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jueves, febrero 24, 2011
MARIPOSA
martes, febrero 22, 2011
MI AMIGO JOAQUÍN
Palacio de la Sagra, Chapinería, antiguo colegio convertido hoy en biblioteca y centro de mayores http://www.panageos.es
Se podía decir que Joaquín Cáceres Macías era un niño especial. A sus diez años cantaba y bailaba flamenco con tal desparpajo que su fama saltó los muros del colegio y se desparramó por todo el pueblo, y el Alcalde don Juan, para aliviar la pesadez de sus discursos y la parvedad de sus festejos, solicitaba a las monjas la presencia del chiquillo en las fiestas del pueblo.
Un tarde, en una fiesta celebrada en el salón de actos del colegio, presidida por la esposa del Ministro de Trabajo, Doña Pepita Larrucea de Girón, realizamos una obra de teatro en la que yo hacía el rol de FelipeII. Lo recuerdo bien porque el collarín plisado de tela blanca y almidonada de mi atuendo me hizo unas ampollas en el cuello en el escaso tiempo que duró la obra. Seguidamente, Joaquín cantó unos fandangos y bailó unos taconeados al son de la guitarra que sonaba en un gramófono de tal modo que erizó la piel de los asistentes, y el Alcalde, conmovido, le hizo entrega solemnemente de la vara de mando, nombrándole alcalde del colegio.
Las monjas nos daban la cena a las siete, y nos acostaban temprano, a veces aún con el sol brillando en el cielo, para luego levantarnos a las seis de la mañana, así nevare o lloviere, para ir a misa de siete. Una vez acostados, la monja permanecía dando paseos por el pasillo acristalado que daba a las habitaciones hasta que nos veía a todos dormidos. Entonces ella se iba al edificio central para cenar y hacer sus oraciones. Y nada más oír que se cerraba la puerta, todos nos levantábamos y comenzábamos a jugar a la guerra, los ocupantes de unas habitaciones con las de otras, usando las almohadas y la ropa como armas.
En el verano, Joaquín esperaba que se marchara la monja del dormitorio y salía a la terraza y saltaba el muro del colegio para coger brevas y uvas de los campos contiguos y luego las repartía con nosotros. Así, mientras las monjas cenaban y luego se confesaban entre ellas y se auto castigaban con el silicio, nosotros compartíamos como hermanos los frutos aportados por nuestro compañero, forjando lazos de amistad que perdurarían en el tiempo.
Era Joaquín, cómo no a su edad, un niño listo, travieso, alegre, valiente y sincero, cualidades que no sé si serán las idóneas para resaltar, pero que lograron que quienes le rodeaban sintieran por él un cariño, una confianza y lealtad que le convertían en el ídolo, en el líder de todos los chicos y chicas del colegio.
¿Que una culebra de dos metros trepaba por el muro y se introducía por los dormitorios? Joaquín se enfrentaba a ella con la lanza que se había hecho con el palo de una escoba, la ensartaba por el medio o por la cabeza y la mantenía clavada contra el suelo.
¿Que un lagarto grande aparecía sobre un colchón de borra de los que se ponían a secar al sol en el patio o en la terraza cuando algún niño se orinaba en la cama?, allá iba Joaquín a enfrentarse a él, y cuando el animal, viéndose acorralado y sin salida, saltaba para morderle, Joaquín le esquivaba y acababa matándole a patadas o con un palo.
En el colegio había un perro mastín que cuidaba el pabellón de los niños. Se llamaba Tomi. Cada vez que alguien se acercaba a la puerta de entrada Tomi enseñaba los dientes, gruñía y ladraba, y cuando pasaban cerca de él, daba saltos con tal ímpetu que parecía que acabaría rompiendo la cadena que lo mantenía sujeto a una argolla clavada en el muro. Lo tenían atado porque solía subirse a la tapia del colegio y saltaba al otro lado para pelearse con los perros grandes de los pastores. Ya los había vencido a todos y había dejado alguno en mal estado.
Y el visitante que llegaba al pabellón, fuese quien fuese cura o monja, niño o niña, auxiliares o empleados, entraba arrastrando su espalda contra la pared contraria, encogido y lleno de miedo, hasta pasar al otro lado. Joaquín y el señor Gaspar, el encargado de mantenimiento, eran los únicos seres humanos que se atrevían a acariciarlo. El chico se acercaba sin temor y lo acariciaba y jugaba con él. A veces le hacía rabiar, tirándole de las orejas y el rabo. ¡Y el perro no le hacía nada!
Poco a poco Joaquín fue presentándonos a todos a Tomi. Nos cogía de la mano y se acercaba al perro diciéndole que le traía otro amigo. El animal nos olfateaba primero y luego se dejaba acariciar. Los domingos que hacía bueno, las monjas nos llevaban de paseo al campo y nos adentrábamos por una zona donde había toros bravos, rebaños de ovejas, perdices y conejos; pero también animales salvajes: zorras, lobos, jabalíes y serpientes. Joaquín se llevaba a Tomi con nosotros y él nos cuidaba.
Joaquín Cáceres Macías, a sus doce años, era el “alcalde” del pueblo, el niño más querido y admirado dentro y fuera del colegio. Pero tropezó con sor María del Rocío, que sentía celos de las atenciones que recibía el niño por parte de la dirección del colegio, del Alcalde y del pueblo entero.
Sor María del Rocío era un monja de unos treinta años, cuyas razones para meterse a monja ella sola conocía; pero no debían ser vocacionales sino otras, pues el odio que sentía por su trabajo y por los niños que estaban a su cargo salía a borbotones de sus ojos negros y ojerosos, que enrojecían de ira y le daban una mirada de loca mientras apaleaba al desgraciado que había osado contrariarla.
Era buena maestra, en cinco años logró que una docena de chicos que no sabían leer, aprobaran el examen de acceso al Bachillerato. Alumnos que más tarde lograron obtener becas para estudiar enseñanzas medias y superiores. Sus métodos, al parecer, eran los usuales de la época: preguntar con el puntero y la regla al lado. Si la respuesta era correcta, te ponía buena nota; si era mala, te pedía que pusieras la mano y te arreaba con la regla de tal modo que se inflamaba la mano y dolía todo el día.
Con Joaquín se ensañaba: en vez de la regla cogía un puntero y le golpeaba como una loca en la espalda, la cabeza o lo que se pusiera a su alcance. Alguna que otra vez rompió el palo en la espalda del niño. Una vez Joaquín consiguió arrebatarle el puntero e hizo amago de pegarle con él a la monja. Luego arrojó la vara por la ventana, mientras ella chillaba histérica y juraba que acabaría con él. El chico tenía todo el cuerpo lleno de moraduras, y cuando los martes y viernes venían los médicos a visitarnos, ella encerraba a Joaquín en el sótano para que no vieran los cardenales. Al cabo de tres o cuatro semanas sin verle, los médicos, los doctores Mora y don Carlos Daudent, le dijeron a la Superiora que no se irían sin ver al chico, y entonces trajeron a la consulta a Joaquín y se descubrió el maltrato sufrido.
Ante los médicos enfurecidos, Sor Rocío declaró que el niño era rebelde, que le insultaba y blasfemaba contra Dios, contra el colegio y contra ella. Y Joaquín fue llevado a un correccional dirigido por frailes, donde recibió tantas palizas que una noche, no pudiendo soportar más vejaciones, saltó por una ventana y huyó; pero vivir sin dinero y sin lugar donde cobijarse no era fácil en Madrid, y lo apresaron enseguida los guardias. Y Joaquín fue devuelto al centro de corrección de menores.
Pasaron los años y un día de invierno de 1960, terminados mis estudios en la Institución de Formación Profesional "Francisco Franco" de Málaga, me encontré con su hermana en un centro comercial de Madrid. Nos alegramos mucho de vernos y nos abrazamos. Ella trabajaba de enfermera y se había casado con un médico; le pregunté por Joaquín y se echó a llorar. Me dijo que había muerto pocos años después de que lo internasen en el correccional
Sor María del Rocío pertenecía a la Congregación de Hermanas de la Doctrina Cristiana, con sede en Mislata (Valencia)
domingo, febrero 20, 2011
EL CHIRINGUITO DEL LAGO EN EL GASTOR
Hoy, por fin, amaneció un día soleado en Cádiz y mi esposa quiso que la llevara, con muletas y todo, a pasar el día en la sierra en un lugar idóneo para enamorados.
Pero se ve que este año ha entrado con mal fario para mí, y cada vez que organizo algo sale mal.
Habían anunciado para hoy en el Facebok un acontecimiento deportivo en el lago: natación y piraguismo, al que yo quería asistir. Pensaba también alquilar una piragua y darme un paseo con mi mujer por las quietas y verdosas aguas del embalse; pero al llegar allí nos dimos cuenta de que no había competiciones ni gente ni comidas. Así que nos tomamos una cerveza, nos dejamos acariciar y manchar la ropa por los perros del dueño, nos hicimos algunas fotos y finalmente nos fuimos a buscar un sitio para comer.
A unos quince kilómetros del pantano encontramos el restaurante de la Piscina Municipal de El Gastor. Nos gustó el sitio y nos quedamos.
Pedimos algo ligero, por el régimen, ya saben... Y salimos cebados como cochinos.
Nos sirvieron: un par de filetes de solomillos a la pimienta con patatas fritas, una fuente de ensalada mixta, dos tartas de queso con nata y tres cervezas. Todo por 20 euros.
Lástima que esté tan lejos, me gustaría seguir mi régimen allí.
Al parecer, el chiringuito del pantano se llena en el verano. Entonces sí que hay servicio de restaurante y alquiler de barcas, incluso espectáculos musicales. Se halla a unos 14 km de Algodonales, en la carretera de Algodonales a Ronda, pasando el cruce de la carretera de El Gastor, a la derecha.
En color azul el trayecto recorrido desde El Puerto hasta el chiringuito del pantano
Hay que estar atentos para no pasarse del pequeño cartel indicador que dice: Chiringuito del pantano.
Para que tengan una idea del lugar, les muestro las fotos que he hecho.
sábado, febrero 19, 2011
MI PRIMER VIAJE
Febrero, año 1950.
En la estación de trenes de Jerez de la Frontera, el reloj señaló las diez de la mañana. El jefe de estación levantó la banderita y la máquina del tren Correo de Andalucía dio un fuerte pitido, al tiempo que lanzaba un chorro de vapor por la válvula que empujaba el pistón engarzado en la biela que movía las ruedas. El tren se puso en marcha hacia Madrid, exhalando sonoros suspiros y llenando la estación de humo negro y de olor a carbonilla. Asomados a la ventanilla se hallaban cuatro niños de entre 6 y 12 años: el que escribe, y sus tres hermanas.
El vagón era de tercera clase, tenía bancos de madera y estaba atestado de gente que viajaba con sus maletas en medio del pasillo y sus canastos de alimentos sobre el portaequipajes. Sabían que pasarían treinta horas en el tren antes de llegar a Madrid. Las monjas, sin embargo, no nos dieron nada más que un boniato para comer a cada uno. Como no había asiento libre, el policía nos condujo al rellano del vagón, junto a la puerta de entrada, y nos invitó a ocupar las banquetas que había plegadas en las esquinas, advirtiéndonos de no movernos de allí, que él vendría de vez en cuando a visitarnos.
Y poco a poco fuimos acortando distancias, mirando por las ventanillas aquellos enormes y extraños paisajes con los ojos grandes abiertos y el corazón encogido por el alejamiento del hogar paterno y de los amiguitos, angustiados por el temor ante lo desconocido.
Acostumbrados a vivir en los montes de Cádiz, y sin haber visto antes un tren, admirábamos, temblando de frío, los campos llanos y helados de la Mancha. Una sábana de cepas oscuras y podadas desfilaban ante la vista y, cual garras amenazadoras, mostraban sus retorcidos sarmientos presagiando el destino cruel que nos habían asignado.
El boniato se nos acabó antes del medio día y no fue hasta la madrugada que un soldado piadoso, que regresaba al cuartel tras disfrutar de un permiso, compartió con nosotros su pan y sardinas arenques. La sed la saciábamos en el grifo del retrete, que ofrecía un agua de asqueroso sabor. El policía se presentó tres o cuatro veces a controlarnos, pero nunca se interesó por si teníamos hambre o comida. Y cada vez pedía la documentación a los que estaban en derredor nuestro.
El vagón que nos precedía iba cerrado por fuera y los pasajeros nos miraban con ojos tristes a través de una ventanilla enrejada. Según comentaba el soldado con otros pasajeros, se trataba de presos que llevaban a Madrid a trabajar en el mausoleo del Valle de los Caídos.
A las dos de la tarde del siguiente día llegamos a Madrid. El tren iniciaba su entrada en la estación de Atocha cuando el policía vino a buscarnos para conducirnos a la Comisaría de la estación, donde nos esperaba la señorita Conchita, una destacada activista de la Sección Femenina, que administraba el colegio al que nos conducían.
La señorita nos llevó en taxi hasta la Plaza Mayor y nos dejó en una esquina bajo el pórtico, delante de una tienda de espadas y navajas de Toledo.
«Quedaos aquí, voy a hacer unas cosas y ahora mismo vuelvo»— nos dijo.
Y permanecimos en aquella esquina, agotados y muertos de hambre, viendo pasar tranvías y taxis hasta pasadas las diez de la noche, hora en que la señorita regresó. Venía con una amiga, de quien se despidió muy efusivamente antes de introducirnos en el taxi, y continuamos luego el viaje hacia el colegio, ubicado a cincuenta kilómetros, por carreteras llenas de bultos y hoyos. Atravesamos un puente de madera sobre el Guadarrama, que crujía lastimosamente al paso del turismo. Pasaba de la media noche cuando llegamos al colegio y la señorita tiró de la cuerda que accionaba una campanilla en alguna parte del interior. Minutos después apareció una monja de la orden de las Hermanas de la Caridad, cuya crueldad dejaría huellas indelebles en mi memoria.
viernes, febrero 18, 2011
POTAJE DE LENTEJAS DE CARMEN
• Las lentejas ayudan a reducir el nivel total de colesterol en la sangre.
• Ayudan a reducir la presión arterial.
• Estrés.
• Ayuda a mejorar el transito intestinal.
• Igualmente es excelente alimento para prevenir la osteoporosis y la descalcificación.
• Ayuda en el crecimiento del cabello, piel y uñas.
• Alimento muy recomendado para las personas con diabetes.
• Ayuda a fortalecer en casos de anemia.
• Ayuda a tratar los problemas de Colón.
• Es anticancerigeno.
• Excelente alimente para quienes realizan alguna dieta para la obesidad.
En casa la comemos una vez por semana. Carmen la prepara de la siguiente manera:
Ingredientes: 1 trozo de morcilla, otros de chorizo, ajo a voluntad, media cebolla, 1 patata, vaso y medio de lentejas, 1 pimiento rojo, 1 verde, aceite, laurel, agua y sal.
miércoles, febrero 16, 2011
SAN VALENTÍN
Durante un segundo se encontraron nuestras miradas, y una mueca, talvez sonrisa, se dibujó en tu cara.
De pronto te diste la vuelta, y ante el coqueto escaparate de una tienda de modas te quedaste parada. Tu compañero señaló un vestido y te preguntó algo. No respondiste.
Puede ver en el reflejo del cristal cómo te secabas una lágrima. Y te fuiste alejando por la acera, despacito, sin pronunciar palabra.
Yo me quedé sentado en aquel banco solitario, nuestro banco, rodeado de hambrientas palomas.
«Los tiempos cambian —les dije, echándoles maíz—. Este año no ha venido sola».
martes, febrero 15, 2011
ELECTRÓLISIS
Un sistema mecánico va absorbiendo en cada lado el gas que va saliendo de la vasija y lo almacena en botellas a una presión determinada.
Al final del proceso tendremos botellas de oxigeno y botellas de hidrógeno, que podremos usar en soldaduras, hospitales, motores, armamento, etc.
La manipulación incontrolada de ambos gases es explosiva y puede causar daños; pero la unión de los dos gases, sabiamente dirigidos, producen una llama capaz de fundir el acero, perforar metales, y modificar y construir estructuras.
Empleando el hidrógeno extraído del agua, en los años 70, en la primera crisis del petróleo, un hombre circuló en una motocicleta cuyo depósito de combustible contenía agua en vez de gasolina. La prensa vaticinaba un futuro en que no dependeríamos del petróleo y, dado que el agua de los océanos ocupa el 75% del planeta, tendríamos energía barata e ilimitada. Pero los enormes intereses de las petroleras ahogaron el proyecto y ni la humanidad ni el medio ambiente se han beneficiado de sus ventajas.
En Política, sucede lo mismo:
La vasija es la nación, los electrodos son los partidos políticos, la corriente eléctrica son sus programas o ideas, y el agua los ciudadanos.
Vemos que al recibir las ideas partidistas los ciudadanos nos dividimos y separamos unos de otros, y el sistema nos absorbe y nos encauza hacia asociaciones o grupos donde nos echa mano según sus necesidades: a unos para controlar los ayuntamientos, a otros en los barrios, en las asociaciones culturales y religiosas, en los gremios profesionales…
Los unos se quemarán pegando carteles de candidatos en los muros, enfrentándose a los oponentes e intentando convencer a sus vecinos, a sus feligreses, o a los compañeros de trabajo de la bondad de sus ideales. Los otros, enchufados y nominados a dedo por los dirigentes, sacarán beneficio sin mancharse las manos y ocuparán los primeros puestos en las listas electorales para gobernar las corporaciones municipales y parlamentos regionales.
La gestión incontrolada de la opinión pública es explosiva y daña gravemente a la sociedad, enfrentando a unos y otros. Se suceden alejamientos entre familiares y amistades por disentir en las ideas, por obcecarse en defender al partido, negando una evidencia que se refleja hasta en las piedras.
La energía que emana de la sociedad, compuesta de personas diferentes, si fuese sabiamente dirigida, podría usarse para “soldar” fisuras, reparar daños y construir en beneficio del país y los ciudadanos; pero los enormes intereses partidistas y personales de unos pocos hace que ni el país ni la sociedad ni el medio ambiente puedan salir del pozo en que los especuladores y los bancos nos han sumido.
domingo, febrero 13, 2011
ESTRELLA
«La Navas de Gibraltar» está dentro del Parque Natural de los Alcornocales y se compone de dos partes: la primera es una gran extensión de pastos naturales de gran calidad; la otra, es monte poblado de acebuches y alcornocales, bajo los cuales me refugio durante todo el año, pues vivo en completa libertad.
Aquí llueve mucho, la mole del Monte Tarik se enfrenta a los vientos y se bate a diario contra las nubes; penetra en ellas y las hiere cruel y dolorosamente, haciéndolas llorar tanto que vierten mil litros de lágrimas por metro cuadrado al año.
La finca es muy bonita, su fama ha alcanzado los confines de la Tierra y mucha gente acude a verla desde los más lejanos países y nos miran descaradamente con unos ojos lascivos, pringados de codicia.
Algunos jeques árabes incluso han propuesto comprarme y llevarme con ellos para formar parte de su harén, ¡qué barbaridad, qué falta de educación! Como si yo fuera un objeto, sin opinión ni sentimientos. Menos mal que tengo a Juan, que me adora y sabe disuadirlos educada pero firmemente.
¡Juan, qué hombre! Pobre, cuánto le he hecho sufrir.
Una chica tan guapa como mimada se quejó de que yo no me mostraba amable y convenció a Juan, que estaba colado por ella, para que me enseñara modales. Y el chico vino a mí decidido a todo, incluso a pegarme si fuere necesario, por complacerla. Al principio yo me resistía, no me convencían sus palabras zalameras ni sus caricias interesadas. Muchas veces me sujetaba e intentaba dominarme subiéndose encima de mí contra mi voluntad. Yo sentía su virilidad pegada a mi cuerpo, sus piernas rodeaban mi talle, violando mi derecho a decidir libremente. Más de una vez peleé con él y le vencía: levantaba de improviso mi trasero y lo lanzaba por encima de mi cabeza, pegándose de bruces contra el suelo.
Pero el chico era tozudo y lo intentaba de nuevo. Para nada.
Al ver que no conseguía sus propósitos cambió de método: dejó a un lado sus malos modales y comenzó a conquistarme piropeándome y musitando en mi oído palabras dulces, mientras me acariciaba suavemente el entorno de las orejas y me besaba en la frente.
¡Ay!, soy mujer y no puedo permanecer insensible ante el amor. Y me dejé llevar…
Al amanecer, cuando los pájaros se despertaban escandalizados y comenzaban sus ruidosos cantos, las hojas de los alcornocales danzaban al ritmo de la brisa y el sol perfilaba de oro la cresta oscura de la sierra, Juan venía a verme y me mostraba su dulzura hablándome y acariciando mi cabeza, preparándome para el acto de entrega amorosa. Al cabo de unos minutos yo sentía el calor de su cuerpo cabalgando sobre el mío. Una leve presión de su rodilla, una caricia en el cuello, un susurro agradecido pidiendo una respuesta bastaba para que yo, toda excitada, le complaciera.
Y así pasó el tiempo; estábamos tan unidos que parecíamos formar un solo cuerpo.
Entonces apareció ella, la pija, la niña mimada. Retozábamos en el corral cuando de súbito se puso a aplaudir. Juan se giró, sorprendido, y todo ruborizado fue a su encuentro y me señaló:
—Ahí la tienes, puedes montarla cuando quieras.— le dijo
¡Ah, no, eso no. ¿Qué se ha creído este imbécil? No estoy dispuesta a formar un trío, yo soy una chica seria, de costumbres conservadoras; no me van ciertas modernidades. Amo a Juan, sí; pero no me dejaré humillar por nadie.
¡Y la joven mimada quería que yo me entregara! Puso las manos en mi espalda e intentó echarse sobre mí, la muy estúpida. Yo no podía permitirlo, por mucho amor que sintiera hacia Juan, y levanté mi torso y manos todo lo que pude y luego me incliné hasta casi tocar el suelo con mi cabeza, lanzando a la chica por encima, yendo a caer a dos o tres metros por delante y quedando postrada en el suelo sin poder moverse y gritando de dolor: se había partido un brazo.
Desde entonces no ha aparecido por la dehesa. Juan parecía desilusionado y permaneció muy serio durante un tiempo; pero ahora creo que ya la ha olvidado. Sólo me tiene a mí, y viene cada día a montarme para perdernos ambos en el espacio infinito…
sábado, febrero 12, 2011
LA ROPA VIEJA DE CARMEN
¿Qué pasa si hacemos demasiado puchero y luego nos encontramos la olla con muchas sobras?
No se preocupe, todo se aprovecha en el menú casero llamado «Ropa Vieja»:
El caldo que le sobra del puchero se aprovecha para hacer un plato de sopa, echándole fideos o arroz.
Con lo restos de carnes, garbanzos y verduras se hace la Ropa Vieja.
En una sartén con un poco de aceite se echan unos trocitos de cebollitas, ajos y tomate y se hace un sofrito. Luego se le añade al sofrito la carne muy desmenuzada del pavo y del pollo que nos ha sobrado del puchero, los garbanzos y las verduras. Por último se añade un poco de sal y pimienta molida, se remueve todo y listo para comer.
La pechuga y muslos desmenuzados aparecen en el plato de abajo en tiras finas, como si fueran fideos
¡Vaya, con el mismo coste en ingredientes que hicimos para el puchero nos ha salido para otra comida!
Nunca viene mal ahorrarse unos euros, ¿no creen?
Saludos
miércoles, febrero 09, 2011
TU NOMBRE
No puedo olvidar tu nombre
Y eso me confunde
Quiero alejarte de mí,
No quiero ser un juguete
Esclavo de tus caprichos
No soy objeto, sino hombre.
Y, sin embargo, te amo…
Me acompañas siempre
Mal que me pese…
De día te veo en el mar
Caminas desnuda por el agua
Y siempre me das la espalda
Al atardecer veo tu silueta
En el horizonte escarlata,
Y sonríes y me llamas…
Luego llegas en la noche
Entras por la ventana
Silenciosa te desnudas
Y, sin vergüenzas,
decidida y desbocada
Sobre mi cuerpo cabalgas
La luz de luna plateada
Se refleja en tu espalda
Entrecortados gemidos
Escapan de tu garganta…
¡Que no, que no, que no…!
No quiero recordar tu nombre
Ni tus juegos amorosos
Ni tus zalameras palabras
Sólo quiero vivir, ¡vivir!
Y tu recuerdo me mata
martes, febrero 08, 2011
PIMIENTOS RELLENOS
Esta mañana mi Carmen, que lleva un par de semanas estirando los euros para recuperar los excesivos gastos de fin de año y día de reyes pasado, me ha preguntado si prefiero comer un guiso de arroz con carne y pimientos o pimientos rellenos de carne y arroz . Yo ya había comido pimientos rellenos de carne, pero de arroz...
lunes, febrero 07, 2011
PARA MIS AMIG@S
Alguien que me deje ser para él, todo lo que yo quiero que él sea para mi.
El autentico amigo es el que lo sabe todo
sobre ti y sigue siendo tu amigo.
Kurt D. Cobain
Amigo es aquel cuya compañía no nos
impide pensar en voz alta.
Ralph W. Emerson
Amigos son aquellos extraños seres que
nos preguntan cómo estamos y se esperan
a oir la respuesta.
Ed Cunningham
Un amigo fiel es un
alma en dos cuerpos.
Aristoteles
La única manera de hacer
un amigo es serlo.
Ralph W. Emerson
Tomate tiempo en escoger un amigo pero
se más lento aun en cambiarlo.
No hables si lo que vas a decir no es
más hermoso que el silencio.
Proverbio árabe
viernes, febrero 04, 2011
LA SIERRA DE CÁDIZ SE MUEVE
El mensaje más repetido a lo largo de la mañana ha sido este: «Los habitantes de los pueblos no son paletos, son ciudadanos con los mismos derechos y deberes que los de las grandes ciudades». Y para ello apelaban a la Constitución:
Sobre la igualdad:
1. Todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio del Estado.
Sobre la enseñanza:
“Artículo 27
1. Todos tienen derecho a la enseñanza. Se reconoce la libertad de enseñanza.
2. La educación tendrá por
4. La enseñanza básica es obligatoria y gratuita.
5. Los poderes públicos garantizarán el derecho de todos a la
El Gobierno facilitará las estructuras necesarias en los municipios para su desarrollo, de manera que no exista discriminación en las facilidades y medios que disfrutan los ciudadanos en las grandes ciudades y en las zonas rurales
Artículo 130.
1. Los poderes públicos atenderán a la modernización y desarrollo de todos los sectores económicos y, en particular, de la agricultura, de la ganadería, de la pesca y de la artesanía, a fin de equiparar el nivel de vida de todos los españoles.
2. Con el mismo fin, se dispensará un tratamiento especial a las zonas de montaña.
La manifestación iba encabezada por los representantes de los vecinos de los diversos pueblos que acudían a Cádiz a protestar por el traslado de los centros educativos. Entre ellos descubrí algunos rostros conocidos: Antonio Sañudo Vázquez, de Algar; don Paco, cura de Algar; el parlamentario de IU, Ignacio García, y José Manuel González, de El Gastor.
Desde la plaza de España, todos los manifestantes se dirigieron ruidosamente gritando eslogans y tocando pitos y trompetas a la plaza de Mina, donde está ubicada la Delegación de Educación y Ciencia, donde se explicaron las circunstancias que les habían obligado a desplazarse hasta la capital para solicitar una entrevista con la Delegada y exigir por escrito el compromiso de “Dejar las cosas como están, y no obligar a los niños de catorce años a levantarse a las seis de la mañana para viajar en autobús por carreteras en pésimo estado y asistir a los cursos de segundo de ESO en nuevos centros educativos situados a 30 km de sus domicilios, sufriendo inclemencias del tiempo como son la lluvia, el frío y heladas, y no regresar a sus hogares hasta la cuatro de la tarde.
Aseguran los padres y profesores de los niños que asistían a la manifestación que en tales casos los chicos llegan agotados y no les quedan ganas de hacer los deberes, lo que explica el enorme fracaso escolar que existe entre los niños de las zonas rurales.
Afirmaban que en los pueblos los ciudadanos también pagan impuestos y tienen derecho a que se invierta en ellos lo mismo que en las grandes ciudades y no como sucede actualmente, que ni tienen carreteras, ni hospitales, ni universidades, y encima se les quiere privar de los institutos de enseñanza que tienen, obligando a los niños, sus hijos, a desplazarse a las ciudades importantes para recibir la enseñanza que ahora reciben en sus respectivos pueblos al lado de sus familias.
Como era de prever, la puerta estaba blindada y no se permitía la entrada a nadie. Esta gente ya se sabe: cuando mandan se creen dioses y están por encima de la ciudadanía.
La Delegada se negó a recibirles. Es sabido que los políticos olvidan sus promesas electorales y no cumplen con el deber de escuchar y solucionar los problemas de los ciudadanos que les pagan sus elevados salarios con sus impuestos.
Creo que hubiera bastado recibirles y hacerles comprender que de momento no hay problema, que no habrá cambios, y aparcar el tema para que más adelante, si la situación mejora, somerterla a debate para que la gente hubiera salido, si no contenta, al menos conforme; pero el negarse a recibir a una representación de seis u ocho pueblos de la Sierra para oír sus quejas sólo demuestra una falta de respeto y educación hacia la ciudadanía. Paradójico: La Delegada de Educación demuestra tener muy poca educación.
Existe una obra de Orwell, titulada «Rebelión en la granja», publicada durante la Segunda Guerra Mundial, que ya entonces retrataba a la perfección la decepción que nos llevaríamos los votantes de la izquierda por el comportamiento de sus compañeros de fatigas cuando éstos alcanzaran el poder.
Un libro muy ameno escrito para niños, pero que asombra a los adultos por el realismo de su contenido. Un libro que debería ser de lectura obligada en las escuelas.
Os lo recomiendo de corazón.
Pasaban unos minutos de la una de la tarde, cuando la manifestación se disolvió y cada cual regresó a sus lugares de origen. Yo regresé a mi casa. En la mente de todos nos quedó claro que la lucha no hacía más que comenzar.