1º de NOVIEMBRE, FESTIVIDAD DE TODOS LOS SANTOS
Sabemos que la Iglesia intentó acabar con la fiesta pagana celebrando otra el mismo día, tal como hizo con la Navidad que sepultó las bacanales romanas, las fiestas en honor del Sol cuando vencía a las tinieblas y los días comenzaban a ser más largos.
Lo que no sabéis es que el hecho de que el 1º de noviembre sea festivo en España me lo debéis a mí: Yo vine al mundo contra mi voluntad y en circunstancias extrañas un 1º de noviembre, hace solo 66 añitos, nada comparado con la eternidad, de donde provengo.
Comencemos desde el comienzo, que suele ser por donde se comienzan las historias, valga la redundancia: En el estado mexicano de Juacamato, perdón, quería decir de Guanajuato (Vaya nombres, córcholis), hay un municipio llamado San Diego de la Unión, donde se ubica la hacienda San Juan Pan de Arriba.
Mientras ustedes leen lo que dicen de ese lugar, yo me voy a tomar un café y regreso enseguida.
SAN JUAN PAN DE ARRIBA
La hacienda es propiedad de la séptima generación de Benito Juárez, la familia Santacilia. Tiene su propia fábrica de mole y fue la hacienda más importante a nivel mundial en la crianza de toros de lidia y las técnicas de congelamiento de semen taurino. Por su arquitectura, en ésta se han filmado telenovelas y películas, como la que protagonizó Antonio Banderas cuando personificó al mismísimo Pancho Villa.
El municipio de San Diego de la Unión fue fundado por don Manuel María de Torres, con el nombre de Pueblo de Bizcocho el 30 de noviembre de 1719. Fue en el año de 1875 en el que por decreto de fecha 4 de mayo, siendo gobernador del estado el General Florencio Antillón, se le concede el título de villa. San Diego de la Unión es uno de los 46 municipios que conforman el estado mexicano de Guanajuato.
El día 3 de septiembre de 1817, se desarrolló una batalla entre las fuerzas realistas y el ejército insurgente, el cual tenía como comandante al General español Francisco Javier Mina. El triunfo correspondió a las fuerzas de la insurgencia, quienes fusilaron a los prisioneros. La población fue incendiada, quedando prácticamente destruida.
1819: El día 30 de noviembre se iniciaron los trabajos de reconstrucción del pueblo, por órdenes del intendente de San Luis Potosí.
1927 El día 26 de septiembre el municipio se convirtió en sede de los poderes estatales, tomando posesión como Gobernador el General Celestino Gasca Villaseñor, con la presencia del Congreso del Estado.
1940 Se funda el periódico El Periquito, primer medio de comunicación impreso en el municipio.
¿Ya? Vale, continuemos:
Resulta que los señores de San Juan Pan de Arriba, tan creyentes ellos, suplicaron al Supremo Hacedor que les enviase un heredero. Ellos sabían que allá arriba había otro Juan Pan holgazaneando por allí (siempre hay quien no sabe guardar secretos y va por ahí dándole a la lengua, como la de Fátima), por eso lo pedían. No exigían mucho porque como eran muy ricos no les importaba que el bebé fuese tonto o malformado: no faltaría quien se enamorase perdidamente de él y continuara arrastrando el apellido y disfrutando de la hacienda.
Yo me opuse con todas mis fuerzas, era fijo y tenía mis derechos; pero todos tenemos un precio, y me convencieron hablando del sexo, del amor y de la buena mesa que disfrutaría en la casa de San Juan Pan.
Pero debido al mal funcionamiento del Correo Divino entregaron el paquete en la casa de Juan Pan Rodriguez, afincado en la sierra de Cádiz, y no en México.
Claro, yo me quedé pasmado a verme en una casa extraña, ubicada en un país distinto al que me habían prometido. Si me hubieran llevado a un cortijo no me hubiera importado, total, México y Andalucía se asemejan mucho. Pero no; no me entregaron en una mansión ni cortijo de señoritos ricos, sino en una choza donde ya se repartían el hambre siete personas. Y yo era una boca más.
Mis padres no me esperaban: ellos no habían pedido nada, ya tenían bastante con alimentarse ellos con el aire y agua del río y darles las sobras a sus cinco retoños.
Muy enfadados, fueron a quejarse a Correos y allí les dijeron que ellos no tenían culpa: el paquete había llegado para San Juan Pan y el único que podía llamarse así era mi padre, por conseguir sacar adelante a una familia alimentándola con hambre.
Les dijeron que siempre tenían la opción de la devolución, pero en tal caso los gastos de envío corrían por su cuenta.
¡Ésa era la trampa! El servicio postal sabía que no había dinero suficiente en la casa de un jornalero andaluz para pagar el envío de un paquete de tres kilos hasta San Juan Pan de Arriba, en México.
Y se quedaron conmigo.
¡Qué remedio!
Mis padres fueron largando veneno contra el Supremo por todas partes.Y sus quejas llegaron a oídos del Papa Pío XII, que, como era habitual en él, no dijo ni pío y siguió vagando en Castel Gandolfo, mientras sus secretarios preparaban el Concordato que beneficiaría a la Iglesia y lavaría la imagen de Franco.
Y la gente comenzó a protestar por la ineficacia, la torpeza y pasotismo de los empleados de la Corte Celestial, capaz de equivocarse en un asunto tan crucial para una familia creyente que espera un heredero y se lo envían a diez mil kilómetros de distancia, a un pueblo que no tiene ni teléfono para contactar con ellos y reclamar al bebé.
¡Claro!, ellos saben que están fijos y no los pueden despedir, por eso no hacen bien su trabajo. Bien les vendría una reforma laboral donde no hubiese privilegios entre fijos y eventuales.
Y ahí es donde interviene Dios: para compensar a los españoles de soportar mi presencia y acallar las protestas de los jornaleros que asistían, impotentes, al crecimiento desmesurado de sus familias en época de hambruna, cosa que ni Dios se explicaba —eso de ser impotentes y tener más hijos— y debido a ello se le habían inflado las pelotas, ordenó a su representante en la Tierra, que no decía ni pío, pero sabía manejar el lápiz, que el día de mi esplendorosa llegada fuera tachado de “Rojo” en el calendario.
Y todos tan contentos:
El juez de Algar retiró la denuncia que le había impuesto a mi madre por parir un niño tan feo: los ojos, uno más claro que otro; brazos y piernas más cortos que el tronco; veintiun dedos en vez de veinte; la cabeza más ancha que la espalda; una oreja más larga que la otra, pero mucho más: descansa sobre el hombro como el capote de un torero. Y además es sorda.
Los jornaleros se alegraron de tener un día más de descanso, convirtiendo los años de paro en 366 días.
A mis padres los convencieron de la acertada inversión que habían hecho conmigo: cuando ellos fuesen viejos, sin haber cotizado jamás a la Seguridad Social por falta de trabajo, yo sería el que los mantendría gorditos y sanos hasta que se asqueasen de vivir en este cochino y corrupto país.
Eso sucedió cuando ya nos habíamos acostumbrado a compartir juntos el hambre y las ganas de comer: a mediados de los noventa. Para entonces, los políticos ya se habían apoderado de los bienes de media España.
Bueno, pues ya que os habéis enterado de por qué este año vais a poder disfrutar del puente de Todos los Santos; de porqué es festivo y está en rojo y no en azul como bien quisiera Rajoy (aunque mucho me temo que a él en este momento ese dato se la trae floja, pues brotan más revolucionarios en su propio partido que entre los rojos), os ruego que en agradecimiento habléis de mí a vuestros agentes literarios, editoriales y correctores de textos para que me publiquen lo que escribo, ya que si yo no hubiera nacido ese día, curraríais el lunes como en todas partes.
Feliz fin de semana