La nueva película sobre Whiston Churchill origina diversidad de opiniones:
a mí me gustado mucho, sobre todo su secretaria,¡ qué encanto de mujer! A mi
esposa no le ha gustado nada, y a otra señora que roncaba cerca de nosotros,
tampoco. Cuando salíamos de la sala una mujer que entraba me ha preguntado si
la película era buena, si me había gustado. Le respondía afirmativamente. Mi
esposa le dijo que no le había gustado nada.
La verdad es que, contrariamente
a otras películas donde son las imágenes de paisajes y las bandas sonoras las
que destacan, en esta las escenas rodadas en los exteriores no tienen nada que
ver, son fotos tomadas en la calle o
campos de batallas filmados desde el aire por los bombarderos. Casi toda la película está rodada en interiores de
palacio, refugios subterráneos y en Parlamento. La banda sonora, ni he notado que tuviera, estaba totalmente atrapado en la historia.
El tema es muy
interesante, trata sobre los meses previos al rescate de los trescientos mil
soldados británicos que se hallaban cercados y sin salida en la playa de Dunkerque.
Los mandos de los tres ejércitos británicos los daban por perdidos, daban por
segura la invasión de Inglaterra y pedían un armisticio, un acuerdo con Hitler
para no ser destruidos completamente.
En la Cámara de los Comunes destituyen al primer ministro y
eligen a Churchill. Es ahí donde comienza la historia. El viejo zorro, desprestigiado por anteriores fracasos, se opondrá
con todas sus fuerzas al acuerdo con el dictador. Tiene en contra a toda la cámara de Lores, pero sale a la calle y convencerá a los ciudadanos
de a pie viajando con ellos en el Metro
y explicándoles la situación y contrastando opiniones. Son estas opiniones las que él toma en consideración para tomar la decisión más importante de su vida.
Yo siempre he conocido al Churchill que presentaba la prensa
y las películas: un hombre duro y decidido, fumador de puros empedernido, que pronunciaba frases memorables que
han pasado a los libros de texto, y que convenció a los americanos para que acudiesen en
su ayuda, venciendo a los alemanes en la batalla de Inglaterra y participando con
los aliados en la liberación de Europa.
Lo que ignoraba de él era su comportamiento en la vida familiar, donde se mostraba como un niño indefenso, sumiso y llorón, dejándose querer y asesorar por su
esposa (Pueden más dos tetas que dos carretas, dice el refrán), ni su faceta de
alcohólico ( se acostaba y se levantaba bebiendo whisky, además de lo que bebía en las comidas y en su despacho.
A destacar la
magnífica interpretación del actor que hace de Churchill y el de su secretaria.
Creo que algún Oscar se llevarán.
También me ha impactado la imagen descarnada y real de las
dos clases de políticos: los que son capaces de entregar su país al enemigo con tal de conservar sus bienes y los que están
dispuestos a perderlo todo por defenderlo.
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