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miércoles, septiembre 15, 2010

ME AVERGÜENZA SER ESPAÑOL

video y fotos de Internet.

Cuando hace unos meses se prohibieron las corridas de toros en Catalunya, mi alegría por que al fin una autoridad aplicara la Ley votada en la ONU, refrendada por la UNESCO y firmada por España sobre el derecho de los animales, dio paso al estupor al leer en la prensa que tal medida se había conseguido por ser las corridas de toros la fiesta nacional identificativa de España, unido al deseo de los catalanes de separarse de ésta mostrando así su rechazo a todo lo español.

No me gustaba que España se rompiera en pedazos. Prefería que entre todos, cada uno con su identidad propia, la hiciéramos crecer.

Pero ayer, al presenciar en la televisión la salvaje persecución, acoso y asesinato del Toro de la Vega en Tordesillas la pena por el trato dado al animal me atenaza, me revuelve las tripas y siento vergüenza de ser español. Comprendo a los catalanes y a todos aquellos ciudadanos de otras comunidades cuando no quieren aceptar ser parte de este pueblo bárbaro que no encuentra otra forma de divertirse que cometiendo esa salvajada en nombre de no sé que tradición. Entiendo que haya ciudadanos que no quieran ser parte de una nación en la que sus gobernantes e instituciones consienten que sucedan estas cosas impunemente, protegiendo tal barbarie, incluso puede que subvencionándola con dinero público, en nombre de la Cultura.

Siento vergüenza de ser español

Siento vergüenza de que en Europa nos identifiquen con la barbarie y el subdesarrollo. Siento vergüenza de nuestros políticos y gobiernos de turno porque firman cosas de cara a la Unión Europea y del conjunto de países que forman las Naciones Unidas que luego no cumplen. Me siento como un vasallo, qué digo, como un esclavo de los que habitaban España en la Edad Media, acatando las órdenes del dueño y señor del territorio y pagando impuestos sin poder hacer nada por evitar los abusos .

Tordesillas, una ciudad llena de palacios y monumentos, testigos de una época muy importante en la historia de España, descubre ante el mundo su cara más sórdida. Si antes me parecía interesante lo que contaban de ella, a partir de ahora la veo con otros ojos.

Alegaban los salvajes en la televisión que el matar al toro con lanzas y dagas es una tradición y por tanto continuarán celebrándola. Y que “el que no le guste que no venga”, decía un tipejo.

He encontrado lo que dice la ley en Cantabria, una comunidad cercana a ésa en que asesinaron al toro, que si bien acepta que se celebren las tradicionales fiestas usando animales, pone los límites siguientes:

COMUNIDAD AUTÓNOMA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS

21 02 LEY 13/2002, de 23 de diciembre, de tenencia, protección y derechos de los animales.

EL PRESIDENTE DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS

Sea notorio que la Junta general del Principado de Asturias ha aprobado, y yo en nombre de Su Majestad el Rey, y de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 31.2 del Estatuto de Autonomía del Principado de Asturias, vengo a promulgar la siguiente Ley de tenencia, protección y derechos de los animales.

CAPÍTULO I Disposiciones generales

Artículo 1. Objeto y ámbito.

1. La presente Ley tiene por objeto establecer las normas que regirán la tenencia y protección de los animales domésticos, salvajes domesticados o en cautividad dentro del territorio del Principado de Asturias, con independencia de que estén o no censados o registrados en éste, y del lugar de residencia de las personas propietarias o poseedoras.

2. La presente Ley pretende hacer efectivos los siguientes fines:

a) Alcanzar un nivel de bienestar de los animales adecuado a su condición de seres vivos, recogiendo derechos inherentes a esta condición.

b) Compatibilizar el adecuado trato de los animales con el disfrute por el ser humano de los mismos.

c) Permitir la utilización de los animales para la mejora del bienestar económico, físico y social del ser humano, sin que ello suponga infligir a los animales un daño o maltrato innecesario para alcanzar aquel objeto.

Artículo 2. Exclusiones y excepciones.

d) Las fiestas que se hayan celebrado de forma ininterrumpida durante cien años, siempre que no supongan tortura, lesiones o muerte para el animal.

Declaración Universal
de los Derechos de los Animales

Artículo No. 1
Todos los animales nacen iguales ante la vida y tienen los mismos derechos a la existencia.

Artículo No. 2
a) Todo animal tiene derecho al respeto.
b) El hombre, como especie animal, no puede atribuirse el derecho de exterminar a los otros animales o de explotarlos, violando ese derecho. Tiene la obligación de poner sus conocimientos al servicio de los animales.
c) Todos los animales tienen derecho a la atención, a los cuidados y a la protección del hombre.

Artículo No. 3
a) Ningún animal será sometido a malos tratos ni a actos crueles.
b) Si es necesaria la muerte de un animal, ésta debe ser instantánea, indolora y no generadora de angustia.

Artículo No. 14
a) Los organismos de protección y salvaguarda de los animales deben ser representados a nivel gubernamental.
b) Los derechos del animal deben ser defendidos por la ley, como lo son los derechos del hombre.

¿Qué podemos hacer los ciudadanos para sancionar a esos salvajes, en vista de la impasibilidad de nuestro Gobierno?

Creo que dos cosas: Castigar en las urnas a quienes permiten los asesinatos de animales.

Hacer caso del que decía que no fuésemos al pueblo y pasar de largo cuando vayamos de viaje o de vacaciones y nos encontremos con Tordesillas. No nos detengamos ni siquiera en las gasolineras. No gastar ni un céntimo en esa ciudad, pues con ese dinero estaríamos contribuyendo a la perpetuación de esa salvajada.

Yo desde ahora voy a dejar de comprar queso de la marca Entrepinares, pues está construyendo una fábrica en el término municipal de Tordesillas que va a darles trabajo a esos trogloditas, ni se me pasará por la cabeza cuando vaya de viaje a Galicia beber vino de los que se producen en esa ciudad: MVEDRA, tinto en su tercer año, INMEMORIAL OSLVGA, vino blanco y ALIDOBAS, verdejo joven..

Son la vergüenza de España, cuando todos aspiramos a alcanzar a los países más desarrollados, salen estos salvajes con lanzas y puñales cazando un animal, como en la prehistoria.

Seguir la circunvalación y no detenerse

¡Y dicen que el toro no sufre! ¡Que se lo hagan a ellos uno por uno!
Asco me da decir que pertenezco a este país

domingo, septiembre 12, 2010

LA PAELLA de mi CARMEN

Vaya por delante que en ningún sitio, por mucho renombre que tenga, saben hacer la paella como las amas de casa de los pueblos del interior de Valencia. Esas artistas colocan sobre tres piedras una paellera, meten debajo leña de naranjo y con la mitad de los ingredientes que echan los restaurantes te hacen una paella que te chupas los dedos y te quieres llevar las sobras a casa. He comido algunas de ésas en Vallada, en Pego y en Játiva hace treinta y cinco años y aún las recuerdo con todo detalle. Después, he comido varias veces paellas en la costa valenciana, en El Saler concretamente, en restaurantes caros y de renombre, y no han sabido hacerlas igual.

Las paellas pueden ser de carne, de marisco o mixtas (carne y marisco). Hoy sirven platos de arroz como si fuera paella en muchos lugares de España. Algo que confunde a la mayoría de turistas, pero no a todos. En algunos restaurantes de Salamanca, por ejemplo, pides paella y te sirven un arroz pasado y apegotonado con trozos de cerdo y… ¡aceitunas cocidas! En Casa Santos (Albalate de Cinca, Huesca), también ponen un arroz, algo caldoso y exquisito, que nunca será paella por mucho que lo digan ellos.

Y no se te ocurra decir que eso es cualquier cosa menos paella, que se arma. Mejor tomar nota y no volver a pedirla en esas tierras.

Mi madre aprendió a hacer paella cuando vivíamos en una masía en El Vergel, Alicante. Las hacía con leña de naranjo en la chimenea. Luego, cuando me casé, enseñó a mi esposa a hacerlas, y hoy domingo mi Carmen me ha mostrado cómo las hace. Le ha salido muy rica, os lo prometo, casi tanto como aquéllas de la Comunidad Valenciana. Nos han faltado los mejillones, pero no se han notado.

He aquí la receta:

Ingredientes: conejo, gambas, 2 gambones por persona, pollo, costillas de cerdo, arroz, judías verdes, alcachofa, garrafones, 2ajos, 1 pimiento verde y 1 rojo, azafrán, tomate, aceite y sal.

Antes de nada pelar las gambas. Las cáscaras se cuecen y se guarda el caldo resultante.

Colocar una paellera (Si no se dispone de ella, usar una sartén grande y alta) en el fuego con tres cucharadas soperas de aceite. En ese aceite sofreír los trozos de conejo, pollo, unas costillas troceadas de cerdo, choco y dos gambones por persona.

Cuando todo eso está sofrito se saca, y en ese mismo aceite sofreír un par de ajos cortados a rodajitas, pimientos rojos y verdes y un poco de tomate triturado

Cuando están sofritos se agrega la carne y el choco anterior sin los gambones y se remueve todo bien para que tome el gustito.

Se agrega unos trocitos de habichuelitas verdes, alcachofa, un puñado de garrafones, el choco cortado en trocitos, las gambas peladas y entonces se le echa un poco del caldo que guardamos de la cocción de las gambas hasta que se ponga tierna la carne. Se añade un poco de sal.

Dejar que se consuma el caldo completamente y luego rociar dos vasos de arroz y agregar dos vasos del caldo de las gambas por cada vaso de arroz. Echarle un poco de azafrán.

Colocar encima los gambones distribuidos alrededor y dejar que se consuma el caldo hasta que se asiente un poco.

Os quedará más o menos así:

¡Buen provecho!

Esta receta ha sido elegida por el blog de Recetas de Cocina y Ocio para sus lectores.

http://www.wikio.es/ocio/gastronomia/recetas/paella.

sábado, septiembre 11, 2010

LA ELIMINATORIA, por Ramón Solís


La historia se desarrolla en una pequeña ciudad, cuyo nombre no se menciona; lo que sucede bien podría trasladarse a cualquier ciudad española.
La eliminatoria en un partido de fútbol de uno de los dos equipos finalistas de la liga de promoción para ascender a la primera división ha revolucionado la vida de una tranquila ciudad de provincias de la costa mediterránea. Sus hoteles están a tope, el periódico local no cesa de calentar los ánimos; las chicas del pueblo se llenan de ilusiones ante la presencia de los jóvenes y atléticos jugadores del equipo contrario, que se ha hospedado en el hotel principal. Todo ello altera la vida amorosa de varias parejas:

Maribel, la telefonista del hotel, una bella muchacha cuyo novio es Avelino, un chico que estaba en el colegio con ella y la corteja desde hace seis años, pero que ni siquiera la ha besado aún “porque no es decente hacerlo en público”, ni tampoco la lleva al parque solitario de las afueras para amarse como hacen otros, “porque está mal visto”, se enamora perdidamente del portero del equipo contrario y se le entrega al segundo día de su llegada, sin importarle el qué dirán.

Don Gregorio, un hombre viejo, casado, ingeniero jefe de la Delegación de Obras Públicas, que mantiene una relación con Marisol, una jovencita de apenas veinte años, en la misma casa de ésta, relación tutelada por la madre de ella que le está inmensamente agradecida a don Gregorio por haber ayudado a su hija a conseguir su empleo, y por los generosos donativos que hace a la familia para que vivan holgadamente. Pero en esos días previos al partido, ella siente asco del viejo y le entran ganas de irse a vivir lejos de la ciudad con otro.

Don Matías, el alcalde, que se ha enriquecido con los planes de urbanismo, alcanza un acuerdo en una suite del hotel con el representante del equipo rival para que el equipo local no ascienda. A cambio de ello, recibirá sustanciosos beneficios económicos e inmobiliarios. D. Matías reunirá al presidente del club y a su entrenador y los amenazará con grandes males si no aceptan su propuesta de que el equipo pierda.

Y Mely, una mujer de cuarenta años, que en sus años universitarios mantenía relaciones con su profesor y que luego abandonó para casarse con Juanjo, un jugador de primera división muy famoso, convertido ahora en entrenador del equipo local, aprovecha que su marido está concentrado con el equipo en otro hotel para poner a prueba la calidad y firmeza de su matrimonio saliendo con uno de los recien llegados en esos días.
Uno de los personajes es asesinado, lo que aporta su dosis dramática al texto.

La obra está escrita de tal manera que he tenido la sensación de encontrarme junto al narrador mientra éste, asomado a una rendija, observa lo que hacen los protagonistas, lo que dicen y lo que piensan, y me lo va contando de esta forma:
“Ahora Paqui se ha sentado a su lado, le da un cigarrillo. Ella tiene los ojos lagrimosos, sabe que la está engañando, sabe que no podrá escapar de sus brazos y que después del partido se irá para siempre…. Pero ella lo desea”

Después de leer las reflexiones de los protagonistas, la lucha interior que sostienen el honor, el orgullo y la lealtad al equipo, contra el deseo egoísta de enriquecerse con las primas, renovación de contratos… el lector se pregunta si el equipo se dejará perder o luchará por el título con todas sus fuerzas. En las últimas páginas el estadio está lleno a rebosar y ha atraído a toda la prensa deportiva del país...

LA ELIMINATORIA es una novela de 246 páginas, ambientada a finales de los 60 tras la promulgación de la Ley de Prensa del Ministro de Información y Turismo, don Manuel Fraga Iribarne. Una novela que sin duda alguna hubiera sido censurada y secuestrada si la hubiese intentado publicar antes por la denuncia implícita en los diálogos y descripciones de los usos y costumbres de la autoridades de la época.
Valga como ejemplo este fragmento de la entrevista entre el Delegado de Información y el alcalde a consecuencia de que éste solicita el cierre del periódico por un artículo donde se pregunta si las primas ofrecidas por el alcalde a los jugadores del equipo local si ganan el partido las pagará con dinero público o el suyo.



La obra tiene el sabor rancio de la época, pero el lector que la ha vivido agradece que quede constancia en la Literatura del influjo y el abuso de la moral religiosa del régimen franquista en la libertad y la felicidad de las personas. Tras publicar esta obra, el autor ganó el Premio Nacional de Literatura el año 1970.

martes, septiembre 07, 2010

SE ACABARON LAS VACACIONES


Llevo tu nombre conmigo y como niebla matinal inunda los recovecos de mi memoria no dejando lugar a otra cosa. Hace días que te fuiste y aún veo tu silueta caminando por la orilla plateada de la playa, recortándose en el horizonte escarlata. Detrás de ti las olas, envidiosas ellas, arrastran sus espumosas lenguas hasta devorar la huella de tus pasos y los corazones enamorados que dibujaste en la arena.


Nada es lo mismo sin tu presencia: el mar es sólo mar; la playa, una larga franja de arena. El sol ya no calienta tanto, se aburre y se acuesta pronto; tampoco la luna despierta ya emociones. Son simplemente dos astros entre las innumerables estrellas.

Sólo las gaviotas parecen contentas de tu partida y revolotean dichosas al ser, ahora, el objeto de las miradas de los escasos turistas. Ya nada es lo mismo. ¡Nada!


Tu nombre suena en mi mente y agita mis pensamientos, tu imagen surge de pronto en mis recuerdos: me mira y se ríe, se ríe y se aleja, me dice adiós con la mano, me lanza un beso y se difumina allá lejos, entre las nubes color fuego que unen el mar con el firmamento. No; nada es lo mismo aquí: ya no hay risas ni abrazos ni juegos ni besos, han desaparecido como los castillos de arena que hacían los niños y los corazones atravesados con flechas que llevaban nuestros nombres. Sólo Dios sabe cuánto te añoro...

Dices que volverás el próximo año. ¡Uf!, qué lejos queda eso... Pero ya falta menos.

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lunes, septiembre 06, 2010

CIUDADANOS DE 1ª y de 2ª CLASE

Después de treinta años de vida democrática es lamentable comprobar que, en muchos aspectos, los ciudadanos seguimos siendo avasallados por personajillos que gestionan los servicios públicos.

Reconozco que durante estos años los parlamentarios se han esforzado en promulgar leyes que facilitan la convivencia ciudadana en plena libertad, una libertad que se trasluce en nuestra vida social, familiar y laboral. Pero de nada sirven las leyes cuando uno se tropieza con algún funcionario que se cree superior al ciudadano que solicita sus servicios. En esos casos podíamos decir sin temor a equivocarnos: Con la Administración hemos topado.

Depende del funcionario de turno que nos toque, para que uno salga del lugar contento o amargado. Como yo esta mañana.

Lo peor es la impotencia que se siente ante ellos, el no poder hacer nada para evitar que las cosas continúen haciéndose de esa manera.

Veamos un ejemplo: Esta misma mañana, entro en la Biblioteca Pública Alfonso X El Sabio, en El Puerto de Santa María, para devolver unos libros que había leído y llevarme otros. Había una funcionaria atendiendo amablemente y sonriendo a una señora. Cuando acaba, llega un hombre con gesto adusto y ocupa su puesto tras el mostrador. Me acerco a la ventanilla y le entrego una nota con los títulos de los libros que he elegido por Internet en la red de Bibliotecas Públicas de Andalucía, donde me señalaba que tales obras no se hallaban en las estanterías de libros expuestas al público, sino en el depósito de la biblioteca, y para facilitar su búsqueda indicaba unas claves que yo había anotado junto a los títulos. El funcionario hace un gesto de hastío, se dirige al depósito y regresa con los libros que había solicitado. Por error le entrego el carné de jubilado en vez de la tarjeta de lector. Ambos son del mismo tamaño, contienen mi DNI, son del mismo color verde y editados ambos por la Junta de Andalucía.

El empleado lo coge y lo arroja sobre el mostrador de mala manera diciendo:

–Esto no sirve.

–Perdón, me he equivocado –respondo, entregando el carné exigido

–Éste sí que vale –responde, mordaz.

–Vaya, no tengo suerte. Hace unos minutos, la señora que estaba delante de mí se ha llevado tres libros sin mostrar ningún carnet, sólo ha dado verbalmente el número de su DNI, y le han servido. Yo le entrego por error un carnet de la Junta de Andalucía, donde aparecen todos los datos y el DNI, y me lo arroja usted de mala manera. Por lo visto, todos no somos iguales ante la Ley, pues depende de quien esté atendiendo al público aquí, para que el trato recibido sea diferente

—Óiga, yo no tengo porqué escuchar tonterías tan temprano. Si quiere llevarse los libros se los lleva, y si no, los deja…¡No te digo!

Y lo dejo y me voy a ver al Director. Desde mi juventud he luchado por la defensa de las libertades. No permito que nadie me avasalle. Le explico el caso al Director y lo primero que hace es pedirme disculpas por las molestias causadas y luego baja conmigo a aclarar lo sucedido. Le dice al empleado del mostrador que él tiene la obligación de atender amablemente al público, a lo que el funcionario alega enseguida que yo mentía, y que él tenía un testigo. O sea, al ver que yo me dirigía al despacho del director, enseguida buscó a alguien que hiciera de testigo en el caso de que la cosa fuera a mayores. ¿No denota esto un sentimiento de culpabilidad?

Y ya estamos: su palabra contra la mía. Por lo visto, para que en este país nos respeten debemos ir acompañados de un notario para que levante acta de lo que sucede cada vez que hagamos alguna gestión en una entidad pública

Los funcionarios son ciudadanos de primera clase; los demás, de segunda. En la empresa privada, por mucho que trabaje una persona, por muy capacitado e interesado que esté en que funcione la empresa, aun llevándose trabajo a casa si es necesario, si el empresario quiere va a la calle.

En cambio, en la administración pública, por muy vago que sea un funcionario, por muchas que sean las ausencias por ir a desayunar o a tomar café, o las bajas por enfermedad que lo alejen de su puesto de trabajo, por muy grosera que sea su actitud en la atención al público, nunca será despedido.

Lo malo es que ellos lo saben; por eso abusan. Cuando el Gobierno publica a bombo y platillo que se va a eliminar tal o cual ministerio para ahorrar gastos, me pregunto cómo van ahorrar si a los diez, quince o veinte mil funcionarios que están en nómina en el ministerio que pretenden eliminar los deben trasladar a otros porque no pueden despedirlos.

Mientras no haya una verdadera reforma que iguale los derechos de todos los trabajadores, sean funcionarios o de la empresa privada, hablar de democracia o de derechos civiles y libertades seguirá siendo una quimera.


sábado, septiembre 04, 2010

«EL CANTO DE LA GALLINA»


Hace un par de semanas, leí en La Voz de Cádiz que se está llevando a cabo una reedición de todos los libros de Ramón Solís, autor gaditano desconocido de la generación actual, a pesar de haber sido galardonado en su día con el Premio Cervantes.

A Ramón Solís le conocí a través de su libro de relatos “El alijo”, que compré hace ya cuarenta años cuando era socio de Disco Libro. Ignoraba que hubiera escrito novelas y por eso, cuando leí el artículo dedicado a su obra en el aquel diario, decidí reencontrarme con ella. No me arrepiento.

Después de leer El canto de la gallina, me quedo alucinado. ¿Cómo es posible que las editoriales siempre nos inciten a comprar obras de autores extranjeros, despreciando la calidad y la belleza de las que escriben los nuestros?
Pasa lo mismo en las agencias de viajes, donde ofrecen vacaciones en lugares lejanos, exóticos, con playas de arena fina y blanca y abundantes palmeras en países donde los turistas deben permanecer aislados en la zona hotelera para garantizar su seguridad, cuando aquí, en nuestra denostada España, existen lugares maravillosos que le dan mil vueltas a aquéllos en playas, en belleza, en clima , en espectáculos y en libertad para desplazarse sin temor a ser atracado o tomado como rehén.

El canto de la gallina es una historia romántica ambientada a principios de los años sesenta, a juzgar por el modelo de coche que luce con orgullo el protagonista, un Renault 4x4, aquel pequeño coche (anterior al Renault 4, el llamado "cuatro latas"), que junto al Wolsvagen “escarabajo”, el Citröen dos caballos, y el Fiat 600, estaban al alcance de todos los trabajadores y llenaban las calles de las ciudades europeas.

ARGUMENTO DE LA NOVELA:
Un escritor recibe el encargo de una revista americana de escribir un ensayo sobre las peleas de gallos, y como él lo ignora todo sobre la materia, asiste en Madrid a una de esas reuniones clandestinas donde las apuestas son generosas. A su lado se sienta Susan, una mujer rubia y despampanante, una de esas modelos capaces de hacer volver la cabeza a todos los hombres con quienes se cruza en la calle, quien le presenta a uno de los asistentes, Luís Carmona, un torero retirado y criador de gallos de pelea, para que éste le facilite toda clase de datos para su reportaje. El hombre acepta instruirle y lo invita a pasar unos días en su dehesa, ubicada en las cercanías de Tarifa.

Al llegar a la dehesa, lo reciben Carmona y Susan.
Allí convivirá durante unas semanas con otros invitados, un matrimonio americano, debatiendo sobre la salvaje España que martiriza a los toros y otros animales; con ellos asistirá a la tienta y marcaje de los toros bravos, conocerá todo sobre la cría de ganado y las normas que rigen la vida de los toreros. Pero en la casa también está Olivia, la esposa de Carmona, la criadora de los gallos de pelea. Ella le dará las lecciones que necesita para su reportaje.

Carmona, acostumbrado al triunfo y la gloria, a la compañía de las más bellas mujeres, que lo seguían a todas partes durante la temporada taurina, no acepta envejecer apartado del mundo en su cortijo y busca el cariño y los halagos entre las turistas y los amigos adinerados de la Costa del Sol. Olivia nunca lo acompaña.

¿Por qué Olivia, una mujer bellísima, muy culta, educada en la observancia estricta de la doctrina católica, consiente que su marido tenga bajo el mismo techo a su amante y la humille paseándose con ella por el pueblo? ¿Por qué Susan a su vez permite que Carmona la engañe con otras mujeres de la zona sin rechistar?
¿Por qué Carmona está tan seguro de que Olivia le será fiel ante los intentos del enamorado escritor por llevársela a la cama?

Se suceden páginas y páginas que hacen reflexionar al lector, que lo maravillan con los diálogos y con el romanticismo que brota de la historia, que lo mantienen en vilo con los misterios que rodean al matrimonio Olivia-Carmona, quienes, las noches de luna llena, de madrugada, montan en sus caballos y se van al campo a torear a los toros los dos solos, ambos desnudos, cara a cara con el toro, piel a piel.

La novela es excelente. Lo mejor: esa sensación que tiene el lector de vivir dentro del cortijo, presenciando realmente las escenas, sintiendo el aire del campo, el olor del pasto y de las reses bravas. Es una gozada penetrar en el alma de los personajes y conocerlos íntimamente.

Lo peor: unas veinte páginas antes del final, lo intuí. Yo la puntuaría con un 8
Ramón Solís (Cádiz, 1923-Madrid, 1978) Escritor español. Doctorado en derecho y en ciencias políticas, ocupó el cargo de secretario general del Ateneo de Madrid (1962-1968) y fue director de la revista La Estafeta Literaria (1968-1977). Escribió novelas de corte realista - La bella sirena (1954), Un siglo llama a la puerta (1963), El canto de la gallina (1965), La eliminatoria (premio Miguel de Cervantes, 1970) y El dueño del miedo (1971)-, libros de relatos –El alijo- Mientras duerme la ciudad (1968) y El mar y un soplo de viento (1969)- y ensayos.

jueves, septiembre 02, 2010

QUERIDA REPORTERA

Foto de internet

En corresponsal de prensa se ha convertido esa mujer morena de la Sierra de Cádiz que antaño fue mi amiga y, de foros y blogs, compañera. De la noche a la mañana, por uno de esos misterios que la providencia encierra, se ha convertido en fotógrafa, en cronista y reportera.

Ni una sola mosca vuela sin que a ella se le escape el osado movimiento de sus diáfanas alas. La chica, con la cámara presta a inmortalizar cualquier cosa que se mueva, se dedica a investigar y tomar nota de todo lo que en la comarca suceda: un accidente laboral o de tráfico, el partido de fútbol en que le partieron las piernas al árbitro, un bache en la carretera, las cagadas de palomas sobre los parabrisas… cualquier cosa convierte su crónica en un verdadero ensayo sobre la relación del Hombre con la Naturaleza.


Se la ve en las bodas y en las fiestas; en los plenos del Consistorio, en las excursiones de los niños y de los grandes, con la cámara en ristre, su grabadora y una sonrisa pintada en su rostro engatusando a la gente con sus preguntas y su charla, hartándose de comer y beber de gorra en cada fiesta.

«¡No tiene cara ni ná. Má que un saco de moneas!», dijo el cuñado de la novia, un hombre del partido de la oposición, en una boda celebrada en Ronda el otro día, dudando de que ella tuviera invitación. Porque ella es militante, y en sus crónicas se traslucen sus ideas.


Pero bueno, eso a mí nada me importa; ni me va ni me viene. Por mi parte, ella puede hacer lo que quiera: comer, beber, dormir, ligarse al futuro alcalde, afeitarse el pubis o comprarse un peine. Lo que sí me molesta, y mucho, es que desde que se hizo reportera a mí ni me habla, ni me escribe, ni me mira, ni me tiene en cuenta... ¡Como si yo no existiera!


¡Vaya tela, vaya tela tiene la hermosa reportera! Es verdad que arriba se vive mejor, por eso todos quieren subir. Y como siempre miran hacia arriba, no se dan cuenta de lo que pisan.

Ella luce con altanería su bonito cuerpo. Lleva en la solapa una tarjeta con su nombre y el del diario en el que escribe, y se pone tras la oreja una gota de ese perfume de Yves St Laurent que a mi me hace estornudar y lagrimear cuando pasa a mi lado. ¡Atchissssss!, digo yo. «¡Jesús!», responde ella por tradición. «No, Jesús no, que soy Juan», alego, limpiándome los mocos y esperando que se detenga y me cuente algo. Pero no; ella, ni me mira, ni me mima, ni me cuenta sus cosas: ya no existo desde que la nombraron corresponsal

¡Y eso duele…! Duele una jartá.


En fin, más se perdió en la guerra, qué le vamos hacer. La amistad ni se compra, ni se vende, ni se obliga; hay que ganársela. Yo la verdad es que estoy hecho un lío, pues dicen que “un verdadero amigo es aquél con quien puedes pensar en voz alta”; ¡pero si hago eso, ella me graba! Menudo escándalo se formaría en el pueblo si mi antigua amiga grabara mis pensamientos y los publicara en el diario. Y más aún si usan las nuevas tecnologías y lo publican en color y en 3D. ¡Lo que yo le hago mentalmente a mi amiga, en color y en 3D! ¡Ya veo a todo el mundo comprando gafas con un cristal color naranja y otro azul! El programa-basura «Sálvame» bajando a la ruina, toda su audiencia pendiente de la grabación para escuchar mis pensamientos en voz alta.


Y así están las cosas, ella que sube hacia el cielo de la fama, y yo que me quedo sentado en el banco de la plaza. Ojala y le den el Pulitzer y se vaya del pueblo a la gran ciudad, así yo no la vería y no sufriría, pues de todos es conocido el dicho, «Ojos que no ven…»

¡Tortazo que te pegas, o mierda que pisas!, responde el Manué, que está sentado en el banco de enfrente.

¡Joér, es que no puedo pensar en voz alta, enseguida responden mis amigos!

martes, agosto 31, 2010

EL INMORTAL JACQUES BREL,



La canción se titula: "REGARD, PETIT" . La he traducido para ustedes y espero les guste.

Mira bien, chico
Mira bien
Sobre la llanura, allá abajo
A la altura de las cañas

Entre el cielo y los molinos
Hay un hombre que viene
Que no conozco
Mira bien, chico
Mira bien

¿Es un vecino lejano
Un viajero perdido
Un resucitado de guerra
Un vendedor de encajes
Un fraile portador
De esas falsas noticias
Que ayudan a envejecer
Es mi hermano que viene
A decirnos que es tiempo
De odiarnos menos
O es el viento
Que hincha un poco la arena
Y forma espejismos
Para distraernos?

Mira bien, chico
Mira bien
Sobre la llanura, allá abajo
A la altura de las cañas
Entre el cielo y los molinos
Hay un hombre que viene
Que no conozco
Mira bien, chico
Mira bien

No es un vecino
Su caballo es demasiado orgulloso
Para ser de este lugar
Para volver de la guerra

No es un fraile
Su caballo es demasiado pobre
Para ser el de un clérigo
No es un vendedor
Su caballo es demasiado claro
Su atuendo es demasiado blanco
Y ningún viajero
No ha pasado el puente
Desde la muerte de padre
Ni sabe nuestros nombres

Mira bien, chico
Mira bien
Sobre la llanura allá abajo
A la altura de las cañas
Entre el cielo y los molinos
Hay un hombre que viene
Que no conozco
Mira bien, chico
Mira bien

No, no es mi hermano
Su caballo habría relinchado
No, no es mi hermano
No se atrevería…
Ya no hay nada aquí
Que le pueda servir
No, no es mi hermano
Mi hermano puede que haya muerto
Esta sombra de mediodía
Se tornaría tormenta
Si se tratara de él
Vamos, es el viento
Que hincha un poco la arena
Para distraernos

Mira bien, chico
Mira bien
Sobre la llanura allá abajo
A la altura de las cañas
Entre el cielo y los molinos
Hay un hombre que se va
Que no conoceremos
Mira bien, chico
Mira bien

Seca ya tus lágrimas
Hay un hombre que se va
Que no conoceremos
Puedes guardar las armas

domingo, agosto 29, 2010

EL MERCENARIO DE GRANADA

Decididamente, el tema de la Reconquista me está gustando mucho. Después de la lectura de «El sanador de caballos», «El caso de medina Sidonia» y «La Catedral del Mar», El mercenario de Granada es una joya literaria que me ha mantenido durante unos días inmerso en sus páginas, disfrutando de aventuras épicas, mientras acompañaba a los reyes Isabel y Fernando en el sitio y rendición de Málaga, Baza y Granada, y asistiendo también a los Consejos de los caudillos moros, realizados en la Alhambra, donde debatían la estrategia a seguir contra los cristianos.
Ha sido para mí una importante lección de Historia, ilustrada con datos importantísimos que desconocía sobre los esfuerzos realizados por ambos bandos por disponer y controlar las nuevas tecnologías del momento: la aparición de la pólvora y del cañón y su empleo en la reconquista de Andalucía.

Y en medio del fragor de las batallas, de las negociaciones secretas, de las deserciones y traiciones en ambos reinos, nos encontramos con la entrañable historia de amor entre Ysabel y Orban.

Ysabel, una niña de trece años que había sido entregada por sus padres al déan, hijo del arzobispo de Segovia, a cambio de la condonación de una parte de los impuestos y éste, tras violarla salvajemente el mismo día, la convierte en su esclava y en su amante preferida hasta que, años más tarde, se la arrebata un jefe moro en una batalla y la convierte en la favorita de su harem, en Granada.

Orban, el mejor herrero de Oriente, conocedor de la pólvora y de los metales, a quienes habla y acaricia como si fueran humanos, maestro en el arte de fabricar cañones y espingardas (predecesora del fusil), es enviado por el Gran Sultán turco, en ayuda de Boabdil, Rey de Granada, para que
le provea de cañones e instruya a su ejército en la técnica de la fabricación y tratamiento de la pólvora y el uso de las nuevas armas, que relegarían a partir de entonces a las catapultas, hondas, lanzas y espadas.

Orban, que es considerado uno de los más importantes personajes del reino, conoce a Isabel y se enamora perdidamente de la esclava cristiana.
Deberán huir para evitar ser decapitados y serán acogidos con todos los honores en el ejército cristiano, donde Orban ascenderá rápidamente como maestro y jefe del taller de armas. Pero entre los nobles y señores de la guerra que acompañan a los Reyes Católicos se halla el déan, hijo del Arzobispo de Segovia, que reclamará ante Fernando a su esclava.

Es pues una historia de amor apasionado, tan puro como imposible, donde los enamorados huyen de un bando al otro repetidas veces, abandonándolo todo para salvar sus vidas. Las escenas amorosas, crudamente descritas mediante un lenguaje natural son impresionantes; pocas obras literarias, por no decir ninguna, he leído yo con tanta explicitud en la entrega amorosa.
Si anteriormente dije que
El sanador de caballos era uno de los mejores libros que había leído, ahora afirmo que El mercenario de Granada lo supera.

Conocí a Eslava Galán con su novela
En busca del unicornio, que me encantó, y continué luego con La mula, que me gustó aún más. Ahora, tras leer El mercenario de Granada, embelesado de su arte, he decidido leer toda obra suya que se cruce en mi camino.



miércoles, agosto 25, 2010

DICHOSO VERANO

La foto es de internet. Playa de Valdelagrana en El Puerto de Santa María

Las musas están de vacaciones. Al menos las mías, ésas que yo cuido y alimento con devoción durante todo el año.
No, hoy las musas no me acompañan. Al comenzar el verano, se fueron de vacaciones y me dejaron tirado.
Por ejemplo, me pongo a escribir un poema y me sale esto:

Qué tiene esa niña, que me tiene embrujado
  me tiene embrujado a tal punto, madre,
que con sólo mirarme me ha desquiciado.
No sé qué tiene esa niña, madre,
pero a mí  me tiene amargado.

La conocí en la plaza,
me la presentó su hermano,
yo la besé en la cara,
ella me tendía la mano,
En su carita blanca
se dibujo una sonrisa,
yo me sentía turbado
y temblaba con la brisa
Sus ojos negros
escrutaron mi alma,
y tembló mi corazón 
y al reflejarme en ellos
madre, yo perdí la calma.


Malillo el poema, ¿verdad?
Es por el calor.

Los veranos en El Puerto no son tan calurosos como los de Córdoba o Sevilla, aunque tampoco necesitamos encender braseros.

Las mujeres, todo lo más, cargan con sus abanicos para airearse la cara mirando el precio de los alimentos en el mercado o esperando al autobús. La mayoría de mis vecinos están de vacaciones o en el paro, y cuando dan las doce, después de haber desayunado en el bar su café con sus medias tostadas de pan con aceite y jamón, se encaminan hacia alguna de las siete playas portuenses para tostarse al sol.

Yo, que odio las aglomeraciones, el llenarme de arena y el pasar calor tumbado como lagarto al sol, pues bastantes calorías tragué en mi época laboral trabajando en las soldaduras y los tubos de acero encendidos, atravesando llanuras y montañas para llevar el gas y el petróleo a los pueblos más perdidos, prefiero ahora sentarme a la sombra en un parque o bajo un toldo acompañado por un periódico y una jarra llena de cerveza fresca en la mesa con su correspondiente platito de aceitunas sevillanas y combatir el calor a base de lingotazos espumosos.

Digo aceitunas sevillanas porque es lo que más abunda en las tiendas, no porque sean diferentes a las de Jaén, Córdoba o Málaga: todas tienen el mismo aspecto, aunque tengan diferentes sabores según la manipulación a la que se someten.
Pasa lo mismo con las mujeres: las sevillanas son las andaluzas más famosas porque salen más en la tele con su Semana Santa y la Feria de abril, y a todos nos encanta verlas girar con esos vestidos de lunares ajustados a sus caderas y los volantes levantándose para enseñar las piernas; pero no son mejores ni más bellas que las de otras ciudades: todas tienen una bonita sonrisa horizontal en la cara y otra vertical entre las piernas; lucen redondeces para todos los gustos en pechos y caderas; pieles sedosas y cálidas dunas, que invitan a olvidarse del calor y a derretirse sobre ellas.

Pero en las playas, como en los estantes del Carrefour, hay tanta variedad de género expuesto al público, que lo excelso se torna vulgar y lo que en invierno quita el hipo y despierta pasiones, en las playas pasa sin llamar atenciones. Y uno duda al elegir entre morenas, rubias, o pelirrojas, pues todas, como las aceitunas, están la mar de buenas.

Oye, tú: ¡y yo que estoy antojado por una pelirroja para contarle una a una todas sus pecas…!
Debe ser el subconsciente, algo que tiene que ver con mi adolescencia en el colegio: había una monjita gallega, de 22 años, tenía las cejas y pestañas color castaño, se llamaba sor Epifanía. Cuando me sorprendía mirando embobado su cara y sus labios carnosos, me ordenaba ponerme a su lado para ayudarle a separar las lentejas de las chinitas. Yo obedecía gustosamente, pues eso me permitía pasar una o dos horas manipulando lentejas con las manos, mientras mis ojos la devoraban y mi imaginación calenturienta se desbordaba y producía cierta agitación en mi bragueta.
Y luego, por la noche, yo pensaba en ella y me masturbaba. Y no importaba si hacía calor o frío, si era verano o invierno: a esa edad, yo vivía una permanente primavera.

Sí, me hacía pajas, como todo el mundo. En los primeros años 60, cuando estaba prohibido todo, incluso ir en bikini por las playas, era lo normal. Había cines donde trabajaban las pajilleras, profesión que menciona Joan Marsé en su novela “Si te dicen que caí”.

En Vergel (Alicante), el pueblo donde vivía entonces, no había pajilleras, era imposible: el cura y sus beatas las hubieran lapidado, y mis amigos y yo nos desahogábamos por nuestra cuenta en el anfiteatro del cine mientras mirábamos a Silvana Mangano, Sofía Loren o Claudia Cardinale. Algunos se ponían de pie sobre la barandilla en el momento álgido y eyaculaban sobre los de abajo, lo que producía la expulsión inmediata de la sala de todo el grupo, y alguna que otra reyerta en la calle. Años después, casi todos nos echamos una novia que nos masturbaba en el cine con su manita suave y curiosa. Se podría llamar a aquélla la generación de las pajas, cuyo mayor mérito era que tu novia te hiciera una con tu futura suegra sentada al lado.

Ahora todo ha cambiado y las parejas copulan en público en las playas, bancos de parques y plazas, y en los rincones de discotecas. Incluso hay quien se masturba con la mano de otro y se ve la cosa como normal. Libertinaje, que no libertad.

Pero a lo que íbamos: El verano en El Puerto es como en todas partes: hace calor, coño, que por eso es verano y las playas están a tope de gente luciendo sus escaparates.
De todo hay en la viña del Señor, como en los hipermercados. Y nunca llueve a gusto de todos: Mis amig@s del sur argentino tiemblan ahora de frío y ansían la llegada del verano, mientras aquí, del calor estamos ya hasta las cejas.
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