lunes, abril 05, 2010

EL SÍMBOLO PERDIDO


Acabo de leer EL SÍMBOLO PERDIDO, un libro que ha supuesto para Dan Brown cinco años de trabajo.
La trama está ambientada en la ciudad de Washington, concretamente en sus cámaras, túneles y templos. Langdon abandona la vieja Europa y penetra en los secretos de la capital estadounidense, que nos muestra como es la ciudad de los masones, llena de símbolos ocultos, pasadizos secretos, edificios masónicos con sus rituales.


Quien persigue a Langdon es Mal’akh, un hombre terrorífico, masón sádico, calvo, musculoso y con el cuerpo completamente tatuado, que se disfraza con maquillaje y peluca rubia.

El Símblo perdido tiene varias similitudes con anteriores novelas del mismo autor. En Ángeles y demonios, el profesor recibe una llamada de teléfono y lo llevan en avión privado ante su amigo para realizar una investigación. En el Símbolo perdido también es llamado y trasladado en avión para dar una conferencia. En el Código también recibe una llamada intempestiva para que se presente en un lugar señalado. Y en las tres, la historia comienza de forma violenta.
En las tres novelas los protagonistas corren de un lugar a otro sin descanso para descubrir en cada sitio al que llegan algo que les pondrá los vellos de punta.
Al igual que la edición de las dos primeras novelas fomentó en las agencias de viajes una idea particular de turismo, creando círculos de visitas a los lugares señalados en las obras, en Washington también se editaron guías especiales explicativas de la simbología que ofrece el Símbolo perdido de su edificios y monumentos.
Al parecer, los fundadores de la ciudad quisieron tener los mismos tesoros artísticos y monumentales que posee Europa, pero a lo grande: Si el obelisco de la plaza de la Concordia de París mide treinta metros de altura, ellos construyen uno que alcanza 170 metros. ¿Que en Alemania hay una biblioteca enorme? Ellos construyen una con diez millones de libros con capacidad de intercambio automatizado con otras bibliotecas del entorno a través de túneles con cintas transportadoras. ¿El Vaticano tiene una cúpula que destaca sobre Roma? El Capitolio tiene una cúpula más alta y mas amplia que destaca sobre Washington, con el techo interior pintado como la capilla Sixtina pero con otros temas más modernos. ¿Que Roma posee catacumbas milenarias? Debajo del Capitolio, a decenas de metros de profundidad, se extiende una superficie de miles de metros cuadrados llena de pasillos, túneles y cámaras. Y así todo por el estilo.

Leyendo las guías editadas tras el libro, el visitante descubre que hubo catorce presidentes de Estados Unidos masones, entre ellos George Washington, Andrew Jackson y Harry Truman. También lo eran los arquitectos que diseñaron la Casa Blanca, el Capitolio y el monumento de
Washington.




MI OPINIÓN SOBRE EL LIBRO:

¿Qué puedo decir yo, humilde lector que carece de conocimientos de crítica literaria entre otros, de una obra tan esperada y de un autor tan famoso que ha logrado vender más de 80 millones de ejemplares de cada una de sus obras anteriores?

Pues esto: sin pretender dar lecciones a nadie, puedo opinar sobre lo que me ha parecido, lo que he sentido. Creo que tengo derecho a expresarme. Lo digo porque en anteriores reseñas de libros recibí correos y comentarios soeces en los que me sugerían que si no tenía titulación académica ni estudios sobre literatura me abstuviera de criticar a los buenos escritores. Algo así como si para decir que la comida de un restaurante me ha gustado o no, debo poseer un título universitario. Si para decir que me duele el pecho al toser, debo ser médico.

Pues no, yo me gasto el dinero en adquirir un libro y tengo perfecto derecho a decirles a ustedes si me ha gustado o no, y las cosas que me mueven a afirmar lo que digo.

Y lo que he percibido leyendo esta obra es lo siguiente:

El ritmo es trepidante y no deja respirar al lector, que, atrapado por la historia, se decepciona luego a medida que se acerca el final.

El libro me hace pensar en la montaña rusa de un parque de atracciones, por sus subidas y bajadas de tensión. Desde el principio atrapa la atención de lector, para luego pasar casi cien páginas llanas, de explicaciones y preparación de la trama.

No fue hasta haberme leído pausadamente un tercio del libro que comencé a sentir la necesidad imperiosa de leer sin descanso siguiendo a los protagonistas en una loca y precipitada carrera contra reloj, buscando la clave de los diferentes signos que indicaban el lugar donde se escondía el secreto de la pequeña pirámide de granito de treinta centímetros de altura que el doctor llevaba a cuestas en una bolsa de deportes durante casi doce horas. Tenía un plazo señalado para encontrarlo, si no quería que muriese su amigo.

El lector no puede evitar sentir un gran respeto y admiración ante la enorme investigación realizada y las indicaciones que facilita el autor para la comprobación de los datos.
Pero es imposible que tantas cosas puedan sucederles a los protagonistas en una sola noche.
Es inverosímil que una pareja de cincuentones puedan pasar varias horas corriendo de un lado a otro, subiendo y bajando escaleras, tomando el metro y taxis, helicópteros, mientras son heridos, golpeados, torturados con corrientes eléctricas, incluso sumergidos en agua durante demasiados minutos y que puedan recuperarse para continuar en la investigación e impedir a tiempo que estalle la tragedia.
Cansa a veces la reiteración de tanto símbolo, repetición de sus significados para luego conducir a otros diferentes.

Me ha llamado la atención la estructura de la novela, creo que la misma no se la aceptaría ninguna editorial a otro autor que no fuese tan famoso. Me refiero a la distribución de la novela en capítulos de una o dos páginas de extensión. Incluso los hay de seis o siete líneas.

Un fallo garrafal creo ver en la página 349 cuando uno de los protagonistas, Peter, que persigue con una pistola al malo, Andros, lo acorrala en el borde de un precipicio, le dispara y Andros se despeña por el barranco. Luego dice: «Allá arriba, los ojos helados de Peter miraban más allá del cañón de la pistola de Andros...»
Veamos: Si el que tenía la pistola era Peter, que le había disparado con ella ¿cómo dice ahora que éste miraba el cañón de la pistola de Andros cuando caía? No lo entiendo.

En otro lugar el profesor, que tiene los ojos vendados para que no sepa dónde se halla, sale del ascensor y entra en una sala herméticamente cerrada, conducido del brazo por su amigo. Éste lo acerca a una barandilla y le quita el pañuelo que cubre sus ojos. Aparece entonces un pozo oscuro con una escalera de caracol que se hunde en las oscuras profundidades.Cuenta numerosos descansillos en la escalera, que se pierde difuminada en lo oscuro. El amigo masón le explica el significado de la escalera al profesor y luego lo invita a bajar por ella hasta abajo del todo. Y seguidamente leo que la escalera de caracol está construida alrededor del ascensor que los ha llevado hasta allí arriba. O sea: Si está alrededor del ascensor no hay pozo oscuro, y la descripción tenebrosa anterior no me sirve.

Una enorme nave contiene en su interior un laboratorio secreto. Para entrar es necesario pasar controles de guardias, tener la tarjeta de acceso y conocer la clave que abre la puerta de acero. Pero, además, para impedir el acceso a extraños que logren pasar los primeros controles, la nave está completamente a oscuras, y hay que caminar por una alfombra, sin salirse de ella para no perderse hasta llegar, tras más de cien metros de camino en la oscuridad, al muro del laboratorio.

Mientras leía todas estas medidas de seguridad me preguntaba: Si yo enciendo mi linterna al entrar en la nave ¿de que sirve tanta alfombra y tanta oscuridad? ¿No venden linternas en Washington?


Pero lo peor es el final: leerse 616 páginas temblando, mordiéndose las uñas imaginando a los protagonistas de noche corriendo perseguidos por el más terrorífico de los personajes que he leído, y por la CIA, por la policía urbana, el FBI con sus equipos detectores especiales de infrarrojos y térmicos y detectores de móviles, intentando todos descubrir un secreto que si se divulgase sería el fin del sistema mundial que conocemos… y cuando al fin se descubre lo que buscaban, el supuestamente tan peligroso objeto que podía desestabilizar el orden mundial, resulta que yo lo tengo en mi casa. Y quizás usted también. Es algo tan corriente y usual que el lector se siente engañado, burlado.

Me queda una sensación rara, como la del que cae en la trampa de una adivinanza fácil. Me gustaron mucho más el Código y Ángeles y demonios.
Me he saturado de Dan Brown. Con tres libros, tengo suficiente.

Respeto al autor y su inmenso trabajo de investigación. Quizás haya sido presionado para terminar una obra en un plazo de tiempo determinado (ha salido a la venta en época cercana a la Navidad y Reyes, días para regalar libros) y se haya visto obligado a escribir con prisas y esas aguas han traido estos lodos. Me ha pasado lo mismo con Pérez Reverte.

10 comentarios:

  1. Juan, tú tienes el mayor título universitario que se puede tener, que es el que otorga la vida, el desarrollo del propio criterio y la búsqueda e investigación continua sobre aquello que te interesa. Lo demás a tomar por...
    Un saludo y es posible que lo lea.

    ResponderEliminar
  2. Hola compañero,
    Me gustó «El código Da Vinci», siendo consciente de sus numerosas imperfecciones, y me gustó aún más «Ángeles y Demonios», pero en efecto también quedé un poco cargado de tanta trama frenética y repetitiva, y por lo que me cuentas este libro discurre por los mismos caminos, por lo que me esperaré tranquilamente a verlo disponible en la biblioteca.
    Lo que cuentas de los mensajes que has recibido me parece bastante fuerte, la verdad. ¿Quién puede decir que alguien es buen o mal escritor? Pensaba que para gustos estaban los colores, pero ya veo que me equivocaba. En fin, me sacaré la carrera antes de hacer mi próxima reseña.
    Pero será el año que viene, que estoy empezando a estornudar y, como dices, creo que es mejor sacarme medicina antes de diagnosticarme un catarro y tomarme un Desenfriol.
    Un abrazo, señor.

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias por tu apoyo, querido Antonio.La verdad es que las experiencias vividas a lo largo de una vida otorgan una merecida vitola de sabiduría y nos muestra el mundo de modo diferente al resto.
    Vamos, que después de tanto luchar por los derechos y libertades que disfrutamos ahora, venga un niñato nacido en la Democracia y porque ha podido estudiar en la Universidad y licenciarse intente impedirme expresarme como yo quiero.
    ¡Cría cuervos...!

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. ¡Hola, Jesús!
    A mí también me gustó más Ángeles y demonios que el Código.
    La información sobre el avión que traslada al profesor, volando a casi 4 veces la velocidad del sonido, y los detalles del centro de aceleración de partículas de Suiza (algo parecido al que se acaba de inaugurar en Barcelona), y las explicaciones pormenorizadas sobre la antimateria, me encantaron. Sólo por eso ya me alegré de gastarme los cuartos en el libro. Si, además encuentro una trama interesante detrás, mejor.

    Efectivamente hay una profesión especializada en la crítica literaria, obras de cine, teatro y demás espectáculos que quisieran tener el exclusivo privilegio de publicar opiniones.
    Las empresas cuentan con ellos para promocionar las obras, y es difícil encontrar objetividad en sus críticas.

    Por ejemplo ésta, donde después de hablar sobre el tema del libro, concluye:
    «Es imposible dejar de leer El símbolo perdido.» THE NEW YORK TIMES

    Hay muchos otros periódicos españoles con discurso parecido. Es notoria la dependencia del autor de la crítica del cheque de quien le paga para convencer al público.
    Por eso sucede a veces que vamos a ver una película que está considerada como la mejor de todos los tiempos y salimos desencantados; que compremos un libro guiándonos por lo que dicen los críticos y luego lo dejemos a medias.

    A mí no me paga nadie, no dependo de la nómina de una editorial y por tanto no me mueve otro interés que el de decirle a mis amig@s lo que me ha parecido la obra que veo o leo.
    Y lo hago con toda sinceridad. A veces será una visión positiva y otras, como en ésta, negativa. No me gusta ser de esos alabadores permanentes que suelen rodear a los autores para presumir de que lo conocen, son sus amigos y mantienen correspondencia con ellos; prefiero ilustrar a mis amigos compartiendo con ellos mis sensaciones para animarlos a comprar la obra o a ahorrarse unos euros.
    Un abrazo, Jesús, y muchas gracais por tus amables palabras.

    ResponderEliminar
  5. Un humilde lector? Tu? Imagina Yo??

    El unico libro que he leído de este autor fué El Codigo da Vinci.

    Siempre digo lo mismo tengo que leer más.Tengo 3 libros,2 de Saramago y uno de Antonio Lobes Antunes (dificil!!) esperandome, ellos me miran y yo les contesto, ya! ya! ya vuelvo!

    Un beso
    Flor

    ResponderEliminar
  6. Flor,al decir humilde lector no me refiero a la cantidad de libros que leo sino a que no estoy capacitado para ejercer de crítico profesional, lo que no es por otra parte algo con lo que yo haya soñado o aspirado ni intento ejercer en este blog.
    Pero eso sí, que nadie me censure ni me ponga normas a mi libertad de decir lo que siento al leer: Ya sufrí a la Inquisición en los foros literarios:
    http://ellugardejuan.blogspot.com/2009/08/foros-o-blogs.html

    Te agradezco mucho tu amable comentario

    ResponderEliminar
  7. ¡Hola!

    Este libro no me lo he leído, pero la verdad es que, libros que nos tienen en tensión para acabar en un final común, decepciona.

    No he tenido oportunidad de leer este libro. Sí que me leí el Código Da Vinci.

    A mi me gusta mucho leer tus criticas, porque son muy completas y como lector, nos das una impresión aproximada de lo que puede parecernos el libro, nos dices las características atractivas o no de la narrativa, describiéndolas.

    Bueno... paso con poco tiempo, pero al menos dejo constancia de que te leo^^

    ¡Un besito, Juan!

    ResponderEliminar
  8. Pues muchas gracias, Lady Luna, por tan amables palabras.Ángeles y demonios está muy bien.
    Ahora voy a intentar conseguir uno de un paisano nuestro que está escalando a pasos agigantados en el mundo de la literatura: cada libro ha ganado un premio.
    Te hablo de Andrés Pérez Dominguez, un escritor del que ya comenté dos de sus libros: La clave Pinner y El factor Einstein.
    El que quiero comprar es
    El violinista de Mauthausen, Premio Ateneo de Sevilla 2009.
    Bueno, guapa, que pases feliz semana. Un beso.

    ResponderEliminar
  9. Juan;
    Yo solo lei el codigo y me gusto peor no me he animado a leer mas del autor.
    Las personas que han leido el libro que comentas me han dicho lo mismo, todos han terminado con un no muy grato sabor de boca.

    por el momento no tengo en lista de espera mas libros de el autor, tengo algunos ya en lista que quisa me lleven el resto del año.
    (soy lento para leer).
    un gusto estar en tu blog amigo.
    hasta pronto mario

    ResponderEliminar
  10. Lo bueno que tiene ser humano es que cada uno es único y tiene sus propios gustos y sentimientos hacia las personas y todo lo que lo rodea.
    Por eso, Mario, se suele decir: «Contra gustos no hay nada escrito» lo que explica que lo que a mí me gustó sobremanera a ti no te agradó lo más mínimo y el que la lindísma rubia Ronaldhiña haya preferido a Ronaldo que a mí, o que unos prefeiran el Rugbi y otros a los toros.
    Un abrazo, amigo.

    ResponderEliminar