El pasado día 1 de diciembre, fui invitado para ser entrevistado y comentar sobre mi obra literaria en el Lunes
Literario que mensualmente se celebra en el Centro de Educación
Permanente , LA ARBOLEDA PERDIDA.
Debía responder a un listado de preguntas de los alumnos y alumnas del aula de Creación Literaria, y para
ello éstos se sentaron formando una U. Yo me senté enfrente de ellos. Al
finalizar el acto uno de los presentes
nos llamó la atención sobre el hecho curioso de que sin haberse puesto nadie de
acuerdo todos los que portaban gafas se habían sentado juntos en el lado
derecho y los que no llevaban en el lado izquierdo. Era algo misterioso,
inexplicable.
Entonces el profesor nos impuso como tarea para después de las
fiestas que llevásemos un relato en el que se dilucidara el "Misterio de
las gafas".
La verdad es que yo no sabía por
dónde meterle mano al asunto. Pero como cada uno debía llevar su relato para
leerlo, yo escribí el siguiente:
"EL MISTERIO DEL PENDRIVE"
Al profesor, Juan Rincón, se le
hacía tarde para ir a comer.
Desesperado, volvió a registrar los cajones de su
escritorio. Estaba seguro de que lo había dejado allí, oculto entre dos
paquetes de ejemplares del libro " Se hace camino al escribir".
Fue en vano, el pendrive no aparecía por ninguna parte.
Inspeccionó de nuevo la mesa,
alzó el ordenador y los cables que lo conectaban al proyector de video; levantó
los folios que contenían relatos de
tareas anteriores; miró en sus bolsillos, en la papelera; llamó por teléfono a
su esposa para que mirase en la casa... Fue inútil: el pendrive había
desaparecido.
Juan Rincón, preso de los nervios y del pánico, no sabía
qué hacer. Sentía los pellizcos de la angustia
en el estómago, no tardaría en vomitar:
El pendrive contenía el original de su obra "Cardito de
puchero", el trabajo de siete años, su sueño, el que lo apartaría de la
docencia para dedicarse a firmar ejemplares de una obra disputada por media
docena de editoriales. Su portada engalanaba las fachadas, las cabinas
telefónicas, los rascacielos de la 5th Avenue en New York, las camisetas del
Real Madrid...
Don José Lara le había prometido
ganar el Planeta en 2015, tras lo cual, el ministro Montoro le concedería el Premio Cervantes.
¡Y ahora se lo habían robado!
Juan fue a quejarse a la Directora, pero ésta aseguró que era imposible que se lo hubiesen quitado y, además, le acusó de estar demasiado enganchado con su libro en vez de preocuparse de enseñar a sus alumnos.
Como la discusión se tornara
agria, el profesor decidió llamar a la policía.
El comisario llegó al cabo de dos
horas con dos agentes provistos de un equipo sofisticado de búsqueda de huellas
y análisis.
Anduvieron buscando huellas en la
mesa de Juan Rincón y luego pasaron al despacho de la directora. Allí se enteró
de que la clase había terminado a las 13 horas y que a las 14 horas se
marchaban los profesores para comer.
El Comisario mandó llamar al
celador y le preguntó si había visto salir alguna persona entre las 13´30 y las
14 horas, y el empleado dijo que sí: la última persona que había bajado de la primera planta era una mujer, y se había ido corriendo a la
salida. No pudo verla de frente, pero llevaba gafas.
El Comisario tomó nota de todo lo
que se había dicho y dio por finalizada la reunión. Antes de salir, se dirigió a Juan Rincón y le dijo que
asistiría a la próxima clase de Creación
Literaria, que por favor convocara para ese día a todos los alumnos y alumnas que habían
asistido a la clase esa mañana.
Así se hizo.
El lunes siguiente, que estaba dedicado
a entrevistar a Juan Pan, otro aspirante al Nobel de Literatura, el Comisario entró
en el aula acompañado por el celador y ordenó a todas las mujeres que portaban
gafas que se sentasen en el lado derecho, y a los demás, que se sentaran al
otro lado y al fondo, formando una U.
Una vez estuvieron las mujeres
sentadas en ese orden, el Comisario le
preguntó al celador si reconocía a la presunta ladrona. Pero el hombre estaba
demasiado nervioso y dudaba hasta de su propia identidad, Y no lograba recordar
nada que lo relacionase con las alumnas allí
presentes.
Juan Rincón, todo estresado al intuir que el pendrive no
aparecería, se arañaba el cráneo de
rabia y desesperación, espantando a la pareja de moscas que se habían posado
encima para echar un polvo.
Tampoco sabía adónde dirigir su
mirada, abochornado por la desagradable experiencia que estaba obligando a sufrir
a sus alumnas.
Fue entonces cuando irrumpió en
la sala una limpiadora, la cual, mostrando un pendrive en la mano, preguntó:
–¿Es esto lo que ustedes buscan?
Lo encontré en el cuarto de baño de caballeros el lunes pasado por la tarde. Se
lo regalé a mi hijo creyendo que contenía música o películas; pero ayer me lo
devolvió diciendo que nada más que habían cuentos. A él no le gusta leer.
–-¡En el cuarto de baño! —
Exclamó Juan Rincón, echándose las manos a la cabeza.
Efectivamente, aquel día se
levantó con fatigas y estuvo apunto de quedarse en casa porque la víspera había
ido de copas con unos amigos y algo le
había sentado mal. Recordó que se había tenido que levantar tres veces durante
la noche para ir al vater.
— Ahora recuerdo —explicó Rincón—:
El lunes por la mañana sentí un retortijón y fui corriendo al baño a hacer de cuerpo por sexta
vez...
– Está claro --dijo el Comisario–:
El pendrive se le cayó a usted del
bolsillo del pantalón al bajarse los pantalones tan precipitadamente. Caso
resuelto. Pueden ustedes continuar.
Juan :
ResponderEliminarIngenioso como siempre , muy buena historia, espero en clase la aplaudan todos
feliz año mario
Me encanta esa capacidad tuya de transmitir esa angustia de perder algo tan preciado mientras sueltas perlas con las que no se puede evitar la risa.
ResponderEliminar¡¡Echaba de menos leerte!!
Espero que estéis bien, tú tu familia. Que hayáis pasado unas felices fiestas y tengáis un año 2015 estupendo, ¡y en el que nos leamos más!
Un abrazo con mucho cariño, uno por cada publicación que me he perdido por los estudios.
Muchas gracias, Mario. En clase nos aplaudimos todos, pues cada cual lleva su relato para leerlo públicamente y recibir consejos. Nos llevamos muy bien, el profesor es el protagonista del relato y no se ha enfadao, jajajajaj. Pero tenías que ver la cara que ponía mientras yo leía, jajajaja. Un abrazo
ResponderEliminar¡Hola, My Lady! Yo también te he echado de menos, y me alegro mucho de verte de nuevo. Espero que tanto sacrificio por estudiar te dé maravillosos frutos en breve. Feliz y provechoso año para ti y tu familia. Un beso.
ResponderEliminar