En las entrevistas que me han hecho en tres emisoras de radios y televisiones locales, decía que la afición a escribir me entró porque en el Instituto me obligaban a llevar actualizado un Diario personal con todas las cosas que hacía durante el día. Más tarde, continué con ese hábito y con los textos que recopilé saqué material para mi primera novela, La pista del lobo.
Esta costumbre la he seguido en los diferentes lugares donde he debido desplazarme para trabajar, y eso me da ahora la oportunidad de compartir con ustedes mis experiencias laborales y estados de ánimo. Si de ello sacan alguna idea para escribir una historia, me sentiré satisfecho.
En esta ocasión voy a ir presentando las notas escritas a finales del año 2003 en el hostal donde me hospedaba, Casa Santos, en Albalate de Cinca, (Huesca). Algunos términos son los usados por los profesionales de montajes industriales, y quizás no sean entendibles por ustedes; pero en la medida que sea posible lo explicaré sin cambiar el sentido del texto.
Tampoco pretendo otra cosa que compartir coloquialmente con ustedes las anécdotas y estados de ánimo que construyen la vida de un hombre que se ve obligado a trabajar fuera de su casa y de su familia.
Para aquel trabajo me llamó el dueño de Montajes Salvador, una empresa que cambiaba de nombre a cada obra para evitar que
Cuando presenté la solicitud de prejubilación, me adivirtieron que me faltaban tres años de cotización (1973 al 1976), años que trabajé con un contrato visado por Organización Sindical, y cuyas cuotas a la seguridad social me descontaban cada mes en la nómina. Sin embargo, la empresa no las ingresaba en
Como dicen en Valencia, «Siempre paga poca ropa», o sea: el más débil. Eso me ha costado una reducción en la cuantía de mi pensión del 3% además del 7% consabido por cada año de antelación en el disfrute de la jubilación.
Como decía, antes de divagar sobre las injusticias permitidas por el Gobierno, Salvador me llamó y me ofreció un buen trabajo: El trabajo a realizar tendría dos meses más o menos de duración, bien remunerado, y en una zona muy bonita, desconocida para mí. Ya había trabajado para él en otras dos ocasiones. No me importaba su problema con Hacienda o
Llegué a Alcolea de Cinca a las siete de la tarde con la misión de controlar la calidad de soldaduras que realizaban en un depósito de acero inoxidable que estaban construyendo en el interior de una fábrica de reciclado de papel y cartones un equipo de cinco hombres de diferentes provincias y costumbres, que tenían muchas prisas por acabar el trabajo y regresar a sus casas.
Pero la historia de mi llegada, los atractivos del pueblo y los motivos que me llevaron a ese lugar lo expliqué hace tiempo en este capítulo.
Después de esta introducción, comienzo copiando unas notas del cuaderno que hacía de diario:
Día 23 de octubre de 2003
Problemas:
Hoy todo ha salido mal: han surgido problemas en el trabajo, problemas con mi familia y en el hostal, donde noto cierta hostilidad.
En el trabajo nada funciona, los días pasan y no avanzamos; ya nos hemos comido el presupuesto y cada día nos decimos unos a otros que nos marchemos a casa y que la obra la hagan otros.
Mi hija hace 17 días que no me llama. Se fue enfadada porque no me gustó el amigo que se ha buscado. Me da igual, que haga lo que quiera con su vida; pero que no espere que la aplauda.
Intento no discutir con nadie, aunque a veces me provocan. No hago daño a nadie, sólo cumplo con mi trabajo y me trago mis problemas yo solo.
Sin embargo, noto cierta hostilidad en el ambiente. En la obra están a la caza, con la escopeta cargada, dispuestos a declarar la guerra a la mínima ocasión.
Me han obligado a desplazarme a Santander para hacer un test profesional, lo que llaman “homologación”, y he debido recorrer mil kilómetros entre la ida y la vuelta, y trabajar tres horas realizando el test. Todo eso en el mismo día, pues al siguiente, debía estar en mi puesto de trabajo.
Incluso en el hostal Casa Santos veo caras largas y se respira un ambiente cargado. Si está Inés, la dueña del bar, cuando yo entro ella se va y deja que me sirva su madre, una anciana.Y cosas por el estilo.
Hola Juan!!
ResponderEliminarNo se de donde vengo jajaja, pero aquí estoy, llevo un ratillo leyendo y me ha gustado así que con tu permiso sigo por aquí ;)
Feliz semana!!!
Besitossssssss
Hola,Mar, ¡bienvenida, guapa! Yo sí sé de dónde vienes, te he visto en la fiesta de Lisboa en casa de Flor.
ResponderEliminarhe visitado tu blog, ése de los masajes de Reiki.La verdad es que me has intrigado y no dudes que volveré a visitarte.
Un beso.
Juan, tu sabes que cuando cree mi blogue pensaba seguir haciendo mi diario? Hace años que lo hago, siempre tenia un cuaderno donde iba escriviendo mis cosas.Ahora ya no escribo en el cuaderno pero voy escribiendo en el blogue. Lo que pasa es que en el cuaderno escribia toda la verdad, nada más que la verdad y en el blogue le acresciento unos polvitos de prilimpimpin jajajaja!!
ResponderEliminarMira hay algo que me pasó que no entendí o sera que la explicación viene a seguir, porque sera que en el hostal te trataban de manera diferente??????
Besiños
Flor
Hola, Flor. Sí, antes era costumbre llevar un diario. El motivo del trato desagradable en ese hostal se explica en los capítulos que siguen.
ResponderEliminarbesos
Es curioso, Juan, pero sé de muchas personas que algún período de su vida han escrito un diario, pero a mí nunca me ha dado por escribirlo. Ahora leyendo las razones por las que has escrito los tuyos, me doy cuenta que la memoria es frágil y que es una buena idea, no sólo para tener frescos aquellos detalles que se nos escapan de los acontecimientos que te ocurren, sino para tener también las sensaciones y sentimientos que te produjeron, porque con el tiempo uno puede distorsionarlos. Aparte de ser un buen ejercicio para escribir. Quizá comience uno.
ResponderEliminarLo que dices de los cambios de nombre de las empresas y el resto de lo que cuentas, me suena, ¡vaya que sí! A mí padre le pasó algo parecido, no sé si ahora seguirán con las mismas prácticas. Me parece una vergüenza, y creo que no nos merecemos esta clase empresarial que tenemos en España.
Trabajar fuera de tu casa es duro, por eso de estar alejado de la familia, pero, a veces no queda más remedio. Seguiré ese diario, a ver qué pasa con ese trabajo y los problemas en el hostal.
Un beso, amigo,
Margarita
Hola, Margarita: Empresas de esas las hay aún. Presentan concurso de acreedores para declararse en quiebra y no pagar facturas ni depidos y luego renacen con otro nombre.Y a los dueños no les quitan nada y se ríen de la sociedad.Vemos empresarios declarados en quiebra que mantienen sus lujosos chalés y coches de lata gama.
ResponderEliminarEstar lejos de casa es duro, pero a veces no hay otra opción. Besos, amiga.