En relación a una de las últimas entradas que he puesto en este blog me han preguntado si me pagan algo por hacer publicidad de los lugares que visito. Nada más lejos de eso, lo hago por las siguientes razones:
1º Para recordar en todo momento todo lo que vi y sentí al disfrutar lo que ofrecían al visitante. Ya se sabe que a cierta edad la memoria nos abandona.
2º Para que el que me lea tenga una orientación de lo que se va a encontrar si el destino le lleva a ese mismo lugar.
3º Para actualizar mi blog, que a veces no se me ocurren ideas, y las veleidosas musas hace tiempo que me abandonaron por otros más jóvenes y guapos.
4º Para practicar la escritura, pues para el que sueña con ser escritor nada mejor que escribir a diario.
5º Y para presumir de haber estado en esos sitios, ¡joder, que todo hay que decirlo!
Pero hoy es otra razón la que me mueve a poner esta entrada: esta gente me cae bien. Que en este mundo tan corrupto aún existan personas amables y honradas que se desvivan por satisfacer a sus clientes, es de agradecer. Ya se sabe: «De mal nacido, es ser desagradecido».
En entradas anteriores sobre restaurantes de la sierra gaditana he expresado mi descontento con el servicio que he pagado. Al César lo que es del César.
Resulta que en 2003 trabajé tres meses en la aldea llamada Estación de Bobadilla, y en el restaurante que hay enfrente de la estación de trenes degusté por vez primera un menú veraniego denominado «Porras de Antequera». Me encantó.
Al medio día íbamos a comer allí un grupo de media docena de trabajadores de mi empresa (Estábamos construyendo un silo en la fábrica de cementos ubicada a dos km de la aldea)
Mi jefe solía cenar en el restaurante “
Se lo comuniqué a mis compañeros, pero éstos decidieron seguir comiendo en el mismo local por tres razones contundentes: sólo teníamos una hora para comer; nos ahorrábamos hacer 34 kms (ida y vuelta) y, sobre todo, porque Lola, la mujer de 36 años que nos servía la comida caminando entre las mesas moviendo sensualmente su precioso trasero, que lucía enfundado en unos gastados vaqueros, estaba riquísima. ¡Cientos de ojos la seguían a todas partes! (los míos hasta sangraban), mientras su marido observaba tras el mostrador del bar y sonreía, ufano él, al intuir las pasiones que su mujer desataba.
En fin, que finalizaron las obras y cada uno se fue por su lado. Desde entonces no me he detenido ni en Campillos ni en Bobadilla, a pesar de que he pasado varias veces por allí para ir a Granada o Alicante. Hasta el lunes pasado.
¿Qué ha sucedido para que yo decidiera comer en
Fue porque, casualmente, el día anterior leí en una página de Internet, dedicada a buscar alojamiento, una carta publicada por una señora que había comido allí:
Opinión añadida por ÍNÉS MARÍA DÍAZ CANTERO
Después de leer esa carta decidí volver a comer las Porras de Antequera en esa casa. ¡Estaban deliciosas! Y el segundo plato aún más, si cabe. Tenía la memoria del móvil llena y no hice fotos del menú del día elegido, pero lo recuerdo tan bien que lo puedo explicar.
Las porras de Antequera son parecidas al Salmorejo, pero con ingredientes añadidos: tomate cocido y pelado cortado en tiras, huevo duro cortado en trozos, trocitos de jamón y un taco grueso de atún. Se sirve frío en una cazuela de barro.
El segundo plato era carrillada de cerdo asada, con una guarnición de patatas panaderas y un poco de salsa de mojo picón.
El tercer plato a elegir entre fruta, helado o lácteos o café. Yo elegí el café.
Todo por 9 euros. Al pagar me obsequiaron con un llavero y un boli.
El trato fue exquisito y la calidad-precio excelente. Por eso les estoy muy agradecido y publico esta entrada con su receta.
Porra antequerana según publican en sus páginas los restaurante de Campillos:
- Ingredientes para cuatro personas:
·
· 2 pimientos
· 1/2 kg de pan cateto
· 2 dientes de ajo
· 2 huevos duros
· jamón serrano
· 1 lata de atún
· aceite, vinagre y sal
- Elaboración
· Se descorteza el pan y se desmiga, remojándolo ligeramente
· Se pelan los tomates y se le quita el corazón a los pimientos
· Se echan los tomates, los pimientos, los ajos y un poco de sal a la batidora, y se bate todo agregándole un poco de aceite y vinagre, al gusto.
· Cuando ya esté todo batido, se agrega el pan desmigado y se vuelve a batir.
· A medida que se bate de modo que quede sin grumos ninguno, se reajusta al gusto la sal y el vinagre.
Se sirve en cuencos de barro adornado con huevo duro picado, jamón serrano también picado y atún.