La noche del viernes, 25 de enero, ésa en que tuve el honor de ser invitado para presentar mi novela sobre los maquis, La pista del lobo, en el salón de plenos del Excmo Ayuntamiento de Prado del Rey, me acompañaron en la fiesta cultural tres poetas: Carmen Camacho, natural de Alcaudete (Jaén), Miguel Ángel Rincón y Francisco Pozo, ambos vecinos del municipio.
MIGUEL ÁNGEL RINCÓN
Maldito grillo que no deja de cantar.
Ya son las tres de la madrugada
y ese ortóptero sigue escondido
en algún punto estratégico del jardín
frotando sus alitas como si nada.
No comprendes, pequeño cabroncete,
que mientras que tú sólo piensas en aparearte
los humanos, ya ves qué aburridos,
solamente pensamos en dormir.
Visto lo visto, tendré que comprar tapones.
Miguel Ángel Rincón
CARMEN CAMACHO
cibernéticas, que el descapotable
ese del que me hablabas
y me jurabas -qué cara tienes-
aparcar en mi puerta, las vecinas
pendientes, yo arreglada.
Haberme dicho, leche, que ese coche
era como tú, un amasijo
de risas/una cosa por revisar
sin puertas, sin cadenas, sin ventanas
sin luces, ¿y el techo?
-contigo siempre llego a
con la atmósfera por montera-
Si yo hubiera sabido antes esto,
¿quién iba a imaginar?
que una tartana, tu la llamas Mehari,
sin tilde, así, “Mehari”,
era tu descapotable tan famoso,
y que ahora me sonríes, las manos
al volante, las chanclas sobre el freno,
que me maten si no salgo corriendo
a buscarte a ya darnos a la vida,
al vuelo, a ras, al Duero.
Tocata y fuga a dos caballos. Esta es
la hora de darnos jaque, pronto.
Haberme dicho, amor, que tú eras esto.
Hubiera cabalgado antes.
Carmen Camacho
FRANCISCO POZO
En este atardecer de otoño
tan lluvioso,
me ha llegado el frío rumor
de que se casa.
se me sube hasta los ojos
lentamente y sin remedio…
Nublándome de angustia
las pupilas.
A través de los cristales
escarchados
camino del olvido,
como aquellas
ilusiones que cayeron
una noche equivocada
de noviembre.
¡Y pensar en esta tarde oscura,
tan oscura,
al cobijo de estos versos
despechados,
que esta noche
es la gran noche de tu vida!
Esta noche de penumbras corporales
y esencias confundidas
en alcobas perfumadas.
Sopla el viento con su silbo
desgarrado
en los frágiles
pinsapos del camino.
Los cristales son espejos
que devuelven
mi silueta vulnerada y afligida
a ese claustro
de barrotes y silencios,
de poemas destrozados
por llantos otoñales.
Hoy sé bien cuánto la quise
y me quería…
Como sé que no habrá olvido
de rimas doloridas
y versos desolados.
Francisco Pozo