Seguidamente vuelves a meter la carne en la olla y le echas sal, pimienta molida y un litro de vino blanco. Cierras la olla Express y la mantienes al fuego durante media hora.
¡Y ya está!»
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Rosa, ayer te vi en la ciudad, cerca del nuevo centro comercial. Estabas sentada en la terraza de un bar, mirando continuamente el reloj y fumando cigarrillos; esperabas a alguien, nerviosa, y la ansiedad te podía. Me quedé allí, observándote, para ver lo que hacías al comprender que ya no interesas a nadie y todos te dejan plantada.
Al rato dejaste sobre la mesa unas monedas y te levantaste, llevabas el semblante serio, parecías demudada; tus ojos hundidos y cercados por la pasión negada. Intuyo la noche larga que has pasado abrazando la almohada o mirando las estrellas por la ventana, acompañada por el Fortuna y alguna lágrima. Sí, sé como te sientes… tú hiciste lo mismo conmigo.
Y ahora… aquí estás. Te miro y me das lástima.
Coloca el pescador el cebo en el anzuelo y lo lanza al mar revuelto y espera, paciente, a que algún pez despistado o hambriento pique y acabe en su plato para ser devorado. Ignora el pescador que en las altas esferas también se afanan en cazarlo con el señuelo del trabajo y de vivienda, de paz y felicidad, que lo harán picar y acabar en el plato de los muertos en vida.
¿Donde estás, amor, que tanto tiempo ha que no nos vemos? Tus risas aún resuenan en estos muros mientras miro con ojos húmedos, enrojecidos, las imágenes del último de tus videos.
¿Cuándo podré abrazarte y morir de gozo en tus brazos, escuchar tus risas y jugar contigo? ¿Cuándo podré tener el privilegio de ver cómo te diluyes, cual terrón de azúcar, gozando con el amor que sentimos? Una sonrisa tuya vale más que mil primaveras.
La sombra ancha del banquero planea sobre nuestros cuerpos.
Hurón que acosas al conejo en su madriguera y lo obligas a buscar una salida y a huir en pos de seguridad y alimento en otras tierras… ¡Cuántos hurones en Andalucía, cuántos conejos sin madriguera!
Los amos del cortijo están muy ocupados preguntándose qué es primero, mi apellido o el tuyo. Y mientras, los jornaleros arrancan bellotas para poder comer. El campo está lleno de parásitos. Este año también la cosecha será mala.
Mira la rosa altanera a las florecillas silvestres que crecen en torno a ella .Piensa que jamás alcanzarán su belleza y sonríe orgullosa.
Y mientras la rosa encendida dedica su vida a ser la más bella, a sentirse adorada por los diversos insectos que vuelan alrededor, sin osar tocarla para no mancharla, las florecillas silvestres, humildes y pícaras, se abren sonrientes y se ofrecen libremente y sin complejos a las caricias de abejas y moscardas, mariposas y mariquitas sabiendo que la vida son dos días, y los aprovechan para amar y compartir su polen con otros seres, que al igual que ellas necesitan espantar la soledad. Saben que luego llegarán los días de fuego y sus pétalos de terciopelo se tornaran rugosos, y secos, caerán al suelo y los arrastrará el viento. La rosa también caerá y permanecerá en pie, espinoso, punzante, el cardo borriquero.La visita del Papa a España será para mí otra razón más para no votar a este Gobierno supuestamente « socialista»:
1ª Saneó las cuentas de la Banca privada con dinero público, dejando en manos de ésta a los millones de ciudadanos atrapados por una crisis que no han provocado.
2ª Ha recortado salarios, pensiones y beneficios sociales en vez de eliminar cargos políticos y administraciones superpuestas. Ejemplo: Las Diputaciones Provinciales están para atender las necesidades de los pueblos pequeños, cuyos ingresos fiscales no alcanzan para el mantenimiento y construcción de colegios, carreteras etc. ¿Para qué están, pues, las Consejerías de Educación y la de Fomento, que a su vez duplican al Ministerio de Educación y al de Fomento?
Tres administraciones públicas, que emplean a miles de funcionarios, realizan la misma función.
3º Pagar el viaje del Papa con dinero público, que detrae de otros presupuestos más necesarios. Más le valdría ingresar ese dinero en las arcas de la Seguridad Social en vez de amenazarnos continuamente con la quiebra del sistema de pensiones si no hacemos más sacrificios.
Anoche escuchaba el programa de Onda Cero sobre la visita del Papa y estos señores criticaban que un reducido grupo de exaltados se manifestaban en contra de ella, alegando el importante desembolso de las arcas del estado que supone dicha visita.
Afirmaba un tertuliano de Onda Cero que ese gasto es el que corresponde a la seguridad que el Estado debe proporcionar a cualquier jefe de estado que nos visita. De otra parte, nos informaba de los enormes beneficios económicos que supondrán para el país la presencia del Papa en España en el epígrafe de turismo y venta de objetos en recuerdo del acontecimiento.
Debo decir que cambié de emisora, asqueado, y no escuché el final del debate. Era la gota de agua que hizo rebosar el vaso. Después de soportar durante meses los dardos envenenados y partidistas de Carlos Herrera, Onda Cero ha muerto para mí.
Réquien in Peace.
Contra estas afirmaciones, transcribo las publicadas en su día por el diario Público:
"Los medios estadounidenses se han mostrado muy críticos con las vacaciones que su primera dama, Michelle Obama, está pasando en la localidad malagueña de Ronda.
Según comentan en algunos blogs y prensa norteamericana, la situación actual de crisis no aconseja hacer fastuosos viajes vacacionales, más cuando se acaba de anunciar en el país la destrucción de otros 131.000 empleos.
Desde su llegada a España, el periplo de la esposa del presidente norteamericano ha sido seguido con enorme atención, tanto por los medios nacionales como al otro lado del charco.
El gobierno de Obama se ha mostrado silencioso respecto a las críticas. La única declaración en defensa de la primera dama ha venido de Robert Gibbs, secretario de prensa de la Casa Blanca, que ha señalado que "(Michelle) es una ciudadana y madre más en un viaje privado con su hija, deberíamos dejarlo en eso".
Según fuentes de la Casa Blanca, Michelle Obama y los amigos que le acompañan han pagado de su bolsillo tanto el alojamiento, como la comida y el transporte dentro del país. La seguridad y el vuelo hasta nuestras fronteras en el Air Force One (cuyo costo por hora de vuelo asciende aproximadamente a 11.350 dólares) no dependen de las decisiones de la primera dama, sino que son tomadas por el servicio secreto norteamericano, han añadido las mismas fuentes.
El precio de una habitación en el hotel donde se ha alojado Michelle Obama y sus acompañantes durante su estancia en Ronda, el Villa Padierna, ronda entre los 250 y los 6000 euros la noche. Un total de 30 habitaciones han sido necesarias para alojar a la primera dama, amigos, asistentes y personal de seguridad."
Por consiguiente pienso que, al igual que la Sra. Obama, el Papa tiene derecho a ir adonde quiera como un ciudadano más, pero pagándose él el viaje y no a costa del pueblo español, que en estos últimos años está pasando por tan grave crisis, que, según dijeron en TVE, se han realizado ya más de doscientos mil desahucios. ¿Para qué atesoran tanta fortuna en el Vaticano? Al final se les oxidará el oro.
En cuanto a los enormes beneficios que reportarán su visita para el país, creo que esos beneficios lo notarán los de siempre: los que tienen negocios de alquileres, la hostelería y las tiendas de regalos, pero no los ciudadanos de a pie. ¿Por qué no pagan ellos el viaje?
Al tertuliano de Onda Cero que decía que “sólo son cuatro gatos exaltados los que se manifiestan en contra de la visita del Papa” yo le digo que añada uno más a la lista: Yo también manifiesto mi oposición a que se pague esa visita con el dinero de todos. Ya somos cinco.
Desde hace muchos años, tengo por costumbre celebrar mi aniversario pasando el día fuera de casa en el mar o en la montaña, y aunque ya había estado una vez en Grazalema tomando café, de paso hacia El Bosque, no la conocía al detalle. Hoy hemos realizado, mi esposa y yo, ese viaje.
Grazalema es uno de los llamados “Pueblos Blancos” de la Sierra de Cádiz. Cuenta con poco más de 2200 habitantes y está casi permanentemente invadido por los turistas, que llegan en autocares y vehículos propios por centenares, dando un tono variopinto a sus casitas blancas.
Se halla a 142 km. de la capital, que a mí me parecieron más porque me pasé de largo en un cruce gracias a la eficiencia de la Junta de Andalucía, que está por la labor de escatimar indicaciones. El pueblo está a más de 800 metros de altitud, lo que le convierte en uno de los municipios más altos de la provincia. Se da la curiosa circunstancia que a pesar de estar en una zona cálida y seca, es el lugar donde más llueve de Andalucía, con una media de 1962 mm. de lluvia al año. El pueblo está dentro del denominado Parque Natural de Grazalema. El paisaje es precioso, las imponentes montañas eran cuna de bandoleros, refugio de maquis y paso de contrabandistas de tabaco, hojas de afeitar y azúcar procedente de Gibraltar.
Mientras fotografiaba las majestuosas cumbres y admiraba el vuelo de los buitres, imaginaba a las partidas de bandoleros que habitaban en la zona, como la de José María el Tempranillo, que asaltaba caminos y robaba diligencias para repartir luego el botín con los pobres.
En las afueras del pueblo he podido ver y fotografiar los restos de una calzada romana.
He pasado un arroyuelo seco, cerquita del punto donde nace el río Guadalete, el mismo que el pasado año inundó la campiña de Arcos y Jerez, obligando a abrir las compuertas del pantano para evitar males mayores.
En el Parque Natural de Grazalema se cría una especie de abeto único en Europa: el Pinsapo, cuyo bosque “El Pinsapar”, recibe anualmente la visita de miles de turistas de toda Europa.
A Grazalema se le conoce una época brillante a causa de sus industrias de mantas y paños. Aún hoy, los turistas pueden ver en las tiendas Ponchos, bufandas y mantas de creación artesanal. Grazalema, según he leído, es la traducción del antiguo nombre árabe “Gran Zulema”.
Es cierto que existen otros rosales que se venden con mucho éxito porque son cultivados en serie y protegidos en invernaderos; pero esos son frágiles, viven a base de abonos, y sus rosas no tienen aroma ni perduran porque son híbridas.
Caminando por la ciudad esta mañana, la tristeza me ha saludado desde los rostros humillados, avergonzados diría yo, que me cruzaba en el camino.
Una anciana de piel pálida y cuarteada y una mujer de cuarenta y pico, bien vestida, rebuscaban en los cubos de basura los deshechos del supermercado al lado de un hombre que llenaba un capazo colgado en su bicicleta.
No eran rumanos pobres, ésos se ganan la vida pidiendo en la entrada de las tiendas, en los aparcamientos y las iglesias. No eran los comunes indigentes que duermen sobre cartones en los portales y cajeros, prefiriendo pasar hambre en libertad antes que someterse a las reglas del mercado. Tampoco parecían desempleados de los que llenan los bares mientras ven el Real Madrid en el Canal + tomando cortitos de güisqui con sevenap o coca cola, ni formaban parte del grupo que incomprensiblemente vive permanentemente con sus chapuzas y un subsidio miserable de 400 euros, sin privarse de nada.
No; éstos eran diferentes. Son las víctimas de una estrategia empresarial auspiciada por la derecha que crea la crisis y trata de aprovecharse de ella para obtener más beneficios, dejando a millones de personas ya maduras en la calle después de muchos años de trabajo y de haberles inducido el sueño de que podían tener una casa, formar una familia y mirar de frente al futuro.
Son personas que perdieron sus trabajos y agotaron sus prestaciones, o personas que se vieron abocadas a cerrar sus negocios y se quedaron en la ruina y deben hacer frente a las hipotecas y desahucios, a la crianza de los hijos, a los gastos de colegio y de farmacia; a la luz y el gas, que no cesan de subir sus tarifas…
Pero no deberíamos callarnos ante esta situación en que peligra no solo nuestro bienestar sino el de nuestros descendientes. Porque «¡Si nos calláramos, gritarían hasta las piedras!» (Evangelio de S. Lucas, cap 19, 40).
Ésta que comento es la 8ª entrega de la saga del marqués de Sotoancho, la última que ha publicado.
ARGUMENTO:
El marqués se prepara para participar en el acontecimiento deportivo más importante de su vida. El año anterior había cosechado un estrepitoso fracaso, por eso ahora se busca un entrenador y se dedica a practicar y hacer ejercicios: carreras de fondo, abdominales, lanzamientos de bolas; alimentación adecuada… Incluso acude con su chófer a un famoso salón de masajes para que le tonifiquen los músculos.
Es comúnmente aceptado que todo deportista de élite debe sacrificarse para estar en forma y, consecuentemente, el marqués de Sotomayor no bebe, no fuma, no fornica, se acuesta pronto y se levanta temprano durante el tiempo que dura el entrenamiento.
El enorme sacrificio que realiza el marqués se nota en la Bolsa, pues las acciones del Viagra se precipitan.
Él sabe que debe estar concentrado en la competición y no pensar en nada más; pero los empleados del cortijo parecen que no lo entienden así y constantemente le buscan problemas: su madre, una anciana de 90 años, un poco más para allá que para acá, decide súbitamente enamorarse de su primo Pochito, quien desde que nació, noventa y cinco años antes, es tonto de verdad. La marquesa-madre se quiere casar con él para heredar su hacienda. El marqués también debe proteger al cura de su tío, que intenta meterle mano, lo mismo que a su mujer.
En un momento dado, y encontrándose sola porque todos los empleados con el marqués a la cabeza están buscando por la finca a la esposa del conserje, la señora marquesa-madre, cansada de tocar la campanilla para que la atendieran, exclama malhumorada: «Lo que faltaba, con más de cien criados en la casa y tengo que reventarme de trabajar y hacerlo yo», y coge la botella de la mesita que tenía al lado y se sirve ella misma la copa de ginebra que necesitaba.
La esposa del marqués, una despampanante y rica venezolana de 30 años de edad, que está profundamente enamorada de él, a pesar de que la doble largamente en la edad, se entera de que su doncella le roba las bragas y los tangas negros. La criada se ha puesto el tanga para incitar al conserje y consigue llevárselo a la cama. La esposa del conserje la persigue con una escopeta por toda la finca. Y el marqués, que intenta concentrarse en el acontecimiento deportivo que tendrá lugar la siguiente semana, debe salir de noche con una cuadrilla para detenerla.
La noche antes del concurso, debe salir con otra cuadilla para detener a unos cazadores furtivos que están matando a sus ciervos. ¡Así no hay manera de concentrarse!, y cuando, tras recorrer doscientos kilómetros en su lujoso coche inglés, llega al lugar donde se celebra la competición, el marqués está muy alterado y nervioso.
Llama por teléfono al cura que vive en su cortijo para que reúna a todos los empleados en la capilla y hagan oraciones a Dios para que le ayude a alzarse con el premio. El cura acepta a cambio de que el marqués le suba el sueldo.
Y tiene suerte: uno de los participantes, el mismo que el año anterior se llevó el premio, ha faltado a la cita porque ha muerto unos días antes. Un competidor menos; eso le da ventaja. Además, a sus setenta años es el más joven de los aspirantes.
El premio en litigio es una bola de oro macizo del tamaño de una pelota de tenis, y el título de “Campeón Mundial de Lanzamiento de Canicas sobre Alfombra”.
El juego consiste en poner la bola del premio en un extremo de la alfombra, situarse a 8 metros y lanzarle una a una hasta diez canicas. La media docena de participantes, llegados de diferentes provincias y países, siguen un escrupuloso turno bajo la atenta mirada de un árbitro centenario, mientras que un secretario un poco más joven, que padece Parkinson, anota las tiradas, los blancos y los fallos de cada uno. El jugador que toque más veces a la bola de oro es el vencedor.
La obra, ambientada en los primeros años de este siglo, es una crítica mordaz a la aristocracia y al sistema feudal que aún sostienen los señoritos andaluces; pero lo hace de tal modo que el lector comienza a reírse en las primeras líneas y ya no puede detenerse.
Es una obra amena, brillante y divertida.
Lo único malo es que ahora, después de disfrutar tanto con la lectura, siento una enorme necesidad de conocer la historia de esta familia desde los orígenes y me veo obligado a comprar los siete libros anteriores. Poco a poco, pero todo se andará.
Esta ley natural que estudiamos en la asignatura de Física la ponen en práctica nuestros gobiernos cuando sus intereses están en juego: cuando los ministros están quemados y no ven soluciones se transforman y cambian sus fríos trajes de Armani en sugerentes vestidos, intercambiándose las carteras como si fueran cromos. Al final todos usarán los mismos ingredientes para cocinar las crisis, pero con estas pequeñas variantes conseguirán darle otro sabor. Y de este modo satisfará a sus clientes durante un tiempo, el suficiente para mantener el chiringuito abierto hasta las nuevas elecciones.
Pasa lo mismo que en ciertos restaurantes valencianos: cuando notan que sus clientes se cansan de comer “paella”, les ofrecen la “fideuá”.
Ya les mostré hace un mes la receta de la "Paella de mi Carmen"; hoy les pongo la “Fideuá de Daniel”, mi yerno. Luego me dicen si tengo razón en lo que digo sobre el Presidente y sus ministros.
LA FIDEUÁ DE DANIEL
INGREDIENTES:
Aceite, ajo, cebolla, 1pimiento, pimentón dulce, tomate natural triturado, pescado desmenuzado (tintoreta, emperador) gambitas, gambones, choco, mejillones, fideos.
Previamente se pelan las gambas. Una vez peladas se coge una cacerola y se hierven las cáscaras para hacer el caldo.
Mientras tanto en la paellera, o en una sartén grande, se sofríe un poco la cebolla, 1 diente de ajo y 1 pimiento; luego se añade el pescado, las gambitas y el choco. A eso se le añade una cucharadita de pimentón dulce y tomate triturado, se remueve todo mientras se sofríe y luego se le vierte el caldo de las gambas.
Echar un poco de azafrán.
Tener la paellera al fuego durante cinco minutos para que se ablande el choco
Echar los fideos (250 gr. para cuatro personas).
Existen en el mercado unos fideos especiales para la fideuá. Si no se encuentran, usar fideos gruesos del número 4.
Dejar al fuego hasta que se consuma el caldo.
Un poco antes de terminarse de hacer, echar por encima unos cuantos mejillones, para adornar. Se sirve colocando en el borde del plato un poco de ajoaceite, esto último es opcional.
Mientras se acababa de hacer la fideuá, Daniel nos puso unos entremeses de mejillones al vapor con perejil y limón, que mi familia y yo acompañamos con un vino de Albariño, "Conde de Albarel", y cervezas.
El resultado de la fideuá será el de la foto.
Daniel es un chico muy trabajador y apañado, lo que se dice "un manitas": En las fábricas de azulejos es hornero de profesión desde hace veinte años, pero también conduce tractores y máquinas elevadoras, hace churros y cocina de maravilla. A pesar de eso está en el paro. Ya dije en mi anterior entrada que por mucho que te afanes, el puesto de trabajo no depende de ti.
¡Cuanta experiencia y habilidades se están desaprovechando en este país!
Y esta de abajo es la paella de Carmen: Les dije que nos faltó adornarla por encima con los mejillones, porque era día festivo y no pudimos comprarlos; pero imagínense unos mejillones adornando la paella y díganme en qué se diferencia un plato del otro. En que uno lleva fideos y el otro arroz. Y el PP se diferencia del PSOE en que uno lleva como símbolo una gaviota y el otro una rosa; en jodernos a los trabajadores con recortes y demás, van de la mano.
He tenido un mal sueño, una pesadilla. Con mucho dolor he visto cómo morían proyectos, ilusiones y sentimientos. Al igual que Penélope, hemos destruido en poco tiempo el trabajo realizado durante más de cincuenta años.
Hemos perdido. Con la llegada del otoño, un tornado liberal ha cruzado Europa, arrollando el estado de bienestar que tanto costó conseguir.
Hemos perdido nuestro derecho al trabajo y nuestra dignidad como trabajadores para defenderlo. El trabajo es escaso y malo, inseguro, mal retribuido, con demasiados deberes y sin apenas derechos. Hemos perdido el derecho a tener una jubilación tranquila, sin sobresaltos ni amenazas, sin recortes sobre lo pactado hace años entre todos.
Hemos pasado del derecho a tener una vivienda a ser esclavos de ella, hipotecados de libertades y sueños durante toda una vida.
Hemos perdido el sentido de la solidaridad y vivimos empujados por la necesidad de tener un puesto de trabajo, aunque para ello deba uno prostituir su integridad, su dignidad como persona, pisando incluso a los amigos y compañeros si es necesario para lograrlo.
Hemos perdido la confianza en sí mismo, pues, por mucho que valgas como persona y por mucha eficiencia que demuestres en tu trabajo, nada te garantiza el futuro: no depende de ti.
Se ven caras tristes, falsas sonrisas, la procesión va por dentro de la mano de los problemas acuciantes que acompañan a las familias.
Hemos perdido el derecho a ser representados, puesto que todo tiene un precio y el poder fabrica los billetes.
Vemos como se nos pide trabajar más y ganar menos, nos recortan salarios, pensiones y subsidios de desempleo mientras se gastan 50 millones en recibir al Papa.
Hemos perdido la franqueza. Cada persona es un enigma. No se confía ciegamente en el amigo sin antes estudiar sus consecuencias, sin meditar los pros y los contras. Ya no soy capaz de pensar en voz alta, ni veo esa solidaridad que conocí entre compañeros hasta finales de los años 80, cuando alguno de entre ellos era objeto de una injusticia y todos lo defendían a capa y espada. Ahora lo dejan solo y justifican sus conciencias diciendo “Él se lo ha buscado”, incluso alegrándose de que no ser ellos los caídos en desgracia.
Hoy me he levantado triste, han muerto muchas cosas de golpe y la soledad me abruma.
Hoy, hasta los besos mueren de tristeza.
Hoy os quiero hablar sobre el último libro que he leído: Las inquietudes de Shanti Andía.
Es el primero que leo de Pío Baroja, y si al principio me parecía algo pesado, por las extensas descripciones que contiene, luego supo atraparme y llegué al final casi sin darme cuenta.
El autor hace gala de un estilo cautivador que logra que se sienta, que se vea y se viva cada lugar o sensación de las que describe. Como ejemplo muestro su descripción de la acción del mar en la costa vasca.
El libro nos cuenta la historia de Shanti, (Santiago) Andía, un vasco de acomodada familia que en su adolescencia es enviado a la escuela naval de San Fernando, en Cádiz, para estudiar y convertirse en capitán de navío.
Durante su estancia en Cádiz se enamora de una chica, hija de su anfitriona, una señora muy rica y poderosa, que, descontenta con el rumbo que toma la relación, logra a través de sus influencias que envíen al joven enamorado lejos de Cádiz, pues ha concertado para su hija un matrimonio con un marqués, que la dobla en edad.
Santiago, hundido en el desamor, se embarca en un buque velero que lo llevará a Filipinas e Hispanoamérica, lejos de su patria durante varios años, y, siguiendo la saga de sus antecesores, se convertirá en el experto capitán de un buque de una compañía inglesa.
Durante todos esos años no olvidará a su amada, y cuando regresa a España dirige su barco rumbo a Cádiz. Ella ya se ha casado con el marqués, al que odia. Ella irá a buscarle y ambos se citan varias veces para entregarse con locura, hasta que son descubiertos por el marqués, que golpea al joven enamorado con el guante en la cara y lo desafía a pistola en una desierta playa. Shanti es herido gravemente y llevado a su velero, que zarpa de Cádiz rumbo al norte.
Conocerá una vida aventurera en la que se enfrentará a los piratas en las costa de Somalia (¿les suena?), a motines de su tripulación, a traficar con esclavos y enfrentamientos con las fragatas inglesas que perseguían ese tráfico. Encarcelamientos, ejecuciones y fugas de prisioneros se suceden en la obra. No puede faltar la búsqueda del tesoro escondido por su anterior capitán en una desierta playa de la costa africana antes de ser apresado por los ingleses, y los enfrentamientos con los marineros de su antigua tripulación, que también habían ido a buscar el tesoro y dirigían las tribus que vivían en los alrededores.
Todo ello me hizo recordar las obras de Emilio Salgari que leí en mi juventud y me inculcaron el amor por los libros.
De regreso a la casa familiar, Santiago se enamora de una joven, Mary, que vive con su padre en una casa arrendada, propiedad de su familia. El inquilino resulta ser su tío, a quien habían dado por muerto en la cárcel años antes y todo el pueblo celebró sus funerales. Se había escapado y adoptado el nombre de otro personaje.
Otro personaje, el hombre más rico del pueblo, se enamora también de Mary y, decidido a hacerla suya, llega a ordenar matar a Santiago para eliminar la competencia. Pero el padre de la chica, antes de morir, le envía a aquél un sobre lacrado con una terrible noticia: la chica es su hermana.
Como dije antes, el libro va in crescendo a medida que se avanza en la lectura y uno lamenta que llegue el final. Es un canto también a Lúzaro (actual Leketio), el pueblo que lo vio nacer, del que cuenta cada detalle desde su fundación por uno de sus antepasados, el conquistador López de Aguirre, y describe maravillas sobre su gente solidaria y valiente, que no duda en salir en una barca, en plena tormenta, a rescatar a los náufragos, hundiéndose con ellos en el intento la mayoría de las veces; nos habla del amor que siente hacia su pueblo, sus costas y montañas, sin olvidar jamás que forma parte de un país glorioso, España, a la que defiende ante todo.
Un libro recomendado para los amantes de aventuras y de nuestra Historia.