Decía Gila: « Mi general: ¿Y dice usted que el
barco no era un submarino? ¡Qué pena!, con el trabajo que nos ha costado
hundirlo…
Pues eso me pasa a mí: con el trabajo que me está costando presentaros la crónica de mi viaje a Córdoba y apenas tres personas la están siguiendo. ¡Buhaaaaaaa, que penita tengo!
¡Ah!, y aún no había comentado nada sobre "Mis noches de luna de miel", pues mi mujer, que es fan de Joaquín Sabina, había decidido hacerle caso y convertir cada noche de nuestra estancia en Córdoba en una luna de miel y que cuando llegásemos a la antigua capilla, convertida en habitación de hotel, cometeríamos el sacrilegio de liberar en ella todo el fuego contenido después de pasar tantos años compartiendo, como cualquier matrimonio tras siete u ocho años de convivencia, una sexualidad mecánica y rutinaria.
Y mi Carmen, que llegaba a media noche al hotel agotada y arrastrando los pies, con los ojos brillantes por la emoción y las pupilas saturadas del colorido y la luz de las maravillas que había visto, estaba decidida a romper el molde.
La primera noche, nada más llegar, puso a llenar la bañera y vertió en ella los cuatro envoltorios de sales y perfumes que habían dejado en la repisa del baño, y luego, mientras yo me sentaba en la cama rendido para liberar mis doloridos pies de los zapatos, ella inició a dos metros de mí un inesperado y tierno strip-tease quitándose sus prendas íntimas y haciéndolas girar sobre su cabeza antes de arrojarlas al fondo de la habitación.
–¿Qué te pasa, cariño?— exclamé yo, asombrado por su actuación— ¡No me digas que te has mareado bebiendo San Miguel 00 ! ¿No te das cuenta de la hora que es y que pueden quejarse los vecinos?
—¡Que se jodan! Para una vez que una celebra las bodas de plata…
—¿Pero qué dices, cariño? Hace casi 20 años que se cumplió la fecha y no la celebramos porque yo estaba sin trabajo…
—Pues por eso.
Y allá iba ella toda desnuda revisando la habitación para seguir el protocolo:
—Juanillo, no hay armario, el que hay está empotrado, así que vas a tener que improvisar y lanzarte desde otro sitio.
— Oye... ¿ Es obligatorio tirarse de un armario a mis años?
— No, cariño. Pero a cambio puedes llamar por teléfono al servicio de habitaciones y que traigan una botella de champán.¿Vale?
— Espera, niña, voy a buscar en la tele una peli porno para ver si me ayuda a comportarme con la delicadeza del momento
—Nada de tele, que tu mujercita ya ha pensado en todo.
Y se puso a vaciar el contenido de su bolso encima de la cama:
Peine, barra pintalabios, rimel, teléfono móvil, caramelos sin azúcar, espejo pequeño, llaves de nuestra casa, 2 paquetes de klinex, crema vaginal, Viagra, compresa, bote de termagil, cortaúñas, crema Nivea, agenda, una estampa de san Judas, una estatuilla de san Pancracio con su perejil atado con celofán, una caja de preservativos…
— Oye, niña, ¿para qué llevas preservativos?
—Ya lo verás, te va a encantar.
Total que me cogió de la mano y nos fuimos ambos al baño y nos introdujimos en la bañera y comenzamos a hacer pompitas de jabón con nuestros juegos.
Pero la guinda la puso luego en la cama: cuando estábamos en plena acción amorosa dio un grito tan potente que salió por la ventana, atravesó la calle y trepó por los muros de la Mezquita , rebotando en el campanario y haciendo sonar la campana. ¡A mi Carmen de mi alma le había dado un calambre en la pierna y no podía encogerla!.
Yo, con el corazón palpitando a una velocidad vertiginosa por las tres pastillas de viagra que me había obligado a avalar para asegurase el éxito de su programa, o por el susto que me había dado con su grito, aproveché para inmortalizar el momento con mi cámara de fotos.
—¡Pero qué haces!—gritó ella al ver la cámara.
—Cariño, quiero enseñársela a tu médico de cabecera cuando volvamos: que vea cómo se te quedó la pierna.
Ella se levantó, me quitó la cámara de mis manos y eliminó la imagen.
Bueno, pues ahí quedó todo esa noche. Hubo dos noches más; pero lo que sucedió en ellas no lo contaré aunque visitasen mi blog los cinco millones de parados que hay en España, me lo guardo en mi corazoncito para mí solito.
jajajajajajaja tú si que inventas!!!!
ResponderEliminarTu cuidate que con el Viagra no se juega jajaja.
Me encantó cuando tu describes lo que ella tenía en el bolso. No entendi muy bien eso del San Pancracio ???
Espero que yo sea una de las tres personas que te estan siguiendo.
Yo tengo ahora un seguidor nuevo que tiene cerca de 300 comentarios en cada publicación que hace!!! Mis seguidores ya casi no me comentan. Casi lo mismo ocurre en facebook.
Besitos Juan!!
Flor
Jaja, qué arte :-) Pues tiene su aquel dormir en una antigua capilla... A mí me daría pelín repelús, las iglesias me gustan porque las miro desde el punto de vista artístico, pero las estatuas religiosas nunca me han hecho gracia, su frialdad, sus rostros vigilantes... y saber que han estado ahí... No sé, me costaría coger el sueño :-) Recuerdo que cuando yo era niña mi madre tenía en su dormitorio un enorme Cristo crucificado en el instante de la muerte, muy naturalista, con todos sus detalles. Todavía hoy tengo pesadillas...
ResponderEliminarYo suelo visitarte a menudo, no comento porque voy "a escape" como decimos aquí :-) y eso le pasa a la mayoría de la gente, no te lo tomes a mal. Un abrazo, Juan.
Flor, de san Pancracio todo el mundo sabe que da suerte.Y lleva una rama de perejil. Me alegro de que te hayas reido con mi historia. Un beso
ResponderEliminarAna, pues a mí no me daba repelús. Los angelitos que había en la cúpula de la habitación eran muy simpáticos.Eso sí, en el colegio de las monjas había un gran crucifijo en un pasillo con un Cristo con sangre por todos lados que ése sí me daba miedo.
ResponderEliminarYo también paso por los blogs amigos y no siempre comento por la falta de tiempo; pero siempre te leo. Un beso
Hola Juan
ResponderEliminarMira que me has hecho reir con tu hazaña de luna de miel.
Muy bueno el relato, casi, casi real....
Anímate e inventa el de la otra noche...que seremos cuatro los que te leemos.
saludos cordiales
Hola, Genesis! Me alegro de haberte proporcionado un momento de alegría: la risa es buena para el corazón. ¡Qué sería si solo pensáramos en los problemas del día a día!
ResponderEliminarBueno, aún me quedan 8 reportajes fotográficos de Córdoba, ¡hice 704 fotos! Pero no descarto introducir otro relato para que las entradas no sean tan monótonas. Saludos