EL FARO DE CHIPIONA
¡Tres meses llevaba sin clavarme! Y no porque no tuviera ganas , sino porque ....no se me levantaba.
Me acariciaba para ponerla a punto, pero nada de nada.
Y la tristeza se vino conmigo, me arropaba por las noches y me acompañaba a la playa, al mercado y a todas partes durante el día.
Fui al médico a explicarle mi problema, le dije que sufría depresión y quería algo que me aliviara. Entonces él me preguntó los motivos que tenía para ello y se lo expliqué. "Hombre, ya podías haberlo dicho antes, pues eso se debe a las pastillas que tomas de la tensión. ¿No ves lo que dice el prospecto? Disfunción eréctil", me dijo.
Mi doctor de cabecera me cambió las pastilla, pero me avisó de que recuperar la virilidad anterior me costaría un tiempo. Al entregarme la receta me dijo:
— Pero mientras tanto, puedes tomar Sidenafil (Viagra). No tendrás ningún problema si sigues las instrucciones.
Y fui a la farmacia y las compré. Un poco caras las pastillas, joder, que para un mileurista septuagenario supone un buen pellizco pagar 60 euros por 4 pastillas. ¡Y no las pasa el seguro!
—Bueno, con esto tienes para todo el año — me dijo mi esposa, siempre tan positiva.
— ¡Pero mujer, que sale a un quisque por trimestre!
— Pues a mi me sobran, para qué más, a tu edad.
Como si uno no tuviera ganas de vivir y de pasarlo bien a la vejez.
Y las compré.
Y al siguiente día las probé por primera vez.
Yo, la verdad, es que tenía miedo a las secuelas que anunciaba el prospecto, pues, entre otras cosas, podía darme un ataque al corazón. Pero yo me arriesgué, pues una vida sin fumar, sin poder comer de todo y sin joder... para qué la quiero yo.
Me la tomé con la cena, para dar tiempo a su acción. Vimos la película de TVE2, y al finalizar fuimos al baño los dos, y luego a la habitación.
El pajarito seguía lacio, permanecía escondido acurrucado en el nido como el gorrión que ve planear el águila sobre su cabeza. Y eso me llamó la atención. En el prospecto y leí que Sidenafil no actúa si no hay contacto, caricias, excitación...
Y me acerqué a mi mujer por detrás, le subí el camisón y me pegué a ella.
¡MILAGRO!
Fue sentir su piel finísima y cálida contra mi miembro, y éste comenzó a desperezarse y estirar el cuello hacia arriba como el faro de Chipiona explorando el horizonte.
Mi mujer no daba crédito a sus ojos y se sentó en la cama para mirarlo. ¡Incluso le hizo una foto! Aquello estaba más duro que el mástil del Juan Sebastián el Cano.
Nos fundimos en un abrazo y comenzamos a besuquearnos y bla,bla bla, que todo lo queréis saber, chismosos, y eso no es, a cada cual su intimidad.
Tres veces en la misma noche, una enseguida, otra a las dos horas y una tercera al despertar.
Esa mañana yo me quedé acostado recuperando fuerzas hasta las diez.
Mi mujer fue a coger el autobús para ir a ver a San Judas Tadeo, patrón de lo imposible, para agradecerle el milagro que sólo es producto de la Ciencia. Luego le ha puesto cuatro velas: una por cada sábado del mes.
Porque ella está dispuesta a ahorrar 60 euros de donde sea con tal de que no falten las cuatro pastillas de Sidenafil cada mes.
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