Imagen de GoogleHace cuatro años, más o menos, inicié este blog con la idea de construir una especie de álbum donde mostrar mis fotos, mis textos en forma de cuentos o artículos y, principalmente, para conocer a personas que tuvieran las mismas inquietudes e intereses con quienes intercambiar opiniones y conocimientos.
Pero debo reconocer que el comienzo fue duro y en mi blog no entraba nadie, ni siquiera prometiéndoles una cena para después. Y entonces yo, que tengo miedo a la soledad, decidí entrar en los foros literarios para gozar de la compañía de los usuarios.
Mi entrada fue un éxito para mí en Yoescribo.com, pues enseguida me vi arropado por cientos de amig@s de todos los países, que leían las pamplinas que yo escribía y me animaban a continuar y mejorar. Incluso te daban la posibilidad de publicar tu novela o poemario si la presentabas a un concurso del foro, donde la obra que mayor número de votos sacara era la que se llevaba el premio: la publicación de la misma y 3000 euros.
Todo fue bien hasta que comenzaron las votaciones y se levantó la polémica: nadie comprendía que una sola obra fuese bajada y votada más de mil veces mientras las otras no pasaban de media docena. Comenzaron las críticas y acusaciones de tongo en los foros de debate y al final retiré mis textos y me fui. Era un foro buenísimo, y en él conocí a algunas personas que luego encontré en otros foros y aún siguen batallando por ahí; pero comprendí que es muy difícil, pero que muy difícil, que alguien elija leer tu novela entre una lista de más de cinco mil pertenecientes a los usuarios registrados.
Aparte de cuatro o cinco amigos, a quienes yo recomendé mi obra, nadie la leyó.
Luego fui a Bibliotecas Virtuales, el mejor de los foros literarios que había entonces, donde se desmenuzaban los textos y se hacían buenas críticas constructivas. Allí un tal Panchitor, excelente maestro y corrector de textos, acuñó la palabra “arrugas” referida a los pequeños errores ortográficos, a los tiempos de los verbos y otras minucias. Al final el administrador decidió realizar una gran reforma, algo que no gustaba a los usuarios (que son los que hacen funcionar un foro), a los que orgullosamente dijo que él era el dueño y el que no estuviere contento bla,bla, bla…
Tal actitud provocó que todos los que escribían en el subforo de Prosa y Cuentos, unos cincuenta, se marcharan y fundaran su propio foro.
De allí me fui a otro, El Recreo, donde desde el primer momento tuve que luchar contra la censura previa, algo que no me gustaba nada. Debes enviar tu relato a la web y si es del agrado del administrador lo publica, en caso contrario recibes un correo diciendo que lamentablemente el contenido no es aceptable para su publicación. Es cierto que si estás registrado puedes colgar un relato o cuento directamente dentro del subforo "Cuéntame un cuento", donde un moderador decide lo que es bueno o malo para las mentes sensibles de los participantes, incluso te puede editar lo que escribas, sea cuento o comentario. Tengo el dudoso honor de ser el único expulsado de ese foro, acción ejemplar aplaudida por los usuarios. ¡Es que soy un enfant terrible!
Por último me referiré al foro que se fundó por los usuarios fugitivos de Bibliotecas Virtuales, Prosófagos.com, dirigido por una de ellos y apoyada por tres o cuatro amiguit@s, donde es cierto que se analizan a fondo los relatos y se les hace una crítica constructiva que ayuda a crecer literariamente; pero últimamente han convertido el lugar en un selecto club donde los miembros se autopromocionan entre sí, y donde el usuario que no vaya en la línea de ese reducido grupo ni les babosea con halagos es acusado de "bronquista" (distinto a bronquitis, ojo, que ésa sí aceptan que la puede padecer cualquiera) o lapidado a reproches e invitado a irse a crear su propia página. Llegan a afirmar que (sic) "la auto depuración de ciertos usuarios conflictivos es buena para el foro."
Todo esto viene a cuento porque en el último año se viene notando un enorme crecimiento de los blogs personales y un abandono o descenso en la participación en todos los foros literarios, cuyos dirigentes, como avestruces que esconden la cabeza bajo el ala para no ver la realidad, se mantienen animándose mutuamente en subforos que nada tienen que ver con la Literatura: hablando de sus viajes, fotos, tiempo de café, temas generales, etc.
Nada más patético para un foro autodenominado “literario” que ver cómo van llenando páginas y páginas de fotos de copas con sus rodajitas de limón o tartas de cumpleaños, concursando entre ellos para mostrar quién prepara mejor una cena, o presumir de conocer todo sobre preparar un cóctel.
La verdad es que he visitado en estos días esos cuatro foros y he visto gran cantidad de usuarios nuevos mientras que algunos más antiguos, que escriben tan bien que varios de ellos verán sus novelas publicadas en los próximos meses, se han ido o participan muy poco.
Eso me recuerda a los Testigos de Jehová: siempre son nuevos los que llaman a la puerta, los veteranos se han cansado ya de tanto rollo, tantas normas, y se han marchado; pero siempre llegarán nuevos ilusos.
Los administradores de páginas webs y foros no quieren aceptar que ha sido la soberbia, la dureza con que han tratado a quienes con sus aportaciones daban vida al foro lo que les ha alejado de ellos. Aún siguen culpando a los demás de la nula participación o del mal funcionamiento del foro.
Peor para ellos.
Deberían saber que hoy la mayoría de la gente que siente deseos de escribir, de plasmar en un folio o en la pantalla blanca las ideas que acuden a su mente abierta y creativa, sin limitaciones o normas, no necesitan de ellos: pueden crear su blog o página personal para expresarse libremente, donde reciben más visitas y lecturas que en aquéllos. Aquí, por ejemplo, recibo un promedio de nueve mil visitas al año, soy feliz y he encontrado decenas de amig@s con quienes comparto ideas e ilusiones.
En el blog de una amiga he encontrado esta frase, que le viene como anillo al dedo a este tema:
"¡Estoy tan cansado de polémicas, de exclusividades, de fanatismos! En tu casa puedo entrar sin vestirme con un uniforme, sin someterme a la recitación de un Corán, sin renunciar a nada de mi patria interior. Junto a ti no tengo ya que disculparme, no tengo que defenderme, no tengo que probar nada..."
Antoine de Saint-Exupery.








