jueves, octubre 09, 2008

ÁFRICA DE LAS HERAS, LA ESPÍA ESPAÑOLA, 2



Ayer terminé de leer el libro “África de las Heras, la espía española”.

La verdad es que contiene una gran cantidad de datos históricos que, estoy seguro, ignoramos la inmensa mayoría de los españoles. Denota un enorme proceso de investigación, tal como indica la extensa bibliografía que muestra al final del libro.

Al estilo de Pérez Reverte en su libro “El día de la cólera”, los datos personales, lugares y fechas van llenando las páginas: nombres falsos y verdaderos usados por docenas de espías en cientos de lugares y momentos diferentes; presidentes, embajadores y agregados a las embajadas de diferentes países; contactos realizados entre decenas de personas; trampas utilizadas por la espía para obligar a proporcionar información a los funcionarios…

Como reportaje periodístico, ensayo o biografía de África hubiera sido excelente; pero al presentarlo como novela no me ha convencido: deja algunas preguntas sin respuesta.

El argumento es el siguiente:

Una misteriosa nonagenaria está gravemente enferma en un hospital de Moscú, y en la puerta de la habitación se turnan oficiales del Ejército para custodiarla. Ella muere y un oficial de los que montaban guardia decide informarse sobre la identidad de la señora.

El oficial, que es un teniente coronel agregado al servicio diplomático, en vez de ir al archivo nacional o pedir información al KGB, se encuentra con un archivero jubilado, que pasa los días sentado en un bar bebiendo vodka. El oficial le paga vaso tras vaso para obtener información.

El anciano alcohólico va desgranando, como si lo estuviera viviendo, todas las escenas vividas por África de las Heras en su larga vida. Son 321 páginas de detalles, conversaciones, encuentros secretos y anécdotas íntimas que el lector, pasmado, se pregunta cómo las conoce el ex-archivero. Se supone que en un archivo irán las anotaciones de una operación, los datos personales de quienes participan, si fracasó o no; pero se me hace difícil entender que un archivero sepa lo que dicen dos enamorados en una habitación de hotel a quince mil kilómetros de distancia de su lugar de trabajo. El anciano alcohólico lo sabe todo de memoria: fechas, nombres, frases, pensamientos y deseos de la protagonista.

La estructura de la novela es la siguiente:

Una larguísima exposición de datos sobre acontecimientos, interrumpida de vez en cuando para hacerla más amena por la entrada en escena del militar que se encuentra a diario con el viejo en el bar y dialoga con él, y a cambio de pagarle unos vasos de vodka obtiene más información.

¿Cómo lo sabe, cómo lo sabe? ¿Cómo se acuerda de tantos detalles, tantas fechas y nombres? ¿Es fiable todo lo que cuenta un borracho?, me preguntaba yo a medida que avanzaba en la lectura.

La respuesta la da en la penúltima página: el viejo fue supervisor durante un breve tiempo de África. Pero sigo preguntándome: ¿Estaba presente cada segundo de su vida para conocer hasta lo que pensaba desde el momento en que abandonó su casa con diecisiete años hasta los noventa en que falleció?

Sobre todo que ante la pregunta que le hace el oficial ruso de si todo eso estaba escrito en los archivos, él responde que no, que la verdad estaba tergiversada en los archivos según los intereses del jefe de turno de la KGB.

Bueno, pues eso es lo que me ha aportado esta obra sobre la espía española, cuya existencia yo desconocía.

Este libro al menos lo he acabado, no así el de Reverte. Ambos tienen en común que cuando leía tres páginas ya no recordaba lo que decían las anteriores: es muy difícil conservar en la memoria los nombres de lugares y personas cuando éstos inundan las páginas y cambian en cada una de ellas. En esta obra me he quedado con la información de la actividad principal de África de las Heras, sus vivencias políticas y amorosas; pero no me preguntéis por los nombres de quienes la acompañaron.

¿Puntuarlo? Yo le pondría un 6

5 comentarios:

  1. Anónimo3:51 p. m.

    Hola
    En la actualidad, he encontrado su sitio al azar de Internet, no quería volver a salir sin honrarles de mi sincera enhorabuena soy realmente un super lugar, volvería de nuevo soy prometí
    una visita en casa de su parte me haría un gran placer
    Arnold
    http://www.mastodontes.cafe-philo.net

    ResponderEliminar
  2. Soyez le bien venu, Arnold.C´est un vrai plaisir que de vous recevoir chez moi. Je vais tout de suite vous rendre la visite.
    Salut!

    ResponderEliminar
  3. Anónimo7:48 p. m.

    D. Juan Pan:
    He leído, Mi nombre es Patria y me ha encantado. Creo que hay cosas perfectamente explicables que entiendo no pueden ser pasadas por alto o ignorarse a la ligera. Usted dice que:
    Una larguísima exposición de datos sobre acontecimientos, interrumpida de vez en cuando para hacerla más amena por la entrada en escena del militar que se encuentra a diario con el viejo en el bar y dialoga con él, y a cambio de pagarle unos vasos de vodka obtiene más información.
    ¿Cómo lo sabe? ¿Cómo se acuerda de tantos detalles, tantas fechas y nombres? ¿Es fiable todo lo que cuenta un borracho?, me preguntaba yo a medida que avanzaba en la lectura.
    La respuesta la da en la penúltima página: el viejo fue supervisor durante un breve tiempo de África. Pero sigo preguntándome: ¿Estaba presente cada segundo de su vida para conocer hasta lo que pensaba desde el momento en que abandonó su casa con diecisiete años hasta los noventa en que falleció?
    Sobre todo que ante la pregunta que le hace el oficial ruso de si todo eso estaba escrito en los archivos, él responde que no, que la verdad estaba tergiversada en los archivos según los intereses del jefe de turno de la KGB”. (Ver página 11 con aclaraciones del viejo archivero que no se pueden pasar por alto)
    También usted pregunta por que el oficial ruso no se dirigió directamente al KGB o al archivo nacional, para obtener datos de la espía y le tuvo que preguntar al viejo y eso lo explica el autor claramente al final de la página 14, donde dice que el militar intentó por todos los medios acceder al legajo de servicios de la mujer y que por orden superior estaba prohibido emitir cualquier información sobre ella. Es lógico que datos de sus espías no estuvieran a disposición más que de personal clasificado. Aun hoy en 2008, el legajo de África de las Heras y de otros espías, sigue clasificado sin poder abrirse.
    Ahora explico lo que yo leí en este libro
    1º) el viejo que usted menciona era un ex archivero del KGB, por lo tanto era poseedor de múltiples secretos del servicio de espionaje, no era cualquier viejo con poca inteligencia y tampoco un borracho como usted lo define. Como se desprende del libro, solo en contadas ocasiones el militar le pagó unos vodkas para aflojar su lengua, ya que la mayoría de las veces se encontraron en el piso del viejo y bebían café, ya que el ex archivero, estaba en malas condiciones de salud y no bebía. Eso no lo transforma en borracho como usted afirma.
    2º) como usted habrá leído, en varias oportunidades, el viejo debe recurrir a mirar amarillentos documentos que conserva para recordar algunos hechos que luego cuenta al militar. Como es de público conocimiento a través de los medios de prensa y por los escándalos que provocaron, muchos de los ex archiveros copiaron informes antes de retirarse del servicio activo, algunos para protegerse a futuro y otros pensando en hacer dinero escribiendo sus memorias en el servicio; vale recordar el sonado caso del ex archivero del KGB, Vasili Mitrokhin, que se llevó copias de archivos y los usó en su libro, The Sword and the Shield, publicado en Londres en el 2000 y donde también menciona a África de las Heras y a Felisberto Hernández, un reconocido autor latinoamericano.
    También el caso que tomó estado público, del jefe directo de África de las Heras en el KGB, Pavel Sudoplátov, quien escribió sus memorias en el libro: Operaciones especiales, publicado en Barcelona en 1994, donde menciona reiteradas veces a ésta espía española.
    Según su razonamiento, también se podría preguntar uno si estas memorias de estos espías soviéticos disidentes, son confiables y como hacen para recordar tantas cosas del pasado, porque brindan hasta detalles mínimos de la vida de varios agentes de la URSS, más si consideramos que “adornan” las historias para quedar en mejor posición ante el mundo.
    3º) lo que narra el viejo archivero al militar no es toda la vida de la espía Patria, nunca se afirma eso en éste libro y menos sus acciones en la intimidad. Queda claro que muchas cosas son extraídas de otras investigaciones y de otros testigos. Lo que sabe el viejo, lo conoce por boca de la propia espía, quien lo consideraba un hombre de confianza y por los archivos que manejó. Queda claro en el libro que hablaron y trataron de arreglar entre ellos el conflicto generado por Valentín Marchetti, el espía italiano que se casó con África en Montevideo. También usted pasa por alto los relatos de testigos, amigos de la espía que cuentan entretelones de la vida de la espía, como Silvia, en Uruguay, páginas 197 a 200, el profesor Walter Rela, su amiga Chichi y su esposo Mario, el diplomático uruguayo, etc. No es sólo el viejo quien relata intimidades.

    4º) África de las Heras no murió en los noventa como usted afirma. Murió en los ochenta en Moscú, el 8 de marzo de 1988, Día Internacional de la Mujer.
    Usted escribe lo siguiente
    “Un importante personaje Uruguayo que vive en París en los años posteriores a la derrota nazi escribiendo libros, dando conferencias y tocando el piano en los mejores locales parisinos, es contactado por la espía española con la misión de enamorase de él, casarse y entrar en Uruguay para fundar una cédula del KGB en América Latina”.
    ACLARACIÓN: Ese importante personaje que usted menciona, es nada más ni nada menos, que el reconocido cuentista uruguayo, Felisberto Hernández, uno de los más importantes escritores de habla hispana, donde grandes autores como Julio Cortázar, Francisco Espínola e Italo Calvino, entre otros lo reconocen así. En cuanto a su afirmación que la espía quería entrar a Uruguay, para fundar una “cédula” del KGB, en América Latina, imagino que usted quiso decir: “Célula”.
    Mas adelante, usted, escribe:
    “Pero de pronto salto en mi silla al leer que el viajero enamorado decide bajarse en la estación siguiente y regresar a París. La espía española está escondida a la salida de la estación en el interior de un coche con otros amigos, esperando a que llegue su futuro marido para seguirlo. Entonces éste va a visitar a su amante inglesa y se despide de ella, que también le acompaña al día siguiente a la estación para despedirse. Esta vez es en serio: el uruguayo se va a su país. Y al cabo de un tiempo, la española y el uruguayo se reúnen allá como previsto. No hay explicaciones del cómo y el por qué de la cosa narrada. Yo, como lector me pregunto: ¿Cómo sabía la española que su novio iba a regresar?, ¿por qué le estaba vigilando si hasta entonces el autor no cesaba de decir que el uruguayo era un hombre dedicado a la música, a la escritura y a los amoríos? No explica nada, y luego el tema cambia a otra época y esto se queda sin aclarar. ¿Por qué regresa solamente para despedirse de la inglesa y repetir la escena de la despedida en los andenes de la estación? ¿No pudo despedirse antes de partir?
    También usted dice en uno de sus dos comentarios, que Hernández mantenía una relación con una escritora inglesa que vivía en París.
    Aclaraciones:
    1º) en ningún momento el autor, dice que Felisberto tuvo una amante inglesa que fuera escritora, como usted afirma. Vallarino dice claramente que la amante era una paralítica inglesa, que además lo ayudaba a perfeccionar sus conocimientos del idioma inglés.
    2º) La historia de las dos despedidas de Felisberto Hernández, con sus amantes en la estación de París, está documentada en varias publicaciones sobre la vida de este autor y avalada por los testigos uruguayos que por amistad, lo acompañaron en ambos momentos. Entre esos testigos estaban y se dice en este libro en la página 11, el profesor uruguayo Carlos Benvenuto y sus hijos, Sergio y Luis Carlos. Si usted se fija en los agradecimientos del libro de Vallarino, en las páginas iníciales, podrá ver el reconocimiento a Luis Carlos Benvenuto por los datos que brindó; entre ellos la anécdota de la página 112, donde el propio Luis Carlos, muy joven en 1947, relata como África de las Heras, que ya había eliminado su nombre, África, para hacerse llamar María Luisa, miró al joven y entre lágrimas, le dijo: “Me recuerdas mucho a mi hijo, que ya no vive y que ahora tendría aproximadamente tu edad”.
    Basta leer con atención el libro de Vallarino, para saber lo importante que era para los soviéticos lograr el casamiento de la espía con Felisberto y así lo narra en la página 111:
    “El escritor reunía los requisitos necesarios: era un artista conocido, poseía amistades importantes en diversos círculos, que permitirían una rápida inserción de la agente secreta en varios ámbitos de la vida del país. Eso era valiosísimo, pero lo más importante para los operadores soviéticos era la condición de anticomunista de Felisberto Hernández. Ése era, aunque parezca paradójico, el hecho que mejor evaluaban desde Moscú: la fachada insospechable que brindaban las ideas políticas del futuro esposo de una espía comunista”.

    Por lo expuesto es claro que lo vigilaran en todo momento para asegurarse que viajara a Uruguay para divorciarse. En la página 120 se dice:
    “A esa altura, los soviéticos ya conocían la personalidad cambiante del escritor sudamericano en temas de fidelidad amorosa, lo que era un hecho preocupante, porque no tenían seguridad de las promesas de amor y convivencia futura. Pero deberían esperar para saberlo”.
    En ningún momento el autor Vallarino menciona sin cesar que Felisberto era un hombre sólo dedicado a la música, a la escritura y a los amoríos. Dice que para poder subsistir, Hernández tocaba el piano en algunos bares de París para ganar algunos francos y brindaba conferencias en distintos ámbitos, incluso en Londres, ya que el dinero de la beca le era insuficiente para vivir. Cualquier lector desprevenido se dará cuenta que Felisberto vivía una doble vida, entre dos amores, tratando de ocultar sus deslices: “Ninguna mujer puede quitarme la respiración como lo haces tú” ó “No temas, en mi corazón sólo hay lugar para ti. Nunca dudes de mi amor”-le dice Hernández a la espía española en la página 114. Además Felisberto no tenía problemas en contar a sus amigos estas hazañas amorosas, ya que los llevó a las dos despedidas.
    En cuanto a por qué Hernández montó las dos despedidas en la estación de París, es un secreto que se llevó a la tumba. A veces la realidad supera la ficción y tampoco, me parece, que sea la misión de éste libro analizar la personalidad y las acciones de Felisberto Hernández, sino contar la vida de la espía.
    Lo dicho anteriormente, para mí es un libro bien logrado. Pero claro, cada uno tiene su opinión.
    Atentos saludos
    Jose Manuel

    ResponderEliminar
  4. "tampoco, me parece, que sea la misión de éste libro analizar la personalidad y las acciones de Felisberto Hernández, sino contar la vida de la espía."
    Eso es lo que debe tener usted en cuenta. Yo hablo de pasada de este señor y usted cuenta numerosos detalles de su vida.
    No estoy de acuerdo en que el oficial fuera casi siempre a encontrarse con el archivero en su casa, eso lo hace una vez al final del libro. La mayoría de las veces, se encuentran en el bar, y siempre menciona que lo invita a vodka. Tampoco es cierto que tenga siempre los archivos en la mano, sólo lo hace la vez que el oficial va a verle a su casa porque está enfermo.
    Creo que hemos leído versiones distintas.
    De todas formas, no voy a insistir en un tema que ya se ha debatido en otros artículos (ver tema 1º de África de las Heras, y Crisis).No voy a rebatir las opiniones de nadie,no estoy para eso, simplemente he leído un libro y opino sobre lo que me ha parecido. Y en eso de que me parece increíble que haya dos despedidas me mantengo: puede que sea cierto que lo hiciera y que haya testigos, lo cual no deja de ser una acción rara, inesperada e incomprensible para alguien que lo lee sin conocimientos previos sobre el personaje. Y yo sólo leo lo que dice el libro, no tengo por qué conocer a todos los autores y artistas que han dejado su huella en este mundo. Si no conozco a todos los de mi país, ¿cómo voy a conocer los de otros?
    Solo faltaría que cada persona que compra una novela esté obligada a conocer la vida y obra de todos los personajes que se mencionan en ella.
    Saludos cordiales.

    ResponderEliminar
  5. Anónimo5:59 p. m.

    Si. Definitivamente hemos leído dos libros distintos, usted dice textualmente:
    “No estoy de acuerdo en que el oficial fuera casi siempre a encontrarse con el archivero en su casa, eso lo hace una vez al final del libro. La mayoría de las veces, se encuentran en el bar, y siempre menciona que lo invita a vodka. Tampoco es cierto que tenga siempre los archivos en la mano, sólo lo hace la vez que el oficial va a verle a su casa porque está enfermo”.
    Increíblemente usted pasa por alto, las CINCO visitas al apartamento del viejo en los CINCO DISTINTOS CAPÍTULOS del libro. Esto se verifica en las páginas 213 227, 265, 283, y 315
    En el capítulo: “A punto de ser descubiertos” pág. 213, el viejo dice: Anastasievich, sentado frente a su amigo, tenía en sus manos una carpeta oscura. De allí seleccionó unas hojas escritas a mano y las leyó en silencio antes de comentarlas con su invitado.
    —Mira, aquí hay algo que no recordaba. Un informe de cuando estuvo en peligro la cobertura de Marko y Patria en Uruguay.

    O en la página 227, capítulo: “La embajada de España en Uruguay” también en el apartamento del viejo donde éste dice:
    “He estado revisando algunos documentos y mi memoria se ha fortalecido. ¿Sabes que Patria logró infiltrarse en la Embajada de España en Uruguay
    y obtener datos sobre la relación entre ambos países?”.

    De mis otros comentarios anteriores, usted nada menciona, por lo que entiendo debemos coincidir, en cuanto a la escritora inglesa que en realidad no lo era; porque el oficial no se dirigió al KGB o a los archivos nacionales, para saber datos de la espía; la muerte de África que fue en los ochenta y no en los noventa, etc.
    Cordiales saludos y quedó aclarado el tema. Hemos leído un libro distinto.
    José Manuel

    ResponderEliminar