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martes, septiembre 09, 2008

ALGAR DE SANTA MARÍA DE GUADALUPE


Ayer fui a Algar, el pueblo donde nací. Era el día de la fiesta de la patrona y, como buen algareño, fui a visitarla. Algunos habían venido a la fiesta desde Barcelona, Valencia y Alicante. Como se explica más abajo, fue gracias a Ella que nuestro pueblo existe, y también nosotros, los algareños. Por ello el día de Santa María de Guadalupe es tan especial para mí.

Cuando yo era un niño, me enseñaron esta canción:

Las campanas de mi pueblo, sí que me quieren de veras:

Cantaron cuando nací; llorarán cuando me muera.

Asistí a la misa solemne celebrada en honor de la Virgen y tomé varias fotos del pueblo que quiero compartir con ustedes.


Extracto de mi novela “La pista del lobo”:

Miguel era natural de Algar, uno de esos llamados “pueblos blancos” de la Sierra de Cádiz.

Es un precioso pueblecito de unos dos mil habitantes. Sus casas son blancas, encaladas cada año. Está construido a horcajadas sobre un monte, en cuya cima se hallan los edificios más antiguos: la Iglesia, el Ayuntamiento, la cárcel, la plaza de abastos, el cine y el palacio de su fundador, don Domingo López de Carvajal.

















Don Domingo era un gallego residente en El Puerto de Santa María; un rico comerciante que tenía negocios en México relacionados con las minas de oro, y que por tal motivo viajaba constantemente al otro lado del Atlántico. En uno de esos viajes lo sorprendió un fuerte temporal en medio del océano. Las grandes olas golpeaban el casco, pasaban de un lado a otro de la cubierta y amenazaban con tragarse la débil goleta, que con las velas destrozadas y rotos los amarres que sujetaban la carga se balanceaba con fuerza y sin rumbo, hacia lo desconocido.

Don Domingo, aterrorizado, se arrodilló delante del cuadro de la imagen de la Virgen de Guadalupe, que transportaba desde aquel país, y le hizo la siguiente promesa: “Si me salvas de este naufragio, te construiré una iglesia en el sitio más agreste y seco de la provincia de Cádiz, donde tengo mi residencia. Compraré las tierras del alrededor y las repartiré entre los pobres.”

Don Domingo se salvó aquel día y cumplió su promesa: en el año 1757 le compró la Dehesa de Algar al Ayuntamiento de Jerez. Luego, en 1766, tras largos pleitos con entidades poderosas contrarias a los deseos de D. Domingo, se deslindaron las fincas y se repartieron entre las noventa familias más pobres de los pueblos de la Sierra de Cádiz. También les construyó las viviendas, y a cada familia le dio una yunta de bueyes, arado y los aperos de labranza necesarios para que pudiese cultivar las 25 fanegas de tierra que había recibido.

Por este gesto tan generoso recibió de manos del rey Carlos III el título de Marqués de la Atalaya Bermeja y Vizconde de Carrión.”

Así se fundó Algar. Doscientos cincuenta años después de eso, los descendientes de aquellos colonos continúan celebrando una feria en honor de su patrona, llevándola en procesión por todas sus calles.




4 comentarios:

  1. Sólo le falta a tu pueblo una cosita:una calle con tu nombre.
    P.D.: espero una crónica del pasado jueves.

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  2. Hola, Manuel!Dichosos los ojos que te ven y te leen.
    ¿Una calle con mi nombre? Sería bueno, sí... Pero ya conoces el dicho: "Nadie es profeta en su tierra".
    No te preocupes que habrá crónica del acto del pasado jueves. Estoy a la espera de un vídeo que van a colgar en yotube.
    Un abrazo para ti y los tuyos.

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  3. Juan:
    Solo queria corresponder al saludo que dejate medio anonimo en el blog de Indocentes. A ver si un día tenemos la oportunidad de tomarnos una cerveza y conocernos de cara. A
    Ya ha habido alguna confusion con nosotros dos. Ya te contaré.

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  4. Pues muchas gracias por tu visita, Juan.
    Ya te he agregado a la lista de amigos blogueros.
    Será un honor para mí conocerte y tomar unas cervezas juntos.Voy a buscar la forma de contactar contigo.
    Un saludo cordial.

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