hombre, y hace ¡Plasssssssssssssf! Y dejó todo el pavimento hecho un asco.

¡Todos nos quedamos pasmados! La cabeza que había aplastada en el suelo con la sonrisa en los torcidos e hinchados labios era la del “George Cluny”, el chulo del pueblo, que presumía de haberse ligado a 234 mujeres cuando todos sabemos que es mentira: en el censo del pueblo sólo hay 233 mujeres (hembras, ponen en el censo).

De pronto apareció un grupo de zagales corriendo, perseguidos  de cerca por la madre del muerto, una señora muy guapa que  gritaba:

—¡Asesinos, asesinos! ¡Cogedlos, cogedlos por favor, que han matado a mi hijo!

 Y toda la gente allí reunida  hizo un círculo cogiéndose de la mano unos a otros para impedir el paso y atrapar a los chavales.

— ¿Que ha pasao, qué ha pasao?, preguntaban todos. Todos menos el alcalde, que tenía dos carreras y  había sido elegido por sus buenas maneras y su exquisita labia  y así lo preguntaba:

— ¿Que ha pasao, joé, que ha pasao  para que todo el  mundo esté tan agitao?

Y después de darles a beber a los chavales dos botellas de vino del Tío Pepe recien sacadas de la nevera, éstos confesaron:

 —Estábamos jugando y vimos al “George Cluny”  bien maqueado tomándose un café sentado en una mesa al lado de  su moto y decidimos gastarle una broma. Mientras él se alejaba hacia el kiosco para ligarse a la niña de los periódicos, nosotros cogimos de la traca que hay preparada para la procesión un cartucho de pólvora de esos gordos, y lo pusimos debajo del depósito, pegado con cinta aislante. El Perico se lo conectó a la bujía, y cuando vino el George y arrancó la moto para pavonearse delante de la Juani, explotó el petardo con tan mala fortuna, que al Cluny lo dejó sin cabeza.

—¡Asesinos, asesinos, que habéis matado a mi hijoooooooo!, gritaba la madre.

A esto que el señor Alcalde se nos queda mirando muy serio y moviendo la cabeza de un lado a otro como Mickey en Disney Word, y el Paquillo, el más grande de los chavales atrapados, le dice:

— Señor Alcalde, estamos en fiestas, todo el mundo gasta bromas en las fiestas…

— ¡Asesinos, asesinos, eso es lo que sois, cabrones, hijoputas, que  habéis matado a mi hijoooooooo!, gritaba la madre.

Y el Alcalde, atusándose el bigote y la barba, no así el cabello, pues carecía de él y lucía un cráneo tan liso y marrón como un huevo de Carrefour, extendió las manos con las palmas abiertas pidiendo calma, y tras cuatro segundos y diez décimas de concentración, dijo:

— Señora, estamos en fiestas, y si usted no aguanta ni una  broma se queda en su casa y punto, que no se diga que en este pueblo somos tan cerriles. ¡Coño!

Pero la verdad es que la gente del pueblo estaba como ausente, no tenía ganas de nada, no hacían como otros años eso de levantarle las faldas a las mocitas, echarle el plato de gazpacho por encima de la cabeza a las viejas o mearse en la jarra de cerveza del amigo mientras éste iba a saludar a algún conocido…

No, no, la gente no está para bromas, hay que andarse con cuidado.

Y todo eso se lo debemos al señor Rajoy, a su caterva de ministr@s fachas, y a todos los vividores inútiles del Parlamento, pues no es por azar que cada día  anuncian un recorte nuevo, que  finalmente se aprueba.
¡Y la gente no está para bromas!