martes, enero 13, 2015

EL MISTERIO DEL PENDRIVE

                El pasado día 1 de diciembre, fui  invitado para ser entrevistado y comentar sobre mi obra literaria en el Lunes Literario que mensualmente se celebra en el Centro de Educación Permanente , LA ARBOLEDA PERDIDA.
Debía responder a un listado de preguntas de los alumnos y alumnas del aula de Creación Literaria, y para ello éstos se sentaron formando una U. Yo me senté enfrente de ellos. Al finalizar  el acto uno de los presentes nos llamó la atención sobre el hecho curioso de que sin haberse puesto nadie de acuerdo todos los que portaban gafas se habían sentado juntos en el lado derecho y los que no llevaban en el lado izquierdo. Era algo misterioso, inexplicable.
Entonces el profesor  nos impuso como tarea para después de las fiestas que llevásemos un relato en el que se dilucidara el "Misterio de las gafas".
La verdad es que yo no sabía por dónde meterle mano al asunto. Pero como cada uno debía llevar su relato para leerlo, yo escribí el siguiente:
 "EL MISTERIO DEL PENDRIVE"        
  
Al profesor, Juan Rincón, se le hacía tarde para ir a comer.
Desesperado,  volvió a registrar los cajones de su escritorio. Estaba seguro de que lo había dejado allí, oculto entre dos paquetes de ejemplares del libro " Se hace camino al escribir".
  Fue en vano, el pendrive no aparecía por ninguna parte.

Inspeccionó de nuevo la mesa, alzó el ordenador y los cables que lo conectaban al proyector de video; levantó los folios que contenían relatos  de tareas anteriores; miró en sus bolsillos, en la papelera; llamó por teléfono a su esposa para que mirase en la casa... Fue inútil: el pendrive había desaparecido.

Juan Rincón,  preso de los nervios y del pánico, no sabía qué hacer. Sentía los pellizcos de la angustia  en el estómago, no tardaría en vomitar:  El pendrive contenía el original de su obra "Cardito de puchero", el trabajo de siete años, su sueño, el que lo apartaría de la docencia para dedicarse a firmar ejemplares de una obra disputada por media docena de editoriales. Su portada engalanaba las fachadas, las cabinas telefónicas, los rascacielos de la 5th Avenue en New York, las camisetas del Real Madrid...
Don José Lara le había prometido ganar el Planeta en 2015, tras lo cual, el ministro Montoro le concedería el  Premio Cervantes.
¡Y ahora se lo habían robado!
Porque estaba seguro de que había sido víctima de un robo.


Juan fue a quejarse a la Directora, pero ésta  aseguró que era imposible que se lo hubiesen quitado y, además,  le acusó de estar demasiado  enganchado con su libro en vez de preocuparse de enseñar a sus alumnos.
Como la discusión se tornara agria, el profesor decidió llamar a la policía.
El comisario llegó al cabo de dos horas con dos agentes provistos de un equipo sofisticado de búsqueda de huellas y análisis.
Anduvieron buscando huellas en la mesa de Juan Rincón y luego pasaron al despacho de la directora. Allí se enteró de que la clase había terminado a las 13 horas y que a las 14 horas se marchaban los  profesores para comer.

El Comisario mandó llamar al celador y le preguntó si había visto salir alguna persona entre las 13´30 y las 14 horas, y el empleado dijo que sí: la última persona que  había bajado de la primera planta  era una mujer, y se había ido corriendo a la salida. No pudo verla de frente, pero llevaba gafas.
El Comisario tomó nota de todo lo que se había dicho y dio por finalizada la reunión.  Antes de salir,  se dirigió a Juan Rincón y le dijo que asistiría  a la próxima clase de Creación Literaria,  que por favor   convocara para   ese día  a todos los alumnos y alumnas que habían asistido a la  clase esa mañana.
Así se hizo.

El lunes siguiente, que estaba dedicado a entrevistar a Juan Pan, otro aspirante al Nobel de Literatura, el Comisario entró en el aula acompañado por el celador y ordenó a todas las mujeres que portaban gafas que se sentasen en el lado derecho, y a los demás, que se sentaran al otro lado y al fondo, formando una U.

Una vez estuvieron las mujeres sentadas  en ese orden, el Comisario le preguntó al celador si reconocía a la presunta ladrona. Pero el hombre estaba demasiado nervioso y dudaba hasta de su propia identidad, Y no lograba recordar nada que lo relacionase con las alumnas allí  presentes.

Juan Rincón,  todo estresado al intuir que el pendrive no aparecería, se arañaba  el cráneo de rabia y desesperación, espantando a la pareja de moscas que se habían posado encima  para echar un polvo.
Tampoco sabía adónde dirigir su mirada, abochornado por la desagradable experiencia que estaba obligando a sufrir a sus alumnas.
Fue entonces cuando irrumpió en la sala una limpiadora, la cual, mostrando un pendrive en la mano, preguntó:

–¿Es esto lo que ustedes buscan? Lo encontré en el cuarto de baño de caballeros el lunes pasado por la tarde. Se lo regalé a mi hijo creyendo que contenía música o películas; pero ayer me lo devolvió diciendo que nada más que habían cuentos. A él no le gusta leer.

–-¡En el cuarto de baño! — Exclamó Juan Rincón, echándose las manos a la cabeza.

Efectivamente, aquel día se levantó con fatigas y estuvo apunto de quedarse en casa porque la víspera había ido  de copas con unos amigos y algo le había sentado mal. Recordó que se había tenido que levantar tres veces durante la noche para ir al vater.

— Ahora recuerdo —explicó Rincón—: El lunes por la mañana sentí un retortijón y fui  corriendo al baño a hacer de cuerpo por sexta vez...

– Está claro --dijo el Comisario–: El pendrive se le cayó a usted  del bolsillo del pantalón al bajarse los pantalones tan precipitadamente. Caso resuelto. Pueden ustedes continuar.




4 comentarios:

  1. Juan :
    Ingenioso como siempre , muy buena historia, espero en clase la aplaudan todos
    feliz año mario

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  2. Me encanta esa capacidad tuya de transmitir esa angustia de perder algo tan preciado mientras sueltas perlas con las que no se puede evitar la risa.

    ¡¡Echaba de menos leerte!!

    Espero que estéis bien, tú tu familia. Que hayáis pasado unas felices fiestas y tengáis un año 2015 estupendo, ¡y en el que nos leamos más!

    Un abrazo con mucho cariño, uno por cada publicación que me he perdido por los estudios.

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  3. Muchas gracias, Mario. En clase nos aplaudimos todos, pues cada cual lleva su relato para leerlo públicamente y recibir consejos. Nos llevamos muy bien, el profesor es el protagonista del relato y no se ha enfadao, jajajajaj. Pero tenías que ver la cara que ponía mientras yo leía, jajajaja. Un abrazo

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  4. ¡Hola, My Lady! Yo también te he echado de menos, y me alegro mucho de verte de nuevo. Espero que tanto sacrificio por estudiar te dé maravillosos frutos en breve. Feliz y provechoso año para ti y tu familia. Un beso.

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