jueves, marzo 11, 2010

OLVERA,

Foto de internet

En la falda de la montaña, a la izquierda si vas por la carretera de Jerez hacia Antequera, orgulloso como un dios, se alza un bonito pueblo llamado Olvera.

«Es de lo más bonito de España», pensé la primera vez que vi su iglesia plantada en la montaña. Fue en el verano de 2003. Por aquel entonces, yo trabajaba en la estación de Bobadilla y venía cada viernes a mi casa a pasar el fin de semana con la familia. El 15 de abril de 1986, este pueblo fue declarado Conjunto Histórico Artístico Nacional.

Los lunes, yo madrugaba y pasaba por el túnel del cruce de Ronda a las seis de la mañana; recorría unos diez kilómetros y allí estaba: Impresionante, maravillosa, toda iluminada. La iglesia parecía flotar en el aire. Sus torres tocaban las estrellas, parecía un palacio de hadas, y en mis retinas, maravilladas, se reflejaba su suntuosa fachada.

Esa imagen no aparece en ninguna postal. Solo se puede obtener a unos tres kilómetros más allá del desvío para entrar en el pueblo desde la carretera de Jerez a Antequera. Tres veces he intentado captarla desde ese punto, pero me ha sido imposible: está a la salida de una curva, no hay buena visibilidad y los coches llegan a gran velocidad, con el consiguiente peligro de empotrarse detrás del tuyo si te detienes unos momentos. Hay raya continua, además, y si aparcas en el estrecho arcén la Guardia Civil te puede denunciar.

Ayer lo intenté otra vez, pero fue inútil.

Amaneció el día soleado y decidí llevar a mi mujer a celebrar su cumpleaños (el día anterior no pudimos) en la Sierra. Queríamos ver también los estragos que había hecho el agua por todas partes, y a las diez de la mañana cogimos la Ruta de los Pueblos Blancos. Dejamos atrás Arcos, Bornos, Villamartín, Algodonales, el cruce de Ronda y El Gastor y, finalmente, atravesamos el túnel

http://www.casaturismorural.com/lugaresparavisitar/pueblos/mapa.php?id=2631

« ¡OH!...» —exclamó mi mujer al ver a lo lejos Olvera.

Apretujadas y blancas con sus tejados rojizos, extendidas sobre la ladera como una alfombra de flores de almendros, las casitas del pueblo rodean la peña sobre la que se alza la imponente iglesia, y sobre ésta, orgullosa y eterna, se alza la fortaleza mora.

Siempre se adjudicó a los árabes la fundación del pueblo, y no fue hasta 1986 cuando un hombre, que trabajaba con su pala en un camino rústico, se encontró una estatua de Trajano.

La Junta de Andalucía se hizo cargo de las excavaciones y diez años después, con ocasión de la remodelación del pavimento de la plaza de La Iglesia, se hallaron vestigios de los pobladores del lugar en épocas anteriores: bordes de vasos, cuencos, laminillas y un punzón neolíticos, fechados entre el 3º y 4º milenio antes de Cristo. Del siglo III A.C. son los restos romanos e íberos encontrados en 1986 en una pequeña villa de agricultores excavada por la Junta de Andalucía, donde descubrieron monedas de los emperadores Graciano y Constantino.

La historia de la Olvera musulmana comienza en el sigloXI cuando los reinos de Taifas disputan entre ellos, siendo Olvera una plaza fronteriza entre los Taifas de Morón y de Ronda. La conquistó el año 1327 un joven de 16 años, el Rey Alfonso XI, quien respetó las vidas y bienes de los vencidos.

Y es esta Olvera musulmana la que yo fui ayer a conocer y admirar.

Olvera está perfectamente organizado para recibir al turismo. Contrariamente a otras ciudades del entorno, el visitante encuentra en los diferentes puntos de la ciudad cercanos a los monumentos, numerosos aparcamientos gratis. Yo dejé mi vehículo a la entrada del pueblo y me fui a pie subiendo la cuesta hasta el castillo.

El medio kilómetro aproximado de camino que conducía a la fortaleza ofrecía maravillosas vistas panorámicas del paisaje. Bajo la peña, un grupo de perros, al parecer abandonados y maltratados por sus dueños, a juzgar por el miedo que nos tenían, nos seguían a lo lejos. A la derecha, conforme ascendíamos, el barranco aumentaba de profundidad y el paisaje ganaba en hermosura.

Al fin llegamos a la primitiva ciudad. Entramos por una angosta callejuela y nos encontramos de pronto en la plaza. Una parcela cuadrada de unos tres mil metros cuadrados cuyo lado derecho estaba ocupado por la iglesia, un edificio construido sobre las ruinas de la mezquita árabe, que fue usada para culto cristiano hasta el siglo XVI cuando fue demolida para edificar sobre sus cimientos la iglesia primitiva. En 1823 se derriba la iglesia primera y sobre sus cimientos se construye la actual.

Caminando hacia el frente, un mirador nos permite contemplar la ciudad que se agita abajo, y el paisaje verde y montañoso del entorno; a la izquierda se haya una fila de casitas de dos plantas pegada a la base del castillo. Es precisamente por una de ellas que se accede a la fortaleza.

Cruzamos el patio interior y nos encontramos con la escalera.

Mi mujer me miraba como preguntándome si estábamos capacitados para subir hasta las almenas; yo le hacía la misma pregunta con los ojos, y ella, sonriendo, me dice:«¿Por qué no? Para eso hemos venido». Y allá fuimos.

Pasamos un día fenomenal, inolvidable. La gente olvereña es amable, simpática, y sabe atender a sus visitantes. Cuando les preguntas algo te responden sinceros y amables, no te engañan indicándote la dirección contraria, como en otros sitios que he visitado.

Después de visitar el castillo (la iglesia estaba cerrada por obras), nos paseamos por el pueblo y fuimos a comer al Restaurante Entrecaminos, que nos habían recomendado porque, además de la carta, ofrecía un buen Menú del Día por un módico precio:

Choco con patatas, Flamenquín casero, tarta de queso, ensalada, café, dos cervezas y el pan = ocho euros.

Observé que muchas calles tienen nombres de países europeos: calle de Francia, Alemania, Holanda, Suiza… Esto se debe a lo que ya he criticado en algunas entradas anteriores: El pueblo andaluz siempre ha pasado necesidad y se ha visto obligado a emigrar para quitarse el hambre, mientras sus gobernantes vivían a cuerpo de rey. Y Olvera no podía ser menos: sus habitantes tuvieron que emigrar tanto, se sienten tan agradecidos a las naciones que los acogieron, que han bautizado sus calles con sus nombres.

Las huellas de las inundaciones mostraban la magnitud del desastre sufrido por las lluvias en la provincia; la carretera estaba rota en un punto y un carril estaba anulado y acotado. Los empleados de obras públicas se afanaban en arreglarlo.

Aún nos queda por conocer varios pueblos de la sierra gaditana: Setenil, Villalengua y Alcalá del Valle y algún otro más, visitas que dejamos para otra ocasión.




21 comentarios:

  1. Anónimo4:33 p. m.

    Alcalá la Real está en Jaén, a la que te refieres es a Alcalá del Valle.

    Saludos

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  2. ¡Gracias, anónimo!Ya está corregido, fue un lapsus lamentable.
    Saludos.

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  3. Juan, tu hazme el favor, nunca más me lleves para sitios tan altos tu sabes que me mareo hasta mirando las fotos jajaja
    Que bello pueblo y las fotos bellisimas. Dijiste que estaban oscuras? no, si estan todas preciosas! Y los fotografos también quedaron muy bien en las fotos.
    Tienes fotos espectaculares y mira yo tengo algunos seguidores que se dedican a fotografia cuyos blogues son solo de fotos y estas, te digo estan perfectas.

    Que bien que disfrutaste del paseo en compañia de tu mujer y de paso nos estas haciendo este lindo regalo.
    Y una naranja de aquellas?? son dulces o son de aquellas muy amargas???

    Gracias!!
    Un beso
    Flor

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  4. Flor, las dos fotos del texto no son mías. Las que está en el Slide son las mías, y están mal,sin contraste como si estuviese nublado, y ese día hacía mucho sol.

    Me alegro de que te guste el pueblo, a ver cuándo vienes a ver la sierra de Cádiz.
    Un beso.

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  5. Juan, yo las veo bellisimas.

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  6. Juan:
    bonito viaje para celebrar, espero no hayan terminado agotados, es bueno hacer ejercicio.

    hasta pronto.

    mario

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  7. Me has despertado el gusanillo. Pasé muy cerca muchas veces caminos de Algodonales desde Campillos, pero nunca entré a visitarla. La próxima vez no dejo de hacerlo. Por cierto nuestra amiga Ana creo que es de allí.
    Unabrazo

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  8. Juan, se ve increíble!
    Tu tierra tiene unos paisajes hermosos!
    Un abrazo

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  9. Hola Juan,
    veo las fotos y me recuerda esos pueblos blancos que veo cuando bajo a granada, allí a lo lejos, tan diferentes al sitio en el que vivo.
    Gracias por la recomendación, me la apunto y cuando pase por allí unos cuantos días a ver si me animo y me doy una vuelta por alguno de esos lugares que de vez en cuando nos muestras.
    Un abrazo.

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  10. Te acompañé a vos y a tu esposa durante todo el viaje virtualmente
    Bellísimo lugar.
    Bellísima idea festejar el cumple allí.
    Y además que lo relates, pues algo nuevo y que vale la pena conozco con vos nuevamente al visitarte.

    besos

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  11. Hola, Mario: la verdades que ayer mi mujer y yo teníamos agujetas y nos costaba caminar.La falta de ejercicio se nota.
    Me alegro de que te gusten las fotos. Un abrazo.

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  12. Hola, Antonio: Pues si vienes desde Campillos, cuando veas la primera entrada la pasas y aunos tres kilómetros verás la preciosa postal que invita a parar el coche y fotografiarla. Pero es peligroso hacerlo.
    Efectivamente, Ana vive en Olvera.Pero es más difícil conseguir audiencia con ella que con el Papa.
    Un abrazo.

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  13. Claudia, me alegro de que te gusten las imágenes de los pueblos andaluces.Un gusto leerte. Besos.

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  14. Jesús, es verdad, Granada también encandila con sus maravillosos pueblos alpujarreños, y Cádiz, y Málga, como dice el solgan: Andalucía es de cine. A ver cuándo vienes por aquí. Un abrazo.

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  15. Gracias, SUSURU por acompañarnos. Me alegra que te guste el formato de la entrada compuesta de texto e imágenes.
    Un beso fuerte.

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  16. Juan:

    No se si lo consiga popr aca pero si puedo lo leere, suena interesante.
    un gusto pasar por tu blog

    mario

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  17. Juan, desde luego es un pueblo precioso de verdad, amigo. Ay, cómo me suena eso que cuentas de que no puedes sacar el mejor encuadre a la hora de hacer la foto porque no hay manera y está en una carretera. La de veces que me he perdido buenas fotos (diría que a menudo, las mejores) justo por eso, y, digo yo, porqué no ponen más miradores y así podamos aprovechar para hacer la instantánea o admirar estos rincones hermosos que tenemos en España.

    Se agradece que cuentes parte de su historia y que hayas subido ese estupendo “Slide” con las fotos; ya sabes lo que me gusta una foto. Gracias por compartirlas.

    Vaya que sí, menudo menú tan "apañao", si voy por allí me apunto el sitio, jaja. Me alegro que pasarais un día tan bueno, amigo.

    Un fuerte abrazo para ti y tu esposa,

    Margarita

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  18. Mario, creo que te refieres al libro que comento en la entrada posterior a esta.
    Supongo que debes encontrarlo fácimente pues la editorial Planeta tiene sucursales y distribución en todo el mundo hispano.Te gustará, te lo aseguro.
    Un abrazo

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  19. Margarita, sabiendo lo buena fotógrafa que eres, sé que sufrirías mucho al no poder detenerte para sacar la foto en ese lugar.
    ¿Que por qué no hay un mirador? Eso mismo me pregunto yo. Ése es el resultado de nombrar a dedo los altos cargos por su afinidad política con La Junta, en vez de nombrarlos por sus conocimientos profesionales en las diferentes materias.
    Cosa rara, no encontramos un solo restaurante en los alrededores del Castillo, siendo éste la principal atracción turística.
    Preguntamos a un hombre y nos recomendó ese que cito, pero estaba a dos kilómetros al otro lado del pueblo, como todos los demás, unos cuatro restaurantes casi juntos. Creo que eso denota falta de visión o iniciativa de los profesionales del ramo. En todo caso, la Junta bien podría construir junto al castillo algún hotel: se llenaría.
    Gracias en nombre propio y el de mi mujer por tu cariñosa felicitación. Un beso fuerte para ti.

    8:45 AM
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  20. Qué lugar tan hermoso y lleno de historia y de magia! Algún día voy a ir allí, me lo prometo. Y voy a comer flamenquín; a propósito, ¿qué es?

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  21. Ojalá puedas venir algún día, Sisífa. te invitaría a comer esos flamenquines.
    Se llaman flamenquines por su color de rebozado de huevo batido, rubio como los flamencos que llegaron acompañando al emperador Carlos V.
    Se preparan de diferentes maneras, según la zona.
    Preparación:
    Se enrollan unos filetes aplastados de ternera sin fibras, junto con tiras de jamón. Se cierra con palillos.
    Se rebozan bien con una masa ya mezclada de harina, huevo, pan rallado y perejil.
    En sartén con el aceite ya muy caliente se fríen procurando que queden jugosos por dentro y costradas por fuera.

    Los que nos sirvieron en Olvera eran caseros, o sea: hechos con receta propia de la casa, y tenían dentro del rebozado jamón, queso y chorizo.
    La forma era un cilindro de 15 centímetros de largo y cinco de diámetro, color tostado y servido con patatas fritas. Otros lo sirven con ensalada.
    Besos, amiga.

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