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miércoles, diciembre 15, 2010

RECUERDOS DE NOCHEBUENA

Si algo bueno tiene la Navidad, es que logra reunir a las familias.

Y cada año, por estas fechas, echo en falta la compañía de mis padres, añorando con tristeza las navidades pasadas con ellos. Unas navidades muy diferentes a las de ahora.

En aquéllas mi madre, quien además de ser una persona que compartía todo lo que tenía era experta en hacer buñuelos y pestiños, era la anfitriona.

Año 1959, Algar de Santa María Guadalupe, (Cádiz)

El aire de la tarde olía a aceite y a buñuelos y en la puerta de la casa se agolpaban las ociosas y famélicas vecinas que acudieron para olvidarse de sus penas cantando villancicos mientras trincaban algunos buñuelos recien hechos y le daban un sorbo a la botella de aguardiente que había sobre la mesa.

En el patio, sobre la anafe, había una sartén grande friendo los pequeños trozos de masa de harina con levadura que mi madre iba distribuyendo en el aceite, y en pocos segundos se inflaban y se iban dorando y endureciendo, al igual que churros, convirtiéndose en los codiciados buñuelos que luego sacaba y vaciaba en un lebrillo que nunca llegaba a llenarse por la avalancha de manos que se precipitaban a cogerlos aún calientes, aun quemándose las yemas de los dedos.

Sentados en los escalones que subían a la primera planta, mis hermanas y yo, que habíamos venido con nuestros padres a pasar en casa unos días de vacaciones desde un colegio de monjas madrileño, observábamos el trajín de la gente en la planta baja: las mozas casaderas, con la cara recién lavada y los labios y uñas pintadas en rojo; sus largas cabelleras sueltas sobre los hombros y espaldas, o recogidas en trenzas o moños sujetos con peinetas, cantaban villancicos y tocaban palmas y panderetas

En el portal de Belén

hay un nido de ratones

y al pobre de San José

Le han roído los calzones.


Pastores venid, pastores llegad

Que en Belén el niño ha nacido ya

Sentada en un escalón delante de nosotros había una mujer prematuramente vieja, que desprendía un hedor a sudor y bragas sucias (Entonces no había agua en el pueblo, la traían desde el río Majaceite en burros cargados de cántaros y la vendían a seis reales el cántaro, muy cara para lo que se ganaba) y, con una mantilla de lana echada sobre los hombros, rascaba la grumosa superficie de una botella vacía de anís del Mono con una cuchara, mientras su hijo, un hombre metido en los treinta, que había salido de la cárcel hacía poco, se esmeraba en mover el carrizo de la zambomba entre trago y trago de aguardiente, clavando su mirada en el escotado vestido que lucía la raya oscura y profunda entre los exuberantes senos de Isabel, “la Belica”, la hermosa vecina del cuarto situado a la derecha del patio, quien, consciente de la admiración que despertaba en el muchacho, lucía su cuerpo contoneándose al compás del cante.

San José al niño Jesús

Un beso le dio en la cara

Y el niño le decía

Que me pinchas en la cara

Pastores venid, pastores llegad

Que en Belén el niño ha nacido ya

Ya era de noche cuando aparecían por el extremo de la calle los hombres que regresaban del trabajo en los cortijos o de la caza furtiva en la sierra, y, sin lavarse siquiera, se acercaban al bullicio y participaban de la fiesta. Hubo uno que sacó de su mochila un par de conejos que había cazado a lazo en las tierras de don Curro, y lo dejó sobre la mesa para que las mujeres lo guisaran. Otro, sacó su bota de vino, y aún otro, que vivía enfrente, fue a su casa y trajo una botella de coñac y un lebrillo de pestiños que había hecho su mujer, “la Zurita”, la misma que no había parado de comer de todo lo que había en mi casa desde que mi madre comenzó a freír los buñuelos, sin hacer alusión a los pestiños que guardaba en casa para su familia. ¡No tenía cara la Zurita!

Poco a poco la casa se había llenado de gente y un nutrido grupo bloqueaba la calle delante de la puerta. Las vecinas echaron picón en los braseros y lo encendieron para combatir el frío.

En el portal de Belén

Hay un cochino colgao

Pa el que quiera comé

que vaya y le dé un bocao

Ande, ande, ande, la marimorena

Ande, ande, ande, que es la Nochebuena

Vino un muchacho con una armónica y comenzó a tocar pasodobles y se formaron parejas bailando en medio del corrillo que se había formado en la calle, mientras las botellas y la bota pasaban de mano en mano y en el patio no daban abasto a freír buñuelos. A las doce de la noche, sonaba la campana de la iglesia para la Misa del Gallo y las mozas abandonaban la fiesta y acudían a la iglesia, con el velo negro cubriendo sus cabezas.

Y a la vuelta, la fiesta continuaba hasta las tantas de la madrugada.

La Virgen estaba lavando

Y tendiendo en el romero

Los pajarillos cantando

Y el romero floreciendo

Pero mira como beben los peces en el río

Pero mira cómo beben al ver a Dios nacido

Anís, pestiños, buñuelos, comida, villancicos y buen ambiente; no hacía falta más para pasar una Nochebuena inolvidable.

15 comentarios:

  1. Mis recuerdos infantiles de la navidad son bonitos (relativamente).
    Pero eso ya no existe.

    Lo pasaré lo menos mal que pueda.

    Saludos.

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  2. Anónimo4:50 p. m.

    Tenía seis años cuando deje de creer en Dios. Y todo lo referente a la religión con todas sus fechas como la navidad. No recuerdo una navidad exentan de problemas y tragedias.

    Pero ahora vivo a través de los ojos de mi hijo. QUE VIVA LA NAVIDAD. Y que viva la inocencia de un niño que vive lleno de ilusiones viendo como se reúne la familia. Recibe más atenciones y muchos regalos.

    Feliz navidad. Je je je. Aunque antes la odiaba.


    Abrazos

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  3. Yo tengo la suerte de recordar una infancia con verdaderas Navidades, de las de los tíos regresando a casa(como los del Almendro), de toda la familia junta, de misa de gallo el dia de Nochebuena y bromas para todos en dia de Nochevieja, de recibir el regalo esperado todo un año el dia de Reyes... Pero esas cosas creo que quedaron en otro tiempo, nadie tiene ilusión por casi nada ya.
    Un abrazo amigos.

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  4. Mi madre me ha contado hace poco que durante muchos años estuvo necesitando unos zapatos nuevos, pero no se los compraba porque quería ahorrar para los regalos de Reyes de sus dos hijos. Con su sacrificio mis padres consiguieron q los recuerdos relacionados con la navidad fueran los mejores de toda mi infancia, q tampoco fue espcialmente fácil.

    Espero q pases unas felices fiestas, Juan, un abrazo grande :-)

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  5. Hola, Toro, la verdad es que las navidades, como todo, han cambiado mucho: antes yo las vivía como una necesidad; ahora, como una obligación.
    Pero veo en mis nietos la ilusión que tenía yo cuando era como ellos. Eso, y la alegría que me produce el poder ver reunida la familia, es lo que me hace feliz.
    Un abrazo, amigo

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  6. David, en mi casa hace tiempo que la Navidad no tiene relación con la religión; la vemos como una oportunidad de estar juntos padres, hijos y nietos durante unos días, olvidando los problemas que nos seguirán acosando luego.
    Quizás tenga algo que ver el hecho de que durante algunos años las celebré en el colegio con las monjas,lejos de mis padres.
    En el colegio yo oficiaba de monaguillo en la Misa del Gallo, recibía los mejores regalos de reyes que he tenido en mi vida; pero echaba en falta el calor de la familia.
    Voy a volver a poner un cuento navideño en mi próxima entrada donde hablo de esa época infantil.
    Un abrazo, amigo.

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  7. Conchi, yo también guardo de mi infancia recuerdos navideños y de reyes muy buenos; pero, como explico más arriba, no era en mi casa sino en un internado. Me faltaba el calor de mi familia.
    Ahora es muy diferente todo. Si hace casi un año que mi nieto, un niño con 10 años, tiene ordenador portátil, ¿qué le regalo yo que le parezca bueno?
    Un beso.

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  8. Hola, Anita: Nuestros padres se sacrificaban y lo daban todo por sus hijos. Tenían una mentalidad muy diferente a la de los padres modernos.Hoy cuenta mucho el presumir de riquezas, como en las bodas y comuniones,y en estos días muchos padres presumen de los costosos regalos que le han traido los reyes a sus hijos, cuando en verdad lo han comprado porque son ellos quienes juegan.
    En fin... Muchos besitos, bonita.

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  9. Mis padres emigrantes de Andalucia se encontraban solos a mil kilometros de añoranza y estos días señalados los recuerdo con extrema cariño, siempre los 4 (mis padres, mi hermana y yo) rodeando la mesa y cantando villancicos, bajabamos a felicitar las fiestas a los vecinos y en la misma escalera canturreabamos y tocabamos la pandereta, hoy es diferente aunque sigo recordando ese ayer con mucha ternura.
    Hoy la ilusión nos la dan mis sobrinos y mi marido que se viste de Papa Noel para darnos los regalos cada año :-) ver la cara de mi padre(hoy como un niño) y mi sobrina es un poema.
    Un beso, muy entrañable tus palabras Juan, disfruta de tu familia y estos días que te dan la facilidad de compartirlos.

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  10. Olá amigo, votos de Feliz Natal....
    Um abraço

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  11. Olá amigo, votos de Feliz Natal....
    Um abraço

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  12. Oreadas, ver a tu marido vestido de Papá Noel debe ser genial.
    Entiendo la ilusión en la cara de los niños. Tierna imagen la que intuyo en tu casa es día. Un beso fuerte

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  13. ¡Hola, Fernando, un placer tu visita!¡Gracias, amigo, y feliz Navidad para ti y tu familia! Un abrazo

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  14. que recuerdos Juan, hecho mucho de menos esa gran mesa cuando siendo niña venián mis tios y mis primos a pasar las fiestas, nunca podré olvidarlas. Ya eso ha pasado, mi madre no está ni mis tios. Esta Navidad seremos 4 a la mesa mis dos hijos , los que viven conmigo mi esposo y yo. siempre la pasábamos encasa de mi sobrina y allí estaba mi madre por supuesto. decidimos quedarnos en casa, tu sabes le problema de la visión de mi esposo. Es una noche donde no se encuentran taxi y bueno, preferimos quedarnos los 4. Esas fiestas de navidad volverán a mi mente este año recordadno a mi madre joven y vital
    un beso Juan estoy muy emocionada y muy triste. Chauuuuuuu amigo

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  15. Hermosos recuerdos que nos llena de ilusión y nostalgia. Yo echo mucho de menos el poder disfrutar de una navidad con una mesa grande rodeada de mi familia. Lamentablemente mi familia esta muy repartida por el mundo y sólo alguna que otra vez puedo coincidir con alguno.
    Gracias por compartirlos Juan.
    Un abrazo

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