A Ramón Solís le conocí a través de su libro de relatos “El alijo”, que compré hace ya cuarenta años cuando era socio de Disco Libro. Ignoraba que hubiera escrito novelas y por eso, cuando leí el artículo dedicado a su obra en el aquel diario, decidí reencontrarme con ella. No me arrepiento.
Después de leer El canto de la gallina, me quedo alucinado. ¿Cómo es posible que las editoriales siempre nos inciten a comprar obras de autores extranjeros, despreciando la calidad y la belleza de las que escriben los nuestros? Pasa lo mismo en las agencias de viajes, donde ofrecen vacaciones en lugares lejanos, exóticos, con playas de arena fina y blanca y abundantes palmeras en países donde los turistas deben permanecer aislados en la zona hotelera para garantizar su seguridad, cuando aquí, en nuestra denostada España, existen lugares maravillosos que le dan mil vueltas a aquéllos en playas, en belleza, en clima , en espectáculos y en libertad para desplazarse sin temor a ser atracado o tomado como rehén.
El canto de la gallina es una historia romántica ambientada a principios de los años sesenta, a juzgar por el modelo de coche que luce con orgullo el protagonista, un Renault 4x4, aquel pequeño coche (anterior al Renault 4, el llamado "cuatro latas"), que junto al Wolsvagen “escarabajo”, el Citröen dos caballos, y el Fiat 600, estaban al alcance de todos los trabajadores y llenaban las calles de las ciudades europeas.
ARGUMENTO DE LA NOVELA:
Un escritor recibe el encargo de una revista americana de escribir un ensayo sobre las peleas de gallos, y como él lo ignora todo sobre la materia, asiste en Madrid a una de esas reuniones clandestinas donde las apuestas son generosas. A su lado se sienta Susan, una mujer rubia y despampanante, una de esas modelos capaces de hacer volver la cabeza a todos los hombres con quienes se cruza en la calle, quien le presenta a uno de los asistentes, Luís Carmona, un torero retirado y criador de gallos de pelea, para que éste le facilite toda clase de datos para su reportaje. El hombre acepta instruirle y lo invita a pasar unos días en su dehesa, ubicada en las cercanías de Tarifa.
Al llegar a la dehesa, lo reciben Carmona y Susan. Allí convivirá durante unas semanas con otros invitados, un matrimonio americano, debatiendo sobre la salvaje España que martiriza a los toros y otros animales; con ellos asistirá a la tienta y marcaje de los toros bravos, conocerá todo sobre la cría de ganado y las normas que rigen la vida de los toreros. Pero en la casa también está Olivia, la esposa de Carmona, la criadora de los gallos de pelea. Ella le dará las lecciones que necesita para su reportaje.
Carmona, acostumbrado al triunfo y la gloria, a la compañía de las más bellas mujeres, que lo seguían a todas partes durante la temporada taurina, no acepta envejecer apartado del mundo en su cortijo y busca el cariño y los halagos entre las turistas y los amigos adinerados de la Costa del Sol. Olivia nunca lo acompaña.
¿Por qué Olivia, una mujer bellísima, muy culta, educada en la observancia estricta de la doctrina católica, consiente que su marido tenga bajo el mismo techo a su amante y la humille paseándose con ella por el pueblo? ¿Por qué Susan a su vez permite que Carmona la engañe con otras mujeres de la zona sin rechistar? ¿Por qué Carmona está tan seguro de que Olivia le será fiel ante los intentos del enamorado escritor por llevársela a la cama?
Se suceden páginas y páginas que hacen reflexionar al lector, que lo maravillan con los diálogos y con el romanticismo que brota de la historia, que lo mantienen en vilo con los misterios que rodean al matrimonio Olivia-Carmona, quienes, las noches de luna llena, de madrugada, montan en sus caballos y se van al campo a torear a los toros los dos solos, ambos desnudos, cara a cara con el toro, piel a piel.
La novela es excelente. Lo mejor: esa sensación que tiene el lector de vivir dentro del cortijo, presenciando realmente las escenas, sintiendo el aire del campo, el olor del pasto y de las reses bravas. Es una gozada penetrar en el alma de los personajes y conocerlos íntimamente.
Lo peor: unas veinte páginas antes del final, lo intuí. Yo la puntuaría con un 8
Ramón Solís (Cádiz, 1923-Madrid, 1978) Escritor español. Doctorado en derecho y en ciencias políticas, ocupó el cargo de secretario general del Ateneo de Madrid (1962-1968) y fue director de la revista La Estafeta Literaria (1968-1977). Escribió novelas de corte realista - La bella sirena (1954), Un siglo llama a la puerta (1963), El canto de la gallina (1965), La eliminatoria (premio Miguel de Cervantes, 1970) y El dueño del miedo (1971)-, libros de relatos –El alijo- Mientras duerme la ciudad (1968) y El mar y un soplo de viento (1969)- y ensayos.