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miércoles, noviembre 24, 2010

MÁS NEGRO QUE ROJO


Acabo de leer el libro de El Gastor que compré en Cádiz el día de su presentación en la Diputación Provincial a primeros de mes y no puedo dejar de compartir mis impresiones con ustedes.
Las historias que aparecen en el libro, bien documentadas con abundantes datos bibliográficos y notas a pie de página, demuestran que el comportamiento de los partidos y sindicatos de izquierda durante los años previos a la sublevación militar no fueron ejemplares y provocaron muchos altercados que inculcaron el odio que posteriormente se traduciría en el conflicto y sus atroces secuelas en ese bonito pueblo de la sierra de Cádiz: El apedreamiento de las imágenes y los fieles durante las procesiones en 1935, los piquetes durante la huelga de empleadas domésticas, el saqueo de la iglesia y posterior quema de imágenes en la plaza el 23 de abril de 1936, antes de la sublevación militar, y los intentos realizados desde los primeros años de la República para convertir la iglesia en un edificio público que albergase un mercado, cine y alojamiento para maestros, ahorrándose así una importante cantidad de alquileres y al mismo tiempo cobrando por el uso del cine, el mercado y otros eventos, hasta conseguir convertirla luego en almacén y granero, demuestra la objetividad de los autores, quienes pudieron haber evitado escribir sobre esos abusos vergonzosos de los republicanos, y sin embargo no lo han hecho.
En el libro he leído también sobre el hambre que sufría la población y las diferentes gestiones que hacían sus diferentes Alcaldes para paliar la gravísima situación de desempleo que se vivía en el pueblo al comienzo de la República, y de cómo ellos solicitaban del Gobierno fondos y obras para dar trabajo comunitario. Fruto de esas gestiones fue la construcción del carril que lleva a Setenil, el muro de contención en la parte baja del pueblo y los asentamientos de varios gastoreños en las colonias fundadas en El Tormo y Torrecera.
No es por hacerle publicidad ni nada; no la necesita: del libro se hizo una tirada limitada de 1700 ejemplares. Tampoco soy gastoreño, ni socialista, ni conocía a los autores hasta el día en que lo presentaron en Cádiz; pero creo que éste es un libro que no debería faltar en ninguna casa del pueblo, sean afiliados a partidos de izquierda o de derechas, ya que es historia pura de El Gastor.
En las primeras cien páginas, sólo he encontrado la muerte de un miliciano en un enfrentamiento a tiros con guardias llegados de Algodonales. En cambio, aparecen algunos vecinos de derechas asesinados a sangre fría, además de los saqueos de fincas y casas realizados por los izquierdistas. Casos como el de José Alcázar, a quien sacaron de su casa y asesinaron en medio del campo. O la matanza efectuada en la carretera de Algodonales donde un grupo de milicianos detuvo un camión de soldados, mataron a tiros a sus trece ocupantes y luego los quemaron. Esa acción se ilustra con la foto de una cruz que aún permanece clavada en el lugar de los hechos.
El libro es honesto, imparcial, y demuestra que se cometieron atrocidades en ambos bandos.
Lo que pasa es que en este país la gente coge el periódico y busca la página de deportes y la quiniela, olvidándose de las noticias importantes. Y de la misma manera los gastoreños, entre los cuales se hallan unos pocos supervivientes del conflicto y muchos descendientes de las víctimas, han comprado el libro y, sin leer las más de cien páginas de historia de las condiciones de vida y los hechos que sirvieron luego a los sublevados para justificar esa terrible represión fascista, se han apresurado a buscar las fotos y fichas de los desaparecidos, juzgando las atrocidades y lamentándose de la actitud de quienes prefieren olvidar el tema y dejar la Historia como está.
Quizás tengan algo de culpa los presentadores del libro, quienes, en el discurso de presentación, pasaron de puntillas sobre las circunstancias que se vivían en el pueblo e hicieron hincapié en la parte del libro que trata sobre las desapariciones y asesinatos de muchos gastoreños, lo que ha motivado que ahora, tras la presentación del libro en el pueblo el pasado día 20, el vecindario esté de nuevo exaltado y dividido.
El libro, de 265 páginas, consta de cinco grandes capítulos cuyos contenidos se pueden resumir en estos: El Gastor antes de la guerra, durante la guerra, después de la guerra; investigación del paradero de los desaparecidos y, por último, los Consejos de Guerra y condenas aplicadas a los prisioneros, acompañadas por una serie de pequeñas biografías de los condenados por los tribunales militares.
En el primer capítulo se narra cómo transcurría la vida durante la República, los problemas laborales, la actividad sindical de los jornaleros y anarquistas, los asentamientos en colonias y las luchas por el poder en los Ayuntamientos.
En el segundo, y a raíz de la sublevación, la izquierda radical se hace con el poder y ocupa el Ayuntamiento y la iglesia, obligando a exiliarse a los ricos y derechistas y saqueando sus casas y cortijos para apoderarse de sus bienes. Comienzan a saquear la iglesia y queman en la plaza las imágenes y los archivos municipales y judiciales. Organizan emboscadas y asesinan a soldados y guardias, y también van en busca de los opositores a sus casas y haciendas para matarlos fríamente en el campo.
En el tercero llegan las fuerzas sublevadas y comienza la venganza con una represión salvaje, dando carta blanca a los falangistas para cometer los más crueles asesinatos. Como dato más llamativo y atroz de lo que significó esta represión, el libro cuenta cómo éstos en El Gastor, un pueblo de menos de tres mil habitantes, sacan de sus casas y asesinan a 120 personas adultas, en su mayoría padres y madres de familias que dejan huérfanos, de las cuales sólo han sido encontradas ochenta. Unos asesinatos terribles e innecesarios realizados cuando el pueblo ya estaba tomado por las tropas franquistas.
En el siguiente apartado, los autores explican el arduo trabajo que supuso para ellos descubrir el paradero de los desaparecidos y los asesinados dado que en los archivos de los registros civiles no había inscripciones.
A destacar que el Gobierno franquista ordenó en varias ocasiones se inscribieran todas las bajas que habían producido a causa de la guerra y se las comunicaran al Ministerio de Justicia; pero eran las autoridades locales las que no facilitaban la información para ocultar la causa de las muertes y dejaron pasar el periodo de inscripciones. Es decir: fueron los dirigentes del Ayuntamiento del bando vencedor los que no permitieron que sus vecinos conocieran el paradero de sus familiares al no anotar ni el motivo de su arresto y posterior fusilamiento, ni el lugar donde fueron enterrados.
Le sigue un extenso relato en que se da cuenta de la parodia de los juicios celebrados tras la contienda con la idea de legalizar las ejecuciones programadas de antemano, aportando como testigos a los enemigos de los presos y no investigando las acusaciones.
Se calcula en 270 mil españoles los prisioneros que cumplieron condena durante varios años en cárceles y campos de trabajo, construyendo obras estatales o en empresas privadas amigas del Régimen, que se beneficiaron así de mano de obra barata para lucrarse.
En suma me parece un libro muy importante para El Gastor en particular y muy interesante en general, ya que nos muestra con datos fiables cómo los hombres, movidos por la envidia y por las ansias de poder, pueden llegar a comportarse como fieras.
Con este libro quedan escritas para la posteridad las páginas más negras de la historia de El Gastor, que no es más que un capítulo de la locura que arrolló a toda España y la mantuvo durante cuatro décadas en los vagones de cola del tren llamado Europa.
Resumo el libro con el poema que me inspiró su lectura:

PENA NEGRA
Un hombre subiendo la cuesta,
fija en mí su mirada siniestra
lleva al hombro su escopeta
Mi mujer me abraza y llora;
mi hija tira de mi chaqueta:
¡No te vayas padre, no nos dejes solas!
El grito infantil cruza el aire,
estalla contra puertas y ventanas.
Nadie responde tras los visillos
Ojos cobardes, bajan la mirada:
la vergüenza se pinta en sus caras.
Un trueno rompe el silencio
y un rayo alumbra la tarde.
Un barranco, una zanja, una tapia…
Dónde, cuándo, quién lo sabe…
Dos hombres bajaron la cuesta,
y sólo uno vuelve a remontarla.
Sucede en ambos bandos de España
que la avaricia o el poder de las ideas,
transforma los hombres en alimañas
Ambos bandos son criminales,
injustamente la vida arrebatan
Lo único que los diferencia,
lo único que los separa…
que los unos tienen lápidas
y de los otros no se sabe nada
Unos cubiertos de rosas
y otros de jaramagos,
En panteones de mármol,
y en cunetas y prados
¡Pena negra, pena negra!
Hasta en la muerte
Ser discriminado
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lunes, noviembre 22, 2010

LA SOPA DE PUCHERO DE CARMEN

Es bonito sentarse a las cinco de la tarde a escuchar música y tomar el sol hasta ver anochecer en mi balcón; pero al irse el sol llega el frío, y con la llegada del frío de la noche apetece cenar una sopa calentita y olvidarse de los entremeses veraniegos, y como el buen marido debe compartir las tareas de la casa con su esposa, me he decidido a colaborar: ella hace la cena y yo ceno con ella .

Y como le salen tan buenas las comidas y ni ella y yo somos egoístas, hemos decidido que mientras ella las hace yo las escriba para compartirlas con el mundo entero. ¡Ole, el salero de estos dos viejos!

Ustedes pensarán que algo machista yo parezco;

pero en mi disculpa tengo el haberme criado

en una época en que nos educaban para esto:

el marido, a buscar el alimento; la mujer en casa,

amando, criando a los hijos, y guisando para ellos.

Y ahora, la verdad, a mis años, para cambiar

hábitos contraídos durante tanto tiempo,

me encuentro ya demasiado viejo.

¡Pero juro que lo intento!

Tengo que decir que para la mayoría de ellas no suponía un trauma el abandonar sus empleos al casarse, sino más bien se interpretaba como una liberación, el cumplimiento del sueño que desde su más tierna edad le habían plasmado en sus cerebros: la llegada del príncipe que les daría amor, un hogar, hijos, protección y sustento.

También hay que decir que las circunstancias eran distintas, no hacía falta que trabajaran los dos para conseguir comer y pagar el apartamento. Pongamos un ejemplo para demostrarlo:

En el año 1971, trabajando en los astilleros de Unión Naval de Levante, en Valencia, ganaba 12 000pesetas = 72 euros al mes; y un piso de 100 metros cuadrados a dos kms del centro de Valencia me costaba 350 mil pesetas=2100 euros.

Es decir, un piso costaba el salario de 29 mensualidades, que se pagaban en veinte años a razón de 18 euros mensuales de hipoteca. Aún sobraban 54 euros para cubrir los gastos de la familia.

Actualmente, un trabajador que gane 2000 euros mensuales no encuentra un piso en las mismas condiciones por menos de 125,000 euros, o sea: 62 mensualidades. ¿Ven la diferencia? El doble. Eso explica que los jóvenes de hoy día tengan que trabajar los dos para poder tener una vivienda, sea en propiedad o en alquiler: un sueldo para pagar la casa y otro para comer.

Por eso es bueno conocer recetas de comidas económicas, sanas y con suficientes calorías para mantenerse en forma y llegar a fin de mes.

Como el menú que les presento a continuación:

1º plato: sopa de fideos.2º plato: pechuga de pollo rellena: 3º Fruta del tiempo.

La sopa de fideos se puede hacer usando esos sobrecitos de caldo preparados que venden de marca; pero no tiene el mismo sabor que el que hace Carmen, ¡ni mucho menos!

1º La sopa de puchero Carmen:

Ingredientes: 200 gramos de garbanzos remojados, 1 patatas, 1zanahoria, un trozo de nabo y de apio; un muslo o ala de pavo, un muslo y contra muslo de pollo, un trocito de tocino, un hueso salado de costilla y otro del espinazo y un hueso blanco.

Si no tienen los ingredientes, los pueden comprar preparados en bolsitas en cualquier carnecería o en los grandes supermercados, pidan un preparado de puchero.

La noche anterior se dejan los garbanzos en remojo

Los huesos se limpian bien, se pelan las patatas y las verduras y se enjuagan bien, y luego se echa todo en la olla Express. Se enciende el fuego y se deja calentar con la olla abierta. No hay que echarle sal, los huesos ya están salados.

Cuando empieza a hervir suelta una espuma que hay que quitar con una espumadera, y cuando se vea que ya no suelta tanta espuma se coloca la tapadera de la olla y se cierra a presión. A partir de que empiece a girar, se cuentan veinte minutos y luego se abre la olla.

Entonces se saca un poco de caldo y se echa en una cacerola pequeña, y se le echa fideos finos “Cabello de ángel” y cuando están blandos se echan en el plato.

Una vez servido en el plato se trocea el huevo duro y se le añade unas hojas de hierba buena.

El puchero que queda en la olla: los garbanzos, las verduras y la "pringá", se puede guardar para el almuerzo del día siguiente.

2ª Pechuga rellena de pollo o pavo:

Se corta en filetes la pechuga (se los pueden cortar en la misma carnecería que se los vende o hacerlo uno mismo)

En cada filete se pone medio tranchete de queso y media loncha de jamón de York, se enrollan y se pincha con un palillo de dientes para que no se deshaga el rollito.

En una sartén se sofríen las pechugas ya preparadas, y cuando está por todas partes sofrita, no mucho, sino para sellar, se sacan de la sartén y se sofríen dos o tres ajos cortaditos en laminas y una cebolla. A continuación se echan los rollitos de pechuguitas en ese mismo sofrito y se le agregan champiñones en láminas. Si los champiñones son de bote se echan tal como vienen; si son comprados enteros y naturales se deben lavar bien previamente a cortarlos en rodajas para eliminar la tierra.

Si son de bote, echar también el líquido que contiene, y si no, se le echa un vaso de agua. A todo esto se le pone por encima perejil, sal y pimienta y se remueve para que todo el conjunto coja el gustito. Se le va dando vuelta y removiendo y cuando quede muy poco caldo es que está listo para comer
3º Postre: cualquier fruta del tiempo es buena. El otoño nos ofrece mucha variedad donde elegir: Chirimoya, granada, uva, naranja o mondarina, kiwi y los siempre presentes plátanos.
¡Buen provecho!

domingo, noviembre 21, 2010

LA MADRE, por MÁXIMO GORKI

Durante el gobierno de los zares, en Rusia los hombres parecían mendigos desarrapados que trabajaban de sol a sol por un mísero salario, sin otra ilusión que gastarse el dinero en vodka para olvidar las vejaciones que sufrían. La mayoría se desahogaban al llegar a casa con sus esposas y los hijos, culpándoles de sus desgracias y azotándoles sin motivo alguno para demostrarse así mismo la hombría que huía de ellos ante los encargados y gendarmes de las fábricas.

Las mujeres no eran personas sino esclavas, y se las usaba como bestias de carga y como recipientes de semen.

«La Madre» es la máxima exposición del ansia emancipadora de la clase trabajadora, ambientada en una Rusia burguesa que acapara todas las riquezas y controla la vida de sus siervos. El nacimiento de la Internacional socialista, que promete que “el pueblo unido jamás será vencido”.

El autor describe crudamente la situación que se vive en la Rusia de los zares. He elegido como ejemplo este fragmento en el que aparece una siniestra figura humana en el claro del bosque y se dirige a una choza donde traman repartir octavillas revolucionarias. El hombre camina mal, se tambalea de un lado a otro, apenas puede respirar y se duele del pecho; tose mucho y escupe sangre. Se ofrece a repartir él las octavillas, y la Madre, que es quien las ha traído caminando varios días por los bosques arriesgando su propia vida, se niega aludiendo a su estado grave y enfermo: «¡Pero si no se tiene usted en pie!», exclama. El hombre insiste:

«Aún puedo hacerlo. Mírenme, tengo 28 años y me estoy muriendo. Hace diez años me cargaba hasta doce puds de peso (El pudd equivale a 16 kg.) y como si nada. Con esta salud, pensaba yo, llegaré hasta los setenta sin un traspié. He vivido diez y ya no puedo más. Los patronos me han robado cuarenta años de mi vida, ¡cuarenta años!»

Un grupo de jóvenes intelectuales comprende que el pueblo es mayoritario y las fuerzas opresoras escasas. Piensan que las riquezas que produce el pueblo deben ser para el pueblo, en vez de estar siendo acumuladas y despilfarradas por unos pocos mientras ellos, los productores, se mueren de hambre sin llegar a los cuarenta años.

Pavel, personaje central que representa en la vida real al héroe ruso Zalomov, un joven revolucionario que dirige un grupo clandestino, entiende que lo primero que necesitan los obreros es aprender a leer para conocer la historia e informarse de lo que los mantiene en la esclavitud. Su madre teme por su vida.

La descripción de la escena en que por primera vez en la Rusia zarista un grupo de trabajadores abandona la fábrica y se junta en manifestación, enarbolando la bandera roja y marchando hacia el pelotón de soldados armados con sables y a caballo, eriza la piel y justifica por sí sola la lectura del libro. La represión es terrible, pero algunos soldados se niegan a obedecer, lo que prueba que la semilla de la revolución ha calado hasta en el Ejército.

Natasha, una joven estudiante, hija de una familia burguesa, y desahuciada por unirse a la causa, será una de las principales activistas.

La parte romántica la pone Sershenska, la temeraria activista, maestra de profesión que, enamorada de Pavel, lo sigue silenciando el amor que invade su alma para no comprometerle, sabiendo que él no tiene otra meta en la vida que la Revolución.

Nacen las imprentas clandestinas y los repartos de octavillas y libros se multiplican, aun a riesgo de acabar todos condenados a muerte, a campos de trabajos forzados o desterrados a Siberia.

Los registros por la policía secreta en las viviendas y la saca de sus inquilinos se suceden. Pavel es detenido y encarcelado y su madre, orgullosa de su hijo, decide continuar su lucha, aunque para ello deba aprender a leer y escribir, y dedica su vida a repartir por las aldeas y ciudades los periódicos que cambiarían la mentalidad de la gente. Espías y agentes secretos la seguirán. Será conocida en todas partes por "La Madre" (de Pavel)

El libro, escrito en 1906 durante su destierro en Estados Unidos, es una cronología novelada del movimiento obrero en sus inicios.

Lo he encontrado en la sección de Ofertas de Carrefour, al precio de 5`90 euros. Tiene tapa dura, buena presencia y contiene dos novelas: La Madre, y Los vagabundos. Un total de 503 páginas, de las que 345 pertenecen a La Madre.

Como lector, agradezco la exquisita prosa, que contiene numerosas frases memorables, y la detallada información histórica de aquella desgraciada época.

Como dato negativo, encuentro un exagerado y bondadoso maternalismo por parte de la protagonista, que por momentos cansa.

Gorki, seudónimo del escritor Alexei Maximovich, ha sido siempre denostado por unos y ensalzado por otros. A sus treinta años había publicado varias obras, que fueron traducidas a varios idiomas, su prestigio fue tan grande, que en 1901 ya se le comparaba con Tolstoi.

Perseguido por su gobierno, Gorki huye a Estados Unidos, donde logra impedir que se le concedan al Zar préstamos para la continuar guerra. Gorki era amigo de Lenin y, a la muerte de éste, fue utilizado por Stalin para expandir sus ideas; pero luego fue perseguido por éste al no aprobar el escritor ciertos comportamientos del Partido Comunista, como el limitar la libertad de expresión de los escritores.

Gorki, tras exiliarse en varios países y vivir plenamente, escribiendo numerosas obras reconocidas mundialmente, murió en Moscú en 1936 en extrañas circunstancias, dando pie a diferentes versiones sobre el suicidio o el asesinato.

viernes, noviembre 19, 2010

CUENTO INFANTIL

Érase una vez un señor muy rico que, como todo rico, sentiría estrecheces hasta en el Paraíso, y no contento con lo que tenía envió a sus siervos a explorar el mundo.
Navegaron éstos por los mares durante varios días y se detuvieron en un lugar desértico, situado muy lejos de la patria. Encontraron allí muchas riquezas y en nombre de su señor se apoderaron del territorio. El amo se reunió con los nativos y les ofreció la paz, les procuró trabajo en las tierras y les prometió protección contra los bandidos del desierto. También les construyó viviendas, escuelas e iglesias y les enseñó su idioma y creencias, mientras él se enriquecía con sus fábricas y con la pesca de sus mares.
Con el paso de los años, la gente comprendió que aquella tierra era la suya y que el amo, un extranjero, se la había arrebatado. El pueblo se revolucionó y organizaba escaramuzas y atentados, exigiendo sus tierras; pero el amo se mostraba enérgico y castigaba duramente a sus siervos. Así pasaron varios años y el señor se hizo viejo, cayó enfermo y murió, dejando sus tierras a sus descendientes.
El heredero tuvo miedo y abandonó el país que durante tantos años y con tanto esfuerzo habían construido sus antecesores. Se llevó a sus guardias y sus armas, dejando el territorio sin defensas. Enseguida llegó otro señor con su ejército a ocupar su lugar y se apropió de las tierras que aquél había abandonado.
Ambos señores eran amigos. Decían en broma que eran casi parientes porque tenían el mismo grupo de sangre. Se invitaban uno al otro a comer en sus palacios, iban a cazar juntos y tenían negocios juntos. El uno se llamaba Juan; el otro Hassan.
Juan tenía tiendas, plantaciones y cortijos en las tierras de Hassan y éste en las tierras de Juan. Ambos se respetaban y se ayudaban mutuamente a protegerse contra los seres hambrientos que intentaban invadir sus tierras.
Juan sabía que su amigo avasallaba a los nativos del país que él había abandonado, que encarcelaba a los alborotadores, los torturaba y los ejecutaba, y que bombardeaba sus aldeas para escarmentarlos, incendiaba sus casas y tiendas de campaña. Ignoraba a cuántos hombres, mujeres y niños había matado, porque su amigo no dejaba entrar ni a periodistas ni a nadie en su territorio; pero Juan no decía nada y miraba hacia otro lado porque Hassan le permitía mantener sus tiendas abiertas en su ciudad y estaba seguro de que a él nunca le haría daño. ¡Ande yo caliente…y ríase la gente!
Los amigos son un tesoro y hay que cuidarlos
Foto de El País. Dos niños saharauis heridos son atendidos en un centro hospitalario de El Aaiún

AULLIDOS
Se escuchan aullidos en el desierto y no es el viento.
Son los gritos de la gente que está sufriendo
El viento arrastra cenizas y despojos,
Y deja atrás un cementerio.
No claves en mí tus tristes ojos, niño,
Que ayudarte yo no puedo,
aunque te tengo cariño
Un hedor insoportable
emana del Parlamento
Temen que el moro se enfade
y se quede con el dinero
Maldito Gobierno,
algún día el rey moro
invadirá Ceuta y Melilla
y el mundo te dejará solo

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domingo, noviembre 14, 2010

LAS RUINAS DE BOLONIA


Me gusta el otoño, no hace ni frío ni calor, los campos lucen verdes y no socarrados como en el verano; y cuando amanece un día soleado como el de ayer, sábado 13, se agradece salir a tomar el aire y disfrutar de la naturaleza. Y de nuestra Historia.

Ayer sentí una extraña sensación, mezcla de respeto y admiración, paseando por la calle principal de una ciudad romana fundada casi doscientos años antes de Cristo: las ruinas de Bolonia (Baelo Claudia).

Construido junto al mar, en la falda de una colina poblada en las alturas por un bosque de pinos y a unos trescientos metros de una maravillosa playa de arena fina y blanca, el gran teatro romano se alzaba dominando la ciudad y el Estrecho de Gibraltar.

En la otra orilla, a escasos cincuenta km, se perfila la cordillera del Rif difuminada en la niebla, atenta a las enormes naves que cruzan el paso en ambos sentidos en su incesante tráfico de mercancías.

Tras la destrucción por un terremoto en el siglo III y posterior decadencia industrial, la ciudad fue perdiendo terreno en su lucha contra la erosión del tiempo y de los vientos, que la fueron enterrando poco a poco con dunas de arena, matojos y arbustos. No fue hasta la segunda década del siglo XX que un investigador francés, Pierre Martín, y su amigo Jorge Bonsor, inician las excavaciones y sacan a la luz la ciudad de Baelo. Los descubrimientos fueron tan importantes que en 1925 fue declarado Monumento Histórico Nacional.

Una vez sacados sus tesoros arqueológicos, el lugar se deja abandonado y la ciudad es devorada de nuevo por las tempestades de arena y viento propias del Estrecho. Entre 1969 y 1974, con motivo de un Congreso Arqueológico Nacional, la ciudad se limpia y sale a la luz otra vez; pero después es avasallada por los vientos y cubierta otra vez por la maleza y la arena. No ha sido hasta 2005 que la Junta de Andalucía se ha tomado el asunto con interés y desde entonces el lugar cuenta con un mantenimiento constante, se ha construido un museo y sus trabajos son expuestos al numeroso público que acude a diario a disfrutar del paisaje y de la playa, adquiriendo al mismo tiempo conocimientos sobre nuestra Historia.

Baelo contiene un templo a la diosa Isis, un teatro (donde ahora se celebran actos culturales en ciertas ocasiones), y numerosas viviendas y factorías de salazones. Queda en pie un fragmento de acueducto. En la parte más cercana a la playa se halla la zona funeraria, donde se han encontrado, entre otras cosas, urnas para depositar los restos crematorios.

El Estrecho es una zona de paso de atunes, y dicen los historiadores que los romanos se instalaron en Baelo con el fin de montar una industria de salazones y unas cremas que sacaban del pescado, cuyos almacenes aparecen hoy destapados, para abastecer a Roma (Yo, en mi ignorancia, creía más bien que los tripulantes romanos de las embarcaciones vieron con el catalejo a unas guapas íberas jugando desnudas y bañándose en la playa y ellos, que llevaban meses sin comerse una rosca, desembarcaron y se lo pasaron tan bien que se quedaron para siempre. Ahora entiendo el origen de la expresión «La puta mare», tan popular en esta zona: ellos llamaban al mar Mediterráneo «Mare Nostrum»).

La táctica que empleaban para pescar los atunes era la almadraba, que usan aún a pocos kilómetros de allí, en Barbate. Consiste en cercar a las manadas de atunes con redes y luego ir estrechando el cerco hasta que se amontonan unos sobre otros; entonces les clavan un gancho y los sacan a la cubierta del barco, y allí los matan.

Entre las curiosidades que he visto en el museo figuran unas urnas para restos incinerados, de granito,

unos tubos de plomo soldados para canalización de agua,

un pico idéntico a los que se usan hoy para hacer zanjas


un reloj de sol y las diferentes monedas que la propia ciudad acuñaba.

La entrada es gratis. El museo tiene una tienda de recuerdos y libros. Yo compré uno de Jorge Bonsor, que da cuenta de todos sus trabajos arqueológicos en Andalucía

viernes, noviembre 12, 2010

VOLVER A EMPEZAR

pintura de Julien Dupré

Aún no había amanecido cuando cantaba el gallo en el corral. Bajo el porche emparrado escuché al perro arrastrar la cadena, intuyendo la aparición de mi padre, que en esos momentos tomaba malta migada en un cazo de lata revestido de porcelana. Al Este, la oscuridad recogía sus bártulos y retrocedía poco a poco, perfilando las aristas de la sierra de Ubrique, que sobresalía por encima de las nubes agazapadas en sus laderas.
Mi madre se había levantado la primera y, después de encender la anafe y preparar la malta, introducía en un capazo un trozo de pan y el tocino que se llevaba mi padre para comer al medio día. En la habitación de al lado, separada por una cortina, dormían dos de mis hermanas; la tercera, de 12 años de edad, trabajaba de niñera en el molino y allí dormía. Mis dos hermanos, de 13 y 15 años respectivamente, eran pastores y vivían en el campo con el ganado.
pintura de Julien Dupré
Al terminar el desayuno, mi padre se echó el capazo al hombro, se puso la gorra y salió al campo, desapareciendo por la vereda del cortijo, de donde no regresaría hasta la noche. Mi madre lo despedía en la puerta conmigo en sus brazos. Era una escena tan repetida, que aún se mantiene incrustada en mi retina. El terror a caer en desgracia ante los señoritos, cuyos guardas vigilaban montados a caballo por las tierras de la hacienda; y el temor a quedarse sin trabajo y sin la casa que le habían prestado mientras fuera siervo del cortijo, fue la causa de que mi padre cayera enfermo del estómago y los nervios. La tristeza campaba a sus anchas en la casa, yo no recuerdo a ver visto reír a mi padre nunca en mis años jóvenes.
No fue hasta que emigramos en 1959 a Valencia, donde todos encontramos trabajo, que su rostro se dulcificó y abandonó la crispación con que había permanecido acosado por el hambre y la responsabilidad de proveer alimentos. De no tener ni seguro ni sueldo determinado, sino el que le quisieran dar los señores, comenzó a tener un horario y un salario establecido por ley y a poder disponer por primera vez, a sus 55 años, de una cartilla en el banco.
Luego llegaron los llamados años del Milagro Español, época de compras de viviendas protegidas, electrodomésticos y el SEAT seiscientos; otra época de reducciones de jornadas, de 48 a 40 horas semanales, que luego fueron reduciéndose poco a poco en busca de las 35 horas. Los obreros comenzaron a invertir los ahorros en la segunda vivienda, para disfrutar de los descansos domingueros, alejándose del mundanal ruido de las ciudades, y para dejarles a sus descendientes un valor seguro. La Universidad se puso al alcance de todos y no solo de los ricos. De mis cuatro hijos, dos tienen títulos universitarios: Licenciada en Químicas e Ingeniero Técnico Industrial.
Mi familia y mi seiscientos, Benissa, 1979
Tal como reconoce el Poeta del Pueblo, todo fue posible gracias al esfuerzo, al sudor y la sangre de nuestros viejos.
ACEITUNEROS
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?
Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.
Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.
¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?
Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
Miguel Hernández, 1937
Hoy me pregunto, al ver la situación de pobreza que está viviendo tanta gente, de las reformas laborales y la avaricia de los empresarios y banqueros, si mis hijos y nietos llegarán a conocer las condiciones de vida que soportaron mis padres.

miércoles, noviembre 10, 2010

LA CARNE MECHADA de CARMEN

El lunes llamó mi hijo por teléfono para preguntarle a su madre cómo hacía ella la «Carne Mechada», que tan rica le sale.
La carne mechada es fácil de hacer y tiene diferentes usos: para bocadillos (los llamados montaditos de lomo), para tapeo y como delicioso menú, que puede presentarse de diferentes maneras: en salsa, seco, relleno; al horno, sellado, en taquitos, en rodajas, o el rollito entero. En casa la comemos a menudo.
Mi mujer se puso al teléfono y yo puse en marcha la grabadora al lado para no perderme la receta y compartirla con ustedes.
Mi esposa le respondió así:
«Escucha, hijo: Vas a la tienda y compras carne del lomo del cerdo, también llamada "de aguja". Se trata de cada una de las dos piezas de la carne del cerdo que están junto al espinazo y bajo las costillas del animal. Suele tener una forma cilíndrica.
Hay quien le hace un hueco en el centro y lo rellena con diferentes cosas: almendras o piñones, ajo, huevo, etc. y luego lo ata con hilo para que no se caiga el relleno.
Yo lo suelo poner sin rellenar y sin atar, entero tal como viene
Se puede hacer en una sartén, en una cazuela o en una olla. Yo utilizo la olla Express.
Primero sofríes el rollo de carne un poco (se llama sellarlo) y lo sacas y lo pones en un plato.
Luego picas mucha cebolla y la sofríes un rato hasta que se ponga oscurita.
Seguidamente vuelves a meter la carne en la olla y le echas sal, pimienta molida y un litro de vino blanco. Cierras la olla Express y la mantienes al fuego durante media hora.
Luego la abres, sacas la carne, la pones en un plato y la dejas enfriar bastante. Cuanto más fría, mejor la cortas.
Y la salsa la pasas por el pasapurés.
En un plato pones la carne y la cortas en rodajas finas.
Si es para hacerte bocadillos le rocías salsa por encima para que no esté tan seca.
Puedes presentarla en un plato con puré de patatas, y la salsa se le echa por encima al puré, o también está muy rico con patatas fritas, con salteado de verduras o con ensalada.

Si usas una olla normal en vez de olla Express hay que dejarla más tiempo en el fuego para que la carne esté tierna, al menos una hora, dependiendo del volumen del trozo de carne.
¡Y ya está!»
Bueno, pues eso es lo que os puedo decir. ¡Buen provecho!

domingo, noviembre 07, 2010

DIVAGANDO.


Rosa, ayer te vi en la ciudad, cerca del nuevo centro comercial. Estabas sentada en la terraza de un bar, mirando continuamente el reloj y fumando cigarrillos; esperabas a alguien, nerviosa, y la ansiedad te podía. Me quedé allí, observándote, para ver lo que hacías al comprender que ya no interesas a nadie y todos te dejan plantada.

Al rato dejaste sobre la mesa unas monedas y te levantaste, llevabas el semblante serio, parecías demudada; tus ojos hundidos y cercados por la pasión negada. Intuyo la noche larga que has pasado abrazando la almohada o mirando las estrellas por la ventana, acompañada por el Fortuna y alguna lágrima. Sí, sé como te sientes… hiciste lo mismo conmigo.

Y ahora… aquí estás. Te miro y me das lástima.

Coloca el pescador el cebo en el anzuelo y lo lanza al mar revuelto y espera, paciente, a que algún pez despistado o hambriento pique y acabe en su plato para ser devorado. Ignora el pescador que en las altas esferas también se afanan en cazarlo con el señuelo del trabajo y de vivienda, de paz y felicidad, que lo harán picar y acabar en el plato de los muertos en vida.

¿Donde estás, amor, que tanto tiempo ha que no nos vemos? Tus risas aún resuenan en estos muros mientras miro con ojos húmedos, enrojecidos, las imágenes del último de tus videos.

¿Cuándo podré abrazarte y morir de gozo en tus brazos, escuchar tus risas y jugar contigo? ¿Cuándo podré tener el privilegio de ver cómo te diluyes, cual terrón de azúcar, gozando con el amor que sentimos? Una sonrisa tuya vale más que mil primaveras.

La sombra ancha del banquero planea sobre nuestros cuerpos.

Hurón que acosas al conejo en su madriguera y lo obligas a buscar una salida y a huir en pos de seguridad y alimento en otras tierras… ¡Cuántos hurones en Andalucía, cuántos conejos sin madriguera!

Los amos del cortijo están muy ocupados preguntándose qué es primero, mi apellido o el tuyo. Y mientras, los jornaleros arrancan bellotas para poder comer. El campo está lleno de parásitos. Este año también la cosecha será mala.

Mira la rosa altanera a las florecillas silvestres que crecen en torno a ella .Piensa que jamás alcanzarán su belleza y sonríe orgullosa.

Y mientras la rosa encendida dedica su vida a ser la más bella, a sentirse adorada por los diversos insectos que vuelan alrededor, sin osar tocarla para no mancharla, las florecillas silvestres, humildes y pícaras, se abren sonrientes y se ofrecen libremente y sin complejos a las caricias de abejas y moscardas, mariposas y mariquitas sabiendo que la vida son dos días, y los aprovechan para amar y compartir su polen con otros seres, que al igual que ellas necesitan espantar la soledad. Saben que luego llegarán los días de fuego y sus pétalos de terciopelo se tornaran rugosos, y secos, caerán al suelo y los arrastrará el viento. La rosa también caerá y permanecerá en pie, espinoso, punzante, el cardo borriquero.
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sábado, noviembre 06, 2010

BENEDICTO, YO TAMPOCO TE ESPERO

foto de google images

La visita del Papa a España será para mí otra razón más para no votar a este Gobierno supuestamente « socialista»:

1ª Saneó las cuentas de la Banca privada con dinero público, dejando en manos de ésta a los millones de ciudadanos atrapados por una crisis que no han provocado.

2ª Ha recortado salarios, pensiones y beneficios sociales en vez de eliminar cargos políticos y administraciones superpuestas. Ejemplo: Las Diputaciones Provinciales están para atender las necesidades de los pueblos pequeños, cuyos ingresos fiscales no alcanzan para el mantenimiento y construcción de colegios, carreteras etc. ¿Para qué están, pues, las Consejerías de Educación y la de Fomento, que a su vez duplican al Ministerio de Educación y al de Fomento?

Tres administraciones públicas, que emplean a miles de funcionarios, realizan la misma función.

3º Pagar el viaje del Papa con dinero público, que detrae de otros presupuestos más necesarios. Más le valdría ingresar ese dinero en las arcas de la Seguridad Social en vez de amenazarnos continuamente con la quiebra del sistema de pensiones si no hacemos más sacrificios.

Anoche escuchaba el programa de Onda Cero sobre la visita del Papa y estos señores criticaban que un reducido grupo de exaltados se manifestaban en contra de ella, alegando el importante desembolso de las arcas del estado que supone dicha visita.

Afirmaba un tertuliano de Onda Cero que ese gasto es el que corresponde a la seguridad que el Estado debe proporcionar a cualquier jefe de estado que nos visita. De otra parte, nos informaba de los enormes beneficios económicos que supondrán para el país la presencia del Papa en España en el epígrafe de turismo y venta de objetos en recuerdo del acontecimiento.

Debo decir que cambié de emisora, asqueado, y no escuché el final del debate. Era la gota de agua que hizo rebosar el vaso. Después de soportar durante meses los dardos envenenados y partidistas de Carlos Herrera, Onda Cero ha muerto para mí.

Réquien in Peace.

Contra estas afirmaciones, transcribo las publicadas en su día por el diario Público:

"Los medios estadounidenses se han mostrado muy críticos con las vacaciones que su primera dama, Michelle Obama, está pasando en la localidad malagueña de Ronda.

Según comentan en algunos blogs y prensa norteamericana, la situación actual de crisis no aconseja hacer fastuosos viajes vacacionales, más cuando se acaba de anunciar en el país la destrucción de otros 131.000 empleos.

Desde su llegada a España, el periplo de la esposa del presidente norteamericano ha sido seguido con enorme atención, tanto por los medios nacionales como al otro lado del charco.

El gobierno de Obama se ha mostrado silencioso respecto a las críticas. La única declaración en defensa de la primera dama ha venido de Robert Gibbs, secretario de prensa de la Casa Blanca, que ha señalado que "(Michelle) es una ciudadana y madre más en un viaje privado con su hija, deberíamos dejarlo en eso".

Según fuentes de la Casa Blanca, Michelle Obama y los amigos que le acompañan han pagado de su bolsillo tanto el alojamiento, como la comida y el transporte dentro del país. La seguridad y el vuelo hasta nuestras fronteras en el Air Force One (cuyo costo por hora de vuelo asciende aproximadamente a 11.350 dólares) no dependen de las decisiones de la primera dama, sino que son tomadas por el servicio secreto norteamericano, han añadido las mismas fuentes.

El precio de una habitación en el hotel donde se ha alojado Michelle Obama y sus acompañantes durante su estancia en Ronda, el Villa Padierna, ronda entre los 250 y los 6000 euros la noche. Un total de 30 habitaciones han sido necesarias para alojar a la primera dama, amigos, asistentes y personal de seguridad."

http://www.publico.es/espana/331511/los-medios-norteamericanos-critican-a-michelle-obama-por-sus-vacaciones-en-espana:

Por consiguiente pienso que, al igual que la Sra. Obama, el Papa tiene derecho a ir adonde quiera como un ciudadano más, pero pagándose él el viaje y no a costa del pueblo español, que en estos últimos años está pasando por tan grave crisis, que, según dijeron en TVE, se han realizado ya más de doscientos mil desahucios. ¿Para qué atesoran tanta fortuna en el Vaticano? Al final se les oxidará el oro.

En cuanto a los enormes beneficios que reportarán su visita para el país, creo que esos beneficios lo notarán los de siempre: los que tienen negocios de alquileres, la hostelería y las tiendas de regalos, pero no los ciudadanos de a pie. ¿Por qué no pagan ellos el viaje?

Al tertuliano de Onda Cero que decía que “sólo son cuatro gatos exaltados los que se manifiestan en contra de la visita del Papa” yo le digo que añada uno más a la lista: Yo también manifiesto mi oposición a que se pague esa visita con el dinero de todos. Ya somos cinco.