Pues ya está, se acabó lo bueno.
Esta madrugada se fueron mis niñas y otra vez nos quedamos solos. Salieron a las seis de la mañana y llegaron a las tres de la tarde a Castellón: demasiados kilómetros para que podamos vernos más a menudo. Sí, ya sé, está el Messenger; pero ni sombra.
Mi mujer, que sufría depresiones por el alejamiento de nuestros hijos y que durante unos días ha mostrado una alegría y unas risas que no conocía desde que nos visitaron en Navidad, permanece ahora un poco triste y como ausente mirando la pantalla del televisor.
De nada sirve que yo le diga que el sábado llegan otros hijos, que también vienen de muy lejos y nos quieren mucho. Y es que Carolina, nuestra nietecita, siempre fue algo especial desde el principio. ¡Cómo crecen los niños! O será que, como dijo alguien, nada es más veloz que los años.
Muchos de ustedes ya conocen su historia, porque ya hablé de ella en una ocasión; los que no, pueden leerla aquí.
Su parloteo, sus gracias y su desparpajo hablando con todo el mundo como si los conociera de toda la vida es algo que no vamos a olvidar: ya hemos visto el video que hemos hecho dos veces hoy.
En fin, ley de vida es que, al igual que las las abejas abandonan el panal para formar otras familias en lugares distintos, también lo hagan nuestros hijos.
He mencionado las abejas porque creo que es la especie que más se parece al Hombre en su comportamiento: tienen una Reina, una inútil que representa el Orden establecido, dedicándose a procrear, a dormir y a comer a costa de las demás; clases trabajadoras fabricantes de miel; clases exploradoras, que buscan la materia prima y regresan para anunciar sus descubrimientos; abejas policías, que se encargan de hacer que se cumplan las normas castigando a las vagas y golfas; y las abejas que limpian el hogar y sacan afuera las abejas muertas.
Bueno, creo que divago, me voy del tema. Tal vez necesite escribir para no pensar en la soledad que también siento al ver la casa casi vacía.
Gracias por vuestra paciencia en estos días en que he estado lejos del ordenador. Desde mañana me reintegro a la lectura de vuestros textos y a actualizar este lugar.
Vengo desde el blog de Ana Márquez, y me he quedado a echar un vistazo al tuyo, y si no te importa, me quedo.
ResponderEliminarMucho ánimo!
Pronto regresará la familia, pronto disfrutaréis de nuevo de vuestra nietecita, y pronto volveréis a sonreir por ella. Confío en que no se os haga demasiado dura la espera. Mientras tanto, gracias por volver.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Juan. Leí la historia que colgaste hace 4 años. Ser abuelo es algo especial que solo se puede comprender cuando se ha experimentado. Yo tengo un nieto de 23 meses, lo hemos tenido en casa los días en que la madre y el padre trabajan y ahora empieza la guardería y no vendrá. Estamos tristoncillos la abuela y yo. Le echaremos de menos. Sobre todo porque es un dicharachero parlanchín que lo observa y comenta todo con su media lengua. Acabo de hablar por teléfono con él y me ha tirado besos y me ha dicho: “hola aolo te quero mucho”. Ayer lo llevé a ver el museo de arte contemporáneo y disfrutó con unas pinturas infantiles que hay expuestas.
ResponderEliminarLos abuelos tenemos la difícil misión de llevarlos de la mano al pasado para que lo conozcan, de pasarle nuestra visión de la vida para que se enriquezcan, de separarlos de la influencia nefasta de la TV, que en lugar de cultura les da entretenimiento, y anclarlos a la vida desde la perspectiva humanista. ¡Precioso papel que no sabe uno si lo podrá hacer bien!
No te entristezcas por que tu nieta se fue, alégrate porque la tuviste en casa.
Un abrazo abuelo. ¿Tú también eres de lágrima fácil con los nietos?
Hola,Carmen: bienvenida seas, amiga. Será un honor para mí saber que andas por aquí leyendo.llegas del blog de Ana, ¡qué maravilla de persona
ResponderEliminartienes como amiga!
Saludos cordiales.
Gracias a ti, g.l.r. por tus ánimos y amables palabras.
ResponderEliminarMañana llegan otros, pero éstos no tienen hijos y vendrán a verme, y pasarlo bien con los amigos y en las playas.Nada parecido a tener a mi nietta en mis brazos o paseando por la calle cogida de mi mano.
Seguimos en contacto. Un abrazo.
Hola, Antonio, me has emocionado con tu hermoso comentario. Sí, amigo, así somos los abuelos, y así son esas criaturitas que nos alegran la vida al ver reflejados en ellas cómo éramos de niño.Sus palabritas mal pronunciadas pero mejor entendidas: "Abuelo, te quero mucho" es lo que mejor he escuchado en estos días.
ResponderEliminarTú al menos puedes llevarla a la guardería o de paseo durante todo el año, ¡qué suerte!
Un abrazo, amigo
Jeje, tu como siempre, aprovechando que "el Turia pasa por no sé donde" para ponerte reivindicativo.
ResponderEliminarBueno, es ley de vida, los hijos se tienen para dejarlos volar cuando les llegue el momento, y es triste para nosotros, pero tambien debemos alegrarnos por ellos.
Mi hijo se independizó hace apenas tres meses y te entiendo perfectamente.
De todas formas teneis suerte de estar a punto de recibir a nuevos familiares que os acompañanen unos dias, y teneis suerte de teneros el uno al otro.
Besos.
Bueno, Juan, amigo, nada de lo que te diga te va a poder consolar. Por lo que se ve el desarraigo cada vez será más habitual en los hogares, por lo menos los andaluces.
ResponderEliminarAl menos tienen una vida mejor.
Ánimo para los dos.
Hola Juan, ¡ánimo!, piensa que dentro de poco como dices vienen más familiares, y que el tiempo pasa el tiempo y dentro de nada vuelvetu familia de Castellón.
ResponderEliminarYo te cuento la historia desde el otro lado, ya ves. Me independicé hace ya siete años, y aunque ahora tengo mi vida, y no creo que pudiese volver a mi casa (ya no sería mi casa, con mis costumbres, sino la de mis padres con las suyas), recuerdo que los primeros meses me los pasé hecho polvo, haciendo la maleta día sí y día también y pensándome al más mínimo contratiempo si no estaría mejor a setecientos kilómetros de distancia, con mi familia. Pero es ley de vida, y es muy bueno el ejemplo de las abejas que pones (algún día divaga y extiéndete, por favor, je,je).
Un abrazo, Juan.
¡¡Hola!!
ResponderEliminarPonerse triste en una despedida es demasiado fácil, pero es mejor alegrarse porque fue un saludo y pronto habrá otro, de verdad, para ti y para tu mujer :)
Nunca se me había ocurrido la comparación del Hombre con las abejas, pero no está nada mal jeje.
¡Un besito!
PD: Ahora mismo te envío el escrito por e-mail^^ (es que hasta hoy no vi tu respuesta;))
Querida Lola, el Turia que yo sepa pasa por Valencia pero si quieres yo te enviaré fotos de un lugar precioso a orillas del Turia, cerca de un pantano en plena montaña adonde va mi hijo cuando tiene un puente o está de vacaciones.
ResponderEliminarGracias por tus palabras de ánimo. Feliz cumpleaños y que lo pases bien en Portugal.Un beso.
Hola, manuel, gracais por tus amables palabras. Eso de que están mejor no sé qué decirte: la crisis y los despidos masivos los han alcanzado también a ellos y están en el paro a la espera de que se arregle la situación.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jesús, por lo que me cuentas, tu vida tiene mucho de similitud a la mía. También yo me independicé muy joven y las pasé canutas en el extranjero,obstinado en no volver a casa como un fracasado.
ResponderEliminarNunca más regresé a casa de mis padres si no para visitarlos unos días al año con mis hijos.
Gracias por tus ánimos. Un abrazo
Hola, My Lady, me alegro mucho de leerte y te agradezco tus palabras. El escrito que me has enviado es buenísimo, no dudes en ponerlo en tu blog.
ResponderEliminarUn beso, amiga.
Dile a tu mujer que se anime, que la vida son dos días y hay q pasarlos alegre, no vamos a estar en la cárcel y asustaos, como dicen en mi pueblo :-). Encima de que son dos días, vamos a estar tristones... de eso ni hablar.. La tristeza, ya está demostrado, ataca a las células, así que ya sabes, anímala y sácala a tomar una cervecita, que hable con la gente y piense en lo bella que es la vida, al fin y al cabo lo de tener los hijos lejos le pasa a muchísima gente. Un besazo, abuelete
ResponderEliminarGracias, Ana. Hoy tenemos otra visita, la de Paula y mi hijo Rubén, quienes se conocieron por Intenet y cuya boda está publicada aquí, en octubre de 2007. Su llegada nos a contagiado la alegría y felicidad que viven ellos y mi esposa ha recobrado su alegría y sus risas.
ResponderEliminarEl hecho de que les pase a mucha gente no nos consuela, así como tampoco nos alegra que a mucha gente le toque la lotería mientras no nos toque a nosotros y no tengamos que vivir separados de los hijos.
Pero es cierto lo que dices de que la vida son dos días y hay que pasarlos lo mejor posible.
Un beso.