Mi lista de blogs

miércoles, marzo 24, 2010

LA PRIMAVERA



Campiña cordobesa foto de Juan Quesada.

Esta foto ha sido seleccionada para Google Earth


La primavera ha llegado y los campos muestran distintos tonos verdes y se han llenado de flores e insectos; el cielo luce más azul y el aire parece que alimenta.


La imagen más bonita que recuerdo de este tiempo es la de los ondulados campos que lindan con la autovía de Andalucía en las cercanías de Córdoba. Componen un lienzo maravilloso de parcelas verdes con docenas de matices. Ni un sólo árbol sobresale entre las líneas verdosas que configuran el horizonte antes de diluirse en la bruma de Sierra Morena, al Este.



Pero no sólo el buen tiempo con los campos reverdecidos y florecidos nos trae la primavera; también los insectos, las alergias y enfermedades. No sé si es casualidad o no, pero el año pasado, en este mismo mes, me llevaron a urgencias. Y hace unos días me ha visitado el mismo dolor y a mi esposa un principio de neumonía que nos tiene enclaustrados desde que vinimos de Olvera, hace casi dos semanas.



Todo eso nos prueba que no somos nada y que el único fin que nos mantiene en este planeta es la lucha permanente contra el mal en todas sus vertientes.

El libro que estoy leyendo ahora, «El símbolo perdido», cuenta que los grandes personajes de la historia, casi todos ellos masones, entre los que se hallaban algunos ex–presidentes de Estados Unidos, tenían un lugar secreto en sus domicilios cuyos símbolos eran comunes en todos ellos: una habitación estrecha y sin comodidades, amueblada con un altar sobre el que luce una carabela, un libro y una vela. Y en un rincón, supervisándolo todo, vigila una enorme guadaña.


Al parecer, los jefes masones visitaban de vez en cuando el lugar y se arrodillaban ante el altar para reflexionar. Los objetos descritos les indicaban que no eran nada, que acabarían secos y vacíos como la carabela; la luz de sus mentes, ésa que los había encumbrado al poder, se extinguiría como la vela. Era una manera de obligarse a bajar de las nubes, a poner los pies en tierra y no dejarse llevar por el éxito al que los han encumbrado las organizaciones humanas.


Y todo esto me lleva a reflexionar en la vanidad que forma parte de nuestra indumentaria. Nos creemos alguien y miramos de soslayo al prójimo cuando las cosas nos van bien y destacamos en cualquier actividad; nos pervierten las lisonjas y honores y nos creemos superiores a quienes nos acompañan. No pensamos que al cabo pasaremos a un segundo plano, y aún al tercero y así hasta el olvido. La guadaña imparte justicia haciendo tabla rasa.


Sabiendo esto, ¿no deberíamos tratar de ser solidarios, de compartir en vez de atesorar, de ser amables en lugar de despreciar, de amar a nuestros semejantes en vez de tratar de pasar sobre ellos a cualquier precio?


«La primavera, la sangre altera». Y a mí me ha alterado la salud y los ánimos. Y también a mi esposa. Pero tenemos que seguir adelante luchando para que el año que viene, en primavera, estemos aquí compartiendo cariño, alegría y conocimientos.





19 comentarios:

  1. Yo ya estoy con alergias y demás pero contenta de que llegue la primavera, que este invierno ha sido el más largo que recuerdo buff

    Saludos,

    ResponderEliminar
  2. las alergias son propias de esta epoca, por lo tanto tenemos que soportarlas por un tiempo mientras pasan, pronto terminaran y a disfrutar los alegres tiempos prinaveraqles, cada estación trae lo suyo, yo trato de disfrutarlas todas que todas nos regalan algo bello.

    un abrazo mario

    ResponderEliminar
  3. Gracias por tu visita Juan, excelente entrada.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  4. Yo es que lo siento mucho, pero soy anti-calor totalmente. Odio que se acabe el invierno. =(

    En fin, tocará aguantar otra eterna temporada del calor achicharrante del Mediterráneo...

    ¡Saludos!

    ResponderEliminar
  5. Juan, excelente relato. Yo creo que deberemos poner la calavera, el libro y la vela sobre la mesa y tener cerca la imagen de la guadaña, tal vez así nos demos cuenta de lo finitos (reducidos o limitados) que somos.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  6. Juan!!
    Animo hombre! Simpre ocurrieron en lo cambios de estación resfriados y otras enfermidades. Tenemos que cuidarnos y no hacer nada que pueda provocar enfermidades! Solo eso!!

    A pasear pué! Disfrutar de la Primavera, a caminar, andar en la bici, de coche, con la cabeza cubierta con un sombrero y con un sweter y una gabardina en la mano porque de repente viene la lluvia y algun frio!!

    Lo importante es llevarlo todo con buen humor.

    Muchos besos!

    Flor

    ResponderEliminar
  7. Juan, espero que se mejoren pronto!
    en general la primavera es hermosa, a pesar de esas molestias
    Un abrazo enorme

    ResponderEliminar
  8. Hola, Vero, pues aquí aún parece que estemos en invierno. No por la temperatura, que es buena, sino por la lluvia. Este año se han pasado los regantes de arriba.
    Yo prefiero el otoño.
    Felices vacaciones. Un beso.

    ResponderEliminar
  9. Hola, mario, pues la verdad es que cada estación tiene lo suyo, a gusto de cada cual. Los esquiadores seguro prefiene el invierno. Pero ocurre que con los catarros no se disfruta de nada.
    ¡Y ESO ES LO QUE TENGO, AMIGO, UNO BIEN GRANDE!
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  10. Hola, Reflexión Turística,de nada, hombre, te seguiré visitando. Saludos.

    ResponderEliminar
  11. ¡Hola, Adrián! Conozco ese calor pegajoso de valencia, he vivido varios años en Benetuser.
    Yo prefiero los meses de septiembre a diciembre.Fíjate que he pasado el invierno bien y sin vacunarme de nada, y ahora que ha entrado la primavera estoy pa morirme de mal cuerpo.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  12. Pues es cierto, Antonio. En algunos cuadros religiosos antiguos de ven frailes escribiendo con una pluma y la caravela al lado. ellos ya sabían de lo efimero de la vida y las cosas que la rodean.

    No sé si has leído el libro este que cito.Ya te contaré.Es como una montaña rusa: pasas de un capítulo interesante a casi cien páginas aburridas pensado en quemar el libro por sentirte defraudado a morir, y luego la historia comienza a atraparte de nuevo. De momento, por la 218 y esperando continúe la emoción.
    Lo que ocurre es que no tengo ganas de leer ni de nada con este mal cuerpo.
    Un abrazo, amigo. A ver si me pongo al día con vuestros blogs.

    ResponderEliminar
  13. Jo, Florecilla, no me veo yo con una gabardina, un sombrero y pedaleando en bicicleta con este catarro. ¿Y si estornudo y me trago el manillar y el sombrero sale despedido y se queda en el parabrisas de un coche y le tapa la visión al conductor y se da una ostia con otro y ambos se acuerdan de todos mis muertos?
    Mejor me quedo en casa tomando cosas calentitas.
    Un beso

    ResponderEliminar
  14. Hola, Claudia, tú sí que estás bien apenas comenzado el otoño: las hojas cayendo de los árboles y la melancolía de sus tardes, que te inspira para escribir tus hermosos poemas.
    Gracias por tus buenos deseos.
    Un beso

    ResponderEliminar
  15. jajajajajaja Juan lo que me he reído!!!

    Si sigues pensando de esa manera, quedate en casa, en la camita, tomando cositas calentitas con el Lucerito a los piés estornudando claro el también, esperando la muerte matada!! jajajajaj

    Besos
    Flor

    ResponderEliminar
  16. .......y aquí en otoño!!!!!!!!!!!!

    ResponderEliminar
  17. Juan, ya había visto esta entrada, pero creía que te había dicho lo mucho que me han gustado las fotos, pero parece que me despisté.

    Preciosa la descripción que haces de las cercanías de Córdoba con Sierra Morena al fondo, las ondulaciones de campos verdes. La verdad es que es un lugar muy bonito que recuerdo de pasada, cuando iba de vacaciones por allí abajo.

    Espero que estés mejor de ese gripazo.

    Un abrazo grande,

    Margarita

    ResponderEliminar
  18. Margarita, ya vamos saliendo del catarro. Los campos cordobeses, 50 kmts antes de llegar a la capital yendo desde Sevilla, en primavera son preciosos. Luego, bajo el tórrido sol del verano, se convierten en un desierto de tierra roja intransitable, y el coche que no disponga de aire acondicionado es un horno.
    Recuerdo antes cuando paraban los trenes en la estación de Córdoba, que había mucha gente en los andenes con botijos vendiendo tragos de agua a peseta.
    Gracias por pasar. Un beso enorme.

    ResponderEliminar
  19. Comun, yo prefiero el otoño.Pero cuando ya etoy harto de pasar calores, ¡ja,ja,ja!
    Un beso.

    ResponderEliminar