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sábado, febrero 19, 2011

MI PRIMER VIAJE

Todas las fotos son de internet
Febrero, año 1950.
En la estación de trenes de Jerez de la Frontera, el reloj señaló las diez de la mañana. El jefe de estación levantó la banderita y la máquina del tren Correo de Andalucía dio un fuerte pitido, al tiempo que lanzaba un chorro de vapor por la válvula que empujaba el pistón engarzado en la biela que movía las ruedas. El tren se puso en marcha hacia Madrid, exhalando sonoros suspiros y llenando la estación de humo negro y de olor a carbonilla. Asomados a la ventanilla se hallaban cuatro niños de entre 6 y 12 años: el que escribe, y sus tres hermanas.

En el andén, un par de monjas nos decían adiós con la mano y se iban quedando poco a poco detrás hasta que la perdimos de vista. Poco antes, ellas nos habían presentado al policía que viajaba de paisano en el convoy, encomendándole nuestra custodia, prometiendo que una persona nos estaría esperando en la estación de Atocha y se haría cargo de nosotros.

El vagón era de tercera clase, tenía bancos de madera y estaba atestado de gente que viajaba con sus maletas en medio del pasillo y sus canastos de alimentos sobre el portaequipajes. Sabían que pasarían treinta horas en el tren antes de llegar a Madrid. Las monjas, sin embargo, no nos dieron nada más que un boniato para comer a cada uno. Como no había asiento libre, el policía nos condujo al rellano del vagón, junto a la puerta de entrada, y nos invitó a ocupar las banquetas que había plegadas en las esquinas, advirtiéndonos de no movernos de allí, que él vendría de vez en cuando a visitarnos.

Y poco a poco fuimos acortando distancias, mirando por las ventanillas aquellos enormes y extraños paisajes con los ojos grandes abiertos y el corazón encogido por el alejamiento del hogar paterno y de los amiguitos, angustiados por el temor ante lo desconocido.

Acostumbrados a vivir en los montes de Cádiz, y sin haber visto antes un tren, admirábamos, temblando de frío, los campos llanos y helados de la Mancha. Una sábana de cepas oscuras y podadas desfilaban ante la vista y, cual garras amenazadoras, mostraban sus retorcidos sarmientos presagiando el destino cruel que nos habían asignado.

El boniato se nos acabó antes del medio día y no fue hasta la madrugada que un soldado piadoso, que regresaba al cuartel tras disfrutar de un permiso, compartió con nosotros su pan y sardinas arenques. La sed la saciábamos en el grifo del retrete, que ofrecía un agua de asqueroso sabor. El policía se presentó tres o cuatro veces a controlarnos, pero nunca se interesó por si teníamos hambre o comida. Y cada vez pedía la documentación a los que estaban en derredor nuestro.

El vagón que nos precedía iba cerrado por fuera y los pasajeros nos miraban con ojos tristes a través de una ventanilla enrejada. Según comentaba el soldado con otros pasajeros, se trataba de presos que llevaban a Madrid a trabajar en el mausoleo del Valle de los Caídos.

A las dos de la tarde del siguiente día llegamos a Madrid. El tren iniciaba su entrada en la estación de Atocha cuando el policía vino a buscarnos para conducirnos a la Comisaría de la estación, donde nos esperaba la señorita Conchita, una destacada activista de la Sección Femenina, que administraba el colegio al que nos conducían.

La señorita nos llevó en taxi hasta la Plaza Mayor y nos dejó en una esquina bajo el pórtico, delante de una tienda de espadas y navajas de Toledo.

«Quedaos aquí, voy a hacer unas cosas y ahora mismo vuelvo»— nos dijo.

Y permanecimos en aquella esquina, agotados y muertos de hambre, viendo pasar tranvías y taxis hasta pasadas las diez de la noche, hora en que la señorita regresó. Venía con una amiga, de quien se despidió muy efusivamente antes de introducirnos en el taxi, y continuamos luego el viaje hacia el colegio, ubicado a cincuenta kilómetros, por carreteras llenas de bultos y hoyos. Atravesamos un puente de madera sobre el Guadarrama, que crujía lastimosamente al paso del turismo. Pasaba de la media noche cuando llegamos al colegio y la señorita tiró de la cuerda que accionaba una campanilla en alguna parte del interior. Minutos después apareció una monja de la orden de las Hermanas de la Caridad, cuya crueldad dejaría huellas indelebles en mi memoria.

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viernes, febrero 18, 2011

POTAJE DE LENTEJAS DE CARMEN

Pocos alimentos son tan beneficiosos para nuestra salud como las lentejas.

Siempre se ha dicho que contienen hierro y son adecuadas para prevenir la anemia; pero hay más cosas, y qué mejor que sean los especialistas en Nutrición quienes lo expliquen. He buscado información, y en una página dedicada a la Salud he hallado esta información:
Ventajas de las lentejas para la salud del cuerpo:

• Las lentejas ayudan a reducir el nivel total de colesterol en la sangre.
• Ayudan a reducir la presión arterial.
• Estrés.
• Ayuda a mejorar el transito intestinal.
• Igualmente es excelente alimento para prevenir la osteoporosis y la descalcificación.
• Ayuda en el crecimiento del cabello, piel y uñas.
• Alimento muy recomendado para las personas con diabetes.
• Ayuda a fortalecer en casos de anemia.
• Ayuda a tratar los problemas de Colón.
• Es anticancerigeno.
• Excelente alimente para quienes realizan alguna dieta para la obesidad.

En casa la comemos una vez por semana. Carmen la prepara de la siguiente manera:
Ingredientes: 1 trozo de morcilla, otros de chorizo, ajo a voluntad, media cebolla, 1 patata, vaso y medio de lentejas, 1 pimiento rojo, 1 verde, aceite, laurel, agua y sal.



Se echa todo en una olla normal, se le añade el agua hasta que cubran dos dedos por encima las lentejas; luego se pone al fuego durante media hora aproximadamente, comprobando de vez en cuando si las lentejas están blandas y que no falte agua. Cuando estén blandas se le echa la sal y se remueve.
Nota: el tiempo de cocción de las lentejas varía según la calidad del agua; cuanto más caliza sea, tardará más en cocerse.
De segundo plato Carmen suele hacer filetes de carne empanados y rellenos con beicon, jamón york y lonchas de queso, acompañados de pimientos fritos.
Para ello se cortan filetes muy finos de carne; se toman de dos en dos y entre medio se coloca una loncha de queso, otra de jamón york y otra de beicon. Se juntan como si fuera un bocadillito y se introducen en huevo batido. Luego se meten en un plato de pan rayado, se dan la vuelta para rebozar ambas caras, sacan y se fríen.

miércoles, febrero 16, 2011

SAN VALENTÍN

Foto de http://notingtwear.blogspot.com

El Día de San Valentín te vi en la plaza, nuestra plaza. Paseabas cogida de la mano de un hombre.

Durante un segundo se encontraron nuestras miradas, y una mueca, talvez sonrisa, se dibujó en tu cara.

De pronto te diste la vuelta, y ante el coqueto escaparate de una tienda de modas te quedaste parada. Tu compañero señaló un vestido y te preguntó algo. No respondiste.

Puede ver en el reflejo del cristal cómo te secabas una lágrima. Y te fuiste alejando por la acera, despacito, sin pronunciar palabra.

Yo me quedé sentado en aquel banco solitario, nuestro banco, rodeado de hambrientas palomas.

«Los tiempos cambian —les dije, echándoles maíz—. Este año no ha venido sola».

martes, febrero 15, 2011

ELECTRÓLISIS

La asignatura de Tecnología que estudié en la Escuela de Formación Profesional incluía las diferentes técnicas de producción de gases para la industria. Una de ellas trataba sobre la obtención del oxígeno y del hidrógeno por electrólisis.Está comprobado que si introducimos dos electrodos en una vasija de agua y hacemos circular por ellos una corriente eléctrica continua, los átomos de oxígeno e hidrógeno que componen el agua se van separando y se arriman cada uno a uno de los electrodos, por lo que en un lado se acumulan los átomos de oxigeno y en el otro los de hidrógeno.

Un sistema mecánico va absorbiendo en cada lado el gas que va saliendo de la vasija y lo almacena en botellas a una presión determinada.

Al final del proceso tendremos botellas de oxigeno y botellas de hidrógeno, que podremos usar en soldaduras, hospitales, motores, armamento, etc.

La manipulación incontrolada de ambos gases es explosiva y puede causar daños; pero la unión de los dos gases, sabiamente dirigidos, producen una llama capaz de fundir el acero, perforar metales, y modificar y construir estructuras.

Empleando el hidrógeno extraído del agua, en los años 70, en la primera crisis del petróleo, un hombre circuló en una motocicleta cuyo depósito de combustible contenía agua en vez de gasolina. La prensa vaticinaba un futuro en que no dependeríamos del petróleo y, dado que el agua de los océanos ocupa el 75% del planeta, tendríamos energía barata e ilimitada. Pero los enormes intereses de las petroleras ahogaron el proyecto y ni la humanidad ni el medio ambiente se han beneficiado de sus ventajas.

En Política, sucede lo mismo:

La vasija es la nación, los electrodos son los partidos políticos, la corriente eléctrica son sus programas o ideas, y el agua los ciudadanos.

Vemos que al recibir las ideas partidistas los ciudadanos nos dividimos y separamos unos de otros, y el sistema nos absorbe y nos encauza hacia asociaciones o grupos donde nos echa mano según sus necesidades: a unos para controlar los ayuntamientos, a otros en los barrios, en las asociaciones culturales y religiosas, en los gremios profesionales…

Los unos se quemarán pegando carteles de candidatos en los muros, enfrentándose a los oponentes e intentando convencer a sus vecinos, a sus feligreses, o a los compañeros de trabajo de la bondad de sus ideales. Los otros, enchufados y nominados a dedo por los dirigentes, sacarán beneficio sin mancharse las manos y ocuparán los primeros puestos en las listas electorales para gobernar las corporaciones municipales y parlamentos regionales.

La gestión incontrolada de la opinión pública es explosiva y daña gravemente a la sociedad, enfrentando a unos y otros. Se suceden alejamientos entre familiares y amistades por disentir en las ideas, por obcecarse en defender al partido, negando una evidencia que se refleja hasta en las piedras.

La energía que emana de la sociedad, compuesta de personas diferentes, si fuese sabiamente dirigida, podría usarse para “soldar” fisuras, reparar daños y construir en beneficio del país y los ciudadanos; pero los enormes intereses partidistas y personales de unos pocos hace que ni el país ni la sociedad ni el medio ambiente puedan salir del pozo en que los especuladores y los bancos nos han sumido.

domingo, febrero 13, 2011

ESTRELLA

Hola, me llamo Estrella y vivo en la finca «Las Navas de Gibraltar». Situada a medio camino entre Cádiz y el Peñón, la finca es un verdadero paraíso de cuatrocientas hectáreas, que pertenece a mi familia desde hace… bueno, no sé exactamente cuánto; pero mucho tiempo.

«La Navas de Gibraltar» está dentro del Parque Natural de los Alcornocales y se compone de dos partes: la primera es una gran extensión de pastos naturales de gran calidad; la otra, es monte poblado de acebuches y alcornocales, bajo los cuales me refugio durante todo el año, pues vivo en completa libertad.

Aquí llueve mucho, la mole del Monte Tarik se enfrenta a los vientos y se bate a diario contra las nubes; penetra en ellas y las hiere cruel y dolorosamente, haciéndolas llorar tanto que vierten mil litros de lágrimas por metro cuadrado al año.

La finca es muy bonita, su fama ha alcanzado los confines de la Tierra y mucha gente acude a verla desde los más lejanos países y nos miran descaradamente con unos ojos lascivos, pringados de codicia.

Algunos jeques árabes incluso han propuesto comprarme y llevarme con ellos para formar parte de su harén, ¡qué barbaridad, qué falta de educación! Como si yo fuera un objeto, sin opinión ni sentimientos. Menos mal que tengo a Juan, que me adora y sabe disuadirlos educada pero firmemente.

¡Juan, qué hombre! Pobre, cuánto le he hecho sufrir.

Una chica tan guapa como mimada se quejó de que yo no me mostraba amable y convenció a Juan, que estaba colado por ella, para que me enseñara modales. Y el chico vino a mí decidido a todo, incluso a pegarme si fuere necesario, por complacerla. Al principio yo me resistía, no me convencían sus palabras zalameras ni sus caricias interesadas. Muchas veces me sujetaba e intentaba dominarme subiéndose encima de mí contra mi voluntad. Yo sentía su virilidad pegada a mi cuerpo, sus piernas rodeaban mi talle, violando mi derecho a decidir libremente. Más de una vez peleé con él y le vencía: levantaba de improviso mi trasero y lo lanzaba por encima de mi cabeza, pegándose de bruces contra el suelo.

Pero el chico era tozudo y lo intentaba de nuevo. Para nada.

Al ver que no conseguía sus propósitos cambió de método: dejó a un lado sus malos modales y comenzó a conquistarme piropeándome y musitando en mi oído palabras dulces, mientras me acariciaba suavemente el entorno de las orejas y me besaba en la frente.

¡Ay!, soy mujer y no puedo permanecer insensible ante el amor. Y me dejé llevar…

Al amanecer, cuando los pájaros se despertaban escandalizados y comenzaban sus ruidosos cantos, las hojas de los alcornocales danzaban al ritmo de la brisa y el sol perfilaba de oro la cresta oscura de la sierra, Juan venía a verme y me mostraba su dulzura hablándome y acariciando mi cabeza, preparándome para el acto de entrega amorosa. Al cabo de unos minutos yo sentía el calor de su cuerpo cabalgando sobre el mío. Una leve presión de su rodilla, una caricia en el cuello, un susurro agradecido pidiendo una respuesta bastaba para que yo, toda excitada, le complaciera.

Y así pasó el tiempo; estábamos tan unidos que parecíamos formar un solo cuerpo.

Entonces apareció ella, la pija, la niña mimada. Retozábamos en el corral cuando de súbito se puso a aplaudir. Juan se giró, sorprendido, y todo ruborizado fue a su encuentro y me señaló:

—Ahí la tienes, puedes montarla cuando quieras.— le dijo

¡Ah, no, eso no. ¿Qué se ha creído este imbécil? No estoy dispuesta a formar un trío, yo soy una chica seria, de costumbres conservadoras; no me van ciertas modernidades. Amo a Juan, sí; pero no me dejaré humillar por nadie.

¡Y la joven mimada quería que yo me entregara! Puso las manos en mi espalda e intentó echarse sobre mí, la muy estúpida. Yo no podía permitirlo, por mucho amor que sintiera hacia Juan, y levanté mi torso y manos todo lo que pude y luego me incliné hasta casi tocar el suelo con mi cabeza, lanzando a la chica por encima, yendo a caer a dos o tres metros por delante y quedando postrada en el suelo sin poder moverse y gritando de dolor: se había partido un brazo.

Desde entonces no ha aparecido por la dehesa. Juan parecía desilusionado y permaneció muy serio durante un tiempo; pero ahora creo que ya la ha olvidado. Sólo me tiene a mí, y viene cada día a montarme para perdernos ambos en el espacio infinito…



sábado, febrero 12, 2011

LA ROPA VIEJA DE CARMEN

¿Recuerdan la receta de la sopa de puchero que les mostré hace un tiempo?
¿Qué pasa si hacemos demasiado puchero y luego nos encontramos la olla con muchas sobras?
No se preocupe, todo se aprovecha en el menú casero llamado «Ropa Vieja»:



El caldo que le sobra del puchero se aprovecha para hacer un plato de sopa, echándole fideos o arroz.

Con lo restos de carnes, garbanzos y verduras se hace la Ropa Vieja.

En una sartén con un poco de aceite se echan unos trocitos de cebollitas, ajos y tomate y se hace un sofrito. Luego se le añade al sofrito la carne muy desmenuzada del pavo y del pollo que nos ha sobrado del puchero, los garbanzos y las verduras. Por último se añade un poco de sal y pimienta molida, se remueve todo y listo para comer.

La pechuga y muslos desmenuzados aparecen en el plato de abajo en tiras finas, como si fueran fideos

¡Vaya, con el mismo coste en ingredientes que hicimos para el puchero nos ha salido para otra comida!

Nunca viene mal ahorrarse unos euros, ¿no creen?

Saludos

miércoles, febrero 09, 2011

TU NOMBRE

No puedo olvidar tu nombre

Y eso me confunde

Quiero alejarte de mí,

No quiero ser un juguete

Esclavo de tus caprichos


No soy objeto, sino hombre.

Y, sin embargo, te amo…

Me acompañas siempre

Mal que me pese…


De día te veo en el mar

Caminas desnuda por el agua

Y siempre me das la espalda

Al atardecer veo tu silueta

En el horizonte escarlata,

Y sonríes y me llamas…


Luego llegas en la noche

Entras por la ventana

Silenciosa te desnudas

Y, sin vergüenzas,

decidida y desbocada

Sobre mi cuerpo cabalgas

La luz de luna plateada

Se refleja en tu espalda

Entrecortados gemidos

Escapan de tu garganta…


¡Que no, que no, que no…!

No quiero recordar tu nombre

Ni tus juegos amorosos

Ni tus zalameras palabras

Sólo quiero vivir, ¡vivir!

Y tu recuerdo me mata

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martes, febrero 08, 2011

PIMIENTOS RELLENOS


Esta mañana mi Carmen, que lleva un par de semanas estirando los euros para recuperar los excesivos gastos de fin de año y día de reyes pasado, me ha preguntado si prefiero comer un guiso de arroz con carne y pimientos o pimientos rellenos de carne y arroz . Yo ya había comido pimientos rellenos de carne, pero de arroz...
¡La imaginación al poder!
El caso es que al llegar a casa a la hora de comer me enseñó el menú que había preparado, y yo, que tengo el corazón más grande que un autobús de sesenta plazas, lo comparto con ustedes.
PIMIENTOS RELLENOS
Ingredientes para cuatro personas: 4 pimientos, 1 vaso de arroz, 250 gramos de carne picada, pimienta, pimentón picante una cucharadita sal, 1 kg. de tomate, ajo, agua, aceite.
En una olla se echa agua, 1 vaso de arroz un poco de sal y una cucharadita de aceite. Se cuece hasta que esté casi blando.
A los pimientos se les corta un extremo, o sea: la corona, y se deja la parte grande para rellenar.
Se coge una sartén y se hace un sofrito con ajo cortadito en rodajas, las coronas cortadas de los pimientos, el tomate y un poco de cebolla.
Cuando está deshecho el tomate se saca la mitad del sofrito y se guarda aparte. Entonces se echa en la sartén la carne picada y se añade el pimentón y un poco de pimienta, se sofríe hasta que esté tierna. Una vez acabado el sofrito, se le añade el arroz y se mezcla todo bien; luego se toman los pimientos y se rellenan con el contenido de la sartén.
Se ponen los pimientos en una fuente y los rociamos con la salsa del sofrito de tomate que habíamos puesto aparte y se introduce en el horno.
Bandeja recien sacada del horno
Hay que estar atentos y pinchar los pimientos de vez en cuando para que no se quemen. Cuando estén blandos, se sacan y se sirven. Y ya está. ¿Ven qué fácil?


lunes, febrero 07, 2011

PARA MIS AMIG@S


Pido perdón a l@s amig@s que no salen en el corazón. No es que los haya olvidado, sino que el programa que lo hace remueve todas las imágenes a su antojo para darle forma al corazón y los ha colocado debajo de las otras fotos. No ha salido ni una mía con mi esposa.

Alguien que me deje ser para él, todo lo que yo quiero que él sea para mi.

Que Es Un Amigo

El autentico amigo es el que lo sabe todo
sobre ti y sigue siendo tu amigo.
Kurt D. Cobain

Amigo es aquel cuya compañía no nos
impide pensar en voz alta.
Ralph W. Emerson

Amigos son aquellos extraños seres que
nos preguntan cómo estamos y se esperan
a oir la respuesta.
Ed Cunningham

Un amigo fiel es un
alma en dos cuerpos.
Aristoteles

La única manera de hacer
un amigo es serlo.
Ralph W. Emerson

Tomate tiempo en escoger un amigo pero
se más lento aun en cambiarlo.

No hables si lo que vas a decir no es
más hermoso que el silencio.
Proverbio árabe

Que Es Un Amigo

viernes, febrero 04, 2011

LA SIERRA DE CÁDIZ SE MUEVE


En la soleada mañana que ha aparecido hoy, la plaza de España en Cádiz ha sido invadida por un grupo de unas quinientas personas, llegadas en autocares fletados en diferentes pueblos de la provincia para exigir la permanencia en sus respectivos municipios de los centros de enseñanza en que estudian sus hijos.

El mensaje más repetido a lo largo de la mañana ha sido este: «Los habitantes de los pueblos no son paletos, son ciudadanos con los mismos derechos y deberes que los de las grandes ciudades». Y para ello apelaban a la Constitución:

Sobre la igualdad:

Artículo 139.

1. Todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio del Estado.

Sobre la enseñanza:

Artículo 27

1. Todos tienen derecho a la enseñanza. Se reconoce la libertad de enseñanza.

2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respecto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales.

4. La enseñanza básica es obligatoria y gratuita.

5. Los poderes públicos garantizarán el derecho de todos a la educación, mediante una programación general de la enseñanza, con la participación efectiva de todos los sectores afectados y la creación de centros docentes.

El Gobierno facilitará las estructuras necesarias en los municipios para su desarrollo, de manera que no exista discriminación en las facilidades y medios que disfrutan los ciudadanos en las grandes ciudades y en las zonas rurales

Artículo 130.

1. Los poderes públicos atenderán a la modernización y desarrollo de todos los sectores económicos y, en particular, de la agricultura, de la ganadería, de la pesca y de la artesanía, a fin de equiparar el nivel de vida de todos los españoles.

2. Con el mismo fin, se dispensará un tratamiento especial a las zonas de montaña.

La manifestación iba encabezada por los representantes de los vecinos de los diversos pueblos que acudían a Cádiz a protestar por el traslado de los centros educativos. Entre ellos descubrí algunos rostros conocidos: Antonio Sañudo Vázquez, de Algar; don Paco, cura de Algar; el parlamentario de IU, Ignacio García, y José Manuel González, de El Gastor.

Desde la plaza de España, todos los manifestantes se dirigieron ruidosamente gritando eslogans y tocando pitos y trompetas a la plaza de Mina, donde está ubicada la Delegación de Educación y Ciencia, donde se explicaron las circunstancias que les habían obligado a desplazarse hasta la capital para solicitar una entrevista con la Delegada y exigir por escrito el compromiso de “Dejar las cosas como están, y no obligar a los niños de catorce años a levantarse a las seis de la mañana para viajar en autobús por carreteras en pésimo estado y asistir a los cursos de segundo de ESO en nuevos centros educativos situados a 30 km de sus domicilios, sufriendo inclemencias del tiempo como son la lluvia, el frío y heladas, y no regresar a sus hogares hasta la cuatro de la tarde.



Aseguran los padres y profesores de los niños que asistían a la manifestación que en tales casos los chicos llegan agotados y no les quedan ganas de hacer los deberes, lo que explica el enorme fracaso escolar que existe entre los niños de las zonas rurales.

Afirmaban que en los pueblos los ciudadanos también pagan impuestos y tienen derecho a que se invierta en ellos lo mismo que en las grandes ciudades y no como sucede actualmente, que ni tienen carreteras, ni hospitales, ni universidades, y encima se les quiere privar de los institutos de enseñanza que tienen, obligando a los niños, sus hijos, a desplazarse a las ciudades importantes para recibir la enseñanza que ahora reciben en sus respectivos pueblos al lado de sus familias.

Como era de prever, la puerta estaba blindada y no se permitía la entrada a nadie. Esta gente ya se sabe: cuando mandan se creen dioses y están por encima de la ciudadanía.

La Delegada se negó a recibirles. Es sabido que los políticos olvidan sus promesas electorales y no cumplen con el deber de escuchar y solucionar los problemas de los ciudadanos que les pagan sus elevados salarios con sus impuestos.

Creo que hubiera bastado recibirles y hacerles comprender que de momento no hay problema, que no habrá cambios, y aparcar el tema para que más adelante, si la situación mejora, somerterla a debate para que la gente hubiera salido, si no contenta, al menos conforme; pero el negarse a recibir a una representación de seis u ocho pueblos de la Sierra para oír sus quejas sólo demuestra una falta de respeto y educación hacia la ciudadanía. Paradójico: La Delegada de Educación demuestra tener muy poca educación.

Existe una obra de Orwell, titulada «Rebelión en la granja», publicada durante la Segunda Guerra Mundial, que ya entonces retrataba a la perfección la decepción que nos llevaríamos los votantes de la izquierda por el comportamiento de sus compañeros de fatigas cuando éstos alcanzaran el poder.

Un libro muy ameno escrito para niños, pero que asombra a los adultos por el realismo de su contenido. Un libro que debería ser de lectura obligada en las escuelas.

Os lo recomiendo de corazón.

Pasaban unos minutos de la una de la tarde, cuando la manifestación se disolvió y cada cual regresó a sus lugares de origen. Yo regresé a mi casa. En la mente de todos nos quedó claro que la lucha no hacía más que comenzar.



jueves, febrero 03, 2011

SE HACE CAMINO AL ANDAR

Ayer me fui a caminar solito, aprovechando el soleado día. Hacía meses que no hacía ningún ejercicio y las adiposidades se pegan a mi cuerpo como nidos de golondrinas a los balcones.
Tomé dirección al centro de la ciudad, la atravesé, siguiendo la orilla del Guadalete, y caminé recto hasta la playa de la Puntilla.


























La marea estaba baja, la orilla estaba lejos y había que atravesar
una franja de arena de trescientos metros.
























Continué mi marcha por el espigón hasta que se cortó el camino al llegar al mar. Ignoro cuántos metros de muro le ganaron al mar para encauzar el río y proteger la playa, pero tardé 25 minutos caminando de prisa en recorrer el espigón de principio a fin.

















El camino lucía la erosión causada por el mal tiempo en estos últimos años y había hoyos y rocas a punto de desprenderse y caer rodando al agua.


















Dos o tres catamaranes llenos de turistas me adelantaron y continuaron su viaje a Cádiz.




















































Por el río el barco navega como una seda, no se nota ninguna sacudida; pero cuando sale del espigón y se adentra en la bahía, da tal respingo que parece que el navío haya visto emerger a Neptuno con su tenedor, y a partir de ahí comienza un tramo de unos trescientos metros de turbulencias que hace que algunos pasajeros sientan fatigas. Son las corrientes de agua que entran con fuerza del Atlántico en la bahía.


















Al otro lado del río hay otro espigón que protege de las corrientes a la Playa de Valdelagrana. En su extremo, cara al mar, divisé la silueta de la imagen de la Virgen del Carmen, patrona de los marineros, encaramada en un pilar. Ayer no saludaba a nadie y no lo tuve en cuenta. La comprendo, la pobre mujer toda la noche aterida de frío, soportando un viento helado del norte. ¡Vamos que la cosa no estaba para milagros!, y si algún marinero necesitara de su ayuda no creo que ella moviera un dedo. Y que me perdonen los creyentes, ¿pero cómo va a mover un dedo una virgen de piedra?
Por que virgen sí lo es, no creo que nadie hay intentado penetrarla… Aunque vete tú a saber, pues, como dicen por aquí « Hay gente pa tó».
A lo largo del camino había varios hombres con cara de haber pasado mucho frío, pues, al parecer, habían madrugado mucho para colocar sus cañas de pesca e intentar llevarse el cestito lleno de pescado para casa, pues con 400 euros una familia no puede vivir y hay que ayudarse de una forma u otra para llegar a fin de mes.


















Se movían de un lado a otro contando chistes y gastando bromas a los que estaban más abajo, junto al agua. Ya veo la escena: un hombre sentado abajo con su caña y los de arriba empujando una de las rocas que están en equilibrio a punto de caer hasta que ésta sale rodando y aplasta al pescador. «¡ Hijoputas, cabroneeeees!», grita el pobre bajo la piedra, y los otros le dicen:
« ¡No te enfades, joé, no aguantas ni una broma, maldita sea la leche que has mamao!»
En fin, que ayer hice 12 kilómetros de marcha en dos horas y media y llegué rendido a casa, justo a la hora de comer.
Observé que la crisis sólo se nota en los escaparates de las tiendas y en los numerosos comercios de toda la vida que ahora están cerrados. Por lo demás, la gente vive alegre, en los bares están los de siempre y sólo se habla de la liga de fútbol, del Cristiano o del Messi, y del Carnaval, que para eso sí hay dinero, aunque en Cádiz sólo trabaje uno de cada tres, soportando un 33% de paro.










jueves, enero 27, 2011

SOY LIBRE



















Se pierden en la noche del tiempo los momentos de alegría y de sueños que compartí contigo. Difuminada está tu imagen en la niebla; ya no escucho en mi mente la dulce voz y las cristalinas risas que atravesaban mis oídos y erizaban mi piel, derritiendo mi alma castigada por los avatares de la vida.

Hoy me siento libre, se rompieron las cadenas que a ti me ataban y me impedían vivir. Hoy ensancho mi pecho y aspiro el aire limpio; vuelo y veo el mundo desde lo alto, y aparece diáfano el horizonte en todas direcciones…

Entiendo que te había sobrevalorado, que no eres la singular estrella capaz de iluminar mi mundo, ni siquiera eres estrella sino vulgar reflejo en el espejo de la luz de los luceros.

Nada haces que no tenga un determinado propósito, todo lo has perfectamente calculado. Lo demás: tu proclamada sensibilidad, tu amor y tu humildad es puro teatro.

Hoy me siento libre, ¡sí, libre al fin! Puedo volar, y vuelo.

martes, enero 25, 2011

DOS AMIGOS
















La Naturaleza
no se había mostrado generosa con Pablito, quien, a sus nueve años, tenía escasas luces y era mudo.

Había nacido sobre un colchón de paja tirado en el suelo en el interior de una choza anexa a las cuadras de un cortijo, donde sus padres trabajaban desde siempre.

El padre cuidaba de los dos hermosos corceles blancos de raza árabe que habitaban los establos, los ensillaba y los tenía listos para cuando el amo, don Francisco Sánchez, y su hijo, el señorito Juan, decidieran montarlos. La madre se ocupaba de la cocina y las labores de la casa.

Pablito adoraba a los caballos y los contemplaba, ensimismado, cuando salían de las cuadras al paso y, de pronto, al sentir las espuelas en los costados, se encabritaban y se lanzaban al galope, complaciendo a sus amos. A veces, absorto en el espectáculo, no se daba cuenta de que estaba en medio del camino, y recibía el varapalo del señorito:

« ¡Quita de ahí, niño estúpido!»

Y su padre corría a su encuentro, maldiciéndolo, y le cogía por la oreja y le empujaba adentro de la cabaña. Ésa era su vida, así pasaron los años.

Un día, un perro famélico apareció en el cortijo. Nadie sabía de dónde venía ni quién era su dueño. El animal se acercó a Pablito meneando el rabo, y el niño le puso la mano en la cabeza y acarició su pelaje. No hizo falta más preámbulo para que ellos se entendieran y se hicieran amigos.

Pablito le daba trozos de pan duro y restos de la comida que tiraban los señoritos. Todos los días se iban juntos a deambular por la dehesa; el niño lanzaba piedras y palos para que el perro corriese a recogerlos, y, cuando se cansaban, jugaban a pelearse en la hierba. El sol brillaba en lo alto, la piara de cerdos ibéricos rebuscaba las bellotas bajo las encinas, mientras el niño revisaba las perchas y cepos en busca de alguna incauta presa. De noche, el perro se tumbaba a su lado en el jergón, y, al menor ruido, estiraba las orejas y ladraba para ahuyentar el peligro.

Un día, el amo entró muy irritado en la choza cuando Pablito se tomaba un tazón de leche migada con pan duro que su madre le había puesto para desayunar, y le dijo a su padre que estaba agotado y sufría de los nervios, pues no podía dormir casi ninguna noche porque el perro ladraba mucho y lo despertaba.

—Así que llévate al perro y mátalo. No quiero verlo más, ni aquí ni por la dehesa.

—No se preocupe usted, don Francisco, que esta tarde, cuando vaya al pueblo por la compra para la señora, me lo llevaré y acabaré con él para que no moleste más.

Y Pablito se agarró a la mano del amo y comenzó a ponerse rojo. Sentía un ardor subirle desde el vientre hasta el pecho, intentaba hablar y decirle que él enseñaría al perro a estar callado; pero las palabras no salían de sus labios y el amo le empujó desdeñosamente.

—¡Quita de en medio, idiota! Entre tú y el perro, me tenéis harto. Prepárate si cuando yo regrese esta noche me encuentro al perro.

Y aquella noche el perro no estaba. Ni el niño tampoco. Ambos habían huido y caminado durante horas, atravesando ríos, montes y cañadas. Y, cuando les sorprendió la noche, se sentaron bajo una encina y se repartieron el pan y el tocino que Pablito había sustraído de la cocina. Luego, extenuados por la agotadora caminata, se tumbaron sobre la hierba y se quedaron dormidos con el monótono canto de los grillos, bajo la atenta mirada de un mochuelo que vigilaba el camino desde una rama.

La noche estrellada de enero extendió sus sábanas de escarcha y cubrió con mantas de aire helado a las dos criaturas, quienes, abrazadas, compartiendo el amor y el calor de sus débiles cuerpos, se quedaron dormidas.

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