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martes, marzo 02, 2010

MI DIARIO 2

Albalate de Cinca, a 27 de octubre de 2003


Siguen los problemas en el trabajo.

Hoy me he enfadado con Antonio, el encargado, y me he ido al hostal. Paco también ha discutido con él y no ha ido a cenar.

La buena noticia es que las seis radiografías de las soldaduras que se hicieron siguiendo mis directivas han salido bien, lo que demuestra que mi trabajo es perfecto y me tienen que tragar mal que les pese. La soldadura que hizo Jorge, un soldador colombiano recomendado por Antonio y preferido de Salvador, ha salido mal por falta de fusión.

Yo se lo había advertido y no me hizo caso: «Llevo veinte años soldando por el mundo y no vas a venir tú a enseñarme lo que debo hacer», fue su respuesta. Ahora, su prestigio como soldador homologado ha caído por los suelos y baja la cabeza cuando nos cruzamos.

Al principio yo no quería cenar, para no ver la cara de ese idiota de encargado que se cree Dios, aunque no es más que un pobre hombre estresado e infeliz porque se ha separado de su mujer y ésta se ha quedado con la casa y sus hijos; pero luego me he dicho: ¿Por qué no voy a cenar yo? Si alguien sobra en esa mesa es él.

Lleva dos meses más que yo en el hostal y tiene en el bolsillo a Inés. Ella es amable con Antonio y se muestra borde con quienes éste considera sus enemigos. A mí no me traga, se nota.

Antonio no sale del bar y los domingos no va a ninguna parte: se queda hipnotizado en el mostrador charlando con ella. Es un jilipollas, no se da cuenta de que Inés es una profesional de la hostelería, su aparente amistad es falsa: sabe que vive solo y lo que a ella le interesa es que todo su salario y dietas se queden en el hostal

¡Y Antonio cree que se la ha ligado! Demasiado grande le viene el traje.

La Sra Teresa, madre de Inés, me ha dado una receta para curar infecciones y cortes. Dice que es milagrosa, y que ella ha curado a mucha gente del pueblo con esa pomada. La ha sacado de la nevera y nos la ha enseñado.

Una yema de huevo, miel, aceite de oliva y harina a partes iguales. Se hace una cataplasma y se pone en la zona infectada toda la noche durante un par de días.

Jorge, el colombiano, para no ser menos o para hacerme la pelota un poco tras su fracaso profesional, ha dicho que pasando por la Turmix una calabaza y bebiéndose un vaso de zumo un par de horas antes del desayuno, baja el azúcar en la sangre. Asegura que su madre no se pone insulina ni nada de medicamentos, sólo se bebe un vaso de zumo de calabaza cada día en ayunas y así controla la glucosa.

He notado que este pueblo es muy caro: me han cobrado 10 euros por cortarme el pelo, cuando en El Puerto de Santa María me cuesta 6. Y en Carrefour cuesta 6 euros lavar 5 kilos de ropa, mientras que aquí, por lavarme 2 pantalones y una camisa he pagado 18.

Mi nuera Eva me dice que no lave nada, que se la lleve a Valencia. Qué poco me conoce. ¿Cómo piensa que voy a permitir que para un día que voy a verlos ella se tenga que pasar el día lavando y planchando mi ropa? ¡Claro!, lo que ella quiere es que yo vaya cada fin de semana, y esto de la ropa es una excusa.

Nada de eso: el fin de semana que viene iré a Zaragoza, y de la ropa que se encargue Inés y que cobre lo que quiera. ¿Quién sabe? A lo mejor le gustan mis calzoncillos…

9 comentarios:

  1. Mientras le gusten y no se los ponga jajaj Un besito

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  2. Supongo, amigo mio, que en el año 2003 tú andabas de vuelta de muchas más cosas que ese tal Antonio.
    Un abrazo

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  3. No sé porqué se me hacía que este periplo tuyo era anterior al 2003. Hace cuatro días, como aquel que dice.

    Lo de Antonio es triste, se llama soledad. A veces no sabemos lo que cada persona arrastra detrás de ella. El mundo es complicado.

    Sigo intrigada esas andanzas tuyas, Juan. Y por cómo se desarrollará el problema en el hostal.

    Un beso,

    Marisol

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  4. Juan, no se porque pero por aqui ya te veía con poca paciencia para estar lejos de casa verdad?

    Le gustan tus calzoncillos... pero tu que te cres que ella iba lavar tu ropa como, en la maquina, ella ni se dava cuenta si eran canconcillos o pañuelos.

    De verdad un hombre o una mujer da igual trabajando fuera y lejos de casa tiene que ganar mucho más por todo eso que se gasta.

    Besos
    Flor

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  5. Darilea,no sé por qué me da la sensación de que antes de echarlo a la lavadora... aspiraba el olor.
    besos

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  6. Antonio, pues no sé qué decirte. Ese Antonio era un veterano de montajes y también había recorrido mucho mundo.
    Pero estaba desquiciado, a veces se le saltaban las lágrimas.
    Un abrazo.

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  7. Margarita, amiga, tienes razón, no sabemos qué sucede en el corazón de los que nos acompañan. A veces ofrecen una imagen distorsionada de lo que en verdad son.
    Espero no aburrirte con estas cosas. A ver si luego respondo a tus correos.
    Un beso.

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  8. Flor, yo sé que existen las máquinas lavadoras y que Inés las ultilizaba.¿Pero quién sabe si a mi ropa interior le producía una sensación especial?
    Un beso.

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  9. Juan!!!!
    Atrevidito....Mmmmmm... callate boca!!!

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