viernes, septiembre 09, 2005

EL DÍA DE ANDALUCÍA

El próximo día 28 de febrero será el Día de Andalucía. Como ocurre desde hace 25 años, ese día se celebrará en Sevilla una gran fiesta en el Parlamento Andaluz, donde se entregarán medallas a los recién nombrados “Hijos Predilectos”, se pronunciarán infinidad de discursos de alabanzas a la labor que se ha hecho durante todos los años transcurridos desde que se inició la andadura democrática… Y entre esos discursos, se hará mención a todos aquellos “hijos que se fueron a otras comunidades” acuciados por la necesidad, en busca de trabajo…Y, como todos los años, se les asegurará que “La Madre Andalucía piensa en ellos en este día especial…” Luego, cumplida toda esta pantomima, se dirigirán hacia el comedor para degustar una maravillosa comida, preparada especialmente para todos los políticos y sus invitados.
Desde esta página deseo decirles a esos señores que no hay motivos para celebrar esa fiesta. Una fiesta que, por lo general, sólo celebran ellos: en muchas empresas se trabaja, aprovechando que es festivo y que las horas trabajadas se cobrarán como extras. Y eso siempre viene bien a las mal equilibradas economías de los andaluces de a pie.
No, Señorías, no hay gran mérito en la labor que han hecho ustedes en estos veintitantos años que están administrando la Comunidad, mientras más de un millón de andaluces se vean en la necesidad de emigrar para poder alimentar a sus familias. El problema enquistado de Andalucía es la falta de trabajo. Ése ha sido el mismo desde siempre: lo conocieron mis abuelos, quienes se tuvieron que enrolar en el Ejército en diferentes guerras, obligados por el hambre; Fue el mismo problema de mis padres, que tuvieron que dejar su casa y su pueblo para irse a Valencia para poder criar a sus hijos. Lo fue también el mío, durante la dictadura, que tuve que emigrar a Francia por las mismas causas: La falta de trabajo. Y lo es también ahora, cuando ustedes gobiernan, Señorías, para mis dos hijos mayores, que se han tenido que marchar, junto a otros cuatro mil gaditanos, a Castellón.
¿No les da vergüenza, Señorías, de celebrar el enorme éxito de la labor de La Junta cuando cientos de miles de andaluces continúan abandonado sus casas, sus familias y sus amigos para poder subsistir? Andalucía ha dado un gran salto cualitativo sí, es cierto; pero eso sólo lo han notado ustedes, los políticos, que se mantienen aferrados a sus sillones legislatura tras legislatura; cobrando unos sueldos envidiables, que jamás hubieran soñado poder cobrar en sus anteriores profesiones, mientras condenan a millones de andaluces a malvivir con salarios y pensiones de trescientos Euros al mes.
Si Andalucía, como madre, no olvida a sus hijos residentes en otras comunidades, debemos decir aquí, sin ambages, que no deja de ser una mala madre: En la actualidad una madre que abandona a sus hijos, maltratándolos o privándoles de sus necesidades más vitales es condenada en el Código Penal; está cometiendo un delito. ¿Por qué he de pensar diferente de “Nuestra Madre Andalucía” si me veo obligado en mi vejez a privarme de la compañía y de las muestras de cariño de mis hijos, porque no reciben de “Su Madre” la asistencia debida para cubrir sus necesidades?
En la vida diaria, a veces se les da a los hijos de un matrimonio la posibilidad de elegir con quién de los dos, el padre o la madre, desea vivir. Y el niño elige según sea el trato que haya recibido por parte de los dos contendientes. Referente a la “Madre Andalucía,” hay muchos miles de hijos que ya están renegando de ella y se dejan adoptar por otras comunidades.
¿Qué progresos celebran ustedes, cuando el mal endémico de Andalucía es el mismo, generación tras generación? Es cierto que los jóvenes están mejor preparados y que la inmensa mayoría de ellos estudia en la Universidad, pero, ¿de qué les vale eso si luego no les dan empleo?
Señorías, para finalizar, sigan ustedes comiendo y bebiendo para olvidar, escondan la cabeza como el avestruz…El problema sigue ahí: la juventud de nuestra tierra se ve obligada a marcharse para ser explotada, discriminada en otros lugares. Cuando pasen los años y cuenten a sus hijos y nietos –futuros charnegos, godos, gitanos, castellanos o cualquier otro calificativo discriminatorio de los que reciben en las comunidades que les acogen- el motivo de su exilio y salgan a relucir los nombres de los culpables de su situación, los de ustedes como gobernantes de Andalucía, ellos dirán:”Ése también estaba en la Junta. Y mientras él cobraba como Diputado y como Alcalde, además de como Consejero de algún banco, caja de ahorros o empresa, yo me vi obligado a vivir con una ayuda de cuatrocientos euros al mes; por eso emigré”.

Firmado: JUAN PAN GARCÍA

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