Excelente, formidable, maravillosa, insuperable…No encuentro palabras que definan con exactitud la esplendorosa actuación de Adolfo Fernández en la obra cómica y musical Cantando bajo las balas, donde representa a Millán Astray, fundador de
Cuando se alza el telón sale una niebla espesa y en medio de ella aparece la siniestra figura blanca, cadavérica, de Millán Astray, quien sale de la tumba para contarnos el episodio que vivió el día 12 de octubre de 1936 en el paraninfo de
Cerca de él se hallan los despojos o momias de los que participaron en aquella reunión: Unamuno y Carmen Polo de Franco en primer plano, sentado en una silla él y arrodillada en un reclinatorio ella. Detrás y en pie está el obispo con otras personalidades, representantes de las distintas fuerzas políticas y militares de la época.
En el más allá no existen las ideologías ni los valores terrestres, y Millán Astray relata jocosamente la "sinrazón y el terror" del 36 que vivió en España, y trata de justificarse arremetiendo contra todos: Iglesia, Estado, Gobierno, sociedad…
Nos declara la ambigua adhesión al régimen franquista de Unamuno, su rival, aquel que se interpone en su glorioso historial haciéndole sombra, y las reuniones que éste mantuvo con Franco en Salamanca.
Millán Astray siente celos de la amistad de Franco con Unamuno, "un tío que no ha hecho otra cosa que escribir cartas y pamplinas", no como él, que ha luchado y entregado su vida por España. Dice que en su servicio a la patria recibió cinco balazos en distintas batallas que le arrancaron un ojo, le amputaron un brazo, inutilizaron una pierna y atravesaron el hombro y el pecho; recibió cuatro veces la extremaunción, y se jacta de ser el español que más extremaunciones ha recibido.
En cambio Unamuno qué ha hecho, se pregunta, qué meritos tiene aparte de ser amigo de Franco por ser el sumo sacerdote de la ciencia. Lo critica porque ha escrito una carta al Caudillo en favor de una persona importante pero roja, y Astray se jacta de fusilarla en breve a pesar de todo, digan lo que digan. Dice que Unamuno le pidió a Franco que no bombardease Bilbao, no porque él fuera vasco y defendiera a sus paisanos, sino porque tenía dos casas allí y temía perderlas. Se ríe del rector de
Millán Astray y Unamuno tenían dos puntos en común: su deseo de eternidad y su amor por España, pero el uno por medio de la fuerza; el otro por la razón y la Ciencia: dos maneras muy distintas de actuar, lo que les enfrentó aquel 12 de octubre.
En cierto momento Millán Astray gritó: “¡Muerte a la Inteligencia, viva la muerte!”
“No, ¡viva la inteligencia, muerte a los malos intelectuales!”, responde Pemán, que también asistía al acto.
Millán mira hacia el público y pregunta: ¿Y éste qué dice? Él, cuyos patrióticos y conservadores discursos han encendido la mecha de la guerra.
Se escuchan cantos de legionarios y el sonido de los cerrojos de fusiles al ser preparados mientras apuntan a Unamuno.
Unamuno se levanta y pronuncia la famosa frase que pasará a
Es una obra satírica genial, un monólogo interpretado magistralmente por Adolfo Fernández, acompañado al piano por Mariano Marín que crea una música tenebrosa a veces, dulce en otras, con efectos especiales que ponen los vellos de punta.
Seis veces fueron requeridos al escenario para recibir con aplausos el reconocimiento del público.
Próximamente se representará en Barcelona.
http://www.youtube.com/watch?v=Hlkng-2EGTM&eurl=http%3A%2F%2Fcdn.mcu.es%2Fobrasg.php%3Fob%3D8%26leng%3Des&feature=player_embedded
Gracias por la reseña y el aviso.
ResponderEliminarAunque a mi eso de ver uniformes sobre el escenario me da un poco de repelús...
También a mí me da repelús los uniformes militares, por eso evité hacer la mili. Pero te aseguro que cuando veas al Millán Astray de la obra de Álamo, te encariñarás con él.
ResponderEliminarUn beso.