lunes, febrero 13, 2017

EL PREMIO



Adela es una  mujer soñadora, no se amilana por la crisis. Las penurias que ahogan su vida tienen que cambiar, es imposible que puedan empeorar con las  largas jornadas de trabajo de puerta en puerta que dedica a su empleo de   vendedora de productos AVON.
Su marido está en paro, como casi todo el mundo, y sólo esporádicamente acude a reemplazar de noche  al vigilante de una gasolinera.
 Cada vez  que ella pasaba por la iglesia del Hospitalito  entraba a pedirle un milagro a san Judas, pero al parecer también el santo estaba apuntado en el INEM: el milagro no llegaba.

Fue justamente el día de su cumpleaños que recibió una llamada de teléfono de un señor de Madrid, que decía ser Coordinador de Ventas de productos Avon en el territorio nacional, y que habían notado su gran dedicación y excelente rendimiento, motivo por el cual  la premiaba con un SEAT IBIZA y un ingreso en su cuenta de 6000 euros, animándola a continuar su labor con la misma dedicación. El coche tardaría una semana, el tiempo de matricularlo a su nombre.
¡Adela casi se desmaya!

Al día siguiente acudió a su banco a actualizar su cartilla, y ¡oh, milagro!:  ¡El ingreso  aparecía reflejado!
Ella, hecha un manojo de nervios, no sabía si reír o llorar, si gritar a todo el mundo lo que le había sucedido a guardar el secreto para darle la sorpresa al marido cuando tuviera el coche.
Decidió guardar el secreto.
¡Pero eso había que celebrarlo!
Fue a decirle a una amiga que tenía ganas de divertirse, que llevaba demasiados meses sin salir ni a comer un domingo en una venta y que estaba cogiendo depresión. Su amiga le dijo:
— La depresión te la quitas esta noche de encima si me acompañas a la despedida de soltera de mi sobrina. Te espero a las nueve en mi casa y nos vamos juntas.
Y así fue.
Se vistieron de negro como habían acordado las invitadas, en señal de luto por la muerte de la libertad de la novia, y se presentaron en el restaurante.

El local estaba lleno y la cena fue deliciosa. Al finalizar pasaron a una sala contigua reservada para ellos, donde había un estrado, y tomaron asiento en primera fila.
 Adela nunca había estado en una despedida de soltera, pero sabía de oídas lo que en ellas sucedía. Estaba muy nerviosa.
Al poco sonó la música y apareció en el escenario un hombre vestido de Batman, quien poco a poco, mientras se movía al ritmo de la música, fue despojándose de la ropa hasta quedarse con un minúsculo tanga y la máscara. Todas las mujeres tenían los ojos casi fuera de las órbitas, clavados en el bulto que  lucía orgulloso el Boy  en su entrepierna.
"A ese tío me lo tiro yo aunque me cueste medio millón de euros", pensaba Adela, con la boca seca por el ansia y los nervios.

De pronto el Boy bajó del estrado y comenzó a mover sensualmente su cuerpo a pocos centímetros de la boca de una de las asistentes. Ésta le besó el paquete e introdujo la mano para palparlo. Las demás, fuera de sí, como poseídas por el Diablo, pedían al Boy que fueran a ellas. Todas le metían mano.
 Adela, que estaba pasmada al principio, deseaba con todas sus fuerzas  acariciar los atributos del Boy, que ya estaba a medio metro de distancia.

Por fin le tocó el turno a ella y prácticamente  lanzó sus dos manos al ansiado regalo, "Dios mío que bombón", exclamó.
Sin pensárselo dos veces le bajó el tanga al Boy dispuesta a tomar un segundo postre, cuando de pronto se quedo pasmada mirando los atributos con la boca abierta y sin decir palabra:
¡El Boy tenía un tatuaje a lo largo del pene y un testículo más gordo que el otro!
 ¡No podía ser verdad!
Se puso en pié y le arrancó la mascara de Batman al Boy.
¡¡¡ ¿Túuuuuu?!!!
¿Pero tú no estabas trabajando en la gasolinera, so hijoputa?


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2 comentarios:

  1. jaja:

    Juan ves que buscar en la calle lo que se tiene en casa no es bueno
    menuda sorpresa se llevo hasta pronto Mario

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  2. Jajajajaja. Para no olvidarla jamás. Un abrazo, Mario

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