No entendía yo muy bien la necesidad de tener un cuerpo del Ejército con su correspondiente escala de mandos dedicado a criar, amaestrar y sanar a varias yeguadas militares distribuidas por
Leyendo «El sanador de caballos» he aprendido mucho sobre el origen y el ejercicio de la profesión veterinaria. Una profesión que, según el autor, aparece ya en el Código de Hammurabi, 1800aC., y cuyas principales enseñanzas promulgaron los griegos Hipócrates, Aristóteles o Pelonius.
El caballo era considerado la principal arma en los ejércitos de la antigüedad y así fue hasta la 1º Guerra Mundial. Era obligatorio, pues, cuidarlos y sanarlos de sus heridas.
La novela consta de varias historias imbricadas que atrapan al lector desde la primera página:
Relata una bellísima historia de amor entre un pobre diablo, Diego de Malagón, hijo de un herrero, y una joven, Mencia, que llevaba el noble apellido de los Azagra,
La joven Mencia, engañada y drogada por su madre, caerá en los brazos de un noble y viejo pretendiente, que le doblaba en años, y será obligada a casarse con él. El chico, abatido por el dolor de la traición de su amada, se enrola con los Caballeros de Calatrava, donde recibe un fuerte entrenamiento como espía y es enviado a territorio enemigo. Mencia, que nunca lo ha olvidado, le buscará por toda España hasta encontrarlo en plena batalla, la más sangrienta y feroz que se haya librado hasta entonces, y que pasó a
Pero antes, al inicio, el narrador nos cuenta cómo transcurren apaciblemente sus jóvenes años de vida en el pueblo que le vio nacer, en compañía de sus padres y hermanas. Un día aparecen unos sarracenos y lo arrasan todo, matan al padre y se llevan a Marrakech como esclavas a sus hermanas, ellas intentarán en vano escapar de su dorada prisión.
Diego jura rescatarlas, y durante toda la novela ésa es su principal meta
La novela también es un compendio de medicina natural, y es , sobre todo, una obra histórica que nos sitúa en la época del inicio de
A través de sus páginas desfilarán una serie de héroes que defienden a sus reyes hasta perder la vida por llevar a cabo la misión encomendada. Nos describe varios castillos y lugares históricos que podríamos aún visitar con más conocimientos después de leer la novela.
Aprendemos que lo que hoy se conoce por El Coto de Doñana sirvió durante siglos para la cría de los bellísimos caballos de raza árabe que trajo Abderrahman III de África. Miles de yeguas y sementales disfrutaban de ese paraíso, custodiados por los mejores soldados del califa. A Diego se le encarga la misión suicida de robarlos.
Una obra muy documentada, según podemos ver en el capítulo de agradecimientos y notas explicativas.
Muy recomendable para todos los que hayan disfrutado de Los Pilares de
«El Sanador de caballos» es una novela que recordaré siempre. Me ha gustado mucho y, a pesar de sus 800 páginas, se me ha hecho corta.
Un libro muy bueno para leer en estas vacaciones. A mí me lo recomendaron encarecidamente. Yo os lo recomiendo.