sábado, febrero 14, 2015

CARTA DEL DÍA DE LOS ENAMORADOS: LA PUNTILLA Y EL MARTILLO.

Esta entrada se trata de participar en un reto: en la clase de Creación Literaria a la que asisto semanalmente se han repartido tareas para desarrollar una carta de amor entre seres u objetos opuestos. A mí me ha tocado redactar una carta de amor de la puntilla al martillo.




Querido martillo:

Me paso el día mirándote desde esta caja de plástico  que ves encima de la mesa. Tú estás muy cerca, ocupando un  lugar preferente en el panel de las herramientas.
Hoy estamos a 14 de febrero y entra el sol por la ventana. Un sol que hace florecer los almendros en pleno invierno, adelantándose a la competencia de otros árboles, que se cubrirán de flores  en primavera.
Al igual que el almendro, yo  quiero llamar tu atención antes de que te fijes en alguna de mis compañeras. 
Perdona mi atrevimiento, pero no puedo soportar este ansia, este ardor, esta agitación en mi alma...

Cada vez que te veo tan apuesto, con ese mango tan estirado, tan rígido y suave, tan usado por manos expertas, con esa cabeza oscura tan pulida, tan recia, tan dura...,  se me enciende el alma y me muero de impaciencia. Entonces deseo que me poseas como te he visto hacer otras veces: unas breves y suaves  caricias en mi cabecita para prepararme y luego, esclavo del deseo y la pasión, penetrarme a lo bestia contra la pared, en una mesa  o en el  parqué...
Cuando acabes te retirarás sin fuerzas y  te sentirás orgulloso y satisfecho al verme inerte, desfallecida, sumisa,  entregada...

¡Ay, cuanto te quiero, martillo mío! Rezo por ser tuya y me claves cuanto antes en cualquier sitio.
 Estoy locamente enamorada de ti, he nacido para ti, vivo para ti. Somos la pareja ideal, nos complementamos: el uno sin el otro no vale  nada.

Te amo.

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