domingo, diciembre 18, 2016

EL BESO


Habíamos bajado del castillo de Gibralfaro, desde el cual saqué varias fotos de Málaga y su Malagueta. Ahora estaba sentada a mi lado en el Pimpi, con  su cabeza apoyada en mi hombro. Habíamos pedido un  vino de los montes y algo para picar, nos daba igual lo que fuese. Yo la besaba en la frente, en las mejillas, en la nariz...
 Acaricié su rostro y su cuello suavemente con la mano, ¡qué piel cálida y suave piel la suya! Ella cerró los ojos un momento y  besé sus párpados. Toda ella me atraía, sobre todo su boca carnosa y distendida en una sonrisa magistralmente dibujada con carmín. Iba a besarla cuando me despertaron los ladridos de Tomy, que escuchó ruido en el rellano. Miré el despertador: las seis. " Será mi vecino que se va a trabajar y espera el ascensor", pensé dándome la vuelta para el otro lado y maldiciendo al perro.


¡Joder, para una vez que sueño algo bonito! 

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