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lunes, marzo 17, 2014

EL FARO DE CHIPIONA Y EL SIDENAFIL



EL FARO DE CHIPIONA

¡Tres meses llevaba sin clavarme! Y no porque no tuviera ganas, sino porque.... no se me levantaba.
 Me acariciaba para ponerla a punto, pero... ¡nada de nada!


Y la tristeza se vino conmigo, me arropaba por las noches y me acompañaba a la playa, al mercado y a todas partes durante el día.
Fui al médico a explicarle mi problema. Le dije que sufría depresión y quería algo que me aliviara. Entonces él  me preguntó los motivos que tenía para ello y se lo expliqué:
—No se me levanta.
—Hombre, ya podías haberlo dicho antes, pues eso se debe a las pastillas que tomas de la tensión. ¿No ves lo que dice el prospecto? "Disfunción eréctil" —me dijo.
Y el médico me cambió las pastilla, pero me avisó de que recuperar la virilidad anterior me costaría un tiempo. Al entregarme la receta  me dijo:
—Pero mientras tanto, puedes tomar Sidenafil (Viagra). No tendrás ningún problema si sigues las instrucciones.

 Y  fui a la farmacia y las compré. ¡Un poco caras las pastillas, joder!, que para un  mileurista septuagenario supone un buen pellizco pagar 60 euros por 4 pastillas. ¡Y no las pasa el seguro!
—Bueno, con esto tienes para todo el año —me dijo mi esposa, siempre tan positiva.
—¡Pero mujer, que sale a un quisque por trimestre!
—Pues a mi me sobran, para qué más, a tu edad.

¡Como si uno no tuviera ganas de vivir y de pasarlo bien a la vejez!
Y  las compré.
Y al siguiente día las probé por primera vez.
Yo, la verdad, es que tenía miedo a las secuelas que anunciaba el prospecto, pues, entre otras cosas, podía darme un ataque al corazón. Pero yo me arriesgué, pues una vida sin fumar, sin poder comer de todo y sin joder... ¿para qué la quiero yo?

Me la tomé con la cena, para dar tiempo a su acción. Vimos la película de  TVE2, y al finalizar  fuimos al baño los dos,  y luego a la habitación.

 El pajarito seguía lacio, permanecía  escondido, acurrucado en el nido como el gorrión que ve planear el águila sobre su cabeza. Y eso me llamó la atención. En el prospecto leí que Sidenafil no actúa si no hay contacto, caricias, excitación...
Y me acerqué a mi mujer por detrás, le subí el camisón y me pegué a ella.

¡MILAGRO!

Fue sentir su piel  finísima y cálida contra mi miembro, y éste comenzó a desperezarse y estirar el cuello hacia arriba como el faro de Chipiona, explorando el horizonte.
Mi mujer no daba crédito a sus ojos y se sentó en la cama para mirarlo. ¡Incluso le hizo una foto! Aquello  estaba más duro que el mástil del buque escuela Juan Sebastián el Cano.
Nos fundimos en un  abrazo y comenzamos a besuquearnos y bla,bla bla, ¡que todo lo queréis saber, chismosos!, y eso no es, a cada cual su  intimidad.
Tres veces en la misma noche, una enseguida, otra a las dos horas y una tercera al despertar.
 Esa mañana yo me  quedé acostado recuperando fuerzas hasta las diez.

Mi mujer fue a coger el autobús para ir a ver a San Judas Tadeo, patrón de lo imposible, para agradecerle el milagro que sólo es producto de la Ciencia. Luego le ha puesto cuatro velas: una por cada sábado del mes.


 Porque ella está dispuesta  a ahorrar 60 euros de donde sea con tal de que no falten las cuatro pastillas  de Sidenafil cada mes.

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2 comentarios:

  1. Jajajjaa que alegría eh?

    A disfrutarlo.

    Saludos.

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  2. ¡Digo! Una inmensa alegría. Tanto que no creo que las cuatro pastillas me duren quince días, jajjajaja, ya he repetido. saludos

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