El pasado día 24 se commemoraba el aniversario del fin de la barbarie en Argentina. Un aniversario más.
Varias escritoras y poetas han expresado de diferentes formas en la Red el sentimiento doloroso por lo sufrido y el mensaje implicito de que ¡NUNCA MÁS SE PERMITA QUE SUCEDAN COSAS COMO ÉSAS!
Claudia Isabel, excelente y reconocida poeta de Buenos Aires, nos invita a leer su poema:Además del enlace de Claudia, quiero dejarles aquí el relato de Silvia Pereiro, otra argentina conocida en los foros literarios como LENY:
IDENTIDAD
Cuando tomó el colectivo aún faltaba un largo rato para la hora de la cita.
No importaba, bajaría unas cuadras antes y caminaría. Le vendría bien para tranquilizarse y, además, no había lugar para sentarse y ya le dolían las piernas. Recién en la vereda, se dio cuenta de que aferraba aún, junto al boleto y al pañuelo blanco, el rosario de cristal de roca que la acompañaba desde la comunión de su hijo. El más chico.
Comenzó a caminar mezclándose entre la gente que habitualmente paseaba los sábados por Rivadavia, preguntándose si podrían tener alguna idea de la felicidad y la ansiedad que estaba sintiendo. Supuso que no. El gesto adusto que se le había instalado desde hacía tres décadas y que nunca había logrado borrar, disimulaba muy bien cualquier emoción.
Pensó una vez más en el lugar elegido para el encuentro y que, quizás, no era el indicado. Pero él jamás había salido de Trelew y como el amigo que lo hospedaba vivía a pocas cuadras de allí, era posible que no estuviera tan mal.
Además en su última carta, él mismo le había pedido que la cita fuera en algún bar. La haría menos formal, menos solemne.
Cuando le faltaban pocos metros para llegar sintió un aleteo en el estómago, las manos le hormigueaban y las piernas le flaquearon. Debió aferrarse a una vidriera de la galería para no caerse.
Se preguntó nuevamente si alguno se habría dado cuenta, o si intuirían las mil imágenes que poblaron su cabeza como una película en retroceso…
…Cómo la primera carta que recibió de la asociación, en la que le avisaban que él había estado averiguando por su cuenta. Que había dudado toda su vida, pero que sólo se animó a confirmarlo cuando murieron sus padres. Sus padres…
…O el miedo a otro desgarro, a otra perdida, a hacerse ilusiones. Las mismas que se había hecho cuando en el setenta y nueve le contaron que su hijo, el más chico, estaba bien en Uruguay. Y las que le arrancaron cuando se enteró de que era mentira.
Mentiras. Siempre hubo mentiras.
Y lágrimas…
Durante el día, en oficinas inmundas donde los recursos de amparo se apilaban para borrarse. Y en la noche, cuando un país ignorante o cómplice, festejaba el triunfo del último gol de un mundial en el que éramos derechos y humanos, mientras estallaba en bocinazos y saltaba para no ser holandés.
…Tapando sus oídos mientras estrujaba el pañuelo blanco pensando en la Plaza. Y estrenando el gesto adusto y esas venas abiertas que parían la certeza del nunca más.
Nunca más verlo ni abrazarlo.
Nunca más saber si su nieto había nacido para ser, como ella y tantos otros, una víctima absurda y demencial de una guerra oscura y oculta…
Logró recomponerse y caminar los metros que le faltaban. Abrió la puerta de la confitería y los vio.
Y lo vio…
En los ojos francos de él y en la actitud asombrada del niño que lo acompañaba. En el corte de pelo, en la forma de las orejas, en la nariz recta y en la postura de los hombros.
Sus miradas se cruzaron y él se levantó empujando el brazo del pequeño.
— ¡Ahí está! —pareció decir.
Y el miedo al rechazo, a la ignorancia, al desprecio desapareció de golpe. Con la sonrisa de ambos. La misma…
La misma…
— ¡Hola abuela! — Dijo cuando ella llegó. —Te presento a tu bisnieto…
Varias escritoras y poetas han expresado de diferentes formas en la Red el sentimiento doloroso por lo sufrido y el mensaje implicito de que ¡NUNCA MÁS SE PERMITA QUE SUCEDAN COSAS COMO ÉSAS!
Claudia Isabel, excelente y reconocida poeta de Buenos Aires, nos invita a leer su poema:Además del enlace de Claudia, quiero dejarles aquí el relato de Silvia Pereiro, otra argentina conocida en los foros literarios como LENY:
IDENTIDAD
Cuando tomó el colectivo aún faltaba un largo rato para la hora de la cita.
No importaba, bajaría unas cuadras antes y caminaría. Le vendría bien para tranquilizarse y, además, no había lugar para sentarse y ya le dolían las piernas. Recién en la vereda, se dio cuenta de que aferraba aún, junto al boleto y al pañuelo blanco, el rosario de cristal de roca que la acompañaba desde la comunión de su hijo. El más chico.
Comenzó a caminar mezclándose entre la gente que habitualmente paseaba los sábados por Rivadavia, preguntándose si podrían tener alguna idea de la felicidad y la ansiedad que estaba sintiendo. Supuso que no. El gesto adusto que se le había instalado desde hacía tres décadas y que nunca había logrado borrar, disimulaba muy bien cualquier emoción.
Pensó una vez más en el lugar elegido para el encuentro y que, quizás, no era el indicado. Pero él jamás había salido de Trelew y como el amigo que lo hospedaba vivía a pocas cuadras de allí, era posible que no estuviera tan mal.
Además en su última carta, él mismo le había pedido que la cita fuera en algún bar. La haría menos formal, menos solemne.
Cuando le faltaban pocos metros para llegar sintió un aleteo en el estómago, las manos le hormigueaban y las piernas le flaquearon. Debió aferrarse a una vidriera de la galería para no caerse.
Se preguntó nuevamente si alguno se habría dado cuenta, o si intuirían las mil imágenes que poblaron su cabeza como una película en retroceso…
…Cómo la primera carta que recibió de la asociación, en la que le avisaban que él había estado averiguando por su cuenta. Que había dudado toda su vida, pero que sólo se animó a confirmarlo cuando murieron sus padres. Sus padres…
…O el miedo a otro desgarro, a otra perdida, a hacerse ilusiones. Las mismas que se había hecho cuando en el setenta y nueve le contaron que su hijo, el más chico, estaba bien en Uruguay. Y las que le arrancaron cuando se enteró de que era mentira.
Mentiras. Siempre hubo mentiras.
Y lágrimas…
Durante el día, en oficinas inmundas donde los recursos de amparo se apilaban para borrarse. Y en la noche, cuando un país ignorante o cómplice, festejaba el triunfo del último gol de un mundial en el que éramos derechos y humanos, mientras estallaba en bocinazos y saltaba para no ser holandés.
…Tapando sus oídos mientras estrujaba el pañuelo blanco pensando en la Plaza. Y estrenando el gesto adusto y esas venas abiertas que parían la certeza del nunca más.
Nunca más verlo ni abrazarlo.
Nunca más saber si su nieto había nacido para ser, como ella y tantos otros, una víctima absurda y demencial de una guerra oscura y oculta…
Logró recomponerse y caminar los metros que le faltaban. Abrió la puerta de la confitería y los vio.
Y lo vio…
En los ojos francos de él y en la actitud asombrada del niño que lo acompañaba. En el corte de pelo, en la forma de las orejas, en la nariz recta y en la postura de los hombros.
Sus miradas se cruzaron y él se levantó empujando el brazo del pequeño.
— ¡Ahí está! —pareció decir.
Y el miedo al rechazo, a la ignorancia, al desprecio desapareció de golpe. Con la sonrisa de ambos. La misma…
La misma…
— ¡Hola abuela! — Dijo cuando ella llegó. —Te presento a tu bisnieto…
Excelente el poema y el cuento, de ambas autoras.
ResponderEliminarGracias por sumarte al repudio por ese día, por solidarizarte al grito de NUNCA MAS, al pedido de memoria y justicia.
Cariños Juan.
Juan, tanto el poema de Claudia como el texto de Leny son extraordinarios y comovientes.
ResponderEliminarTe doy mi enhorabuena que hagas hecho esta entrada en homenaje a tantos desaparecidos en un periodo tan triste en Argentina y a todos los Argentinos.
Un beso
Flor
Enga, ya estoy aquí pa recibir la colleja esa :-) A mí me parece que cuando yo te digo que no tengo tiempo ni para parpadear, tú no me crees, pero bueno, dejémoslo estar.
ResponderEliminarAcabo de ver tu entrada sobre Olvera, chulísimas las fotos, la verdad es que el pueblo es coqueto, y se ponga como se ponga, siempre sale bien en las instantáneas, como los niños. Otra cosa es vivir aquí en silla de ruedas, no es algo divertido, pero a jeringarse tocan.
Me alegro lo pasaras bien por aquí, ya me dijeron que viniste de visita, pero yo andaba tras la pista de Murillo, en el Museo de B.A. de Sevilla. Cada dos por tres estoy allí, ya me conocen hasta los guardas de la puerta, ya colgaré fotos yo también, porque, me creas o no, no he tenido tiempo ni de pasarlas al pc.
En cuanto a lo del libro, estoy en ello, ok? Tenme paciencia.
Venga, me llevo la colleja :-) y me voy que me requieren en otro lado. Un beso fuerte.
querido Juan, gracias por sumarte al grito de "Nunca más"
ResponderEliminarFlor, muchas gracias a vos también por acompañarnos :)
Leny, me encantó tu relato; un dolor que continúa pero que a veces nos da alegrías como esta de tu historia.
Un abrazo
Ni que decirte Juan...
ResponderEliminarSiempre has sido muy generoso conmigo y con mis relatos, y debo agradecerte una vez más por ello y por haber publicado mi cuento en tu entrañable Lugar.
Gracias también a Sol y a Flor por sus lecturas y sus palabras. Y a vos Claudia, un agradecimiento y un enorme reconocimiento por tu bellisimo y desgarrador poema. Esperemos que, de una vez por todas, ese grito sea finalmente realidad...
Besos.
Leny
Gracias Juan por publicar esto.
ResponderEliminarHaber vivido esa época hace que una grite con mucha fuerza NUNCA MÁS!!!!!
Te dejo un poema relacionado con este mismo tema:
Me gusta la memoria
me gusta la memoria que recuerda los recuerdos que me gustan
y la memoria que recuerda los recuerdos que no me gustan
manojo de sueños desangrados
palabras violentando los oídos
quejidos inhumanos
los rostros de los monstruos en mi piel
las bocas mudas que no se enteraron
los ojos cerrados que no vieron nada
la cruz bendiciéndonos las muertes
confirmando en la tierra el único infierno
y la pena
siempre la pena
canciones de cuna
para dormirnos
besos cálidos y abrazos apretados
el humor y la risa sobreviviendo
su cara sobre mi pecho
el reflejo de mis ojos en los suyos
el sol en la oscuridad
el encierro
y después
el sol en la cara
la libertad en la cara después del sol
me gusta la memoria que recuerda los recuerdos que me gustan
también la memoria que recuerda los recuerdos que no me gustan
es parte de la vida
de la memoria colectiva
compartida
recuerdos del mundo pretendido
presentes en la lucha de cada día
que dormiten pero atentos
la memoria olvidada repite los horrores
que no olvide la memoria los muertos sin justicia
que no olvide la memoria
que no olvide
Cristina Occhipinti
24/03/2010
Sol Imaginario, gracias a ti por tu visita y comentario.Siempre me encontrarás al lado de los que claman Justicia.
ResponderEliminarUn beso
Gracis Florecilla, por tu solidaridad. Como ves, las autoras Claudia y Silvia te agradecen tus palabras.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, Ana, ya te he contestado por correo. Un beso.
ResponderEliminarClaudia, ya sabes que siempre estoy apoyándote en tu lucha.Un beso.
ResponderEliminarLeny, tú siempre me has apoyado y enseñado muchas cosas.Soy yo quien te agradece tu amistad. Un beso.
ResponderEliminarSusuru, qué lindo poema. En verdad la memoria debe prevalecer para ayudarnos a no reincidir en los errores.
ResponderEliminarGracias por tu aportación. Un beso.
Hola!!!
ResponderEliminarY pensar que hay personas que piden que vuelvan………es un horror con solo pensarlo y siempre me disgusto mucho cuando escuchos esos comentarios…..
Tenemos tanto para aprender en esta vida, se que nos llevara tiempo, y también se que vamos por el buen camino, un paso a la vez.
Que tengas un buen domingo y gracias por hacer tan importante mención.
Un abrazo de oso.
Hola, COMUN. Gracias por tu visita.
ResponderEliminarAcá también cometieron atrocidades los militares,siempre bendecidos y paseados bajo palio por la Iglesia, y ahora intentan quitar de en medio al único juez que investiga a los culpables de los crímenes.
Lo peor es que la enorme mancha de corrupción que impregna a los políticos democráticos actuales y su incapacidad para resolver los problemas más importantes que afectan a los ciudadanos convierte en buenos hasta a los hijoputas.
Feliz semana. Un beso
Conmovedor, desde luego no hay justicia que pague el daño que les causaron.
ResponderEliminarUn besito :-)
Hola, Juan. Extremecedor relato. También me gustó el poema. Que te roben así a tus hijos, y acaben con sus vidas y los nietos desaparezcan, sí, ¡NUNCA MÁS! Siempre admiré a las madres de la plaza de Mayo, y ahora a las damas de blanco, también.
ResponderEliminarUna vez vi la historia de una de estas nietas, que había sido criada por militares, pensando que eran sus verdaderos padres. Qué duro tiene que ser descubrir tu origen. En esta ocasión la chica no dudó en irse con su abuela legítima. Así que casos así como el del relato, o muy parecidos, hay bastantes, demasiados.
La lectura positiva es que al final regresan al seno de la familia de la que nunca debieron ser arrebatados. Ojalá haya justicia y memoria.
Un gran abrazo y un beso, amigo.
Margarita
Efectivamente, Darilea, no hay nada que los compense por los daños causados. Un beso
ResponderEliminarHola, Margarita:¿No recuerdas este relato de nuestra amiga Leny?
ResponderEliminarLa he encontrado en Facebok por casualidad después de tres largos años de ausencia.
También a mí me causa admiración la lucha de las Mujeres de la Plaza de Mayo y las Mujeres de Blanco cubanas y las que sin duda habrá en Venezuela.Los regímenes militares pisotean toda clase de derechos, son odiosos y hacen mucho daño a la Humanidad.
Una vergüenza que a causa de los intereses comerciales nuestros gobiernos democráticos permitan la existencia de estas dictaduras.
Queremos imponer la democracia en Agfanistan e Iraq, países con culturas y creencias diferentes, y hacemos la vista gorda ante los sufrimientos de nuestros hermanos latinoamericanos.
Recuerdo haber visto esa película o reportaje que mencionas de la chica que fue criada por militares y su familia la encuentra.
Un beso, amiga, gracias por tu visita.
Juna:
ResponderEliminarhistorias de separación y de reencientro unamonos la grito de
NUNCA MAS.
te felicito por traernos esas bellas historias.
mario
Gracias por tu visita, Mario.
ResponderEliminarEso sí, gritemos todos a una ¡Nunca más!
Un abrazo