jueves, enero 18, 2018

COSAS QUE PASAN

¡Buenos días, amig@s!


Amanece en mi ciudad un día con cielos color de mar, ( o es el mar quien refleja el cielo) . Yo lo veo azul, limpio, soleado y con 5º a estas horas tempranas.

Resulta que cuando he bajado a mi Tomy a la plaza  para que se saciara de oler porquerías, como hacen los perros dignos de ese nombre, me he encontrado a mi amigo Jacinto, que iba con su Celiavillapalos, una perra de agua.

Y mientras ellos jugaban a ver quien olía peor y se dejaban lamer sus pitos ( no sé qué tiene la perra de mi vecino, no se le ve nada, todo lo lleva tapado con esos pelos tan largos. Para mí que es marimacho), Antonio, todo compungido, me ha confiado un secreto, que como se suele hacer en estos casos, yo desvelo enseguida  en las redes: yo no tengo secretos con mis amig@s.
Resulta que anoche Jacinto salía  del Hotel Bahía cogido del brazo de una amiga que había conocido por Internet, cuando al llegar a la planta baja y abrirse la puerta  del ascensor se encuentra a su mujer con Pepe, su mejor amigo.

Ni qué decir tiene que ambos se quedaron de piedra y con los rostros más colorados que las patas de un cangrejo. Pero he aquí que su mujer, que parecía tonta, va y reacciona enseguida y le dice gritando:

— ¡ Yo lo sabíaaaaaaaaa! ¡Estaba segura de tus infidelidades!  Pero de esta no te escapas, sinvergüenza, he venido con un testigo para cogerte con las manos en la masa. ¡Te voy a arruinar!

 ¡Yo me he quedado sin palabras! Y no por lo que le ha caído a mi vecino Jacinto, sino porque hace años que estoy enamorado de su mujer y por respeto a nuestra amistad jamás le confesé nada.
Bueno, por respeto y porque yo no tenía ninguna probabilidad de conquistarla: Jacinto tiene un aparato que mide cuatro veces el mío, y yo no estaba seguro de  satisfacerla.

Me pregunto cómo será el de su amigo para que se la haya podido llevar al huerto. Perdón quise decir al hotel. 

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