Hola, bienvenido a mi blog. Aquí podrás leer mis artículos. También verás mis fotos y pinturas.
Los relatos están legalmente protegidos.
Pincha sobre las fotos y las verás más grandes.
Para bajarte mi novela, pincha sobre el enlace indicado a la derecha.
Muchas gracias por tu visita.
Han eliminado a Garzón callándole la boca, cortándole las manos. Han arrojado la imagen de la Libertad al suelo, inundado por el agua fétida que brota de las cloacas, cubriéndola de excrementos y de barro. De nada ha servido la sangre derramada de nuestros seres queridos y de los poetas, aquéllos que entregaron sus vidas por un mundo en el que brillase la Libertad, la Fraternidad, la Igualdad; y donde imperase la Justicia, el respeto, el conocimientoyel amor en libertad.
Nos han engañado, esto no es una democracia; aquí siguen mandando ellos: los señoritos, los curas y los jueces que sólo defienden a los ricos.
Las palabras del poeta llegan con el viento y se pegan en mi rostro. Intentanesconder la vergüenza que lo cubre al percibir que el papel que publica sus poemas sólo sirve para envolverbocadillos de obreros humillados y de pensionistas asustados; y para encender fuegos de chimeneas burguesas, presididas por el cuadro del Innombrable, la bandera del águila y la cruz gamada.
Hoy quiero dar la vuelta al mundo a través de Internet y esparcir a los cuatro vientos el testamento de aquel hombre humilde de condición, que prefirió renunciar a los medicamentos que le ofrecía el chantajista vestido de púrpura para curar su enfermedad, antes que renegar de sus ideales.
Para la libertad sangro, lucho, pervivo. Para la libertad, mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos. Para la libertad siento más corazones que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas, y entro en los hospitales, y entro en los algodones como en las azucenas. Para la libertad me desprendo a balazos de los que han revolcado su estatua por el lodo. Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos, de mi casa, de todo. Porque donde unas cuencas vacías amanezcan, ella pondrá dos piedras de futura mirada y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada. Retoñarán aladas de savia sin otoño reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida. Porque soy como el árbol talado, que retoño: porque aún tengo la vida.
[Miguel Hernández, Para la Libertad, 1938-1939, de su poemario El hombre acecha].
La gente pasea por las calles de la feria La música por sevillanas inunda el aire, es primavera.Las mujeres lucen trajes de lunares y volantes, y enamoran a los hombres bailando en las casetas.Pasean caballos y carrozas por las avenidas, desde las aceras la gente los admira los jinetes sonríen, orgullosos y felices:llevan en la grupa del caballo a sus queridas. Y unos niños con los ojos espantados, agarraditos de la mano de su madre, admiran los carruseles, la noria y los cochecitos esperando que en todos ellos puedan montarse. Es la feria de El Puerto Todo el mundo está contento, beben, bailan y se dan besos. Y así, sin darse cuenta, pasa el tiempo. Te he buscado en las calles y en las casetas y no te he visto en todo el día.Me faltas tú, mi amor… Te necesito, compañera mía... ¡Qué bonita sería la feria, si tú estuvieras a la verita mía! .
«La cueva» era un sótano anexo al antiguo Palacio de la Sagra, convertido durante la posguerra en colegio mixto. El local se comunicaba con un pozo y estaba inundado de agua. La sala era rectangular, y calculo que sus lados medían diez por treinta metros. Un rayo de luz penetraba por un ventanuco abierto en la puerta y se proyectaba en el agua al pie de la escalera.
Todos los chicos sentíamos pánico a que nos encerraran en aquel lugar oscuro en compañía de aquel pez raro y con bigotes que se acercaba hasta la escalera y se quedaba fijo mirando al intruso.
Porque sor María, la monja que impartía clases con los libros de Dalmau y Carles, solía castigar a los alumnos más traviesos encerrándolos allí cuando éstos cometían alguna fechoría. Y Joaquín y yo nos encontrábamos allí por haber roto el cristal de la ventana jugando al fútbol.
A veces discutíamos en el recreo sobre el liderazgo del grupo. Y para demostrar nuestros méritos apostábamos a ver quién era capaz de bajar a la cueva, lanzarse al agua y llegar hasta la pared del fondo. Algunos afirmaban que no tenían miedo a hacerlo y se apostaban cromos de jugadores de fútbol que coleccionábamos comprando tabletas de chocolates «La Colonial», entidad que promocionaba un álbum donde se hallaban todos los equipos de primera división. Yo había conseguido completar varios equipos. Recuerdo algunos cromos del Atlético de Bilbao: Lezama, Gainza, Zarra, Panizo… Del Sevilla tenía también varios: Bustos, Guillamón, Campanal, Araujo…Del Real Madrid: Juanito Gonzalez, Pazos, Marquitos, Muñoz, Zárraga, Lesmes, Distéfano, Gento...
Y, además, estaba María Ortega, una alumna nacida en Ceuta, guapísima, que lucía una trenza de cabellos rubia como el oro, y unos ojazos azules y grandes como soles. En el comedor todos la mirábamos como si fuera un hada milagrosa, y ella, que se daba cuenta de nuestro arrobo, nos lanzaba furtivas miradas y sonreía. Era la novia de Joaquín. Y la de Miguel. Y la mía.
Era la novia de todos, y eso conllevaba algunas escenas de celos y peleas en el recreo y en los dormitorios para dejar claro a quién pertenecía la hermosa niña. Tan solo quedábamos dos contendientes: Joaquín y yo. Y ahora nos la jugábamos.
— ¡Venga, tírate!
—No, tú primero
Joaquín me miró con desprecio y se lanzó al agua.
Se tiró en plancha y el agua me salpicó. Una ola negra alcanzó el escalón donde me encontraba y me cubrió los pies. El agua estaba helada.
A cinco a seis metros de distancia, la cabeza de Joaquín avanzaba lentamente dejando atrás el haz de luz que penetraba por la ventanita de la puerta, proyectando en el agua un cuadro amarillo cruzado de vez en cuando por el “Monstruo”, nombre que asignábamos al enorme pez de largos bigotes que habitaba en la cueva
Joaquín llegó a la pared y gritó:
— ¡Venga, Juanito! Aquí te espero. Si no te atreves, has perdido…
Y me lancé al agua. Y nadé y nadé muerto de miedo, crucé por medio del cuadro iluminado y continué avanzando, intentando descubrir a mi compañero en la oscuridad. Cuando llegué junto a él nos quedamos descansando un rato, mirando hacia el lado derecho, el más largo. Nadie había osado nadar en aquella dirección sumida en la negrura, donde se escuchaba un constante goteo de agua. Una vez acostumbrados a lo oscuro, nuestros ojos podían adivinar objetos alineados a los largo de las paredes que sobresalían del agua. Parecían puñales o espadas. Joaquín y yo nos miramos sin decir palabra, pero nos pusimos de acuerdo. El agua nos llegaba hasta la barbilla, pero nos cogimos de la mano y fuimos caminando hacia adentro, a la tenebrosa boca que se abría ante nosotros.
Lo primero que alcanzamos no era un puñal, sino la bayoneta de un fusil sobresaliendo del agua. Al intentar cogerlo tropezamos con un objeto, algo así como un orinal, y pisamos lo que parecía ser un palo o una rama seca. A poco menos de un metro había otra bayoneta, y más allá, otra. Todo el sótano estaba lleno de ellas, y nuestros pies pisaban cosas que se volcaban o crujían bajo el peso. Respiramos profundamente y nos agachamos en el agua para coger algún objeto: yo saqué un casco de soldado oxidado y agujereado; Joaquín, los huesos de un brazo y parte de una mano. Lo soltamos todo y salimos nadando hacia fuera, gritando aterrorizados.
Cuando salimos del agua y nos sentamos en la escalera, comenzamos a dar voces hasta que vinieron a abrir la puerta.
Los empleados del colegio se echaron las manos a la cabeza al vernos allí solitos y empapados de agua, y fueron a quejarse a la directora del centro.
La noticia corrió por el pueblo de casa en casa, y el alcalde reunió una cuadrilla de obreros y les ordenó vaciar la cueva y sacar todos los huesos. De allí sacaron esqueletos, calaveras y huesos sueltos suficientes para cargar dos carretas, que vaciaron luego en una fosa anexa al cementerio.
¿Quiénes eran esos muertos? Unos decían que eran soldados heridos que se refugiaron en el sótano; otros, que eran desertores; otros en fin, que los enemigos, al saber que estaban allí, habían inundado el sótano y los habían ahogado. La batalla de Brunete fue una de las más sangrientas de la guerra y ninguna hipótesis parecía descabellada.
Estas dos últimas semanas han sido muy moviditas para mí. Me iba al mercado a comprar la fruta, el pescado y la carne. Dejé la lectura y retomé un lienzo que tenía a medias desde el verano pasado y pinté a mi nieta. Asistí a una conferencia sobre la expulsión de los jesuitas de España en el siglo XVIII por el rey Carlos III; publiqué en este blog un par de poemas y artículos y pasé buenos momentos en el Bar Andalucía viendo los partidos de fútbol Madrid-Barcelona, y Tenerife –Barcelonapor canal +.
Y es que, cuando se quiere, se pueden hacer muchas cosas interesantes en vez de pasarse el día postrado en el sillón viendo programas basura en TV con las horteradas de la Belén Esteban, o jugando a las cartas o a las damas en el bar del Hogar del Pensionista.
Paso a detallar cada plato del menú:
1º La compra:
Compré fresas de la sierra gaditana; concretamente, de Puerto Serrano. Están riquísimas se pongan como se pongan: lavadas y enteras como llegan; cortadas en trocitos y servidas con zumo de naranja natural; cortadas en trozos y con nata; cortaditas con zumo de naranja y una copa de ron.
2º Tertula Literaria
La conferencia, organizada en la intimidad de la cafetería My Lord por la Tertulia Literaria Tresantié, versaba sobre la expulsión de la Orden de La Compañía de Jesús de España. Asistimos diecisiete personas. Fue muy amena,y ,aunque mi memoria no es todo lo buena que desearía, pude retener algunos datos interesantes. La profesora de secundaria, Carmen Cebrián, que para presentar su tesis como historiadora investigó en el Archivo de Indias de Sevilla, acompañó su disertación con una proyección de diapositivas
Ya sabemos que los gobiernos españoles no han inventado nunca nada, sino que copiaban y copian lo que hacenlos demás. Por eso no es de extrañar que en 1768, sin otra justificación que la que en Europa estaban expulsando a los jesuitas, el rey Carlos III ordenase hacer lo mismo entodo su Imperio. A partir de ese momento se inició una costosa e impiadada detención y traslado de los frailes de esa Orden a la península. Desde la misión de Baja California fueron llevados a la ciudad de Potosí, en Bolivia,medio centenar de religiosos, que luego siguieron a pie hasta Córdoba, en argentina, pereciendo la mitad en el camino. Los 2800 jesuitas españoles esparcidos en America Latina fueron agrupados en Mar de Plata y desde allí embarcados y conducidos a España, donde fueron hacinados en hospicios y conventos sin apenas alimentarlos, para luego ser expulsados a Roma, con su único jefe: el Papa.
Los gobernantes europeos no aceptaban que los jesuitas no les jurasen obediencia a ellos, que estaban acostumbrados a las lisonjas cortesanas y a nombrar a dedo a los obispos leales. Los jesuitas sólo obedecían al Papa, al mismo que declaraba la guerra a los reyes por retener posesiones de tierras. Y a reunirse con él los enviaron.
Los países del Imperio dieron un salto hacia atrás en su desarrollo cultural, no en vano los jesuitas eran catedráticos, líderes en impartir conocimientos, y disponían de las mejores universidades del mundo. Al ser expulsados, la ciencia y la educación se derrumbaron en los países conquistados.
Quince años más tarde, los jesuitas fueron reinstalados en sus puestos; pero el daño ya estaba hecho. Aún hoy, nadie sabe a ciencia cierta los motivos que impulsaron al rey a actuar de esa forma.
3ªEl Bar Andalucía.
Mientras en el estadio Santiago Bernabeu se disputaban la liga el Real Madrid y el Barcelona, en el bar Andalucía el tiempo retrocedía a los años cincuenta, cuando se ataban las caballerías a las rejas de las casas para irse a tomar una copa en la taberna o a comprar en las tiendas. He aquí la foto del caballo que pasea a los niños por el barrio mientra el dueño veía el partido cómodamente en la mesa del bar, bebiendo y degustando los pinchos de tortilla.
4º La pintura.
Mi última pintura: mi nieta, copiada de una foto. Hace un año que la comencé, pero la dejaba, incapaz de sacarle parecido. Esta semana me decidí a terminarlo y lo logré. Le envié la foto del cuadro por MSN a mi hija y reconoció al instante a su hijta. Mejor prueba del éxito conseguido, no cabe.
Un día de mayo, leyendo el periódico “La Vanguardia”, me detuve ante uno de los poemas que habían sido seleccionados en un certamen organizado por ese diario.
Me llamó la atención el nombre de su autora: Darilea. Me sonaba, lo había leído o escuchado antes en algún sitio de los que he frecuentado durante los cinco años que navego por la red. Y, ni corto ni perezoso, le escribí solicitando información.
Desde ese día sé que esta joven y hermosa mujer (el 26 de julio, cumplirá un año más, es lo único que os puedo decir si me preguntais por su edad), es catalana y vive en Barcelona; pero lleva en su sangre savia andaluza, pues sus padres son de Fuentes de Andalucía, un pueblo de Sevilla, donde tienen una casita a la que acude la familia cuando puede a pasar unos días de vacaciones.
Darilea mantiene una gran actividad en Internet, pues lleva adelante varios blogs de diferentes contenidos: poemas, prosa, fotos...
Durante los siete años que hace que se mueve por el ciber espacio, ha cosechado multitud de amig@s y seguidores, quienes acuden asiduamente a recargar las pilas del espíritu.
Darilea escribe versos muy sensuales, ardientes, apasionados o eróticos (Os dejo elegir el adjetivo que mejor os parezca). A mí, desde luego, su poemas me dejan pensando. Me llegan y me hacen soñar, como a la mayoría de sus seguidores, a juzgar por los comentarios que leo.
Yo suelo visitar dos de sus blogs, aunque alguna vez me he paseado por el de sus fotos y montajes. Me encanta lo que escribe y hace.
Es por eso que hoy es para mí un honor el presentarla aquí e invitaros a que la visitéis.
Poema publicado en La Vanguardia, de Barcelona:
28 DE MAYO DE 2009
VIDEOPOEMAS
VIII Concurso de e-poemas
No he perdido el tiempo
No he perdido el tiempo en la acera de la melancolía
Tu sombra fue el perfume de la primavera perdida
Y la tristeza, huella de tus pasos errantes.
No perdí el tiempo, recuperé el recuerdo, venciendo al olvido.
La distancia acorté... con los suspiroslos rayos de la luna
fueron el invisiblemedio que tus besos me han traído.
El Gobierno y sus sindicatos repiten una y otra vez que España siempre fue un país de emigrantes, tratando con ello convencer de la necesidad de integrar a todos aquellos que llegan de otros países a ocupar los puestos de trabajo que buscan los cuatro millones de españoles que están en paro.Y es verdad lo que dice, pero maticemos un poco: A los emigrantes españoles nos contrataban los diferentes gobiernos europeos cubriendo las necesidades de mano de obra del país, cuando el personal autóctono no daba abasto a la producción. Por eso periódicamente estábamos obligados a renovar los permisos de residencia y de trabajo, y en caso de no tenerlo por haber sido despedido y no haber encontrado otro, debíamos de regresar a casa.Aquí llegan por millares cada año sin contrato ni documentos, y el empresariado abusa de ellos amenazándolos con denunciarlos si se oponen. De este modo se produce el juego de la pescadilla que se muerde la cola: Los inmigrantes se ven forzados a aceptar salarios miserables, impidiendo así que los españoles, que podrían exigir mejoras también para ellos, se vean desplazados, sin trabajo y con cargas familiares y obligaciones de pagos, notando como poco a poco el sentido de la solidaridad hacia el tercer mundo se convierte en resentimiento hacia los recien llegados.
Esta pobre gente llega a España huyendo del hambre y del terror de las dictaduras, y entiendo que tienen derecho a trabajar y mantener a los suyos. Lo ideal y justo sería que la emigración fuese controlada y los extranjeros ganasen los mismos salarios que los españoles (Yo ganaba lo mismo que mis compañeros franceses), y que los sindicatos exigieran los mismos derechos laborales que nosotros teníamos antes (ya nadie los tiene).
Lo que no entiendo es que intenten reclamar aquí lo que no son capaces de exigir en sus respectivos países ante sus gobiernos; que se manifiesten exigiendo se respeten sus creencias aun cuando éstas van contra las normas y costumbres establecidas. Son ellos, los extranjeros, los que deben de amoldarse a España y no al contrario.
Viviríamos en estado de inseguridad si la gente caminase por las calles encapuchados; la policía no podría identificar a los malhechores si nadie les puede ver el rostro, y cualquier etarra o islamista fanático puede entrar en un edificio o pasearse por la calle y cometer un delito o atentado vestido con el durka musulmán.
No es de recibo que cuando aquí todas las leyes van encaminadas a proteger al menor, llegue una etnia extranjera y exija se respete su cultura, que incluye la esclavitud, la pederastia, la ablación y la inferioridad de la mujer ante el hombre, al punto de ser tratada como objeto de mercadeo.Eso no lo debemos consentir.Si se juzga a obispos y educadores por abusar de los menores, no se puede consentir que una niña de seis años sea dada en matrimonio a un hombre de 60. Porque la niña es comprada en este caso, no es libre ni lo será nunca. Y si eso lo enseña su religión, que la pongan en práctica en sus países, pero no en España.¡AQUÍ NO SE ACEPTAN LOS PEDERASTA NI VIOLADORES! Entregar a una niña a un adulto en matrimonio es una violación permanente.
Insisto: no me opongo a que trabajen y vivan entre nosotros, pues los mismos derechos como seres humanos tenemos todos; pero que no vengan a imponer sus culturas y creencias exigiendo derechos que ellos no conceden a sus propias hijas.Los huéspedes deben de comportarse respetuosamente con las costumbres del anfitrión.
Y los niños son sagrados, representan al futuro del mundo y debemos prepararlos concienzudamente para que tengan éxito, mimándoles y poniendo a su alcance todos los medios necesarios para que su educación sea del máximo nivel. Los niños están protegidos en todos los países civilizados y por la ONU. Por tanto, soy de la opnión que no se debería permitir en España, en nombre de una religión, los matrimonios obligados o concertados por los padres de adolescentes con viejos. Sino bien al contrario: cuidar de que ellas tengan el derecho a enamorarse, a disfrutar del sexo y del amor con personas elegidas por ellas mismas y no por otros.
Y eso es lo quieren que respetemos al reclamar ellos la aplicación de la libertad religiosa.
Les invito a ver el video y luego me responden a las siguientes preguntas:Cómo llamamos a eso:¿Pederastia? ¿Violación? Qué sentiría la niña, ¿placer, amor, terror, dolor?¿Debemos los españoles permitir que se nos impongan estás prácticas en nuestro país en aras a no sé que ley sobre libertades religiosas?
Elpasado día 29 de septiembre, don Manuel Téllez, director del programa “Nostalgia bajo la luna” de Radio Arcos, me invitó a pasar unas horas sentado frente a élen la emisora para responder a sus preguntas. Para mí fue un día feliz, inolvidable, pues nunca anteshabía participado en directo y en persona en un programa de radio. Conocí al equipo de la emisora, formado por personas muy amables y simpáticas que se prodigaron en atenciones para que yo me sintiese como en mi propia casa.
La entrevista era larga, ocupaba todo el espacio del programa, y paraevitar el cansanciohabían programado una serie de descansos en los que escuchábamos música, frases memorables y canciones mientras tomábamos un refrigerio.
Cada día entrevistaban a un personaje y la grabación la colgaban en la página de la emisora durante una semana, lo que explica que hasta el día de hoy no me haya tocado el turno a mí. Durante esta semana, pues, está en la Web del programa a disposición del que esté interesado en bajársela.