Ayer me dejaron plantado en Jerez al pie de la Torre del Agua y mientras
esperaba, en vano, que abriesen la puerta de la planta baja, actual sede de la Asociación Fotográfica
San Dionisio, me embargó la nostalgia de
mis años jóvenes.
Efectivamente, el lugar de mi nacimiento está relacionado con
esta torre: nací en una casa ubicada junto
al río Majaceite, a dos kilómetros del manantial de Tempul, y fui bautizado en la Ermita del Mimbral. En la
actualidad, casa y ermita están bajo las aguas del embalse de Guadalcacín.
1968. Mi novia, Carmen, bebiendo agua en el manantial
Piscina de la Venta del Tempul, abastecida con el agua del manantial
Venta de Tempul y Casa de Aguas
Pocos gaditanos saben que el agua que beben fue llevada a Cádiz por los romanos, quienes diseñaron un acueducto para llevarles el precioso líquido desde el manantial de Tempul.
Para ello atravesaron las rocas
por medio de túneles, salvaron los desniveles del terreno con canales,
puentes, acueductos y arcadas, cuyos restos aún pueden verse por algunos lugares de la sierra gaditana.
Abajo, restos arqueológicos del acueducto romano que llevaba el agua a Cádiz.
En Cádiz, junto a las Puertas de Tierra, aún se conservan los enormes depósitos
construidos por los romanos para almacenar el agua que llegaba para abastecer a
la ciudad desde Tempul, a 60 kilómetros de
distancia .Y toda aquella obra de ingeniería civil se hizo gracias al bolsillo generoso de Lucio Cornelio Balbo, un joven general romano
que, además de sobrino del cónsul, fue uno de los personajes más ricos de su
época.
Siendo Jerez frontera cristiana con el reino moro de Granada, de ahí el nombre Jerez de la Frontera, el manantial estaba protegido por un destacamento militar para impedir que los árabes la envenenasen o desviasen el caudal.
Posteriormente, se intentó rehabilitar el acueducto en
diferentes ocasiones con el fin de aprovechar la solidez y la perfección con
que lo construyeron los romanos. El rey Felipe II encargó un estudio a Fray
Ambrosio Mariano, carmelita descalzo e instruido presumiblemente en materias
hidráulicas, para que analizara los restos del acueducto, sin embargo, el
informe acabaría siendo relegado. Más tarde, en el siglo XVIII, el Conde
O'Reilly, gobernador militar de Cádiz, encargó un proyecto de rehabilitación que acabó también en
el olvido.
Casi cien años más tarde cuando, debido al
crecimiento de la población de Jerez y la consiguiente escasez de agua, se
encargó a don Ángel Mayo —ingeniero apreciado por su sabiduría y tesón—, estudiar el aprovechamiento de las aguas de
los ríos Guadalete y Majaceite, del manantial de Tempul y de cualquier otro situado en las cuencas de esos ríos. El
proyecto más valorado se refería al manantial de Tempul porque al hallarse en un lugar más alto que la
ciudad sus aguas llegaban a ésta por gravedad, sin necesidad de bombeo. El agua
era buena y con una temperatura constante que la hacía fresca en verano y
agradable en invierno.
Las obras se
empezaron en mayo de 1864. Para ejecutarlas hubo que dividirlas en trece
partes, con un trayecto total de 46 kilómetros de longitud. El acueducto
arrancaba de la casa de toma y salía en zanja camino de Jerez, atravesando viñedos.
Penetró en la ciudad bajo el viaducto
del ferrocarril y la atravesó, llegando a la zona Oeste, hasta subir a la
ermita del Calvario en las viñas de Picadueña, donde se construyeron los
depósitos.
Arriba: sitio exacto en que nace el manantial; abajo: compuertas donde se inicia el acueducto que conduce el agua a Jerez.
Las compuertas de Tempul se abrieron por primera vez
el día 22 de junio de 1869 a
las cinco en punto de la tarde, y tardaron 17 horas en recorrer los 46 kilómetros que
separan el manantial de la ciudad. Ese día fue fiesta en Jerez.
Desde los depósitos de la colina de Picadueñas, el
agua iba a la Torre del Agua, desde
donde se distribuía a la población. Al principio se racionaba el agua a razón
de 4 litros
por persona, cuando Jerez contaba ya con un censo importante y una industria
vinatera conocida en todo el mundo que atraía a diariamente a numerosos hombres
de negocios. La escasez de agua potable era
un obstáculo para el crecimiento que
experimentaba la ciudad, que necesitaba como
mínimo ciento cincuenta litros de media
por habitante y día. El suministro de agua potable resultaba demasiado costoso
para el Ayuntamiento y éste privatizó el agua, dando origen a la Sociedad de Aguas de
Jerez, que aún permanece en activo
Anda que no debía estar fría el agua de la piscina...
ResponderEliminarSaludos.
Juan:
ResponderEliminarInteresante historia
y bellas fotos.
Feliz fin de semana Mario
Hola Juan
ResponderEliminarNo sé aun muy bien quién eres, pero con estas historias y fotos y vivencias de antaños me parece que eres profesor de historia, de geografía, ingeniero, topógrafo, fotógrafo, escritor.....y cuántas otras cosas serás....
Me imagino la Carmen debe ser una donna de hierro para tanto aguante....
Broma aparte,
un beso casto de sábado (claro el Vaticano no se entera...)
Buen domingo
Buenas fotografías, interesante historia. Ha sido muy agradable llegar a este rincón y degustarla.
ResponderEliminarUn saludo.
Ramón
Toro Salvaje, el agua te cortaba la respiración al principio, y salíamos con la picha pequeña y dura como un garbanzo, los pies arrugados y todo el cuerpo temblando. Pero a todo se acostumbra uno.
ResponderEliminarFeliz domingo, amigo. Saludos
Hola, Mario. Muchas gracias, me alegro de que te gusten. Un abrazo
ResponderEliminarHola, Genessis.
ResponderEliminar¡Mira quién habla! Si no sé nada de ti, ni tu nombre ni profesión ni ná de ná. Lo único que sé es que escribes divino.
Todo lo que crees que soy es lo que me hubiera gustado ser.Pero los dioses reparten los dones a su conveniencia, no a la mía.Sólo soy un empleado jubilado con mucho tiempo libre.¿Un beso tuyo de sábado? ¡No me importaría que se enterase la curia en el Vaticano ni el Dalai Lama en el Tibet!
Besos para ti.
¡Hola, ANRAFERA! Gracias por tu visita.Me alegra que hayas encontrado interesante mi blog, y espero que vuelvas.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
muy interesante la exposicion.
ResponderEliminarMe podrias decir donde esta el lugar de la foto en la cual se ve un arbol junto al conducto enterrado.
Es para darme un paseo por allí algún día.
saludos