viernes, noviembre 30, 2007

Y UNO APRENDE ....... ¿de Jorge Luis Borges?


Después de un tiempo,
Uno aprende la sutil diferencia
Entre sostener una mano
Y encadenar un alma,

Y uno aprende
Que el amor no significa acostarse
Y una compañía no significa seguridad
Y uno empieza a aprender ...
Que los besos no son contratos
Y los regalos no son promesas
Y uno empieza a aceptar sus derrotas
Con la cabeza alta y los ojos abiertos

Y uno aprende a construir
Todos sus caminos en el hoy,
Porque el terreno de mañana
Es demasiado inseguro para planes ...
Y los futuros tienen una forma de
Caerse en la mitad.

Y después de un tiempo
Uno aprende que si es demasiado
Hasta el calorcito del sol quema.

Así que uno planta su propio jardín
Y decora su propia alma,
En lugar de esperar a que alguien
Le traiga flores.
Y uno aprende que
Realmente puede aguantar,
Que uno realmente es fuerte,
Que uno realmente vale,
Y uno aprende y aprende, ...
Y con cada día uno aprende.

Este precioso poema, atribuido a Borges y recitado por él, sin que aparezca en ninguna de sus obras, es en realidad un plagio. Tal vez sea ése el motivo que lo llevó a no publicarlo.
Se cree que Borges hizo un arreglo personal del texto de Shakespeare.


Después de un tiempo...
Por William Shakespeare

Después de algún tiempo aprenderás la diferencia entre
dar la mano y socorrer a un alma,
y aprenderás que amar no significa apoyarse,
y que compañía no siempre significa seguridad.

Comenzarás a aprender que los besos no son
contratos, ni regalos, ni promesas. . .
comenzarás a aceptar tus derrotas con la cabeza erguida
y la mirada al frente, con la gracia de un niño
y no con la tristeza de un adulto
y aprenderás a construir hoy todos tus caminos,
porque el terreno de mañana es incierto para los proyectos
y el futuro tiene la costumbre de caer en el vacío.

Después de un tiempo aprenderás que
el sol quema si te expones demasiado. . . .
aceptarás incluso que las personas buenas podrían herirte alguna vez
y necesitarás perdonarlas. . .
aprenderás que hablar puede aliviar los dolores del alma. . .
descubrirás que lleva años construir confianza
y apenas unos segundos destruirla
y que tú también podrás hacer cosas
de las que te arrepentirás el resto de la vida.

Aprenderás que las nuevas amistades continúan creciendo
a pesar de las distancias,
y que no importa que es lo que tienes, sino a quien tienes en la vida,
y que los buenos amigos son la familia que nos permitimos elegir.

Aprenderás que no tenemos que cambiar de amigos,
si estamos dispuestos a aceptar que los amigos cambian.
Te darás cuenta que puedes pasar buenos momentos
con tu mejor amigo haciendo cualquier cosa
o simplemente nada, solo por el placer de disfrutar su compañía.


Descubrirás que muchas veces tomas a la ligera
a las personas que más te importan
y por eso siempre debemos decir a esas personas que las amamos,
porque nunca estaremos seguros
de cuando será la última vez que las veamos.

Aprenderás que las circunstancias y el ambiente que nos rodea
tienen influencia sobre nosotros, pero nosotros
somos los únicos responsables de lo que hacemos.

Comenzarás a aprender que no nos debemos comparar con los demás,
salvo cuando queramos imitarlos para mejorar.

Descubrirás que se lleva mucho tiempo
para llegar a ser la persona que quieres ser,
y que el tiempo es corto.

Aprenderás que no importa a donde llegaste,
sino a donde te diriges y si no lo sabes cualquier lugar sirve. . . . .

Aprenderás que si no controlas tus actos ellos te controlarán
y que ser flexible no significa ser débil o no tener personalidad,
porque no importa cuán delicada
y frágil sea una situación: siempre existen dos lados.

Aprenderás que héroes son las personas
que hicieron lo que era necesario,
enfrentando las consecuencias . . .

Aprenderás que la paciencia Requiere mucha práctica.
Descubrirás que algunas veces,
la persona que esperas que te patee cuando te caes,
tal vez sea una de las pocas que te ayuden a levantarte.

Madurar tiene más que ver con lo que has aprendido
de las experiencias, que con los años vividos.
Aprenderás que hay mucho mas de tus padres
en ti de lo que supones.

Aprenderás que nunca se debe decir a un niño
que sus sueños son tonterías, porque pocas cosas son tan humillantes
y sería una tragedia si lo creyese
porque le estarás quitando la esperanza.

Aprenderás que cuando sientes rabia,
tienes derecho a tenerla,
pero eso no te da el derecho de ser cruel.
Descubrirás que solo porque alguien no te ama
de la forma que quieres, no significa que no té ame
con todo lo que puede, porqué hay personas que nos aman,
pero que no saben como demostrarlo. . . . .

No siempre es suficiente ser perdonado por alguien,
algunas veces tendrás que aprender a perdonarte a ti mismo.
Aprenderás que con la misma severidad con que juzgas,
también serás juzgado y en algún momento condenado.

Aprenderás que no importa en cuantos pedazos tu corazón se partió,
el mundo no se detiene para que lo arregles.
Aprenderás que el tiempo no es algo que pueda volver hacia atrás,
por lo tanto, debes cultivar tu propio jardín y decorar tu alma,
en vez de esperar que alguien te traiga flores.

Entonces y solo entonces sabrás realmente lo que puedes soportar;
que eres fuerte y que podrás ir mucho más lejos de lo que pensabas
cuando creíasque no se podía más.
Es que realmente la vida vale cuando tienes el valor de enfrentarla! ! ! !


miércoles, noviembre 21, 2007

PSICOSIS

"El grito", de Edvard Munch
                                            PSICOSIS

  Para Lola  no hay vacaciones en Navidad. El día de Nochebuena ha terminado su trabajo de canguro en una casa de la calle Delicias y  viaja en el último servicio del Metro de la jornada. Apenas media docena de pasajeros ocupan el vagón. El tren anuncia  la inminente parada en Sol, la suya, y ella se apresta para salir. De súbito ve levantarse de su asiento a un joven moreno, alto, de pelo largo y cogido en una coleta en la nuca, que la mira insistentemente con sus ojos color miel.
  Ella siente un escalofrío y se vuelve hacia la puerta, rezando para que la estación esté atestada de gente y ella pueda perderse entre la masa. El sonido del tren deslizándose a gran velocidad por las vías, la voz en off del sistema anunciando la próxima parada aumentan la ansiedad de Lola, que ve cómo los segundos se tornan horas.
  De pronto las luces de la estación pasan rápidamente ante ella y se escucha el peculiar sonido del aire al accionar el maquinista los frenos y la apertura de las puertas. Lola sale, mirando de reojo hacia el chaval moreno, y ve que la sigue sin dejar de observarla; ella acelera el paso, intentando mezclarse entre los escasos pasajeros que se han apeado del tren, pero éstos se pierden en los túneles de las correspondencias y en las diferentes salidas. La chica se aterra y siente aumentar sus pulsaciones; mira hacia atrás y ve que el chico está a unos diez metros y se detiene para encender un cigarrillo. Entonces ella inicia la carrera precipitadamente, gira en una curva y encuentra las escaleras mecánicas de la salida. Vuela sobre ella, saltando los escalones de dos en dos y se gira al llegar arriba: el chico también corre, y Lola siente verdadero pavor; sale a la esquina de la calle Montera y corre por ésta hacia la Gran Vía.
  En el camino sortea a prostitutas y travestís, que muestran generosamente sus encantos a los peatones; el chico moreno la sigue, empinándose para descubrir a la chica tras la masa de gente que circula en ambas direcciones. La ve detenida en la Gran Vía mirando a izquierda y derecha. Lola atraviesa la calzada corriendo, sin esperar a que el semáforo cambie y le dé luz verde. La gente se vuelve al escuchar un chirriar de frenos precipitados seguido de un estruendo y ruido de cristales rotos. Un claxon se queda enganchado, pitando sin cesar.
  Los conductores y algunos peatones gritan a  Lola y la insultan; un coche de la policía, estacionado junto a una boca de metro cercana, hace sonar su sirena y se pone en marcha; pero ella no está para perder tiempo en dar explicaciones: ya la violaron una vez y no desea repetir la experiencia.
  ¡Y el moreno está en la acera, junto al semáforo, mirándola fijamente! Ella aprovecha para aumentar distancias y entra en la calle Ballesta, corre entre los  transexuales, prostitutas y hombres maduros y solitarios que le lanzan piropos soeces y proposiciones  odiosas.
  Decide girar en la primera calle y  volver a la Gran Vía para dirigirse a la buhardilla que ocupa en un viejo edificio renacentista cercano a la Torre de Madrid.
  Está cansada, muy cansada, su corazón parece querer escapar por la boca; mira hacia atrás y ve con horror que el chico corre tras ella a cincuenta metros. Lola tuerce en la esquina y se mete en el primer portal que encuentra abierto, sube las escaleras, se detiene en la primera planta y se acurruca en un rincón.
  Teme que el sonido de su agitada respiración la delate; busca en su bolso el teléfono para llamar al 112, pero no lo encuentra. Entre los diversos objetos que contiene el bolso toca una lámina fina y corta: la lima de las uñas, y la sujeta con fuerza, cerrando el puño en torno a ella.
  La escalera está  oscura, pero ella siente que las sombras se hacen más negras cuando alguien entra por la puerta de la calle. “¡Está allí!”, piensa.
   De pronto escucha unos pasos que se detienen al pie de la escalera y luego comienza a subir, marcando los escalones. Lola se ahoga, no puede aguantar la respiración, ¡Ah… Ah… Ah…. Ih, ah, ih, ah…! El aire silba al aspirar;  el miedo la atenaza, y ella  aprieta firmemente la lima en su mano, dispuesta a defenderse.
  De pronto la luz se enciende y Lola da un grito al ver de pie ante ella al chico, que la mira con ojos deshorbitados. Ella grita con todas sus fuerzas:

    —¡Ayudaaaaaaaaaaaaaa!, ¡socorroooo!

 El chico mira a todos lados, asustado;  se escuchan ruidos de puertas que se abren y voces preguntando qué sucede.
Lola llora, tiembla y se orina encima. El chico se inclina y pregunta, mostrándole un celular:
—¿Se encuentra usted bien, señorita? Se le cayó el teléfono al salir del metro. Yo sólo quería entregárselo. Sé lo importantes que son, y si alguien lo encuentra y lo usa será usted quien pagará  la factura.
  Ella lo mira con los ojos desorbitados, no entiende, está bloqueada y no puede pronunciar palabra, y por eso permanece muda cuando unos policías se lanzan sobre el chico y le golpean, lo controlan en el suelo y le ponen las esposas.

  —Éste ya no atracará a nadie más.

  Otro policía busca dentro de su cazadora, saca una cartera y examina los documentos que contiene. Luego, mirando despectivamente hacia el chico que está en el suelo, dice:
—Es un “sudaca”, un sin papeles. Lo ficharemos y ojalá lo devuelvan a su país.

                                                FIN


martes, noviembre 13, 2007

ROJOS

Foto tomada de la página web inSurGente.org

                                                                      ROJOS
Sentada en una silla de ruedas, tomando el sol en el patio de la residencia de la tercera edad de Arcos de la Frontera, con la mirada de ojos vidriosos y tristes fija en el horizonte y las manos arrugadas y temblorosas sobre su regazo, María, una nonagenaria, recibe la visita de su hija y su bisnieta, una preciosa chiquilla de nueve años. La niña tiene un admirable parecido a su hija, y al mirarla y contemplar sus ojos, su boquita, sus gestos y oír sus risas los recuerdos regresan a su mente:

El sol del medio día cae implacablemente y las chicharras expresan sus quejas elevando el tono de sus vibrantes alas. Bajo la parra enredada en el porche de la casa, ella come unas gachas con su hijita, de tres años. La quietud de la montaña, la paz del alcornocal y los buitres volando alto se ve interrumpida por la aparición de un jinete en la vereda del cortijo. Ella se alza, deja la niña que tiene en sus brazos sobre una sillita y entra rápidamente en la casa. Instantes después sale de nuevo, alisándose el vestido y mirando fijamente y angustiada al hombre que se acerca.
Éste no es otro que D. Juan, el dueño de aquellas tierras.
Al llegar a la choza, el hombre detiene su precioso caballo negro de raza árabe y se queda mirando a la hermosa mujer morena. Y sin quitarse siquiera el sombrero en señal de respeto al pisar casa ajena, sin bajar del caballo, le dice, con sonrisa sarcástica:
–Acabo de enterarme de que a tu marido lo trasladan de la cárcel de Cádiz y se lo llevan a trabajar a El Escorial, en Madrid, para construir un gran mausóleo con una cruz inmensa sobre la montaña.Eso le pasa por ser "rojo" ¿Qué? ¿Te lo has pensado?
– Intente tocarme y será lo último que haga. ¡Se lo juro! Y ahora, ¡largo de aquí!
–No, si no te voy a tocar; serás tú misma quien venga a buscarme. Yo puedo hacer que le traten bien, que lo revienten a trabajar hasta que desee con toda su alma estar muerto, o que lo fusilen…
Ella lo mira con odio, sus labios tiemblan, los aprieta para evitar pronunciar las palabras que fluyen a su boca. Permanece así unos instantes y luego dice, suavemente:
–Ya le he dicho que soy una mujer casada y a mi marido me debo en respeto y cariño. Le pido por favor que me deje tranquila, se vaya y no vuelva.
–Tu marido no volverá nunca si yo no quiero. No seas tonta, te dejo trabajar y vivir en mis tierras, puedes criar a tu hija, te puedo ayudar con dinero… No me seas arisca, niña, que yo ya tengo mi familia y en ella no hay lugar para ti. Sólo deseo un refrigerio contigo. Los dos disfrutaremos… ¡Piénsalo!
El hombre tira de las riendas, da la vuelta, golpea con las rodillas sobre el costado del animal y sale al trote por la senda sin mirar atrás. Cuando se pierde en la lejanía, ella entra en la casa y se dirige al anafe a atizar el fuego, entonces saca un cuchillo de su bolsillo y lo coloca junto a los otros cubiertos. Luego sale, coge en brazos a su hijita y comienza a besarla, llenando su carita de lágrimas.
Afuera, la quietud de la montaña, la paz del alcornocal y los buitres volando alto son los únicos testigos del drama que viven en aquella pequeña casa...
–Abuelita, no me has contestado. Mañana es tu cumpleaños y te he comprado un regalo. ¿Quieres saber qué es?

sábado, noviembre 10, 2007

MI ÚLTIMO CUADRO.



CALABAZAS


A lo largo de mi vía,

dó muhere  yo adoraba,

 calabaza ella  me dieron.

cuando  meno lo ezperaba-


Y de mi láo ze fueron,

zin mirá una vé pa atrá,

dehándome mu  abatío

y zin gana de hacé ná.


Ma, ¿qué le vamo a hacé?

Noz tenemo que aguantá

zon la coza del queré

y no ze puen evitá

Placere no da la vía,

y hoy  me dio por dezeá

 la "berza" de Carmencilla:

su calabaza, dorá,

con zu col y zu morcilla,

el chorizito de El Bosque,

y tocinito del güeno,

callo, garbanzo y papita...


¡Ay, qué güeno, Dio! ¡ Ay, qué güeno!

!Y qué pringá! ¡Qué pringá!

Ya zé que me voy a hartar.


¡Qué manhá me viá comé!

Mi muhé, de maravilla,

¡la berza la zabe hacé!



Bueno, ¿ qué os parece? Lo acabo de escribir sobre el sitio, improvisando. Es que la berza inspira.



viernes, noviembre 02, 2007

MI ESPOSA



MI ESPOSA
Amaneció con cara cansada y marcas azuladas en torno a los ojos; no había pegado ojo en toda la noche, yo lo sabía. En la oscuridad, la notaba tensa y estirada boca arriba en el lecho, y no escuché ni uno solo de sus habituales ronquidos. Tenía miedo.
Por la mañana temblaba, y no era de frío, ni de fiebre: era el miedo. Ella intentaba no preocuparme y sonreía, con esa sonrisa triste que ya conozco de otras veces.
A las nueve de la mañana del día 30 de octubre, mi esposa estaba citada en los quirófanos del Hospital Virgen de El Puerto, para extirparle un quiste de un seno. Otro. Y, como en el anterior, ella, mi niña, temblaba de miedo. ¿Sería grave? ¿Maligno?, me preguntaba mirándome a los ojos para que fuese sincero. De nada valía que el médico y el cirujano en visitas previas la tranquilizara diciendo que era algo superficial, que no estaba “dentro”, que era un bulto de grasa… El miedo es libre, y se había apoderado de su frágil cuerpo.
“Si me pasa algo, ya sabes lo que tienes que hacer”–me decía con una triste sonrisa, esperando que yo negase su razonamiento, que la abrazara y le diese un beso de ánimo, segura de que yo estaría allí a su lado, nervioso, tras la puerta del sufrimiento.
Y llegó la hora, entró en el quirófano y le sacaron ese maldito quiste horadándole el seno, ese seno que amamantó a sus cuatro hijos, el mismo que me entregó a mí el primero…
A las dos horas salimos hacia nuestra casa muy contentos; ella sonriendo y hablando mucho, contando las bromas que le habían gastado los médicos. Bromas, trato y atención piadosas, ¡que son muy humanos los médicos!, y le decían cosas para hacerla reír, para que distendiera sus alborotados nervios.
Mi niña venía muy contenta y riendo, a pesar de los seis puntos que mostraba en el seno. Y yo era feliz por ella: no se merecía sufrir tanto y quería verla sana y contenta, escuchar sus risas, esquivas desde hacía tanto tiempo. Risas que le robaba el viento del miedo.
Ésa es mi niña, la mujer que yo tengo, la que me soporta desde hace tantos años, tanto tiempo… La mujer que tanto quiero.
Y ahora, mientras ella reposa en el sofá, calladamente sufriendo el dolor de la herida del pecho, yo me he asomado al balcón, he alzado la vista y he buscado entre las nubes a ese Dios que está en los Cielos y calladamente, con mi corazón, le he dicho:
Gracias, Dios, por haberla traído entera, con sus dos senos completos. Perderlos era lo que ella más temía, y en eso has sido benévolo. Déjala ya tranquila, son tres veces las que ambos hemos sentido miedo. Ya vale. Si es necesario, si no hay más remedio, tómame a mí y déjala a ella, que es lo mejor que en esta familia tenemos.
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lunes, octubre 29, 2007

CRÓNICA DE UNA MUERTE CANTADA

Foto de Manuel Murrieta Saldivar

MUNDIAL DE FUTBOL en los Estados unidos de América. Año 1994.
El mundial había comenzado con mal pie desde su gestación. La FIFA, empeñada en dar a conocer y promover el fútbol en la más poderosa nación del planeta, donde sólo unos de treinta millones de aficionados –la mayoría hispano parlantes– practican ese deporte, debía enfrentarse a las lógicas protestas de los países europeos, quienes aducían motivos de la diferencia horaria, y a los sudamericanos que se veían obligados a jugar al medio día para complacer a los europeos, los más ricos y poderosos.

Llegado el momento, Maradona se erige en representante de todos los jugadores sudamericanos e invita a los grandes ejecutivos de la FIFA a ponerse ellos las botas y salir al césped con temperaturas de más de cuarenta grados en algunos casos. Arguye que los que juegan son los futbolistas, y que sin ellos no existiría el espectáculo. La FIFA responde que sin los cientos de millones de telespectadores que verán los partidos en Europa y África, que pagan los derechos de las retransmisiones, tampoco existirían los torneos, los equipos ni los jugadores.
Vence la FIFA: los partidos se jugarán a temperaturas asesinas para los futbolistas. En algunos casos, la temperatura alcanzará los 50 º y la humedad casi al 200%.
Será la primera vez que se sumarán tres puntos al vencedor de cada partido; la primera vez que entrarían vehículos motorizados en vez de camillas para sacar del terreno de juego a los lesionados; el éxito de la Televisión, que retransmitiría la final a 2,300 millones de telespectadores.

En América no existen las quinielas, son las apuestas directas por un equipo u otro lo que mueve a miles de millones de dólares. Las mafias vetan a árbitros y jugadores incómodos; algunos jugadores reciben amenazas y se retiran de la competición; el día anterior al partido entre Colombia y EE.UU fueron amenazados de muerte el entrenador colombiano Francisco Maturana y Gabriel “Barrabás” Gómez, medio campista de dicho seleccionado. Los autores de las amenazas exigían que el Barrabás fuera excluido del partido contra los estadounidenses. Y lo consiguen: “Barrabás desapareció de la concentración colombiana y se dirigió junto a su mujer y a su hijo a una playa en Los Ángeles. Luego declararía que se retira del fútbol y fue sustituido por Gaviria.
Los otros jugadores estaban dispuestos a llegar hasta el límite para llevar a su selección a la gloria, aun a riesgo de su propia vida.
Era el caso de Andrés Escobar, un jugador colombiano de 27 años, procedente de una familia acomodada, que destacó en el equipo del colegio donde estudiaba y que cambió sus estudios por el fútbol, llegando a ser el ejemplo de la juventud colombiana, el espejo donde mirarse, el símbolo de la libertad de la esclavitud y la pobreza.
Unos años antes, el 24 de mayo de 1988, marcó el único gol en el estadio de Wembley contra Inglaterra.
En las preliminares del mundial, Colombia había derrotada a la Argentina por 5–0, revelándose como uno de los candidatos a llevarse la Copa del Mundo.

A las seis de la tarde del día 22 de junio, el estadio Rose Bow de Pasadera está rebosando con sus 93, 689 espectadores. Las gradas son un paisaje de colores, con sus banderas y disfraces; el griterío de la gente es impresionante; el calor, agobiante; las gradas muestran a hombres y mujeres en bañador o en top-les.
Por el cielo azul pasan bandadas de loros, unas aves procedentes de una granja incendiada en 1964 y de donde los loros fugitivos han logrado multiplicarse por miles de veces, transformándose en una verdadera y odiosa plaga para los pasadenos.

Las cadenas mexicanas Univisión y Telemaco en lengua castellana y la ABC y ESPN americana en inglés se encargarán de retransmitir el partido que enfrenta a Colombia con EE.UU a todos los países del mundo.
El defensa colombiano notaba que algo no iba bien, que el partido se le iba de las manos. En ese partido, la selección colombiana se jugaba su pase a la siguiente ronda. La selección estadounidense, contrariamente a todos los pronósticos, se estaba revelando como un terrible adversario. Los colombianos jugaban con la tensión de haber perdido antes contra Rumanía y las amenazas contra la familia de Barrabás.

Escobar se había preparado desde hacía años para este momento, deseaba llevar a Colombia a lo más alto, se había entrenado para ello, había logrado destacar con sus esfuerzos en los campos de fútbol, y que Maturana, el seleccionador nacional, le llevase a todos los encuentros de la selección.
Ahora veía que el mundo se le venía encima. A los 22 minutos del primer tiempo su equipo no conseguía dominar el partido.
De pronto sintió elevarse el murmullo de las gradas; un delantero enemigo, Jhon Artes, avanzaba en paralelo por su izquierda, al otro lado otro corre con la pelota, le lanza el balón y Escobar se lanza, se estira para evitar el remate y logra despejar el balón. Aún no ha caído al suelo cuando el graderío explota:

¡¡¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL!!!
Y de pronto el silencio.
El estadio permanece mudo; las banderas colombianas se repliegan. Nadie comprende. Colombia es eliminada del mundial por un equipo del que nadie ha apostado un solo céntimo.
En los hogares, bares y centros televisivos de Colombia la gente masculla, maldice, llora… En algunos despachos se echan las manos a la cabeza. El empresario ha apostado su fortuna y se arruina. La gente rompe las fotos del ídolo, lo pisotea, lo quema. En las gradas del Rose Bow se escuchan pitidos e insultos; incluso amenazas.
Escobar está en tierra, vuelto hacia el cielo. Una bandada de loros aún cruza el espacio visible, pero él no la ve, no ve nada: el mundo se le ha caído encima. Se sienta con la ayuda de un compañero, y le nota áspero, el portero se golpea la cabeza contra el poste y da patadas en el aire. Sus compañeros miran hacia otro lado cuando Escobar les mira. Se siente la tragedia. Los americanos marcan un gol en el minuto 52 y es en el minuto 89, a punto de finalizar, cuando Colombia marca el suyo. El árbitro toca el pitido final y entre abucheos e insultos, el equipo desaparece en los vestuarios.
De regreso a Medellín, Escobar se aísla, no desea ver a nadie, sabe que es el causante del mayor desastre que podía sucederle a su país. La prensa le crucifica, y el antiguo ídolo se convierte en el traidor que ha regalado la clasificación a Estados Unidos.
Pasan diez días y por fin una pareja amiga le convence para salir de su enclaustramiento. La vida debe continuar, le dicen, otros jugadores también fallaron. Incluso en la final, Bagio falló el penalti que supuso el triunfo para Brasil. Debe seguir luchando y pensar ya en el próximo mundial: éste pertenece ya al pasado.
Se van a un bar alejado de la ciudad, un pub de carretera, el “Estadero Indio”. Escobar va con una amiga y la otra pareja, y allí se divierten y beben. En el mostrador se hallan tres hombres que no dejan de observarles desde que entraron. Uno es Humberto Muñoz, el chofer de Santiago Gallón Henao, un importante banquero y empresario que ha perdido una fortuna por haber apostado por el triunfo de Colombia. Humberto está allí como guardaespaldas de los otros individuos que le acompañan. Estos cruzan algunas frases insidiosas con Escobar.
Humberto se dirige a la mesa de Escobar y le incordia, le llama traidor y poco hombre; Escobar, que al comienzo intenta evitar la discusión, acaba por responder a los insultos y llegan a las manos. Los otros y los amigos los separan y la velada continúa; pero Humberto no cesa de mirarle fijamente y le reta a la salida.
Son las tres y media de la madrugada y el dueño del bar, previniendo males mayores, dice que es hora de cerrar. Las quince personas que estaban en el establecimiento salen y se dirigen a los aparcamientos.
Escobar y sus amigos se disponen a entrar en su coche cuando Humberto se acerca, le llama, y sin mediar palabra saca una pistola y le mete doce balazos. Mientras grita: “ Golazo, golazo ” y “ gracias por el autogol ”.
Escobar se cae sin entender nada.
Más de ciento veinte mil personas, incluido el presidente de Colombia, César Gaviria, asistieron a su entierro.
La policía detiene al asesino. Una gran revuelta se instala en Medellín; la gente exige justicia. La prensa se divide, el Gobierno exige un escarmiento para acabar con la violencia en el deporte. Algunos jueces son recusados por los carteles mafiosos. No se llama a los testigos. El juicio se lleva casi a puerta cerrada, y Humberto es finalmente condenado a 43 años de cárcel.
Pero los jueces cambian el código penal en 2001 y lo aplican con efecto retroactivo. Humberto ve reducida su condena a la mitad y luego, increíblemente es liberado en 2005, tras haber cumplido solamente 11 años de condena.
El hermano de Andrés Escobar, entrenador del equipo Atlético Nacional, cansado ya de luchar porque se haga justicia, ha dicho en rueda de prensa
“De los hombres, no espero la justicia, pero sí la Divina. Humberto sólo era un enviado, los verdaderos asesinos están libres en sus despachos”
El fútbol ha dejado de ser deporte para convertirse en negocio, en arma política, en somnífero para las masas. “Dadles toros y fútbol”, se decía en España en épocas no muy lejanas. Hoy día, en ciudades azotadas por el desempleo, pueden verse los estadios a rebosar, y muchos de los desempleados que perciben una ayuda social para mantener a sus familias, muestran con orgullo sus carnés de socios de sus equipos favoritos.
Definitivamente, mientras se piensa en el fútbol, no se exigen soluciones a otros problemas.

martes, octubre 23, 2007

LA VUELTA AL COLE

EL CAMINO AL COLEGIO PÚBLICO "EL JUNCAL"

Jaramagos, amapolas,
violetas y margaritas
y algunos almendros en flor
bordean el camino al colegio,
por donde irán los niños, sin temor.

Por la mañana temprano
por el camino de El Juncal
lleva una mujer, andando,
a sus hijos a estudiar.

Con la carita recién lavada,
cargados de libros para estudiar;
los ojos todavía con sueño,
van los niños a “El Juncal.”

Y una niña chiquitilla
se inclina en la orilla
y coge, para su madre,
un ramo de florecillas.

Un perrito pequinés,
de color canela,
en la puerta del colegio espera
la salida de su ama y compañera.

sábado, octubre 20, 2007

INCH ALA por KARIM, un amigo de PLANETA de ESCRITORES

NCH ALÁ

Llueve sobre Bagdad metal y fuego,
empapando una vida que se va
y mientras muere el niño se oye un ruego:
la guerra ha de acabarse...Inch Alá.

Y ante el núbil cadáver pasa un ciego
y tropieza y se cae mas ¿Qué hará?
En su oscuro y total desasosiego
susurrarle al oído...Inch Alá.

¿Acaso el niño -mártir inocente-
del odio impersonal -pero terrible-
entiende la razón –Inconcebible-

que con discurso asaz grandilocuente,
explica a un auditorio indiferente,
la causa de esta guerra aborrecible?

KARIM

martes, octubre 16, 2007

ENLACE MATRIMONIAL RUBÉN - PAULA







El río Sil, la Ribera Sacra, Orense y sus maravillas; la gente gallega, hospitalaria, noble y buena, fueron los que un día, hace ya cinco años, recibieron a mi hijo Rubén cuando decidió ir hasta allí para conocer a Paula, una hermosa muchacha a la que conoció por Internet y que me presentó primero como su amiga, luego como su novia, y ahora, desde el día 13, como mi nuera: una nueva hija.
Porque hace una semana subí hasta Galicia y me detuve en Pereiro, un pueblo ubicado a 940 kilómetros de mi casa, para asistir a la boda de la pareja Rubén–Paula.
Todo salió perfecto. Fue un día inolvidable, y no sólo para los contrayentes, sino para todos los que pudimos ver con nuestros ojos el gran amor que existe entre ellos.
Durante tres años estuvieron viéndose en Internet, chateando y pasando el tiempo en videoconferencias y charlando por el móvil. Fueron clientes extraordinarios de Telefónica y Wanadoo, quienes se enriquecieron a sus costas. Cada cinco semanas viajaron para encontrarse, alternándose, unas veces ella bajaba hasta Cádiz; otras, él subía a Orense.
Llegó el día en que no podían resistir la lejanía y Rubén buscó trabajo en aquel pueblo y se fue a vivir junto a ella.
El día 13 de octubre se casaron. A pesar de haber cerca de allí preciosos conventos y monasterios, ellos decidieron casarse por lo civil en un hotel-restaurante de su pueblo, “Los caracoles”, un lugar muy bueno, acogedor y que dispone de un jardín con una preciosa cabaña preparada para realizar bodas.
Ese día, hasta el cielo gris y lluvioso gallego se puso de acuerdo en no derramar ni una gota de lluvia y brillar con un sol espléndido sobre el jardín donde Rubén y Paula se unían en matrimonio.
Numerosos invitados del novio se desplazaron desde Cádiz, Barcelona, Castellón y Valencia para compartir la felicidad del inolvidable acontecimiento.

A la una y treinta de la tarde, el novio y la madrina esperaban a la novia en el jardín nupcial. La novia se retrasó los minutos de rigor, para llegar luego en un coche deportivo rojo.




















































El jardín estaba lleno de invitados, que al ver llegar a la novia se acercaron a recibirla y, embelesados, aplaudieron su belleza mientras avanzaba al encuentro del novio, quien la esperaba junto al altar de ceremonias, presidido por un funcionario del Ayuntamiento de Pereiro, desplazado hasta allí para celebrar el matrimonio. Un grupo de gaiteros amenizaba la marcha de la novia al encuentro de su amado.

La boda se celebró como previsto y se hicieron las promesas de rigor, se entregaron sus anillos y se besaron; luego, los recién casados abandonaron el lugar y se marcharon con los fotógrafos a un monasterio cercano para hacerse unas fotos. Mientras, los invitados esperaron tomándose un aperitivo en los jardines en una barra preparada para el evento.Degustamos jamón ibérico al corte, y queso al corte; pulpo a freira y a la vinagreta; canapés de bonito con tomate, huevos de trucha y huevo rayados; canapés de huevo con langostino y jamón cocido. De beber había chupitos de fruta, vinos de Ribeiro y refrescos.





















Cuando regresaron los novios subimos al salón de bodas del restaurante, donde estaban preparadas las nueve mesas de invitados y la mesa de los novios y padrinos. Fueron 73 personas las que disfrutamos del espléndido y rico banquete que ofrecieron los novios. He aquí el Menú:
1º Cigalas cocidas, Bogavante a la plancha, Langostinos a la plancha, Vieiras gratinadas.
2º Rodaballo con salteado de verduritas. Sorbete de mandarina; Entrecot de ternera con patata risolada y ensalada.
3ºTarta nupcial y Tulipa con helado
Vinos de Mencia, Albariño, aguas, café, licores y Cava



El banquete estuvo amenizado por una orquesta formada por una pareja de cantantes, que mostraron su repertorio y quienes, después de la comida, nos acompañaron en el salón de baile, donde permanecimos, disfrutando de barra libre, hasta la 1´30 de la madrugada. Al grupo de amigos gaditanos lo tuvieron que echar porque era la hora de cerrar y no había forma de agotarles el ansia de beber ni de cantar chirigotas y sevillanas.
Rubén, Paula: os deseo muchos años de felicidad y amor.

domingo, septiembre 30, 2007

FESTIVAL DE POESÍA EN BORNOS

FESTIVAL DE POESÍA EN BORNOS

Ayer, día 29 de septiembre, fui invitado por mis amigos Miguel Ángel Rincón y Manuel García a asistir a las 20´30 horas a un festival de poesía que celebraban los amigos del foro Bienal de Poesía en Bornos, Cádiz.

Me fui con mi esposa un poco antes de la hora para visitar el lugar y de esta manera pudimos admirar el Castillo de Bornos y pasear por sus jardines. El Castillo -Palacio de los Ribera es del siglo Xlll. Conquistado por el rey Fernando lll, fue entregado más tarde a la casa de Marchena y en 1398 la compró la casa de Ribera. Del castillo se conservan dos torreones y una parte de sus murallas, y contiene el único jardín renacentista de Andalucía baja.





















El recital de poemas se celebraba en El Convento del Corpus Chistri, construido en la segunda mitad del siglo XVl por Don Juan de Ribera, hijo de Don Per Alan de Ribera, quien dejó escrito en su testamento que se construyese una casa hospital para los siervos y caballeros de la casa Ducal y para otros que estaban sin mancha de sangre.

Es un bonito palacio construido en piedra y ladrillo, de dos plantas y que alberga en su interior un patio porticado. Contiene las tumbas del Adelantado mayor de Andalucía, Francisco Enriquez de Ribera y su esposa Leonor Ponce de León, hija del marqués de Cádiz, Rodrigo Ponce de León.

El edificio no le gustó al patrocinador por la dificultad que tendrían los ancianos en subir las empinadas escaleras que conducían a la segunda planta, y ordenó construir otro edificio enfrente, convirtiendo éste en convento de monjas clarisas, ordenado por el Papa Clemente Vll en 1593. Continuó como convento hasta 1973, fecha en que fue adquirido por la Caja de Ahorros de Jerez y transformado en Escuela de Formación Profesional al principio y en Instituto de Enseñanza Secundaria en nuestros días.

Monumento al Quijote en El Convento Patio interior de El Convento



Poco antes de la hora de comienzo nos dirigimos a la sala y tuvimos el placer de encontrarnos con la familia José Pangeat- Conchi Postigo y la pequeña Cristina, la familia de Manuel García y Miguel Ángel Rincón. Estuvimos hablando un poco de los foros literarios que nos unen –El Recreo y Bienal de Poesía–, del programa del acto que íbamos a celebrar y de nuestra participación en el mismo.

Conchi se excusó por que la sugerencia la cogió de improviso; yo acepté de leer uno de mis poemas, “Un paseo por la orilla del río Majaceite” y al mismo tiempo pedí autorización para presentar mi novela, “La pista del lobo”, desconocida en ese bonito pueblo gaditano.

Numerosos poetas de la Sierra de Cádiz se habían desplazado al festival para leer sus obras. Eran tantos, que se acordó un tiempo limitado a cada poeta para no alargar en demasía el acto. Fueron diez los poetas que participaron, deleitándonos con sus poemas.


Salón del recital. Asistencia: 50 personas. Miguel Rincón en medio de este grupo

Grupo de poetas, entre ellos, Manuel G. segundo por la derecha

Un grupo de poetas, entre ellos, Miguel Ángel Rincón

El acto comenzó con la presentación de los poetas y el agradecimiento al Excmo. Ayuntamiento de Bornos y a la Asamblea Local de Izquierda Unida por las gestiones y el apoyo necesario que hicieron posible la utilización del maravilloso palacio para nuestro disfrute

Yo tuve el honor de cerrar el acto con la presentación de mi novela y la lectura de mi poema.

Juan Pan leyendo el poema "Un paseo por el río majaceite", publicado en El Recreo

Luego, la organización del encuentro poético nos obsequió con unas copas y tapas variadas que nos permitieron refrescarnos mientras compartíamos impresiones y conocimientos con los asistentes. Entre copa y copa tuve el placer de firmar algunos ejemplares de mi novela y concertar con uno de los poetas, concejal de Cultura en Prado del Rey, para presentar mi novela en su pueblo el próximo invierno.

En medio, Miguél Rincón y Juan Pan. En la foto de la derecha: Carmen, Esmeralda, ATENEA 41 y Manuel G


La novela presentada en el acto

Fue un encuentro muy agradable, de esos que uno sabe que debe repetir inexcusablemente en los próximos encuentros que organicen los compañeros de la Bienal.

Les agradezco a todos su participación en el acto y la exquisita compañía que me han brindado y desde ya les prometo mi asistencia a cualquier otro encuentro. Abrazos, amig@s.