Hoy, Día mundial del Cáncer de Mama, tenía pensado publicar un viejo texto mío sobre ese tema; pero mi amiga Margarita ha publicado su propia experiencia y me ha impresionado tanto, que considero merece ser leída y divulgada.
De paso, deseo expresar mi respeto y admiración hacia todas las personas que, al igual que mis amigas Margarita, Flor y mi esposa Carmen, se han enfrentado al mismo enemigo. Os quiero y os admiro, amigas mías. ¡Mucho ánimo!
Carta a mi enemigo
Hoy, 19 de octubre, Día Internacional del Cáncer de Mama, saquémosle la tarjeta: ¡Rosa directa!
“Distinguido” enemigo:
Ante todo trataré de guardar las formas, por más hijo
de la gran … Bretaña que seas. No entraba en mis planes dirigirme a ti, por
aquello de que no hay más desprecio que no hacer aprecio, pero he querido
tomarme este gesto como un ejercicio de exorcismo y también por si mi
experiencia pueda servirles a otras personas.
No, no te equivoques, no soy una ingenua que
piense que por haberte ganado la batalla
se cree que ha ganado ya la guerra. Sé bien cómo te las gastas. Me has
arrebatado a cuatro familiares muy cercanos y queridos. Y también ha coincidido
en el tiempo que mientras andabas pretendiéndome, has tenido la poca vergüenza
de tirarle los tejos a una prima mía, de mi misma edad. Por lo visto te has
encaprichado de nosotros, así que siempre he sido consciente de que en
cualquier momento podrías desplegar tus ínfulas de galán conmigo. No fue una gran sorpresa escuchar de labios
del médico en Patología de la Mama el resultado de la biopsia, el 18 de julio
de 2.011, que arrojó con el rostro serio para comunicarme que tenía un carcinoma ductal infiltrante. Si bien es
cierto que no te esperaba tan pronto, y el hecho de saber que podías andar tras
mis pasos y aparecer no impidió el momentáneo e inevitable mazazo. Pero déjame
decirte que lo nuestro es un amor imposible; convéncete.
Sí, ya sé, tú dirás que yo te buscaba y que desde
los 34 años me hacía las pruebas cada año para ver si tú aparecías en mi vida,
pero me temo que confundiste mis señales, porque mi única intención,
conociéndote, era estar ojo avizor si tal hecho se presentaba para darte una
patada en los mismísimos… glúteos, cuanto antes.
Bien te pusieron el apellido, Sr. Maligno. Te
gusta trabajar en las sombras, sin dar la cara y por eso decidiste ser un tumor
no palpable. Así que te imagino ahí chiquito, agazapado y riéndote a mandíbula
batiente cuando en la consulta de aquel ginecólogo, en junio de 2.009, oíste
que se negó en rotundo a programarme la mamografía para el año siguiente, y
ante mi insistencia, al comentarle de
mis antecedentes familiares, me respondía una y otra vez: «No, no, a tu edad no
puedes hacértelas cada año, son radiaciones, la próxima para junio del 2.012».
No sabes las veces, desde que supe de tu existencia, que me he acordado de ese
médico… de su santa madre y de toda su familia.
Debí insistir en hacerme esas pruebas con otro
doctor, como venía haciéndolo cada año,
y/o denunciarlo al inspector médico. Jamás
debemos saltarnos un control, aunque solo sea preventivo y nos encontremos como
una rosa, porque a ti, maldito, te
satisface estar al acecho para aprovechar el menor descuido.
Así, con el campo libre, creciste a tus anchas
ante mi ignorancia hasta alcanzar casi los cinco centímetros y lograste rozar
con uno de tus oscuros tentáculos mi
axila. Pero un buen día, en la primavera del 2.011, la casualidad, si es que
existe tal cosa, o la providencia, quiso que advirtiera tu sombra; tu mala
sombra y me dañé la zona al apoyar un marco que tenía la pretensión de
restaurar. Y ahí me puse a buscarte de
nuevo.
«Tienes muchísimas posibilidades de curarte». Eso
también lo oirías, ¿no? Imagino que esta
vez no te hizo maldita la gracia. Mi oncólogo era enérgico y muy preparado.
«Eres joven y fuerte, así que le vamos a dar con todo. Ocho sesiones de quimio
para reducirlo, cirugía, treinta y cinco sesiones de radio y cinco años de
hormonoterapia». ¡Bien! ¡Eso, vamos a darle con todo a ese bastardo! ¿Cuándo
empezamos? Lo malo es que yo estaba en el medio, haciendo de pimpampum,
recibiendo algún que otro pelotazo.
Pese a los consejos médicos, fue inevitable que
corriera a san Google para buscar información, una vez te presentaste
cortésmente con toda la retahíla de nombres y apellidos de rancio abolengo,
para intentar averiguar en profundidad quién eras y, sobre todo, encontrarme
con la experiencia de otras mujeres que se hubieran librado de tu asedio antes;
lo dejé justo a tiempo de sacarme un Master. Consideré que le estaba dedicando
demasiado tiempo de mi vida a un bicho feo y perverso como tú.
De la experiencia de algunas de tus víctimas más
veteranas aprendí que no eras un mal tipo cualquiera, un “mindundi”, y que
muchas de las damas que mejores resultados conquistaron y llevaban ya largos
años libres de tener que volver a ver tu
horrible rostro, se habían defendido desde tres frentes: cuerpo, mente y
espíritu, porque para expulsarte y derrotarte hay que ponerlo todo. Atrincherada
desde esas tres torres me dispuse a luchar, siendo consciente de que ya no
permitiría darme el lujo de bajar la guardia, jamás.
Lo mismo me sucedió cuando lo contaba a mis
conocidos con toda naturalidad. Las conversaciones acababan girando entorno a
ti, casi siempre. Como amante posesivo que eres todo lo quieres abarcar, pero
yo estoy lejos de ser sumisa. Así que, solo por ese motivo, se lo comuniqué a
un reducido grupo de amigos de Internet. Me negaba a cederte más espacios de mi
vida que los estrictamente necesarios, me negué a que lo fiscalizases todo; mi
vida es mía y mis blogs han sido uno de mis más queridos y benéficos oasis de
“normalidad”.
No puedo faltar a la verdad y decir que ha sido un
paseo, ni que no haya pasado miedo, pero no has llegado a aterrarme ni a
paralizarme. También me he permitido mis lágrimas, mis momentos bajos,
que los guardo para mí. Eso sí, cada vez
que eso ha sucedido he decidido que fuera por corto espacio de tiempo,
para aligerar el alma, y una vez llorada… a seguir con la batalla y con Mi Vida. Pero han sido más los
momentos en los que he reído y disfrutado, quizá porque desde el cielo tuvieron
a bien enviarme un ángel llamado Joel, en forma de sobrino en medio de mi
segunda sesión de quimio, que ha sido uno de mis mayores pilares, junto al
resto de mi familia y amigos. Y no contentos, por lo visto me he portado muy requetebién,
mi hija me anunció que a finales de septiembre iba a ser abuela a mis 46 años
de otro ángel al que llamarían Nil.
He leído a algunos de tus Combatientes Pelones
darte las gracias. Yo no sé si puedo llegar a tanto, en la lucha he perdido
algunas cosas, el pelo, las cejas, las pestañas, casi las uñas de mis pies…Pero
he ganado otras: lo cierto es que ya sabía que era fuerte; pero ahora lo soy
más. Ya sabía que lo mejor de la vida está en las cosas sencillas; pero ahora
lo he comprobado de verdad. Ya sabía que hay muchas personas que dicen
querernos, adorarnos, pero que cuando vienen mal dadas desaparecen o no acuden,
aunque una nunca les haya fallado; pero ahora sé que afortunadamente han sido
tres gatos y quienes son. Ya sabía que la vida es frágil y que como dice mi
amiga del alma, nadie tiene atornillado aquí el asiento; pero ahora he tomado
verdadera conciencia de cuán sutil es el velo que separa la vida del más allá. He ganado paz interior. Y por eso saboreo cada
momento más y mejor y no me voy a permitir perder el tiempo deprimiéndome por
tonterías… ¡Ah! Y también te debo un escote de infarto, ¡qué caray! Bueno,
sobre todo al cirujano plástico que buscó la simetría entre mis dos amigas: «Se
operan las dos con patrón de reducción y push
up. Entra dentro del lote», fue su respuesta ante mi pregunta si se iba a
notar mucho la diferencia.
Desde el principio he tenido el convencimiento de
que esta batalla —y espero que la guerra—la ganaba yo, con la ayuda de los
profesionales de la salud, para los que tengo un agradecimiento infinito, por su
buen hacer, pero también por su extraordinaria humanidad, por la cual no
reciben ningún plus en su mermada nómina. Sí,
desde el principio me visualizaba haciendo una muesca en mi Colt, tras descalabrarte.
“Se puede, se puede, se puede…” ha sido el mantra
que repetí hasta el 7 de agosto de 2.012, día en el que recibí exultante mi
última sesión de radio. Ha sido una lucha dura y larga, poco más de un año, y,
no, no te daré las gracias por acosarme e irrumpir en mi vida pero, aun a
riesgo de que suene contradictorio, de esta etapa he salido reforzada, más
segura, feliz y agradecida con la vida.
En los momentos de búsqueda de información en
Internet leí algo que te dijo Lance Armstrong cuando se enteró de que el Cáncer
le había invadido varios órganos, me gustó tanto que lo he hecho mi lema en
muchas ocasiones desde entonces, va a modo de despedida: “Te has equivocado de
cuerpo. Mi cuerpo es mío”. Espero haberte echado para siempre.
Toda mi ánimo para la autora de esta carta y para todas las mujeres que luchan contra este mal.
ResponderEliminarSaludos.
Mi mas profundo respeto y admiración. Ojala todos salgan reforzados de su lucha.
ResponderEliminarUn abrazo.
Dios mio....me hizo estremecer esta larga lectura. Es el amante aterrador que le arrebató la vida a mi querida y adorada hermana Mary. Espero que no vuelva a aparecer nunca más en mi familia....pero uno nunca sabe si ya no estaría viviendo un romance oculto con este sigiloso amante.
ResponderEliminarEspero que nooo!!!
Un abrazo Juan
Admiro a esta señora que supo escribir de esta manera este calvario (una abrazo para ella)
Una carta, que me ha hecho recordar, la lucha con ese maldito amante, que por narices, queria conquistarme, pero al igual que la autora de la carta y miles de mujeres, supe plantarle cara, 24 años han pasado, pero...sigo con el letrerito de No Moleste, no quiero volver a verlo y ojalá ninguna mujer más pasa por lo que algunas ya hemos superado.
ResponderEliminarUn abrazo grande a la autora de tan bonita carta y otro para tí Juan
Gracias, amigo, por divulgar la carta, si con ella podemos animar y dar fuerzas a alguna mujer (o hombre, que también los hay aunque sean pocos) que esté pasando por estas circunstancias me sentiré feliz. Porque de eso se trata.
ResponderEliminarGracias a todos por vuestras palabras. Espero que me entiendan y disculpen los demás, especialmente a Ana María, que con su testimonio nos anima a las que llevamos menos tiempo. Eres una campeona :).
Juan, mucha fuerza y ánimo para Flor y Carmen.
Un abrazo y un beso para ti y para Carmen, muy especial.
Margarita
Juan, Margarita:
ResponderEliminarGracias por hacer saber a tantas y tantas personas que padecen la visita de tan mal amigo, que es posible correrlo de nuestra casa, que cuesta y mucho pero al final... como diría un exprecidente mexicano "si se puede"
Mario
Muchas gracias por vuestras lecturas y comentarios, amig@s. Margarita ya os reponde más arriba.
ResponderEliminarMargarita,amiga del alma: Carmen se ha emocionado mucho con tu carta. Ella pasa revisión cada año pero desde la última vez que se enfrentó a él,hace cinco años, el enemigo no ha dado señales de vida. Y según me dijo Flor, mi amiga portuguesa, ella también lo ha derrotado.
Evidentemente siempre somos conscientes de que anda rondando por ahí, pero con cartas como la tuya, sabemos que podemos hacerle frente. Un beso enorme.
Aqui dejo un abrazo enorme a Margarita.Ese "tío" ya me atrapó algunas veces y yo igual a una doncela ingenua me dejé llevar. Él había conocido mi madre dos años antes y se la llevó con él. Los médicos no tuvieron fuerza para tirarlo a la basura. Pero conmigo fue diferente así que él chegaba cerca de mi, de seguida se veía un bisturi amenazandolo y como venía con intención de quedarse, la "policia especial" entraba en acción y zás!
ResponderEliminarYo sé que él sigue vigilando de lejos pero estoy protegida con una redoma de cristal doble, mientras ella no se rompa, él no se acerca.
Un beso muy grande para ti Juan y otro para Carmen.
Flor
Realmente impresionante.
ResponderEliminarSomos muchos los que podemos contar (por desgracia) historias en las que este malnacido pretende ser el protagonista, pero afortunadamente también somos muchos los que podemos contar que acabó siendo solamente un extra en la película de nuestra vida o de la de un ser querido. En mi caso han sido mi madre y mi marido los que han tenido que empuñar las armas, pero aquí están, mi marido hace diez años y mi madre seis que no han vuelto a tener problemas.
Margarita, te deseo, de corazón, toda la suerte que estoy segura que vas a tener. Creo que el reinado de ese tirano cada vez está más debilitado y vamos a acabar con él. Somos muchos y mejores. Un beso enorme